USA mantenía su mirada en la cola de pez que ahora tenía.

Era blanca con algunas líneas rojas en ella, y una que otra estrella por ahí.
—Esto es extraño.— susurro.

—Vete acostumbrando, aquí todos flotan.— hablo México soltando una pequeña risa por lo bajo, más atrás de ellos, Rusia nadaba.
—Si, además qué, cuando vuelvas a ser humano, tus piernas no te responderán a la primera.— tomo al latino de su cintura y depositó un suave beso en su moflete.

—Perate wey, no seas tan joto.— los nervios inundaban al mexicano, pero el ruso solo se burló ante eso.
—Sigo aquí, ¿Saben?— hablo el norteamericano captando la atención de ambos países, provocando un rubor ligero en los dos, se separaron automáticamente.

<<Mierda, no debí hablar...>> Pensó USA observando la incomodidad tanto en el latino, como en el eslavo.

—Oigan... Si no les molesta... Tengo algunas preguntas para ustedes...— el estadounidense rasco su cabeza mientras sus mejillas se sonrojaron en un ligero tono duranzo.

—Claro.— respondió Rusia, sin embargo, México comenzó a alejarse, pues había visto algo... Que despertó su curiosidad...

—¿Por qué tienen alas cuando van por el aire y en el agua una cola de pez? Quiero decir, ¿Por qué que salen?— cuestionó USA mientras miraba la cola de pez de Rusia.
—Tanto la Vida como la Muerte llegan a todos lados, se adaptan, la Vida llega al mar, a la tierra, al aire y en lugares impensables, pero si está llega, la muerte también lo hará, es por eso que tenemos ese don.— respondió, México observaba un ligero destello entre toda la oscuridad del mar, se acercó aún más con lentitud.

—¿En cuantas cosas más te puedes transformar?—

—Puedo tener alas, cola, puedo hacerme pequeño para entrar al mundo de hadas, en lobo si es necesario y tambie-

—¡¡RUSIA!!— gritó México mientras sostenía lo que hace mucho, fue parte de la corona de su padre.
—¿Qué sucede?— pregunto rápidamente el ruso junto con USA.

—Esto... Es extraño... ¿Como pudo llegar esto aquí?— el latino sabía qué, esa parte, fue sepultada junto con su padre.

Algo tallado en ese pedazo algo grande de oro le llamó la atención.
—¿Que poderes tenían Third Reich y tu padre, Rusia?— cuestionó observando fijamente a su amado.

—Nazi podía controlar a su antojo almas de los muertos y podía traerlos junto con su cuerpo intacto y mi padre podía manipular la mente... ¿Por qué la pregunta?— contestó rápidamente el ruso.

—Creo que están metidos en todo esto....— le dio aquella parte de oro donde venía tallado un signo Soviético y otro, partido a la mitad, del signo de Nazi.
—Pero... ¿Esto que tiene que ver?—

—Yo enterré a mi padre con su corona de plumas y... La única manera de que esa cosa este aquí, es porque alguien husmeo en su tumba...— respondió.

—Cualquiera puede hacer e-

—La tumba de mi padre es protegida por la llorona y la Catrina, solo alguien muerto puede pasar.— nadie dijo nada, el silencio era abrumador.

Era una gran pista.