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AEGON II
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         Era un nuevo día y no se le apetecía recorrer el castillo. Así que se quedó en su habitación leyendo el libro que le informaba de los siete dioses.

         Al menos aquello le ayudaría a tomar la personalidad de la diosa Madre de lo que hablaba aquel libro, así podría dar una actuación donde no se pusiera en duda las mentiras que salían de sus labios.

         Debería de acercarme a los niños para poner en inicio mi papel.

         Estaba cansada. No lo va a negar.

         Ha intentado de todo para regresar a su adorada realidad. Y ha estado tan desesperada que se ha estrellado contra la pared como en Freaky Friday, cuando la madre y la hija estaban agobiadas por cambiar cuerpos que se estrellaron entre sí. Pero lo único que consiguió fue un chichón en la frente y el sangrado en su nariz.

         Se revolvió entre las sábanas con aburrimiento cuando dos criadas con los ojos tapados con vendajes blancos ingresaron a su habitación cargando con ellas lo que parecía ser comida.

         —Mi Leidi, le traemos-

         —Madre—corrigió de inmediato Adira—. Soy la Madre Celestial para ustedes.

         No importaba que no la vieran. Adira necesitaba que los pueblerinos se enteraran que una de las diosas a las cual veneraban se encontraba confinada en el palacio del Rey. Sabe que había dicho que no quería causar problemas, pero tenía que ver si así se le permitía salir del palacio. Jugaría con la opinión del pueblo para poner en aprietos al Rey.

         A la pelirroja no le pasó desapercibido el asombro de las dos muchachas, quienes dejaron la pequeña mesa de madera a escasos metros de la puerta y salieron para comentar lo sucedido con la demás servidumbre.

         Comió lo que se le fue preparado y decidió llamar hacia los dos guardias para dar un paseo por el palacio.

         —Tiene que cubrirse—Sir Arrik le extendió una tela que pronto descubriría que era una capa como la que había usado Rhaenys en la serie, cuando estaba escapando del bando de los verdes.

         Cubrió sus cabellos rojos con la capucha y salió bajo la guía de los gemelos. Pronto entendió porque le habían pedido que cubriera su imagen, y es que el castillo parecía tener más movimiento que el día anterior.

         Criadas, Lores y Ladies recorrían los pasillos del palacio como rutina. Adira se sintió asfixiada con tanta gente.

         Creí que en el castillo solo vivía el Rey y su familia. Y bueno... la servidumbre que los atienden.

         Siguió caminando con la mirada casi agachada. Debes en cuando su mirada chocaba con una o con otra persona haciendo que terminaran volteando para seguirla observando.

         Los gemelos Cargyll hacían lo máximo posible para pasar desapercibido a la diosa, pero entre más trataban de esconderla, más intriga causaban a las personas de su alrededor.

         No pasó mucho para que una muchedumbre de personas se acercara disimuladamente hacia ellos para tratar de averiguar lo que tanto los dos gemelos escondían. Lores, Ladies y criadas se acercaban como buitres disfrazados, captando la atención de la diosa.

         —Vayamos a un lugar mucho más apartado, caballeros—pidió Adira cuando vio con pena como los dos guardias hacían lo posible para ponerla en recaudo.

         Los gemelos Cargyll no dudaron en sacarla de los pasillos del palacio para llevar al área verde del lugar.

         —¿Dónde estamos?—cuestionó la pelirroja.

         —Es el jardín de la Reina.

         —¿Podemos estar aquí?

         —El Rey dio permiso para pasar estos límites—respondió el otro gemelo.

          La flora era sumamente increíble. Los colores vivos solo le hacían parecer que se había muerto y estaba caminando en el paraíso del que tanto la iglesia hablaba.

         ¿He muerto, Dios?

          Se le permitió bajar la capucha que ocultaba su cabellera cuando se adentró lo suficiente al jardín para que nadie pudiera admirar el llamativo color de sus hebras.

         Respiró tranquila y se permitió recostarse a las faldas de un árbol que le brindara sombra.

         Estuvo tiempo en esa posición para disfrutar de los sonidos de los pequeños pajaritos que se sentían atraídos por las flores y néctar que podían coger.

         —¿No quieren sentarse? Deben de estar cansados de estar todo el día parados.

         —Estamos bien. Es nuestro deber—Errik respondió por él y por su hermano.

         Se paró de las faldas del árbol, limpiando la capa de todo pequeño pasto que se le hubiere pegado. No podía descansar en paz cuando dos hombres que cuidaban su bienestar se quedaban cansados por estar parados.

         —Vayamos de nuevo a la habitación.

         —¿Está segura, Madre Celestial?

         —Lo estoy, mi Sir.

         Los dos guardias y la diosa caminaron en dirección a la salida del jardín. Pero todo el grupo se detuvo al escuchar el llanto desconsolado de un pequeño. Adira fue la principal interesada en aquel sonido de lamento, haciendo que los gemelo Cargyll tuvieran que seguirla cuando decidió averiguar quien era él que estaba llorando con tanto desespero.

         No muy lejos de ellos se encontraba un pequeño niño de no más de tres años, quien angustiado miraba sus rodillas sangrar. A Adira no se le pasó el hecho de que aquel frágil niño tenía los cabellos blanquecinos que caracterizaban a los Targaryen.

         Ignoró la restricción de Sir Arrik sobre acercarse al príncipe Aegon, pero ella simplemente esquivó a sus dos guardias con elegancia para llegar al niño que entre lamentos pedía a su madre.

          Adira tenía su talón de Aquiles, y ese eran los niños. Irónicamente aquella faceta suya encajaba tanto con la idealización de la diosa de la cual había tomado el nombre sin permiso.

         —Tranquilo. Tranquilo—murmuró, más bien casi cantó, cuando el violeta chocó con sus luceros.

         Le era sumamente raro que los Targaryen portaran aquellos ojos llamativos cuando en la serie ninguno lo hacía. Sus ojos claros y resplandecientes le hacían creer que estaba hablando con semidioses. Aunque técnicamente con Daemon no hablaba, sino gritaba.

         —¡Ma! ¡Mamá!—sollozaba el pequeño príncipe mientras se dejaba limpiar las lágrimas por aquella diosa.

         Adira se sentó en el pasto y cargó al pequeño Aegon para sentarlo en su regazo para poder limpiarle sus manitos, que estaban llenos de tierra, al igual que sus rodillas, teniendo con estas mucho más cuidado porque tenía pequeñas heridas.

         —¿Por qué un niño está solo en estos jardines?—cuestionó hacia los gemelos Cargyll que miraban la escena con total seriedad.

         —El príncipe Aegon siempre suele escaparse de las criadas que lo cuidan.

         Así que es un bebé escurridizo.

         —Está bien, lindura. Ya verás que el dolor pasará—meció al pequeño niño en brazos para que su llanto se calmara y parara—. Papá y mamá no están aquí, pero yo sí, así que deja de llorar y sonríe mi pequeño dragón.

         No sabe que fue lo que hizo que Aegon dejara de llorar en sus brazos, pero simplemente se calmó y escondió su pequeño rostro entre sus pechos mientras dejaba escapar su cantarina risa.

         Qué bipolar.

         —Dagon—fue la palabra que repitió el príncipe.

         La mirada de ternura que le dio Adira a Aegon hizo nuevamente saber a los dos caballeros que la resguardaban, que frente a ellos, no se encontraba una doncella que solamente se caracterizase por su belleza, sino que estaban frente a una de las diosas de los siete, la más gentil y benevolente de las siete divinidades.

         —¡Príncipe Aegon!—la voz aguda de una de las criadas del pequeño Targaryen hizo que los dos gemelos Cargyll pusieran su cuerpo como cortina.

         —Por favor, Madre, la capucha.

         Adira entendió. Así que sonrió mientras dejaba al pequeño dragón en el suelo para taparse sus cabellos rojos como el fuego ardiente.

         La criada no tuvo de otra que esperar a que los dos guardias dejaran esa pose defensiva para tomar al pequeño niño y llevarlo con la Reina como se le fue ordenado. No sin antes tomar nota mental sobre el hecho que los dos guardias llamaron "Madre" a la desconocida.

         —Ve con ella—le susurró Adira a Aegon. Pero el niño negó con su pequeña cabecita y se tiró hacia el regazo de la diosa.

         —Aquí. Gusta.

         A Adira se le encogió el corazón cuando la criada se acercó a ella para levantar a Aegon de su falda. Y aunque este se había agarrado de su capa bien fuerte, no pudo evitar que lo alejaran de la diosa.

         —¿Es el único hijo de la Reina Alicent?—cuestionó hacia sus caballeros mientras veía como Aegon volvía a llorar mientras era jalado por la criada.

         —La princesa Helaena solo cuenta con unos meses de nacida.

         —Ya veo.

         Retomaron el camino hacia la salida del jardín, esta vez el recorrido fue mucho más tranquilo, pero nuevamente hubo una interrupción, esta vez fue que Ladies y Lores, así como también criadas, se encontraban esperando disimuladamente a las afueras del jardín.

         Gente chismosa. Se burló Adira

         Los gemelos Cargyll no tuvieron más de otra que dejar a la diosa en un lugar seguro y escondido mientras alejaban a las personas entrometidas del lugar.

         Pero jamás tuvieron que hacer eso.

         Jamás debieron dejar sola a Adira.

         La pelirroja se alejó del lugar donde fue dejada para caminar por aquel sendero invisible. Sentía que tenía que ir, como si un lazo alrededor de su cintura la obligara a caminar, llamándola con una melodía impaciente.

         Caminó y caminó. Sin darse cuenta de que unos ojos violetas y mechonesplateados la seguían.

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Ya, pero Adira con Aegon 🧎🏻‍♀️

Mi mommy issue me pide que me vuelva chiquita para que Adira me cuide

Y... ¿Quién estará siguiendo a Adira? 🧐

¡Lo veremos en el próximo capítulo!

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Este capítulo está dedicado a maga178

Gracias por comentar y votar en mi historia, linda ♡

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