018
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ATAQUE SORPRESA
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Adira y Daemon habían compartido muchas experiencias juntos, tanto buenas como difíciles, a lo largo de los años. Sin embargo, últimamente se habían enfrentado a un desafío en su relación debido al consumo excesivo de alcohol por parte de Daemon. Sus constantes borracheras lo llevaban a comportarse de manera agresiva y a veces asustadora, especialmente para las niñas que vivían bajo su cuidado.
—Me haces recordar tanto a mi padre—había dicho Adira con voz decepcionada, decidida a mudarse a su antigua habitación por las constantes peleas con el Targaryen.
—Me importa una mierda—había respondido Daemon en su estado de embriaguez mientras cogía la botella de vino que se encontraba en la mesa de noche.
El príncipe canalla no tomó con seriedad las palabras que salieron de sus labios. No hasta que a la mañana siguiente despertó solo en su habitación y con un terrible dolor de cabeza.
—Mierda...
Estuvieron meses separados por el orgullo, uno porque se negaba a pedir disculpas y otra porque sabía que no tenía que ir tras de su esposo cada que lo veía tambalearse por los pasillos de la fortaleza por el amor propio que se tenía.
Eran esos momentos, cuando ambos se encontraban a solas en sus respectivas habitaciones, donde sentían la ausencia de su dulce Laena. Porque si ella se hubiera encontrado ahí, nada de eso estaría pasando. Daemon no estaría borracho todo el santo día y Adira no estaría organizando el tercer onomástico de sus adoradas gemelas sola.
Alicent intentó ayudar a su madre en sus penurias, pero no podía siquiera llegar a ella, pues la diosa de cabellos rojizos se había cerrado ante todos en cuanto a la pérdida de su esposa. La Reina se sintió mal al saber que la diosa absorbía el sufrimiento y el dolor de los demás, pero cuando se trataba de ella se escondía.
Laenor y Rhaenyra intentaron hacer entrar en razón a su tío Daemon. Hasta Viserys lo había amenazado de expulsarlo de la capital si seguía yendo a las tabernas a embriagarse y hacer cosas que solos los dioses sabían. Pero ni las platicas de la heredera y ni las amenazas del Rey servían para que el Targaryen dejara de ser un imbécil.
Por otra parte, los niños preferían estar alejados de su padre cuando lo veían con una botella en mano. No es que se pusiera agresivo con ellos o los golpeara, solo que sabían que aquel licor que siempre llevaba en mano era la causa del llanto de su madre.
—Vamos, Baela, Rhaena. Papá está indispuesto hoy—solían decir los dos varones a sus dos hermanas menores.
Todo parecía dar una respuesta en cuanto al matrimonio Targaryen-Solari se trataba.
—He escuchado decir a la servidumbre que la diosa Madre se ha reunido con el Rey esta mañana—decía una dama de la corte.
—Seguro que le va a pedir el favor de poder divorciarse de su hermano a su Majestad.
Pero aquellas predicciones y rumores solo eran palabras sin un peso.
Y es que, en una ocasión en particular, mientras celebraban el cumpleaños número octavo de Helaena, Daemon había bebido más de la cuenta. La atmósfera festiva se vio ensombrecida por sus excesos, y Adira, preocupada por la seguridad y el bienestar de las niñas y de sus hijos, se vio obligada a intervenir. Las pequeñas, asustadas, corrieron hacia Adira en busca de ayuda, mientras Daemon se tambaleaba en su estado de embriaguez.
—¡Utiliza tus malditos cinco sentidos!—susurró con furia la diosa mientras sus ojos resplandecían de un color asesino.
La situación había llegado a un punto crítico. Adira, llena de frustración y preocupación, enfrentó a Daemon de manera enérgica, expresando su profunda decepción por su comportamiento autodestructivo y el impacto negativo que tenía en todos a su alrededor. Sus palabras eran una mezcla de amor, frustración y deseo de proteger a sus hijos de cualquier daño que provocaba su marido.
En medio de la tensión y la confrontación, algo cambió en la dinámica entre Adira y Daemon. A través de la ira y la decepción, comenzaron a surgir sentimientos de atracción mutua. La intensidad de la situación, junto con la conexión emocional que siempre habían compartido, abrió una puerta hacia una atracción más profunda y apasionada.
—Solo- Solo aléjate de las niñas—aturdida por sus sentimientos ordenó a sus hijos ir a sus aposentos y de pasó a los gemelos Cargyll a que cuidaran de ellos y que por ningún motivo dejaran que Daemon se acerque a ellos a menos que se encuentre sobrio.
La fiesta en sí no era para los niños, sino más bien como un evento social donde los Lores buscaban alianzas en comercios o bodas con unos de sus hijos.
Fue entre tragos que estuvo rechazando a cada dama que se acercaba a ella para pedir la mano de sus dos hijos mayores.
¡Son solo niños, estúpida! Quería decir, pero estar bastantes años en ese universo había desarrollado en ella una extrema paciencia en aquellos temas de comercio de menores que eran ocultados tras una linda boda.
Ni siquiera ella supo en que momento se emborrachó, sino que fue cuando se paró de su asiento para ir a descansar donde se dio cuenta que el piso se movía demasiado.
Sin saber que un par de ojos la miraban desde lo lejos, salió de la gran sala en busca de su habitación.
Tuvo que estirar su brazo para tocar la pared de los pasillos y darle estabilidad para no caerse de cara. Esperaba que aquel estado no le causara dolor de cabeza al día siguiente.
Fue en un tropiezo donde un par de manos se ciñeron a su cintura para que no se vaya de cara contra el piso.
Daemon. Fue en lo primero que pensó cuando su espalda chocó con aquel pecho tan duro.
Se dio la vuelta para ver al hombre, pero la oscuridad de ese pasillo le impedía ver siquiera los cabellos de aquel sujeto. Llevó sus manos hacia el lugar donde se supone que debería de estar la cabeza del varón, llevándose la sorpresa de una cabellera con rulos.
Laena. Estaba tan borracha que pensaba que Daemon y Laena se habían fusionado en una sola persona.
Harwin Strong estaba en un dilema cuando los labios rojizos de la mujer quedaron a la vista. Su honor se puso en juego cuando los rayos de la luna iluminaron el rostro de la mujer que seguía sosteniendo entre sus brazos.
Tragó duramente saliva mientras sentía la sequedad en sus labios.
Si se siente bien, no puede ser tan malo.
Pero se abstuvo de juntar sus labios al ver como la diosa susurraba entre anhelos los nombres de sus esposos. Supo que, a pesar de su gran atracción a la diosa, no podía aprovecharse del estado de embriaguez de la mujer.
—La llevaré a sus aposentos, mi señora.
El brillo de unos ojos violetas siguió la silueta del caballero cargando a la diosa. Empuñando con fuerza la Dark Sister, se metió entre los pasillos secretos del castillo para calmar sus celos.
Harwin dejó a Adira sentada en las faldas de su cama. El caballero salió tan rápido de la habitación que hizo sentir a Adira confundida.
Desapareció.
—Ya veo que te diviertes con tu caballero—dio un respingón cuando la voz de Daemon sonó de repente.
—¿De qué hablas?—arrastró las palabras—¿Hablas del extrañó que me trajo?
—¿Extraño?—fue el momento exacto donde Daemon se dio cuenta que su mujer ni siquiera tubo la capacidad de reconocer al maldito Strong. Su risa llena de diversión llenó la habitación—Debería de enseñarte a tomar.
—Eres un idiota—insultó Adira mientras arrugaba su nariz con disgusto.
—Ya lo sé—el Targaryen se acercó a ella a paso lento—. Pero lo más loco es que te gusto de todas formas—tomó la barbilla de su mujer con delicadeza—. Tú lo sabes—le dijo con una sonrisa triunfante para luego acercarse a su oído y susurrar—. Y yo también.
Una corriente de satisfacción corrió por su espalda mientras intentaba alejar con sus manos a su esposo.
—¿Cómo mierda has logrado entrar a mi habitación?
Quería que el enojo regresara a ella para que opacara el deseo profundo que parecía querer escapar de su pecho.
—Oh, vida mía. ¿Has olvidado que esta era mi antigua habitación?
Si, ella lo había olvidado. Había olvidado que Daemon conocía la mayor parte de los pasillos ocultos de la fortaleza. Había olvidado los buenos momentos que pasaban cuando Daemon tenían ganas y tenían que correr para encontrar uno de ellos y apaciguar su fuego.
Daemon cogió un mechón de pelo que tenía en la cara, con suavidad lo puso tras su oreja al mismo tiempo que la empujaba sutilmente para que se acostara en la cama.
Mientras el fuego de la discusión se calmaba, ambos se dieron cuenta del poderoso deseo que existía entre ellos. A pesar de las circunstancias complicadas, una chispa se había encendido, despertando una conexión ardiente y prohibida.
—¿Tan malo sería hacerte ahora mía?—la ronca voz de Daemon hizo que las piernas de Adira temblaran.
—Estamos peleados—jadeó cuando el aliento de su esposo golpeó su cuello. No se hizo la sorprendida cuando se descubrió a si misma estirando el cuello a un lado para que Daemon tuviera más espacio en ese hueco.
Esto está mal. Sigo enojada con él.
Pero como podía ser tan malo cuando se sentía tan bien.
Los constantes gritos hicieron que Adira se apartara de los brazos de Morfeo.
—¿Qué sucede?—cuestionó adormilada al ver como Daemon se cambiaba con rapidez.
—Es un ataque. Cámbiate rápido y corre con los niños.
—¿Qué?—murmuró de nuevo con los ojos bien abiertos mientras aceptaba la bata blanca y se la ponía con rapidez, restándole importancia mostrarse desnuda nuevamente ante su esposo.
Ambos salieron de su habitación viendo como todo a su alrededor era un caos. Las mujeres trataban de correr al sentido contrario de donde quedaba la sala mientras los caballeros corrían a donde se suponía que estaba siendo el ataque.
—Corre con los niños y llévalos a la cámara de seguridad.
—¿Adónde iras tú?—la voz de Adira tembló mientras cogía el brazo de su marido.
—Tengo que defender mi casa—Daemon agarró el rostro de Adira con dulzura antes de pronunciar las siguientes palabras—. Cuando termine de matar a todos los traidores, te buscaré a ti y a nuestros hijos.
—Promételo—los ojos avellanos de la diosa se cristalizaron al reconocer que durante ese enfrentamiento podía perder a otro de sus esposos.
—Te lo prometo, vida mía.
El matrimonio se separó. Adira en su camino a las habitaciones de sus hijos se topó con Sir Arrik, quien la venía a buscar.
—Los niños fueron escoltados a la cámara de seguridad por mi hermano—respondió el gemelo cuando Adira entre tembladeras preguntó por sus hijos.
El corazón de Adira se aceleró y un escalofrío recorrió su espalda cuando escuchó los gritos y el sonido de acero chocando contra el acero.
Al llegar a la cámara de seguridad, encontró a sus hijos siendo protegidos por Errik, Rhaena y Baela se encontraban asustadas y confundidas, sujetadas cada una por sus hermanos. Sus rostros reflejaban la inocencia y la vulnerabilidad propias de su corta edad. Adira corrió hacia ellos y los abrazó fuertemente, sintiendo el latido de sus corazones acelerados, y les aseguró que todo estaría bien.
—¿Dónde esta padre?—preguntó Lucian.
—Está luchando, mi vida.
—Seguro que va a ir con su dragón al igual que lo hizo mi mami y mi papi—la voz aguda de Lucerys hizo que girara su cabeza hacia la izquierda. El peliblanco se encontraba sentado en el suelo al lado de su hermano Jacaerys.
—¿Qué la princesa Rhaenyra hizo qué?
El dulce niño ni siquiera pudo responder cuando su hermano mayor le tapó la boca diciéndole que iba a meter en problemas a su madre con la diosa.
El sonido de la puerta siendo abierta hizo que alejara sus ojos naranjas de los dos príncipes Velaryon para ver quiénes eran los que entraban.
—Mi pequeña luz, niños—Adira se alejó de sus hijos para atrapar a Alicent que temblaba de arriba abajo pero que caminaba atrás de sus cuatro hijos como un escudo.
Con determinación en sus ojos y una determinación férrea, Adira se convirtió en un escudo protector para todos los que se encontraban allí en el momento que tomó a la Reina en sus brazos.
Mientras tanto la fortaleza estaba sumida en el caos. Las llamas se alzaban en los pasillos y el ruido de la batalla resonaba en cada rincón. Adira sabía que debía mantener la calma.
Los gemelos Cargyll junto a otros caballeros resguardaban la gran puerta. Fue una explosión que hizo que salieran volando a diferentes partes de la recamara.
—¡Noo!
Un grupo de hombres armados entraron. Alicent y Adira cogieron a todos los niños y los pusieron atrás suyo.
—Se supone que está cámara esta lejos de la Fortaleza, ¿Por qué han venido acá?—la voz de angustia de la Reina cuestionó.
—No lo sé—respondió Adira.
—¡Aegon!—el gritó de terror de Alicent retumbó en la habitación al ver a su hijo mayor correr hacia la espada de uno de los soldados caídos y tratar de hacerle frente a los traidores.
Adira pudo reaccionar a tiempo cuando Lucian quiso ir tras Aegon, agarrándolo de la muñeca.
—No.
—Pero mamá-
—Cuida de todos desde aquí.
Lucían, teniendo la misma edad que Aegon y siendo uno de los mayores, cogió a todo el grupo de niños y se puso a delante de ellos cuando la Reina desenvainó su daga tan pronto como Aegon fue sometido por los hombres.
—¡Suelten a mi hijo!
Fue el filo incrustado en la carne del traidor que hizo recordar a Adira que no sacó la daga que le había regalado Daemon.
—¡Alicent!—gritó Adira con los ojos completamente iluminados en rojo mientras corría hacia su niña cuando fue sometida por los demás hombres que salieron en defensa de su compañero.
Fue rápido.
A las justas pudo darse cuando que una espada travesaba su abdomen.
—¡MAMÁ!
Cayó al suelo viendo la cara de terror de Alicent y Aegon frente suyo.
—Vuelve con los estúpidos dioses—murmuró aquel hombre.
Un rugido de dolor escuchó. Las paredes caer oyó.
Sus ojos vieron las llamas y sus manos sintieron lo caliente que era la hilera roja que salía de ella.
—Sheepstealer...
Un circulo de fuego creó el dragón marrón a modo de defensa, dejando a Adira en el medio. Asesinó a cada uno de los atacantes a pesar de lo débil que cada vez se ponía por la conexión con la diosa.
—¡MAMÁ!—gritaban sus hijos.
Y todo se volvió silencioso cuando sus ojos avellanos observaron al hombre frente a ella que la arrullaba.
No era Daemon. Este hombre tenía el cabello oscuro y los ojos rojos como el fuego.
¿Quién eres?
┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚
¿Quién es el misterioso hombre?
¿Quién organizó ese ataque?
¿Adira era el objetivo de esa rebelión?
Y ahora... ¿Cómo reaccionará Daemon ante el estado de su esposa?
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Este capítulo está dedicado a Aby113
Gracias por comentar y votar en mi historia, hermosa 💖
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