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SESIÓN CON EL REY
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         Dejó que los cuatro guardias la escoltaran y no dijo nada de las pesadas esposas de hierro que pusieron alrededor de sus muñecas.

         Su mirada se volvió fría y amenazante cuando captó a Daemon a las afueras de la sala a la que la estaban llevando.

         Sin embargo, dejó de mirarlo cuando la majestuosa imagen del trono se presenció ante sus ojos.

         El Trono de Hierro que fue mostrado en la serie era un chiste al lado del que sus ojos miraban.

        Tranquilamente podía haber millones de espadas debajo del trasero de Viserys.

         Oh cierto, estaba ante el Rey de los siete reinos.

         —Mi hermano dice que dices ser una diosa de los siete—habló el Targaryen con corona.

         —Lo soy—mintió, tratando de parecer lo suficiente segura para no ser decapitada por sus falsos testimonios.

         La mirada que le dio Viserys a Daemon le hizo saber a Adira que no la querían ahí. Así que soltó lo siguiente para salir de una vez por todas de esa sala:

         —No quiero causar problemas para su casa ni para el pueblo. Si pudieran liberarme—extendió sus muñecas apresadas hacia el Rey—, me iría sin mirar atrás.

         —Tú no irás a ningún lado—se entrometió Daemon, antes de que Viserys pudiera hablar.

         Adira se abstuvo a maldecir al Targaryen solo porque el Rey estaba frente suyo, y sabía que no le ayudaría insultar al hermano del gobernador del reino.

         —Me temo que no podrá abandonar el castillo—al menos Viserys era mucho más cortes al hablar. ¿Daemon no podía hacer eso? ¿Es acaso que no había aprendido? ¿O tenía la cabeza tan hueca que no aprendía nada?

         —Quisiera saber al menos el motivo del porque me retendran en este castillo—quiso saber.

         Viserys volvió a dirigir la mirada hacia su hermano menor.

         —Tú solo obedece al Rey.

         Cómo que le estaba empezando a molestar cada vez que el dragoncito abría la boca. Será que podía cortarle la lengua para que no soltara ninguna palabra más.

         —Entonces supongo que seré una prisionera de los Targaryen, ¿no es cierto?—miró las esposas que la apresaban con amargura.

         —No quiero que piense eso, Madre—Adira levantó la mirada extrañada por la forma en la que la llamó Viserys—. Es una invitada de nuestra casa.

         —Pero igual supongo que no puedo recorrer los pasillos del castillo con libertad—soltó mientras daba una mirada a toda la sala y a los presentes que se encontraban dentro de ella—. ¿Es acaso que no quiere que nadie sepa que bajé al mundo de los mortales?—cuestionó al ver que en la sala solo estaban los dos Targaryen y los soldados de Capas Doradas que la habían vislumbrado en la fosa con anterioridad.

         Intuitiva. Fue la palabra que pensó Daemon al ver como la pelirroja los había descubierto.

         —Por el momento no queremos que esa información salga a la luz—indicó Viserys—. Por favor, guardias, quítenle las esposas a Madre.

         Definitivamente Adira debería de irse costumbrando a que la llamen de esa manera. No le desagradaba, pero no estaba habituada a que no la llamaran por su nombre.

         Las pesadas esposas fueron quitadas bajo la pesada mirada de Daemon que miraba como una mala idea el tenerla con tanta libertad por los pasillos del castillo.

         Adira se acarició las marcas rojizas que le dejaron las cadenas con las cejas hundidas de disgusto.

         —Quisiera saber si al menos puedo ir hacia la biblioteca del castillo.

         Daemon quiso negarse inmediatamente, pero Viserys se apresuró a hablar cuando vio que él tenía intenciones de negarse.

         ¡Por la Antigua Valyria, como odiaba que su hermano fuera tan blando con todo ser viviente!

         —Los caballeros Cargyll la acompañarán y protegerán durante toda su estadía aquí. Si tiene alguna duda, no dude en preguntar a estos dos hombres.

         Los ojos avellana de Adira se dirigieron hacia donde el Rey vislumbraba, encontrándose con aquel par de gemelos que se separaron por seguir a diferentes lideres.

         —Estará en buenas manos, Madre.

         —Lo sé.

         Adira sabía que aquellos hombres cumplirían con la palabra de protegerla. O al menos podía suponerlo por haber visto la serie.

         Los gemelos Cargyll ni siquiera pudieron sostenerla la mirada a la pelirroja por mucho tiempo, ocasionando que Daemon rodara los ojos divertido. Y es que, la mirada de Adira era tan suave y tierna, que no podían mirar algo tan inocente por mucho tiempo.

         La sesión privada se dio por terminada con un Daemon colérico y con un Viserys cansado. Al menos ella tuvo la oportunidad de refugiarse en la biblioteca del castillo junto a los dos caballeros que estaban dispuestos a servirle, o al menos por un tiempo.

         Agarró un montón de libros que pudieran darle una respuesta del porque se encontraba allí. Los esparció por la mesa bajo la atenta mirada de los gemelos. No pasó más de tres horas cuando se rendió por completo.

         No había encontrado la manera de despertar de esa pesadilla.

         —Por favor, ¿podrían preguntar en donde dormiré hoy?—sus cansados ojos se dirigieron hacia los guardias que cuidaban la puerta de la gran habitación.

         Uno de los gemelos asintió e hizo una reverencia antes de salir. Y no supo cuál de los gemelos fue porque no los podía diferenciar el uno del otro.

         Estiró brevemente sus brazos hacia arriba para destensar sus hombros. Fue cuando se sintió más relajada donde se dio cuenta de un libro que se encontraba escondido entre tantos otros.

         El libro parecía sumamente viejo cuando ya los tuvo en sus manos. Ojeó las primeras páginas solo para darse cuenta de que hablaba de los dioses de la Antigua Valyria.

         Mientras sus ojos se movían por las letras del libro, el gemelo Cargyll que había salido, regresó.

         Fue cuando terminó de leer el libro cuando Sir Arrik recién habló:

         —El príncipe Daemon ha partido de King's Landind y le ha dejado su habitación.

         Vaya. Que amable el dragoncito. ¿Será que Viserys lo expulsó del reino de nuevo?

         Adira se paró mientras agarraba un libro al azar para estirarle este mismo a uno de los gemelos. Ordenó todo en la mesa y llevó los libros a sus estanterías correspondientes.

         La mirada de los dos caballeros sobre ella hizo que mirara la portada del libro que descansaba en las manos de Sir Errik.

         "La Fe de los Siete"

         —No me miren así—rio de manera segura, aunque por dentro los nervios la carcomían—. Si fueran alguien famoso, quisieran saber que es lo que sus seguidores escriben sobre ustedes.

         Maldición. Debí leer el nombre del maldito libro antes de cogerlo.

         Definitivamente serían largos días donde tendría que seguir mintiendo para salvar su pellejo. Al menos unos de sus problemas ya habían sido resueltos:

          Ya no tendría que ver la cara de Daemon por los pasillos ni al despertar.

         Aunque tal vez extrañaría discutir con él.

         No importa. Buscaré a una nueva víctima.

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Se nos fue Daemon :( ¿Regresará?

Por cierto. Tal vez entremos más en contexto sobre la personalidad de Adira en el próximo capítulo ♡

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Este capítulo está dedicado a MaddyBy15

Gracias por comentar y votar en mi historia, linda ♡

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