10. En todos lados.
Narrador omnisciente
La revelación de la capitana McCarthy hizo que Ladino se pusiera alerta y comenzara a moverse por varias zonas de la ciudad en busca de posibles respuestas. Algo que obviamente nadie le daría tan fácilmente, pero no es tonto y cuando se propone algo lo consigue. No descansará hasta saber por qué tiene una acusación falsa sobre sus hombros.
Ladino no puede negar que lo que dijo la capitana en la noche lo tomó por sorpresa, ya que días atrás el sistema de la PMIN fue fuertemente reforzado y lo dejó fuera de la toma de datos.
El criminal, con su respectivo disfraz, camina por las calles mojadas de Colexs, esquivando a cada soldado que ve por ahí pidiendo identificación. Su andar es muy tranquilo, no pretende llamar la atención de nadie.
Minutos después llega a una cafetería, mira su reloj y confirma que es la hora en la que suele venir aquella persona. Al entrar, confirma su información, viéndolo desayunar sin su uniforme militar.
Se acerca a él y toma asiento en la mesa de al lado, dándole la espalda. Luego pide un café y espera a que estén solos para hablar:
—Hola. —Ladino habla, haciéndose notar.
—Con un "Hola" no se soluciona nada —alega el militar—. Me imagino que ya lo sabes todo y vienes a darme una explicación.
—No lo sé todo, no he podido vencer el sistema desde que lo reforzaron, pero ya sé que me acusan de un secuestro. ¿Es esa la explicación que estás buscando? Yo no fui el causante de eso, lo juro.
—¿Cómo sabes de esa acusación si no estás en el sistema?
—Lo escuché por ahí —evita decir quien se lo dijo—. Pero te juro que no lo hice, sabes que no realizo secuestros de la nada y menos por dinero.
El soldado suspira.
—Sé que no fuiste tú, idiota. La explicación que quiero de ti es la de que piensas hacer ahora. Mira lo que estás consiguiendo, te persiguen, te están usando para vengarse. Sé bien quién está armando todo esto y tú también lo sabes.
—Dame el código de ingreso al sistema y lo sabrás pronto... Sí, lo sé, por eso comenzaré a hacer mis movimientos en serio, los volveré locos.
—¿No crees que ya es suficiente?
—Dime eso tú, ¿es suficiente? ¿Es suficiente lo que ha pasado para lo que vivimos nosotros?
El soldado niega lentamente.
—No, nunca lo será... El código es P2RRX23F... Espero que sepas cómo tener un límite —Ladino se levanta y trata de irse, pero el hombre lo agarra del brazo—. Hablo en serio. No te excedas, no hagas que todos paguen por los culpables. No dejes que todo se te vaya de las manos.
Ladino se vuelve y lo mira a los ojos.
—Eso está fuera de mis manos. El que deba caer, caerá.
—¿Así debas caer tú?
—Así deba caer yo ... Gracias por el código.
Termina yéndose sin decir más, ya que no quiere discutir con su amigo, ni quiere que alguien los vea juntos y sospeche. Ladino no quiere afectarlo en su trabajo porque sabe el daño que le haría cuando este no es su problema.
El delincuente llega a su pequeño departamento y enciende su dispositivo Soluano donde intenta ingresar al sistema de la PMIN ya teniendo el nuevo código de acceso, logrando ingresar después de un buen rato.
Se toma su buen tiempo leyendo y analizando las cosas que encuentra en el sistema sobre sí mismo. Los robos de Elite son ciertos, pero el secuestro de la teniente Lambda y la solicitud de una recompensa monetaria no lo es. Sabe quién es el causante de esa acusación porque conoce muy bien a su círculo de enemigos.
—Así que se hacen pasar por mí para recuperar un poco de lo que perdieron, ¿eh? —suelta al aire—. Ya sospechaba que me lo devolverían. Pronto les daré una sorpresa en agradecimiento.
De repente mira el comunicador que tiene en su cama. Esto le hace pensar en ella.
—O varias sorpresas.
Sonríe mientras organiza sus ideas sobre cómo mantenerse un paso por delante de sus enemigos. No va a permitir que sigan aprovechándose de su alto perfil criminal, siendo este su creación.
Claire McCarthy
Terminada mi jornada de descanso vuelvo a mi trabajo, siendo recibida por una reunión en el comedor. El teniente coronel y el coronel vuelven a hablar del secuestro y de las nuevas medidas de seguridad para todo el comando 2 y, por supuesto, los demás comandos. Destacan también la búsqueda diaria de Ladino.
—Y ahora que esto está claro... Vamos con los casos de este comando —dice el teniente coronel, enarcando una ceja al leer algunas hojas—. ¿Solo un caso completado? ¿De verdad? —se dirige al comandante y este se ve incómodo.
—Sí, solo se completó el caso Marto-Narto.
—Eso es lo que veo, con un gran trabajo del capitán Vásquez. Mis felicitaciones y pido un respetuoso aplauso para él y su tropa —ordena y los soldados obedecen—. Aunque me gustaría saber que paso con el caso L.E. ¿Algo que decir, capitán Katz? —se dirige a él y todos lo miran a la espera.
—El único día que tuve la oportunidad de atrapar a ese grupo ustedes me hicieron llamar por las muertes de los Alpha. ¿Le gusta mi respuesta o no?
—¿Le suena eso como una respuesta? Su caso era el de más avistamientos, era el más sencillo de los tres.
—O tal vez le parece sencillo porque no es usted quien lo toma.
Un silencio incómodo envuelve todo el comedor y por la mirada del teniente coronel se nota que no le gustó mucho la forma en que respondió.
—¡Katz, Vásquez y McCarthy a la oficina. Ahora! —interviene el coronel antes de decirle algo al oído al teniente coronel y éste asiente dejando de discutir.
Los tres capitanes vamos juntos a la oficina con el coronel y el comandante. Allí tomamos asiento.
—No dije nada afuera para no humillarlo frente a sus soldados, pero ¿le parece esa la forma de hablarle a su superior? No permitiré que le falte al respeto a su teniente coronel, capitán Katz. Tendrá castigo disciplinario, y lo cumplirá el día de su descanso.
Katz aprieta la mandíbula con ira.
—Bueno, si estamos hablando de humillación, alguien de aquí también merece un castigo. —suelta y capto su indirecta.
—¿A qué se debe ese comentario?
—A nada en concreto.
—Pueden decirnos cuáles son los benditos casos para salir rápido de aquí. —Vásquez no me permite encarar a Katz porque se adelanta a hablar.
El comandante y el coronel se miran y parecen ceder al pedido de Vásquez.
—Vásquez, su caso es "Vehicular". Estas son personas que venden autopartes robadas en todo el país. Puede leer los informes y actuar como mejor le parezca —Vásquez asiente y toma las hojas—. McCarthy, su caso es "L.E." Supongo que ya sabe de qué se trata —asiento con la cabeza y tomo las hojas, escuchando la risa burlona de Katz—. Y Katz, su caso es “Espinformación”. Este se basa en obtener información con un grupo de espías sobre los saqueadores. Debe infiltrar soldados entre ellos para conocer sus pasos y futuros ataques, no podemos seguir permitiendo sus robos y destrozos sin sentido.
—Si yo no pude con "L.E" mucho menos un soldado inexperto. Por lo menos Vásquez debería tomarlo.
<<Respira. No explotes, no te rebajes con un soldado tan sufrido con Katz. Que sufra solo>>
—Permiso para retirarme —pide Vásquez y se lo conceden, por lo que se pone de pie—. No quiero ningún caso de mis compañeros… La capitana podrá con él. Katz está estresado como todos y por eso habla así. —complementa antes de irse y Katz lo sigue algo indignado.
—Hable con Katz, comandante. Ese comportamiento no es soportable y no lo voy a aceptar, aquí todos estamos pasando por lo mismo y no es excusa. —el coronel expresa serio.
—Como usted ordene, coronel. —el comandante se va, dejándome sola con el rubio.
—¿Me dirá qué está pasando, McCarthy?
—¿Acerca de?
—De Katz, noté cómo la miraba cuando hablaba de humillación. Quiero que me diga que pasó con él, ¿le hizo algo?
—No.
—¿Entonces? Siéntase libre de decir lo que quiera, puede confiar en mí.
—No tengo nada que decir, coronel. —mis problemas con Katz no deben ser quejas a mis superiores. No voy a perder el tiempo aclarando cosas inútiles.
El coronel esboza una media sonrisa triste.
—Está bien. No insistiré más. Ahora puede continuar con su trabajo. Se puede ir.
—Gracias.
Me retiro a mi oficina sin mucho ánimo. Tengo tan poco ánimo que solo estudio mi caso por encima. Ahora solo quiero terminar mi turno y no ver a los militares por un buen rato.
Horas después doy una última vuelta a mis tropas, recorriendo varias calles y a mucha gente. Mi motivación es terminar la vuelta para entregar turno y volver a mi departamento y así estar sola y tranquila.
Mientras camino por una calle con civiles caminando de un lado a otro, alguien toma mi mano y deja un pequeño papel en ella, lo que hace que me alerte al recordar quién ha hecho esa acción antes.
《¿Sabía que la diferencia entre ocultar la verdad y mentir, es que una se basa en no querer dar información falsa y la otra en presentar una mentira por verdad? Esto puede darle una idea de mi posición, mi capitana.
Ladino》
Aprieto la nota, me la guardo en el bolsillo y salgo corriendo con rabia cuando veo que el tipo se escapa. Sale de entre la gente, seguido por mí. Varias calles después me desespero y saco mi arma justo cuando lo veo con la intención de querer escalar una pared.
Apunto a su brazo y disparo sin arrepentimiento. El sonido lo hace moverse hacia un lado para defenderse y la bala termina rozando la piel de su brazo que está descubierto porque tiene camiseta. Ladino se vuelve y me mira incrédulo, tocándose la herida. No me inhibe su mirada ni nada, así que punto de nuevo con el arma, esta vez a su cabeza.
—¿Acaba de dispararme?
—Le dije claramente que la próxima vez que lo viera le iba a disparar. ¿Por qué no se ríe? Vamos, hágalo. ¿O se ha ido su valentía?
—¿Mi valentía? Oh, estamos hablando de valentía, qué idiota —se ríe y da unos pasos hacia mí, lo que hace que sostenga el arma con más fuerza—. Esta es mi valentía —deja su cabeza frente al arma—. Ahora muestre la suya, dispare. Acabe conmigo.
Ahora soy yo quien se ríe.
—¿Cree que voy a disparar solo porque usted lo quiere? Aquí las cosas funcionan como yo quiero.
—Entonces... ¿qué quiere de mí, mi capitana? Vi que aún no ha informado de mis avistamientos, eso debe significar algo.
<<Quiero verte caer y darme ese placer>>
—Quiero que deje su cinismo y acepte sus mierdas.
—Si quiere que acepte eso, empiece por hablarme sin un arma de por medio. Guardela. —propone y levanto una ceja.
—En sus sueños.
—En los suyos también si cree que voy a decir algo por una amenaza. Mis reglas no cambian.
—Ah, ¿sí? ¿Puedo saber cuáles son?
—Con mucho gusto... Algunas son: No perdonar. No arrodillarse ante nadie ni por nadie. Lograr todo lo que quiero sin seguir órdenes. No caer por nadie. No tener miedo.
Así que tiene objetivos de autocontrol... Destruirlos sería la verdadera victoria.
Bajo el arma y miro sus falsos ojos grises que me queman la cabeza.
—Dígame cómo sabe que no he dado los informes.
—Estoy en todos lados, mi capitana... Ya me enteré que me acusan del secuestro Rivera, y respecto a eso quiero recomendarle que no crea todo lo que le dicen.
Cínico es poco para este criminal.
—¿Entonces no fue usted? —niega— ¿Entonces quién? ¿Al menos sabe defenderse?
—Sí, y usted también lo sabría si pensara como un McCarthy.
—¿Qué?
—Venga conmigo y lo entenderá.
—Enseguida, corriendo lo sigo, me espera —hablo con ironía, sacando mi arma de nuevo—. ¿Me cree tan idiota, criminal?
—Y yo pensando que lo nuestro podría ser real, yo si confié en que no me mataría, pero usted no confía de la misma manera.
Me río vacilante.
—"Lo nuestro" ... Iluso. Nuestra relación solo se trata de ver en cuánto tiempo lo atrapo.
—Hágalo ahora —me tiende las muñecas—. Lléveme.
<<Te está manipulando para que no lo atrapes, Claire>> me repito y, en un rápido movimiento, guardo mi arma y le pongo las esposas, logrando capturarlo. Sonrío, pensando que gané, pero su expresión sigue siendo normal, no está sorprendido ni asustado. Está sonriendo.
<<Lo odio, maldita sea. Me estresa>>
—¿Se siente feliz, mi capitana? —inhalo y exhalo un poco de aire.
—Me siento motivada... Motivada a dejar mi trabajo por obligación después de haber sido acusada de empujar a un delincuente por un puente —miro a mi alrededor—. ¿Habrán puentes cerca?
Lo escucho reírse mientras se libera de las esposas al hacer un movimiento con estas y me sobresalto. ¿Cómo diablos sabe hacer tantas cosas? En esto, apunto de nuevo mi arma hacia él.
—¡Quieto!
—Estoy quieto —levanta sus manos—. ¿Finalmente si me va a acompañar?
Frunzo el ceño.
—Ni muerta voy con un criminal a quién sabe dónde. ¿Acaso es idiota? ¿Cree que estoy bromeando o qué?
—Tal vez un poco… No, sé que no. Sin embargo, quiero que vea algo.
—Diga qué es, lo escucho.
—Debe verlo, no escucharlo... —se escuchan golpes de cajas y se ve como personas aparecen desde la otra calle, cosa que nos hace escondernos instintivamente—. Cajas de licor... Los licor E. —suelta al aire, viendo la formación de las personas y abro los ojos sorprendida. Son los L.E.
—Mi caso... —me detengo, dándome cuenta de que lo he dicho en voz alta.
—¿Su caso? Mm... y no tiene a su tropa lista. Una oportunidad perdida —me toco el puente de la nariz—. A menos que... Mi capitana, ¿qué tal si la ayudo a capturarlos y, a cambio, accede a ir al lugar que quiero que vea? Ambos nos beneficiamos.
Para ser un criminal le falta actitud maliciosa, pero que puedo esperar de alguien que se delata solo.
Lo miro mal.
—Si puede atraparlos, tal vez acepte. —ese tal vez es un no rotundo.
—Eso es suficiente.
Observo como mira toda el área con la mirada, como analiza cada pequeño detalle como si estuviera planeando algo en su mente. Miro sus expresiones de concentración y me pregunto sobre su origen, ¿viene del bajo mundo donde entrenan criminales? Es muy posible
Mientras lo observo, capta mi mirada y sonríe, haciéndome levantar una ceja.
—Llame a sus refuerzos, mientras llegan, los Licor E serán nuestros.
Voy a utilizar a Ladino para cumplir con mi caso y obtener beneficios en mi trabajo. De todas formas, él dañó mi caso anterior y no voy a perder este.
Hay que tener prioridades.
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