1.

Palabras: 2,844
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: jueves 02 de enero del 2024
Au: Omegaverse
Fandom: Jujutso Kaisen
Nota del escritor:
Me debati mucho si publicar este fic (por la temática a tratar), pero como lo avance más que los otros en borradores pues dije awebo.

Iba a ser un One-Shot pero la neta no lo iba acabar antes del lunes, y ya el lunes voy a unos cursos de la universidad.

La segunda y última parte va a estar mucho más larga que está y no se cuanto me tarde en publicarla.
Rezo porque wattpad no me baje esta historia, de igual forma la estaré respaldando en la plataforma de ao3 e Inkkit.

●Les recuerdo: ADVERTENCIAS
Este fanfic contiene escenas homosexualidad y eróticas, lenguaje vulgar y obsceno, estimulación oral en los pezones a un menor de edad con su consentimiento, mundo omegaverse donde los Omegas hombres pueden lactar, contiene el fetiche de: lactofilia.
La escena sexual fuerte si ocurría con ambos siendo adultos. Hay embarazo masculino.

Leída las advertencias, es bajo tu criterio leerlo.

[...]

Lactar en el caso de los Omegas suele darse cuando están en temporada de gestación a pocos meses de parir a su bebé, algo completamente natural y para mantener saludable a su futura cría, sus hormonas Omegas le permiten producir leche de sus pechos, en caso de que se produzca mucho los pechos duelen y gotean, necesitan sacarla urgentemente o se vuelve desesperante y los mantiene nerviosos, intranquilos. Sin embargo, existen otros casos no tan comunes en que un Omega puede lactar sin estar precesiamente en estado de gestación.

Cuando sienten el aroma de cachorro en peligro o angustia, cuando están excitados o cuando son los únicos Omegas en la manada o el clan. Y el sabor de la leche suele variar dependiendo de la situación, del contexto. No sabrá igual si el Omega lo hace con la intención de nutrir y alimentar a su bebé, a que si lo hace para alimentar y excitar a un Alpha. El cuerpo mismo del Omega reaccionara de manera instintiva dependiendo de su entorno y de las emociones del mismo individuo.

Suguru Geto es un joven de cabellos oscuros y largos que se manifestó como Omega a los doce años, durante la puberta en su interior comenzó a desarrollarse un útero para que en el futuro si así lo desea y decide, pueda procrear.

Con tan solo diecisiete años de edad y estando en su tercer año del colegio Jujutsu, mucho tiempo después de aquella misión donde vio frente a sus ojos morir a Riko Amanai, una joven que todavía consideraba una pequeña cachorra que el destino la maldijo para tener aquel final trágico y sangriento, desde ese día no ha vuelto a ser el mismo.

Se ha distanciado considerablemente de Gojo, incluso él ha dicho que se ve más delgado y unas bolsas notorias en sus ojos lo preocupan. Geto seguía sumergido en sus propios pensamientos agónicos, negándose a salir en grupo como solía hacerlo antes, ya no se divierte y hay una intranquilidad oscura que lo rodea.

Algo que no lo deja en paz y lo hace dudar del camino ha elegir.

Claro que, ponerse en un rincón en los solitarios pasillos del colegio no ha sido la mejor idea que pudo tener, menos a cierta hora del día donde el calor es molesto. Una ligera capa de sudor hace resplandecer su frente y comienza a considerar molesto llevar el uniforme.

—Suguru~¿Qué haces aquí escondido?

La voz de Gojo lo estremeció, como un escalofrío que recorre su espina dorsal. ¿Qué hace el albino aquí? Todos los estudiantes y algunos profesores no se encuentran presentes. Creyó que Gojo había salido con los demás chicos a jugar o a comer en algún local popular, como suele hacer.

—No estoy escondido, solo estoy... pensando.—Responde en un tono desganado, su voz sonando más baja al terminar la frase.

El albino se acerca hacia él para sentarse a su lado, sus hombros chocan y pueden sentir el aire un poco sofocante.

Mientras Suguru esta perdido entre sus pensamientos y su mirada en algún punto fijo del lugar, Satoru está perdido en la silueta del menor. En la forma tan linda en que no lleva el saco del uniforme, solo una camisa blanca de manga larga y botones, la cual se ajusta a su delgada figura. Cuando Geto no usa el uniforme completo, se puede apreciar mejor su cintura, estrecha y curva como si quisiera seducirlo. Su cabello está recogido en su típico cebollin con algunos mechones de fuera, parece que no se ha peinado bien el día de hoy, como si estuviera tan apurado o cansado de la rutina. Estos meses parece que pasa mala noche.

—¿Por qué estos últimos años te has vuelto tan aburrido? Ya no sales a divertirte con nosotros.—Opina Gojo suspirando al aire con pesadez, decepción y una ligera frustración por no saber que le está ocurriendo a su mejor amigo.

Es verdad que las misiones son una gran carga para ambos, pero aún así, siempre hay algo de tiempo para salir a divertirse y Geto se ha mantenido aislado en ese aspecto.

—¿Acaso eso importa?—Se encoge de hombros, frunciendo sus labios y sin prestarle mucha atención al mayor, dejando en claro que esta de un humor agrio.

—Si no estas tú, ¿qué sentido tiene salir?

Geto le mira con extrañes. Gojo le dice cosas a la ligera que muchas veces o tal vez siempre no sabe el significado o peso que pueden traer para la otra persona a quien se lo esté diciendo.

—Están los demás. Nanami, Shoko, Haibara...—comienza a enumerar con sus dedos, dándose cuenta de que extraña pasar tiempo con ellos.

—Ellos ni siquiera me agradan tanto.—Admite sin dudarlo, cruzado de brazos y estirando sus largas piernas.

—¿No?—repite el azabache, a lo que el albino niega varias veces con un movimiento en su cabeza.—Creí que eras su amigo, todos se llevan bien contigo.

Un breve silencio se instala en el lugar, Suguru se pregunta si acaso Satoru se ha peleado con los chicos o porque anda diciendo tales cosas de todos ellos.¿Habrán tenido algún roce? Al estar distanciado de todos no sabe absolutamente nada.

—Estoy con ellos porque se llevan contigo, solamente.—Admite para gran sorpresa de Suguru, que le mira incrédulo.

Satoru no parece arrepentirse de sus palabras, esto hace reflexionar a Suguru pero por lo pronto prefiere cambiar de tema.

—Hace demasiado calor.—Comenta el azabache, preguntándose si será buena idea ir a tomarse un baño antes de la tarde y también diciéndole de manera indirecta a Gojo que se quite encima suyo, se siente un poco pegajoso.

—Definitivamente. Me siento desnutrido. La misión a la que fui desde temprano, fue rápida pero agotadora. No sabes como odio ya no hacer misiones contigo. No es lo mismo.—Confiesa Gojo con molestia y repudio, recostando suavemente su cabeza en el hombro de Geto, buscando su calor y esa sensación de sentirlo cerca.

Suguru ríe seco y cortante, no creía que realmente Satoru extrañará tanto hacer misiones con él. Pero ya no lo necesita, es insoportablemente fuerte por lo que es mejor no estorbar en su camino.

—¿No quieres algo de la maquina expendedora?—Cuestiona Geto, extrañado de que Gojo no esté comiendo golosinas o frituras después de haber terminado su misión.

Era lindo ir a comprar comida después de las misiones, siempre discutiendo cuando habría promociones o algo nuevo en el menú.

—Está tan lejos...—se queja, pero Geto esta seguro de que está exagerando. La máquina expendedora está a unos metros de distancia, no es para tanto.—y definitivamente no hay nada nuevo que me atraiga de ahí.

—No sé como ayudarte, Satoru.—Se encoge de hombros pensativo.

Gojo hace unos sonidos como si estuviera pensando que hacer o con que satisfacer su capricho. Ya tiene dieciocho años pero a veces actúa infantil, Geto se cuestiona si algún día va a madurar.

—Leí algo interesante sobre los Omegas.—Comenta de la nada, lo cual extraña al azabache.

Con cierta regularidad, en la academia les dan clases extra sobre nutrición y la biología, esto incluye la naturaleza del ser humano hasta la reproducción misma, aunque suelen hacerlo más para los de primer y segundo año.

Hasta donde Geto recuerda, Gojo nunca ha mostrado interés en las castas, sobre todo cuando él ya sabe cuál es la suya.

Recuerda lo terriblemente arrogante que se volvió Satoru cuando se manifestó como Alpha, Suguru tenía trece años y el albino catorce. No había día que no le recordara sobre lo superior que se sentía.

Pasaron meses hasta que el albino se le bajara su prepotencia y aceptó trabajar conjuntamente con Suguru Geto como compañeros de misiones.

—¿Sobre mi?¿Qué es?—Pregunta extrañado y curioso, ladea ligeramente su cabeza haciendo que Gojo se acomode en otra posición.

—Si te digo, ¿prometes no molestarte conmigo?

—Mientras no me insultes, no habría porque enojarme.

Suguru no entiende porqué habría de molestarse, Gojo se está comportando como un idiota nervioso. Es un poco gracioso, pero tiene más curiosidad en saber que quiere decirle a que burlarse de él.

—Suguru...¿Tú me quieres?

Geto arquea la ceja curioso, mirándolo raro. Satoru desvia su mirada, haciéndole más difícil a Suguru adivinar sus intenciones.

—¿Por qué preguntas eso de repente? Sabes que te quiero, eres mi mejor amigo, incluso aunque nos hemos distanciado un poco... te considero cercano, Satoru.

Gojo asiente ante aquellas palabras, toma aire y le mira a los ojos. Suguru sigue sin entender que relación tiene el quererlo con haber averiguado algo interesante de los Omegas. Definitivamente Gojo está actuando raro.

—¿Me quieres lo suficiente para darme de beber de tu leche?

[...]

Esta situación es por demás bochornosa, extraña y tan vergonzosa. Pero ahí está, siendo amamantando por su mejor amigo, un joven Alpha de dieciocho años del respetado clan Gojo. Un chico que sólo está exhausto luego de una exhaustiva misión, es su deber como Omega y aparte mejor amigo ayudarlo un poco a nutrirlo, ¿no?

Él es el más fuerte, el más fuerte necesita alimentarse, chupando y succionando el pezon de un Omega lactante.

Al menos eso había dicho Gojo persuasivamente hasta convencerlo.

—Hum...

Geto tenía un secreto que no es tan secreto, él produce leche. Aunque claro, nunca supo el porqué exactamente si no está gestando y tampoco está en celo. Todo comenzó hace dos años, poco después de la muerte de Amanai. Desde entonces, ha tenido ese detalle que suele ser problemático porque a veces mancha sus camisas o playeras. Claro que Gojo eventualmente se terminó enterando, por accidente en un descuido del Omega durante unos entrenamientos y prometió guardar el secreto.

Recuerda que ese día debían hacer una actividad de campo contra otro grupo de menor grado, y cuando Gojo le señalo ese detalle lo ayudo para que el resto de estudiantes y el profesor no se percataran de lo sucedido. En ese instante, considero al albino su "salvador", porque evitó que el problema se volviese público y más vergonzoso de lo que por si ya era. Geto se sintió enormemente agradecido con Gojo, aceptó cuanto lo aprecia y lamenta ya no pasar tanto tiempo con él como antes.

Tiempo después, nunca se había tocado el tema de la lactancia en Suguru en todo éste tiempo, hasta ese día. Además que es un extraño misterio el porque le sucede ésto si no está en su temporada de calor y mucho menos embarazado.

Pero, el patrón que ha podido recolectar Suguru inconscientemente pero que no cree aceptar y menos en voz alta, es que cuando le sucede ésto, es porque está cerca de Satoru Gojo o lo mira de lejos.

Es raro, y no le encuentra algún sentido a ésto. Podría justificarlo si fuese con cualquier Alpha, pero no es el caso, tiene que ser específicamente su mejor amigo. Maldice el no saber como funciona su cuerpo.

Podría pedir ayudar pero aún es demasiado vergonzoso para él hablar con sus padres para que le ayuden a conseguir a un profesional del tema. Lo que sabe ha sido leyendo libros y revisando algunos artículos de Internet con poca base científica. Su caso es excepcional, no a muchos Omegas les sucede algo como la lactancia sin estar embarazados.

Geto tiene una pierna levantada en donde Gojo descansa su cabeza, a esa altura puede estar recostado y amamantarlo, mientras Suguru se asegura que nadie se acerque mirando brevemente hacia los lados, aunque Gojo ya está a cargo de eso. El puede sentir el aura, la presencia, la energía de las personas a varios metros de distancia por lo que no hay de que preocuparse.

—¿Tienes mucha hambre?—Pregunta con un rubor en sus mejillas el azabache, mordiéndose ligeramente el labio inferior.

Satoru esta succionando fuerte así que supone que debe tener tanta hambre, parece un Alpha desesperado, tenerlo en esa posición hace que el menor se sienta tan raro, no sabe bien como explicarlo.

Gojo apenas se despega de su pecho, desprendiendo de sus labios un delgado hilo de saliva que se conecta con su pezon, el cual ha dejado duro e hinchado, húmedo de tanto que lamió y succiono, es un escenario tan erotico que Geto le cuesta controlarse.

Sino fuera porque aprecia demasiado a Satoru, lo hubiera mandado al carajo luego de hacerle tan rara y atrevida petición. Gojo supo convencerlo, persuadirlo, además es su mejor amigo, la confianza y cariño entre ambos es demasiada hasta el punto que mucha gente alrededor, de su entorno social se les hace tan raro que aún no estén saliendo de manera romántica.

—Si. Tu leche es muy buena.—Felicita sonriente mirando a los ojos a Suguru, quien no es capaz de sostener la intensa mirada del poseedor de los seis ojos.

Aquel "halago" hace que Suguru se ruborice un poco más y sienta cosquillas en ambos pechos, trata de no ponerse tan nervioso y controlar su respiración mientras ignora la manera en que Gojo lo observa.

—¿Gracias?—Pronuncia dudoso, no sabe como reaccionar al respecto. Aunque Gojo ha dejado de alimentarse, sigue recostado sobre su rodilla.

Satoru detesta no recibir más respuesta que esa, por lo que decide sacar más conversación a pesar de la situación en la que están.

La sensación de su lengua y boca alrededor del pezon de su amigo ha sido bastante excitante, pero es incapaz de decirle la verdad a Suguru, que está siendo algo ingenuo, lo cual es muy raro de su parte.

—Seguramente podrás alimentar bien a tus bebés.—Añade para continuar con su halago que, en realidad, oculta coqueteo.

—Supongo que sí...

—¿Cuántos te gustaría tener, Suguru?

—No sé, nunca lo había pensando, es incómodo y raro.—Admite con cierto balbuceo. Al menos, es incómodo hablar de eso en una situación como ésta, en un escenario donde tiene a su mejor amigo en su regazo, con sus pechos de afuera y un calor acumulándose en zonas impensables en todo su cuerpo. Prefiere enfocar la atención en el contrario.—¿Y a ti?¿Cuántas te gustaría tener?

Gojo hace un gesto pensativo, cruzándose de brazos por unos instantes. No tarda en dar una respuesta mientras sigue observando el pezon de Geto, el cual sigue húmedo y escurriendo algunas pequeñas gotitas de leche.

—¿Cuántas necesitaré para repoblar a mi clan?

Geto ríe ante lo dicho por su amigo. No sabe si lo dice en broma o en serio con ese tono despreocupado y de diversión.

—Una cantidad grande.—Responde siguiéndole el juego, Gojo sonríe ampliamente como si le estuvieran retando.

—Tendré que esforzarme.

—Mi condolencias a tu futura pareja, que tendrá que soportar tener tantos hijos para un Alpha con fuertes ambiciones.—Agrega incrédulo, Gojo no dice nada y solo se lo queda observando.

Aquella mirada profunda y seria a veces es un poco intimidante para el Omega. No sabe de cifrar que estará pasando por la cabeza del albino. Puede ser algo serio o una idiotez.

—Suguru, ¿Puedo seguir tomando?—Señala sin ningún tipo de vergüenza el albino, olfateando con leve disimulo el aroma a leche que desprende Geto.

Entre el aroma a leche y las feromonas suaves del Omega, no es tan difícil quedarse dormido en sus piernas e incluso ignorar el calor del día.

—¿Aún tienes hambre?

—En realidad, yo...

Geto se da cuenta del bulto en los pantalones del albino, lo cual lo alerta y pone nervioso, lo desliza de su regazo, tirando lo al suelo, toma distancia y se abrocha rápidamente su camisa de botones, nervioso y apurado, mantiene la distancia con el mayor.

—Lo siento, no pude evitarlo. Tu leche me sabía tan...—trata de disculparse torpemente, siendo interrumpido por el contrario.

—Ya no importa. Será mejor que lo cortemos aquí. Tengo cosas que hacer.—Habla nerviosamente el azabache, para retirarse del lugar, siendo seguido por su amigo quien lo sujeta rápidamente de la muñeca con un gesto preocupado.

—Suguru.

—¿Qué?

—¿Me aborreces?

Geto se sorprende por aquella pregunta, Gojo se escucha un poco triste y hace una expresión desolada que conmueve al azabache. No puede enojarse con él, podrá ser un idiota muchas veces pero le ha demostrado en estos años no tener malas intenciones y que aprecia su amistad, aunque rara vez lo demuestra.

—No lo hago...—traga saliva duro, sintiendo la mirada de Gojo sobre su nuca lo cual hace enrojecerla.—Estoy feliz de haber alimentado al más fuerte.—Admite sonriendo nervioso, ilusionando al contrario.

—¿De verdad?

—Si.

—Entonces, ¿Puedes seguir haciéndolo a futuro?

Geto lo piensa detenidamente, tener una respuesta inmediata a eso no es sencillo, pero si es Satoru puede hacerlo, ¿no?

—Solo hasta que consigas una pareja.—Añade como condición, sintiendo a Gojo abrazarlo desde atrás. Su tacto es íntimo y hace que pueda disfrutar de sus feromonas.

—¿Lo prometes?—Insiste Gojo con ilusión.

—Lo prometo.

Claro que esa promesa no resultó tan sólida luego de que Suguru Geto haya hecho un genocidio en todo un pueblo y haya desaparecido por tantos años, con el ideal de exterminar a los no hechiceros.

Satoru cree que el amor no le sonríe como debe ser.



[1/2]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top