Capitulo uno

El sonido de gotas cayendo puede volverte loco en tan solo unas horas.

Jimin aprendió eso en su adolescencia, en una de las tantas paginas (en ese tiempo) nuevas de internet, que encontrabas datos curiosos, chistes, anécdotas, preguntas, etc. Recordaba esos foros como su conexión con el resto de la humanidad.

Sin embargo, toda su vida se acostumbro al ruido de la gota cayendo, en ese patético gotero conectado a una intravenosa que terminaba en su brazo. Juraba que desde que tenia memoria recordaba ese ruido, junto al de las camillas, el olor a anestesia, el ruido que provocaba una jeringa al insertarse en su piel, los gritos de otros pacientes (o suyos).

Si, toda su vida escucho la gota cayendo, sin embargo, él seguía bastante cuerdo.

Desde que tiene memoria estuvo metido de cabeza en hospitales, centros terapéuticos, psicólogos, psiquiatras, incluso una vez paso una semana en un manicomio, por lo que conocía el ruido de estos lugares, el olor, el movimiento, el color. Podría cerrar sus ojos e imaginarse todos los hospitales del centro del país como si estuviera allí mismo.

Toda su vida escucho la gota caer, ¿Estaba cuerdo?

Su madre le aseguraba que si. No había nada malo con Jimin, o con su mente. A pesar de que su hijo tuviera 21 años y conociera su situación a la perfección, su madre seguiría afirmándole que no hay nada de malo con él. Su hijo seguía siendo tan puro y perfecto como el día en que nació, para Beokjoo no había nada de malo con él.
O eso solía decirle a Jimin.
Pero él podia escucharla.

Cada noche, Beokjoo rezaba en voz baja al borde de su cama, terminando llorando e implorando a su Dios que ayude a su hijo, a su familia a encontrar la paz, pedía que lo cure de todo mal que le atormenta y lloraba en alto. A veces por horas hasta caer dormida, a veces solo un momento para luego ir al cuarto de él  y darle un beso de buenas noches.
Jimin podia escuchar a su madre hablando con sus amigas, con sus hermanas, o incluso con su otro hijo, sobre sus miedos con la enfermedad de Jimin, que tanto le preocupaba su forma de vida, que tanto odiaba la situación, que tanto deseaba poder ser una madre normal con una familia normal.

Si, Jimin escuchaba a su madre quejarse sobre él, pero no podía hacer mucho mas que enojarse consigo mismo.

Porque toda su vida escucho la gota cayendo, y no estaba tan seguro de estar cuerdo.

En el hospital, le pedía a los doctores que le hablaran a él y le contaran que sucedía con su salud, sobre todo luego de que cumplió 18 les imploraba que fueran primero a él. Pero ellos solo hablaban con su madre.
  Su madre siempre se enteraba primero.
No la culpaba, la ley decia que ese era su deber, al menos hasta que Jimin estuviera sano.

Empezaba a creer que jamas lo estaría.

De todas formas, Jimin lo entendía. Entendía porque los medicos no querían hablar con él, porque los enfermeros evitaban atenderlo, porque los psicólogos lo derivaban a las semanas, porque los psiquiatras le daban de alta, porque los abogados les daban la espalda, porque su familia lo apartaba, porque la gente se alejaba.

Todos le temían a Jimin.
Lo cual es irónico, porque él les teme más.

La gente solía mirar a Park Jimin con los ojos bañados en miedo y repugnancia, sobre todo luego de oír su historia. Siempre la oían por otra persona, jamas directamente de él.
Mucha gente en Corea lo tomaban como una leyenda urbana, o algo que paso hace muchos años y que ya no queda evidencia de ello. Pero él existía.

Jimin sufría de agorafobia.
Una condición patológica que no lo dejaba salir de su hogar por miedo a morir a manos de la gente.
Pero no tenia este trastorno solo porque si. Sufre de ello porque sucedió.

Solo los mas ancianos recordaran la historia de cuando todo un vecindario atacó a un niño de 4 años, acusándolo de asesino, psicopata, monstruo, aberración.
Por supuesto que quienes cuenten la historia no se incluirán en ella.
Y tampoco se molestaran en saberse los detalles.

Digamos que Jimin tiene la mala fama de haber golpeado a cuatro niños al punto de casi dejarlos como si hubieran caído de un quinto piso.
Y cuando digo golpear, me refiero a que uso cada maldita cosa que se cruzo en su camino para golpear a los niños, que sea dicho de paso, eran un par de años mayores que él.

Eso no fue tomado muy bien por la gente.

Jimin fue detenido, llevado a un hospital psiquiátrico, un manicomio, especialistas, solo para diagnosticar al niño con trastorno de estrés Post traumático. Si, como el que tienen los soldados al volver de las guerras.

En ese entonces, el niño no hablaba, no comia, no se movia, estuvo separado de su madre todo un mes a pedido de la justicia. Cuando el juicio contra Park Beokjoo llego a su fin por falta de pruebas (nada ni nadie pudo entender porque Jimin actuo de tal manera, ya que los niños atacados algunos se negaron a declarar y quienes lo hicieron dijeron mentiras), se le permitió a la madre ver a su hijo.
Ese día, Beokjoo corrió hacia el hospital psiquiátrico como jamas en su vida, solo para encontrar un niño desnutrido, ido, que no parecía tener emociones o saber como volver a ser humano. Jimin estaba conectado a un gotero para darle nutrientes y que no muera, tenia una habitación solo para él llena de colores y juguetes para niños pequeños.
Solo se oía la gota caer.
Su madre se acerco con miedo, sin saber si su hijo caería muerto apenas lo toque o le saltaría a la traquea, porque no se podia negar que había cierto brillo opaco en la mirada del niño que hacia tenerle miedo, como si fuera un maniático encerrado en el cuerpo de un niño.

Pero apenas los temerosos ojos de su madre se chocaron con los suyos, Jimin se sintió despertar de una larga y horrible pesadilla. Ya no eran personas de bata atándole y llevándole a lugares donde no hacian mas que lastimarlo, examinarlo, insultarlo, drogarlo, experimentar con él y su dolor. No. Era su mamá, aquella que le mostraba sus brazos en señal de que se acerque a abrazarla. Era aquel ser lleno de amor que jamas le lastimo.

Jimin salto a los brazos de su madre en medio de alaridos de dolor, llorando a mares todo lo que sufrió en tres semanas de horror, lejos de casa, de su hermano, de su madre, de todo lo que conocía y amaba.

La intravenosa de su brazo se salió debido al brusco salto que dio el niño, y ahora salia despacio y apenas un pequeño hilo de sangre.
Y caía al piso, gota por gota.

Y ahora, con veintiún años, otra vez se encuentra frente a la puerta de su casa, él esta dentro, no hay nadie en casa y se siente seguro, piensa que tal vez hoy es el día con el que tanto ha soñado, el día en que por arte de magia abre la puerta y no siente miedo, puede bajar del departamento a la calle y sonreírle a la gente, esperar a que su madre llegue del trabajo y recibirla en la acera para luego ir a caminar por la ciudad sin miedos ni preocupaciones de que le asesinen en el intento.
Tomó una larga bocanada de aire y sonrió para si mismo, tomando el pomo que le abriría la puerta a su nueva vida.
Estaba helado.
Frío.
Como el metal debe estar.
Frío como el suave beso de la muerte.
La cual le esperaba del otro lado.
Su mano no soltaba el pomo.
Su cuerpo no respondía.
No quería morir.
No aún.
No así.
Se empujo lo mas lejos que pudo de la puerta y camino en reversa, sin quitar los ojos de esta como si fuera su propia tumba. Empezó a murmurar en voz alta datos o frases al azar para mantener a su mente ocupada y no destapar recuerdos podridos de su pasado. No quería desencadenar otro ataque y terminar hospitalizado porque se araño el brazo o la cara hasta lastimarlo seriamente.
Corrió hacia al baño y se despojo de sus ropas, abriendo la ducha y metiéndose al tiempo en que buscaba una esponja y se quitaba el aliento de muerte que llevaba sobre su cuerpo.
El ruido de miles de gotas cayendo se escuchaba.
Pero ya no importaba, porque Jimin no estaba cuerdo.

➖Fin capitulo uno: Inicios➖





7-8-20
Merengue is out✨

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