14. Es mi deber.

Claire McCarthy

Contra todo pronóstico acudiré a mi disponibilidad. Ya estoy en mi comando organizando a los soldados que me acompañarán. Esos ya están seleccionados y en unos momentos los camiones estarán listos para salir al comando 5.

Ni siquiera consideré hablar con Katz porque es obvio que no cambiará mi disponibilidad. Tampoco le voy a dar el gusto a Ladino, él quiere algo con Katz y hoy sabré si tengo razón o no.

Busco a Vidal durante aproximadamente veinte minutos hasta que la veo escondida con una tableta electrónica, revisando información.

—Soldado —le llamo la atención, aunque me distraigo con la fuente de información que tiene. Ella nota esto, se pone nerviosa y apaga la tableta—. Vidal, ¿cuál es ese sistema? Ese sistema no es el que tengo autorizado, ¿de dónde lo sacó? —me lleno de desconfianza.

—Puedo explicarlo. No es lo que parece.

—¿No? ¿Entonces qué es? ¿Por qué está navegando en un sistema extraño? Vidal... —no puedo dejar de pensar que es un sistema de infiltrados.

—Es el sistema de información interna… —veo que le tiemblan las manos al darme la tableta. La enciendo y noto que es cierto—. Lo que pasa es que uno de los soldados informáticos lo estaba usando y le hice una copia sin que se diera cuenta... Yo... sólo quería saber cosas internas...

Miro en todas direcciones confirmando que estamos solas y no hay cámaras.

—Vidal eso está prohibido, ¿si sabe lo qué le pasaría si la descubren con esa tableta? La pueden acusar de espía y arrestar. Las cosas internas se dejan internas.

Vidal agacha la cabeza.

—Capitana, perdón. Perdón —solloza—. Yo solo vi la oportunidad y quise investigar sobre él...

—¿Sobre quién? Hable claro.

—Sobre mi padre… Siempre he sentido que su muerte escondió algo más. Cuando murió, los soldados trajeron su cuerpo al ser identificado pero no dijeron el motivo de su muerte. Sólo quería saber cuál fue.

Suspiro.

—¿Qué le hace creer que en la información interna está lo que pasó?

—Esta institución lo sabe todo, capitana. Que no quieran decirlo es muy diferente. Los soldados informáticos son los que más saben, almacenan los datos, los vídeos, las pruebas, todo. Hay que saber buscar porque los filtran en código.

Me siento junto a Vidal, algo pensativa y guardamos silencio un rato. La chica de piel oliva me mira esperando mi opinión.

—¿Cree que nadie la descubrirá buscando información? Claro, si busca un escondite mejor porque la encontré fácil en este.

Vidal abre los ojos sorprendida.

—Bueno… Sí, soy muy buena buscando información sin ser descubierta. ¿Por qué... por qué lo pregunta?

—Busque la información de su padre y de paso la de mi madre. Quiero que me adjunte toda información relacionada con Fiorella Davidson... No le diré a nadie del sistema que porta. Sin embargo, cuando haga algo de ese nivel, quiero que me lo diga. De lo contrario, nunca podré ayudarla cuando se meta en problemas. Recuerde que un error suyo recae sobre toda la tropa Delta.

Vidal me mira incrédula.

—¿No me va a regañar o castigar?

—No. Entiendo sus razones. En cada oportunidad que he tenido he intentado encontrar información sobre mi madre. Es inevitable querer conocer una verdad que no deja de carcomer tu mente por sus inciertos rumores.

—¿Entonces ha intentado buscar información sobre ella antes?

—Sí. En todos los lugares a los que voy lo he intentado, pero lo único que encuentro es el aviso de su muerte y miradas de desaprobación. ¿Es pecado querer saber de ella? —miro al vacio, es raro hablar así.

—No lo es. Somos humanos con sentimientos queriendo completar nuestros pensamientos internos... La ayudaré a encontrar información sobre su muerte, filtraré todo lo que pueda. Esto será un secreto entre las dos.

Sonrío de lado.

—Usted busque y yo la cubro. En cualquier caso, si no hay información sobre ella, lo entenderé, estoy acostumbrada a no encontrar nada.

Vidal es una joven inteligente y excesivamente curiosa. Sé qué no es una traicionera aunque a veces dude de todo por protección personal. Ella solo es muy joven y no mide lo que hace. Así fui hasta que crecí y maduré un poco.

Puede que esté siendo la capitana más irresponsable en este momento al permitirle conservar ese acceso, pero lo mejor para mí es que lo tenga. Si esta institución sabe la verdad y no quiere decirla, yo misma la sacaré a la luz.

—Le prometo que no la decepcionaré. No le causaré ningún problema y no jugaré al espía de dos bandos. Lo juro por mi mamá que es lo único que tengo.

—Eso espero, si está haciendo algo indebido o chueco y yo me entero, nada saldrá bien, Vidal. Suena como una amenaza y lo es. Soy paciente, pero no me gusta que la gente me vea la cara.

—Nunca haría eso. Usted es el mejor capitán que ha tenido la tropa Delta. Es la única que nos da nuestro lugar y no deja que ninguna otra tropa ni nadie nos humille. Mi respeto y lealtad estarán siempre con usted.

<<Son sólo lindas palabras, lo que cuenta son las acciones>> Siempre lo he tenido claro.

—Le creeré por el momento. Me informa de todo lo relevante que encuentre. Le doy una semana o deberé bloquear ese acceso por precaución. —aunque me convenga, no puedo dejar que Vidal piense que tiene total libertad.

—Copiado.

Termino yendo en busca de mi tropa para ir a la disponibilidad. La verdad es que Vidal me da igual, sé que ahora soy cómplice de algo delicado, pero a estas alturas da igual. Con el simple hecho de haber escondido los avistamientos de Ladino ya estoy completamente hundida.

Nos subimos a los camiones y nos dirigimos al comando 5. El viaje hasta ese comando es un poco más largo que ir al comando 1.

Cuando llegamos somos recibidos por la tropa Nu.

—Capitana McCarthy —se dirige a mí la capitana Lasso—. Es un honor tenerla aquí y gracias por su colaboración.

—No hace falta agradecer. Estamos aquí para cumplir con nuestro deber y apoyo... Pido informe de situación.

—Posible conflicto civil entre comerciantes ya avisado. Ustedes son requeridos para vigilancia de los alrededores. Nosotros seremos los vigilantes centrales.

—Copiado —me vuelvo hacia mi tropa—. ¡Delta, firme! —estos obedecen—. Orden a seguir: Vigilancia externa, litigio civil. Nivel: comerciantes ¡Vamos!

Narrador omnisciente

En la zona 5 se empieza a crear una aglomeración de ciudadanos porque varios comerciantes mayoristas luchan junto a sus defensores. Últimamente la economía ha disminuido y los impuestos han aumentado.

—¡Esta zona es nuestra!

—¡Esta zona no tiene dueño!

Se suponía que sería una charla interna, pero todo se convirtió en una pelea callejera como ya lo intuían los militares. Por eso trajeron a otra tropa.

Los militares intervienen, separando a todos los comerciantes que luchan verbalmente antes de que lleguen a los golpes.

La capitana McCarthy y su tropa ayudan a mantener la calma en los alrededores, viendo como en el centro la tropa Nu se mantiene firme, llegando al punto de golpear a civiles por resistencia.

La lucha se intensifica cada vez más y la tropa Delta se ve obligada a intervenir en el centro. Justo cuando lo hace, los comerciantes dejan de luchar y miran a todos los soldados que hay en el lugar.

—Pensándolo bien, esto no es culpa nuestra. Esto es culpa suya. ¡Todo en este maldito lugar lo es! —el comerciante de alimentos es quien grita y el comerciante de telas sonríe dispuesto a iniciar la trampa.

Ladino nunca mintió. Esto siempre fue una trampa. Los comerciantes nunca tuvieron una disputa, sólo actuaron para reunir un buen grupo de soldados.

—¡Ahora!

Todos los comerciantes sacan armas y comienzan a atacar a los soldados de la tropa Nu. La tropa Delta se pone alerta y se prepara para sacar sus armas cuando de repente una enorme y pesada red cae sobre sus cabezas, proveniente de la cima de varios edificios. Esta red tiene piedras en cada uno de sus cuadrados, lo cual la hace muy resistente y casi imposible de levantar.

La tropa Delta cae al suelo para arrastrarse a través de la red ya que no hay otra opción. Intentan buscar una salida al tiempo que presencian la caída de muchos Nu.

La capitana McCarthy se desespera internamente, pero mantiene la calma por su tropa. Les grita que la sigan y no se separen, no piensa dejarlos atrás y ellos la obedecen. Saben que los atraparon para acabar con ellos después de acabar con la tropa Nu.

El grosor de la red no permite que la capitana y sus soldados la corten por lo que continúan con su idea de gatear hasta buscar un punto abierto.

—¡No te muevas! —Claire levanta la vista al reconocer esa voz y ve como un hombre con el rostro cubierto por un pasamontañas corta un gran trozo de red con una especie de cuchillo caliente especial—. Sal, sal rápido.

Claire extiende su mano y Ladino la toma para sacarla de ese enredo.

—Mi tropa —susurra Claire, todavía confundida. Ladino la ayuda a abrir el agujero en la red para que la tropa pueda salir—. ¡Por aquí, vengan por aquí! —grita la capitana guiando a sus soldados y estos siguen su voz hasta encontrar la salida.

Cuando la tropa Delta sale, se preparan sacando sus armas y apoyan a los Nu disparando a quienes tienen armas. Estos son de gran ayuda, los comerciantes no esperaban que se liberarían tan fácilmente de aquella inmensa red, viéndose obligados a retroceder.

Tan pronto como los disparos dejan de sonar, toda la tropa Delta mira a la mitad de la tropa Nu herida en el suelo. De los heridos, la gran mayoría ha muerto y su sangre corre por el suelo frío. Los Delta corren a prestarle ayuda a quienes aún respiran.

La capitana McCarthy observa la escena sintiendo que fracasó al no poder actuar antes y evitar tantas pérdidas.

—Te dije que no vinieras. Claire, te lo dije. —Ladino le habla a sus espaldas y escucharlo decir su nombre y hablarle de modo no formal la hace sentir peor.

<<Tal vez debió venir Katz y no yo>>

—Pero lo hice. He venido, maldita sea. Si me vienes a reclamar por débil, será mejor que te vayas. ¡Lárgate!

—Iba a pasar de todos modos. Solo quería que no estuvieras aquí… —Ladino se va sin decir más y Claire se pone las manos en la cabeza.

•••

Han pasado dos horas desde el enfrentamiento. El coronel ha llegado mientras el equipo de criminalística hace su trabajo.

El coronel revisa los cadáveres y reconoce algunos de los veintisiete que yacen en el suelo. Capitana Lasso... Teniente Amaya... Solado Roa...

El coronel mira incrédulo, no puede creer que hayan atacado así a una tropa. Luego mira en dirección a donde se encuentra una parte de la tropa Delta y observa como todos permanecen cabizbajos. Ellos no tienen bajas. Sólo unos pocos heridos.

El coronel camina hacia la capitana Delta y la mira a los ojos.

—No fue culpa suya ni de su tropa. —intenta no hacerla sentir culpable.

—Podríamos haber evitado esto... Tal vez sí... —no sabe que decir. No se siente culpable, se siente impotente. Cree que pudo haber hecho más.

—Nadie sabía que esto podría pasar. Y el tal vez no tiene validez. Hay que agradecer que su tropa se encuentra bien —suspira—. Al menos su tropa salió ilesa. Ya me contaron lo que pasó, hubiera sido una completa masacre si su tropa no se libera de esa red tan bien elaborada.

La capitana aprieta la mandíbula.

<<Sabía que esto era una trampa, él me lo dijo>> Piensa llena de rabia.

—Coronel, perdón por decirle esto, pero… ¿no piensa poner en orden este lugar y por fin ser serio? —la rabia hace que Claire diga lo que piensa.

—¿Cómo dice?

—Nada. Disculpe. Estoy estresada. —Claire se da cuenta de que no puede interferir. Luego abandona el lugar sin darle importancia a la presencia del coronel y eso lo confunde.

El coronel Leclerc la observa alejarse mientras levanta una ceja sin que nadie lo vea. Piensa en muchas cosas y sus ideas chocan entre sí, de tal modo que incluso duda.

Mientras los testimonios continúan y los soldados se ven obligados a dar sus informes escritos mientras todos los comandos viven una gran tensión, Ladino se sienta en el borde de la azotea de un edificio.

El aire frío le golpea la cara y le mueve el cabello. El hombre mira al vacío y cierra los ojos.

"Máquina y Vestiglo, eso es lo que eres"

Ese pensamiento le viene a la mente y le hace apretar los puños. Ver a esos soldados siendo atacados le recordó las cosas que quería enterrar. Odia sentir, odia no poder ser como se supone que debe ser.

—Ahora eres ladino, recuerda tu propósito —se habla a sí mismo, tratando de recordarse no desviarse de su objetivo—. Mente fría.

Ladino deja pasar dos días, dos días en los que los generales se han vuelto locos buscando a esos comerciantes que mataron a muchos de sus hombres. Esa búsqueda no ha dado resultados, esos hombres se han escondido muy bien.

Ni Claire ni Ladino han intentado llamarse. La capitana tiene rabia y el criminal lo sabe por lo que no se atreve a buscarla.

La capitana está en su oficina organizando información en el sistema y brindando ciertos datos para ayudar en la búsqueda. De repente oye tocar la puerta de su oficina.

—Adelante. —indica y ve entrar al capitán Vásquez.

—Buenos días, capitana.

—Buenos días capitán, ¿pasó algo?

—Nada serio, solo necesito pedirle el favor de darle el patrullaje de inspección a mi tropa. El teniente Ortega y yo estaremos organizando otra parte de mi tropa para nuestro caso y por eso mis soldados se quedarán sin superiores en la zona. ¿Usted podría ayudarme por una semana?

Ella lo piensa por un momento debido al problema que hubo con Katz hace tiempo. Aunque luego recuerda que la tropa Zeta nunca le dió problemas.

—Por mí no hay ningún problema. Aunque quiero preguntarle si su tropa respeta y sigue lo estipulado. No quiero que se lo tomen a mal cuando les diga algo o deba opinar. Es sólo una precaución. —Vásquez asiente.

—Lo saben y siguen perfectamente. Yo mismo me he encargado de ello. Además, mi tropa es la que tiene los miembros más jóvenes, recién están aprendiendo. Si cree que necesita resaltar errores, puede hacerlo.

—Está bien. No se preocupe, siga su caso y yo lo ayudaré con su tropa.

—Muchas gracias. Y mire —le entrega una hoja con varios nombres agrupados en grupos numerados hasta nueve—. Esta es la organización grupal para la realización del examen psicológico. Los grupos uno y dos ya lo han tomado. Mañana le toca al grupo tres.

Claire asiente, guardando la hoja en una agenda.

—Perfecto.

—Gracias de nuevo —se dirige a la puerta, pero se detiene al recordar algo—. Casi lo olvido, estaba en el comando 1 y el coronel me pidió que le dijera que revise su correo, él intentó llamarla pero las llamadas fueron rechazadas.

La capitana parpadea al recordar que tiene su teléfono apagado porque no quería distracciones.

—Ya mismo lo reviso.

Vásquez se va y Claire abre su correo electrónico en la computadora mientras enciende su celular. El coronel le ha enviado un archivo que tarda un poco en descargarse.

Al mismo tiempo nota en su celular que tiene llamadas perdidas del coronel y mensajes de Vásquez pidiéndole que se hiciera cargo de su tropa. Son llamadas y mensajes de hace dos horas.

Se abre el archivo y es una foto de un hombre con una frase debajo: "Es él"

La mujer frunce el ceño sin comprender e inmediatamente llama al coronel. Mientras espera a que responda, comienza a detallar al hombre.

Ojos color marrón oscuro, cabello algo rizado y castaño, amplia sonrisa, cejas finas y mirada suave.

—Coronel —habla la capitana tan pronto como el coronel le responde—, no entiendo su correo.

—Lo encontré, McCarthy —su voz suena animada—. Él es Ladino —Claire queda estática y pérdida—. Después de tanto, di con su identidad. Con su identidad podemos atraparlo. Le envié la foto para ver si quiere unirse a mi grupo de búsqueda.

—¿Cómo? —no sabe qué decir.

—Venga al comando 1 y le mostraré lo que encontré. Luego usted me dirá y podrá decidir si quiere unirse a mi grupo de búsqueda. Finalmente tenemos a Ladino.

A la capitana le cuesta creer lo que escucha.

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