Muerte en Vida.
El campo de batalla estaba completamente desolado, no había árboles, ni ríos, solo un gran pedazo de tierra muerta.
De cualquier manera, el ambiente ahí era tenso, pronto llegarían URSS, Reich y Azteca, junto con Norte y China.
—¿Realmente crees que lleguen?— pregunto México a la nipona, quien se encontraba sentada en el suelo meditando.
—Ya están aquí.— apunto al frente donde el viento daba señal de una sombra acercándose, poco a poco el cuerpo de Azteca se hizo presente.
Tanto USA como los demás se pusieron alerta, no querían sorpresas justo ahora.
—Estamos en desventaja... ¿Lo saben?— susurro el estadounidense tomando su espada.
—Lo se...— contestó Rusia, caminando al frente junto con su amado.
Reich sonrió de manera cínica y acompaño al prehispánico.
Cada uno con sus armas en mano, ellos estaban listos para luchar.
—Hola, hola~— saludo el nazi de manera burlona mirando al eslavo con cierto ápice de lástima.
—Veo que no vienen a hablar, bien, nosotros tampoco.— se puso serio.
—Creo que tenemos en claro lo que queremos... ¿No es así?— se recargo en el hombro del más pequeño.
—Disculpe, señor Reich, pero me temo que sus requisitos no son viables a nuestro punto de vista.— dijo México mirándolo fijamente, sin sentimiento alguno en sus ojos.
—¿Tienes alguna otra petición que no sea tan estúpida?— la voz de Rusia resonó en el lugar, tanto Reich como el latino tuvieron un escalofrío en su espina dorsal.
—Entonces será a la mala...— el euroasiático golpeó al alemán en su cara, lanzándolo muy lejos, al mismo tiempo, México le dio una patada a Azteca dejándolo en el suelo, ambos retrocedieron hasta llegar con los otros dos países.
—¿Qué pasó?— pregunto USA poniéndose listo para atacar.
—Juzga tu mismo.— el eslavo fue atacado por una potente estaca de metal, URSS la había lanzado, no duró mucho tiempo el tricolor en el suelo, pues este invocó sus alas y comenzó a luchar contra su padre.
—¡Yo voy contra Azteca!— gritó la Nipona sacando su espada.
—Bien...— se cubrió con su armadura al recibir un golpe directo de Nazi.
—Yo voy contra este hijo de puta.—
Sus dos manos brillaron en dorado y así comenzó a dar golpes sincronizados al de bandera esvástica.
Fue entonces qué, del cielo, China y Norte bajaron de un avión de guerra, lanzando balas y bombas al suelo.
—¡USA!—
—¡Estoy en eso!— este creo un escudo bastante grande, protegiendo a todos los presentes para después lanzar esferas de energía a los dos asiáticos.
Japón se las estaba arreglando con el prehispánico, pues este tenía más agilidad y fuerza que ella, aún así, la nipona era más lista, prediciendo los ataques antes de que fueran incluso pensados, cosa qué, el Azteca, dedujo con facilidad, en un intento que tuvo, golpeó su cabeza con fuerza, haciendo que Japón perdiera el equilibrio y por lo tanto, sus pensamientos.
—¡Japón!— escuchó gritar a México.
Este tenía un momento reñido con el alemán, pues un movimiento en falso y perdía al instante, del suelo, grandes ramas de árboles duros se hicieron presentes, atrapando al Nazi de manera inmediata.
—¡Rusia! ¡Ahora!— gritó Japón quien se encontraba en el suelo.
El euroasiático asintió, le dio un golpe bastante fuerte a URSS e invocó una lanza de color negro con destellos plateados en ella, apunto y la lanzó lo más fuerte que pudo.
Dando justamente en el corazón de México.
—¡MEXICO!— gritó el estadounidense mientras seguía luchando con los demás, lo había vuelto a perder...
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