Capitulo 3.

*James Reed en multimedia*

Pasado...

Caminó con tranquilidad hacia mi primer clase del día, mientras escucho a Helen hablar sobre algo a lo que no prestó demasiada atención. Mis pensamientos no dejan de dar vueltas a algo que me viene molestando las últimas semanas y he de admitir que no se lo mencioné a nadie. Ni siquiera a Mike.

Y sin darme cuenta el brazo de alguien me rodea por los hombros y no puedo evitar sonreír al saber de quien se trata. Mike Dawson mi mejor amigo.

—¿Cómo están las chicas más hermosas de este Instituto? —pregunta con demasiada alegría.

—¿Qué ha pasado para que estés así? —curioseo, mientras seguimos nuestro camino al aula.

Suelta una risa —Soy capitán del equipo, eso ha pasado pequeña —canturrea y no puedo evitar alegrarme por él.

Hacía mucho que mi amigo deseaba ser capitán, pero aún no le había conseguido. Hasta ahora, claro está. Y no podía evitar alegrarme por él, aunque la alegría no estuviera en mi sistema en esos momentos.

Antes de poder entrar al aula, nuestro camino se vio interrumpido por James Reed. El imbécil que ahora tenía mi corazón a su merced y eso me molestaba de sobre manera. Siempre había sido un espíritu libre, que no necesitaba amor en su vida. Pero lo bueno no duraba para siempre y había sido cautivada por un reverendo hijo de puta.

Lo sabía desde el primer momento que me invitó a salir por primera vez, que él no era bueno para mí. Pero decidí darle el beneficio de la duda y creo que terminé equivocandome al hacerlo.

Respire con profundidad al tenerle frente a mí, con su particular sonrisa moja bragas adornando su rostro y esa pose de idiota que lleva consigo a donde quiera que vaya.

—James —dije a modo de saludo, y sí, el asunto que mencioné que no deja de dar vueltas en mi mente desde las últimas semanas era él. Había leído por error un mensaje que le había llegado, el cual no me ha gustado ni un pelo. Por eso le he evitado, porque he comenzado a dudar de todas las cosas que ha dicho. Dudo de sus sentimientos hacia mí, de los te quiero que han salido de sus labios. Mierda.

—¿Podemos hablar? —pregunta o más bien exige. ¿Él exigiendo que hablemos? Suena estúpido que lo haga. Yo debería exigir respuestas a ese maldito  mensaje.

Tengo clase —me limito a responder y así negandome a su exigencia. Mike nos observa, al igual que Helen. Sé que ambos esperan a que les de alguna señal para no permitir que James se acerque de más a mí.

Mike le odia y nunca le agrado la idea de que saliera con él. Creo que podía oler de lejos los planes de James y yo fui la única que nos los pudo ver a tiempo.

—Sólo serán cinco minutos castaña y luego podrás ir a tu clase —Suplica y por mi parte suelto un suspiro resignado.

—Vale, tienes sólo cinco minutos Reed —advertí y con un movimiento de cabeza les di a entender a mis amigos que estaría bien.

Y ojalá hubiera sido así...

Presente...

Dejé que James me llevará hacia fuera del bar, el hijo de puta ahora si quería hablar. No pude evitar reír ante aquel pensamiento, era ridículo que después de tanto tiempo quisiera explicar algo que no tenía explicación alguna.

Me solté de su agarré una vez que estuvimos fuera del lugar y crucé mis brazos sobre mi pecho esperando a que comenzase a hablar. Pero no salía palabra alguna de su boca y eso hacía que la poca paciencia que tenía se fuera por el caño.

—¿Y bien? ¿Qué quieres? —pregunté de manera seca.

Él se había ganado por completo mi desprecio y no merecía que le tratará de mejor forma. Aunque... ¿Cómo se lo explicaba a mi corazón? El cual en estos momentos latía desbocado, sólo por tenerle frente a mí. Joder.

Se acercó unos pasos hacia mí y por inercia retrocedi unos pocos. Su cercanía dolía y sólo lograba que volviera al pasado. Algo que quería enterrar en lo más profundo de mi mente.

—¿Qué quieres Reed? No lo volveré a repetir —espete entre dientes, dejándole paso al cabreo y a un montón de cosas que he guardado los últimos meses. 

Sentimientos, palabras y demás que no han salido a flote aún. Pero que rogaban por salir, por ser escuchados y entendidos. Porque vamos, me he guardado tantas cosas y ahora sólo las quería dejar salir.

También tenía unas enormes ganas de patearle los testículos o algo peor. Mi mente quizá se había desquiciado un poco y planeaba todo tipo de atrocidades que podía emplear en James. No pude evitar la sonrisa que se adueña de mis labios, mis pensamientos logran en ese efecto en mí.

—Quiero que me perdones —habla al fin, por mi parte suelto una risa amarga ante esas palabras. ¿Perdonarle? Ya estaba perdonado. ¿Olvidar el daño que me hizo? Jamás.

Sonreí —Ya estás perdonado Reed, ahora déjame en paz —pedí e intenté en vano alejarme. Porque él fue más rápido y me aprisiono contra su cuerpo. Demonios.

—Quiero que me perdones de verdad, de corazón —suplica—, Sé que lo arruine, que fui un completo hijo de puta. Que no merezco tu perdón, ni siquiera merezco lo que sientes por mí —se sincera e intento replicar sobre lo que según él; siento aún—. Pero te extraño y aunque no  me creas te quiero. Mentira. No te quiero, te amo demasiado castaña. Y me di cuenta tarde de lo que sentía por ti y lo arruine. Dejé que la estúpida apuesta se adueñara de mí y lo siento —se disculpa.

Solté una carcajada limpia ante sus palabras —¿Me amas? ¡¿Tú me amas?! ¡Eres un cabron mentiroso! —masculle—. ¡Apostaste para salir conmigo! ¡Me mentiste James! ¿Y quieres que te perdone? —reí con frenesí, como si de una demente me tratase. Esto debía ser otra de sus putas bromas y no volvería a caer en ellas.

Le vi negar con la cabeza y un par de lágrimas descendieron por sus mejillas. Había que admitirlo, el muy cínico sabía actuar de maravilla. Volví a reír, pero esta vez con la más grande amargura.

Golpee su pecho con mi puño —¿Esperabas que después de este patético discurso correría a tus brazos? ¿Qué te perdonaría? ¿Qué todo estaría bien entre nosotros? ¿De verdad lo has pensado? —pregunté, sin dejar de golpear su pecho—. ¡Pierdes tu asqueroso tiempo Reed! ¡No volveré a creer en tus malditas mentiras! Ya no soy una niña ingenua, ya nos soy la misma de antes. Cambié, me cambiaste —susurre, parando mis golpes e intentando no derrumbarme ante él.

No quería que me viese débil, no lo permitiría. No podía saber que aún seguía causando cosas en mí, que aún sentía algo por él. Que cada vez que le tenía enfrente mi corazón se detiene o late de una manera desbocada. Que mis piernas se vuelven gelatina si apenas roza mi mano y que su sonrisa sigue siendo mi cosa favorita en el mundo. Sí, estaba realmente jodida. Y nadie podría cambiarlo.

Sus manos tomaron mi rostro con delicadeza y me obligaron a verle —No miento, al menos está vez lo que digo es cierto. Mis sentimientos hacia ti lo son, lo arruine lo sé y no sabes cuanto me arrepiento de lo que hice. Del daño que te hice —susurra cerca de mis labios y sus ojos siguen inundados en lágrimas no derramadas aún—. Pero necesito que me perdones, que regreses a mí. Te extraño, te necesito como al oxígeno que respiro —admite y por mi parte me niego a creerle.

—¿Joey está grabando esto de nuevo? —pregunté, dejándole descolocado y sonreí con amargura—. ¿Volverás a reírte? ¿Dirás que tus palabras bonitas fueron una jodida broma? ¡¿Volverás a burlarte de mí?! ¡Responde maldita sea! —vocifere con dolor puro y me aparte de su toque con brusquedad. Me observó y luego sus lágrimas fueron derramadas. Intentó acercarse, pero no le permití hacerlo. Me negaba a creer en sus palabras otra vez, me era imposible confiar.

—Por favor —suplica—. Juro que no es un puta broma, castaña. No está vez, de verdad. No estoy mintiendo, he dicho lo que siento. Te amo realmente y sé que la cague —elevo mi mano y le pido con ello que cierre la boca.

—No quiero volver a oirte —pedí e intenté no derrumbarme—. Lo siento James, pero no puedo confiar en ti. No de nuevo —me disculpe, para luego girar y entrar al bar. Sé que se quedó ahí, quizá fingiendo que mis recientes palabras le habían dolido. Quizá Joey lo ha grabado todo, quizá no mentía y de verdad me ama. Quien sabe, pero no me quedaría para averiguarlo. No necesitaba pasar por esto de nuevo, no podía.

Cuando ingrese al lugar, caminé hacia el baño para cerciorarme de que mi aspecto no estuviera del asco. Observé mi reflejo una vez que estuve en el pequeño lugar y moje mi rostro con agua helada del grifo. Se sentía bien, al menos me recordaba que seguía viva. Que de amor nadie moría, al menos no por fuera. Porque si hablamos por dentro, uno lo hacía lentamente. Mierda.

Una vez que recupere la compostura, salí directo hacia la barra. Necesitaba algo de alcohol en mi sistema, para poder pasar este mal rato. Desde hacía seis meses que no tenía una conversación con James, no desde ese día. No después de sus burlas, no después de saber que había sido una puta apuesta. Los recuerdos intentan torturarme, pero no les daría el gusto. No hoy, al menos.

Me apoye en la barra, para luego pedir una cerveza. Una vez que el barman me la entregó, bebí un sorbo largo. Estaba más sedienta que nunca, como si hubieran pasado años desde la última vez que bebí algo. Joder. Realmente la maldita conversación con James, me había afectado en demasía. ¡Demonios Olivia!

—¿Te encuentras bien? —pregunta alguien a mi lado.

Asenti y tomé una profunda respiración antes de girar mi rostro para verle —Estoy perfectamente —mentí, mientras intentaba sonreír.

Le vi negar con la cabeza —Sabes tan bien como yo, que no puedes mentirme —admite y había que decirlo, él me conocía a al perfección—. ¿Quieres hablar sobre ello? ¿O bebemos hasta perder la puta consciencia? —no puedo evitar reír ante sus palabras.

—Bebamos hasta perder la consciencia Mike, no me apetece hablar. Al menos no ahora —susurre, volviendo a dar otro sorbo a mi cerveza. Él sonrió comprendiendo que hoy sería una larga noche de tragos y que mañana necesitaríamos con urgencia una farmacia entera para los malestares.

Mi amigo pidió una ronda de chupitos para comenzar y luego sabíamos que seguiría. Ya podía imaginarme los regaños de Helen y sus tiradas de orejas. Sonreí como idiota ante ese pensamiento.

(…)

Ya había perdido la cuenta de todo lo hemos estado bebiendo, Mike se encontraba recostado sobre la barra, ya no aguantaría ni una ronda más. En cambio yo, quizá podía aguantar un poquitín más.

Pero descarte la idea, en cuanto un mareo me ataco. Mierda. Cerré mis ojos, mi cabeza no dejaba de dar vueltas. ¿Acaso el bar se está moviendo? ¡Oh Santa mierda, de todas las mierdas!

Sentí un tirón en mi oreja —¿¡Pero que habéis hecho par de chalados!? ¡Me he ido un momento y miren como han acabado! —comenzó Helen con su regaño, Mike despertó asustado ante los gritos de su novia. Y yo no pude evitar reír a carcajadas al ver su rostro de susto—. ¿Y tú de que demonios te ríes? ¡Eres una maldita inconsciente Evans! Mañana no quiero oír tus malditas quejas cuando estés con los malditos malestares —espetó, llamandome por mi apellido.

No sé que demonios me sucede, porque había comenzado a reír sin parar. Ver a mi mejor amiga así de molesta, me había causado demasiada gracia.

—Nos vamos a casa jovencitos —sentenció, volviendo a tomarnos de nuestras orejas. Era bueno tenerle, ella era el adulto en momentos como este—. ¡Sois un par de críos! ¡No entiendo porque habéis bebido tanto! —nos seguía regañando de camino hacia la salida del lugar.

Antes de salir mis ojos se posaron en Ben, quien hablaba animado con Sam. Había que admitir que el cabron tenía una sonrisa perfecta y ni que hablar de esos ojos verdes que harían temblar a cualquiera.

Él se percató de que le observaba y me sonrió. No pude evitar devolverle la sonrisa y saludarle con mi mano a modo de despedida. Quizá no le volvería ver.

Una vez fuera del bar, Helen nos arrastró hasta el Jeep de Mike. Donde nos hizo sentar en los asientos traseros y en cuanto ambos nos acomodamos en ellos caímos en un profundo sueño.

(…)

Me removi en la cama, una luz daba de lleno en mi rostro y me impedía seguir durmiendo. Joder. Abrí mis ojos con lentitud y una punzada atravesó mi cabeza. ¡Oh Santos dolores de cabeza! Parecía que pronto me explotaria.

Quite las mantas de mi cuerpo y caminé hacia fuera de la habitación. El olor a pan tostado lleno mis fosas nasales. ¡Comida! Bajé las escaleras hasta la cocina, donde me encontré a mis mejores amigos. Mike tenía un aspecto derrotado, como si una aplanadora le hubiera pasado por encima. No quiero saber el mío entonces.

Me senté junto a mi amigo, en uno de los taburetes. Helen dejó una enorme taza de café frente a mí y unos analgésicos.

—Gracias —agradecí, llevando las pastillas a mi boca.

—Están del asco —ríe al decirlo—. En fin. ¿Me explicarán a que se debió lo de anoche? —consulta, mientras bebe de su zumo de naranja.

Solté un suspiro —Es demasiado temprano para hablar de lo que pasó anoche, además antes quiero desayunar —evite el tema, pero sabía que mi amiga no lo dejaría pasar tan fácil.

Puso sus manos a cada lado de su cintura y me miró de forma amenazante —Vamos a hablar, quieras o no Olivia —aclara—. Todos sabemos a que se debió tu comportamiento anoche y eso se llama James cabron Reed —reí ante el apodo que Helen le puso, pero ella no parecía divertida ante eso.

Suspire resignada —Vale, os contaré todo —terminé aceptando, para luego comenzar a relatar mi conversación con James.

(…)

Entre en la cafetería, para luego caminar hacia el cuarto de empleados y así dejar mis pertenencias. Susy — una de mis compañeras — me saludó alegre como todos los días. No era nada del otro mundo trabajar en una de las tantas cafeterías de mi padre, él había comenzado una cadena de ellas en todo el país.

Una vez dentro del cuarto de empleados, me coloque mi uniforme y salí a atender las mesas. Pero me sorprendí cuando en una de ellas se encontraba Sam y Ben. Hablando animados y esperando por ser atendidos.

Caminé hacia ellos —Hey —saludé—. ¿Qué vais a pedir chicos?

Ambos giraron al escucharme y sonrieron al verme.

—No sabía que trabajaras aquí —dice Sam con sorpresa.

—Me gusta ayudar en la cafetería —respondí.

—Aquí preparan uno de los mejores expresos de toda la ciudad, además del mejor pie de cerezas —comenta Ben y no puedo evitar darle la razón.

Ambos hacen su pedido y así es como me alejó en busca de ellos. Y yo que pensaba que no le volvería e ver. Que equivocada estaba.

(…)


Hola, hola. ¿Cómo estáis? Espero que bien :3 Aquí tenéis el nuevo capítulo <3 Espero os guste.

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Capítulo siguiente dedicado al primer comentario :3

Nos estamos leyendo

—Vicky—

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