Descontrol.
Rusia soltó un suspiro, se encontraba sentando en el balcón de su casa, miraba atentamente como el bosque tenía su suelo lleno de nieve, pues desde hace tres días que no paraba de nevar.
Soltó un suspiro, mirando entre sus manos aquel collar que le había dado a su amado.
Ya habían pasado dos semanas y todavía no hay señales de él.
—¿Rusia?— se escuchó la voz de Japón, quien entró al cuarto del eslavo al no tener respuesta alguna.
—Vamos hombre, es tu cumpleaños, no puedes quedarte aquí como-
—¿Quieres una apuesta?— contesto rápidamente mirando a la contraria, ella aparto su mirada.
—Escucha, no eres el único afligido por su desaparición mística, todos sabemos que va a volver.— camino hasta llegar al lado del más grande.
—Es solo cuestión de tiempo, no puedes hacer nada p-
—Si puedo hacer algo, esperar a su llegada, no pienso divertirme sabiendo que él podría estar sufriendo.— respondió tranquilo aún con su mirada perdida en aquel objeto en sus delgadas manos.
—Rusia, esto ya es una maldita rabieta, no puedes hacer eso, México es la Vida, para que muriera, toda la humanidad debe morir y eso es-
—Sal de aquí, Japón.— su voz se escuchó más grave de lo normal, pero la nipona no le importó.
—Vamos Rusky, así te decía, ¿No? Por favor Rusky, sal de aquí, es tu cumpleaños, lo único que puedes hacer por México si es que te está viendo es hacerle notar que estás feliz y-
Fue cuando Rusia gruño, se veía su corpulento levantarse lentamente para después posar su mirada en el país más pequeño, aquellos dos ojos carmesíes brillaban aún debajo de su ushanka.
—Si te digo esto...— se encaminó hacia ella lentamente, provocando un temblor en ella.
—Es porque lo voy a hacer.— tomo de manera brusca el brazo de la más pequeña y la llevó a rastras hasta la puerta principal, donde la lanzó fuera de su casa.
—No quiero ver a nadie por aquí...— soltó un suspiro y la miró fijamente.
—Ponte a pensar un momento, no hay ser de Vida, la única presente es la Muerte, ¿Tú crees que sería bueno salir? Además...— sorbió su nariz mientras pequeñas lágrimas salían de sus ojos mientras sentía la fría brisa de invierno.
—Lo extraño mucho... No puedo vivir sin él... ¡Así que lárgate de aquí! ¡No quiero a nadie cerca!— fue lo último que dijo, cerro la puerta con fuerza y volvió a su cuarto, está vez, cerrando la puerta con llave.
Japón aún en el suelo, tocó su brazo, el cual explicaba a la perfección lo que había dicho.
Una pequeña grieta se alojaba ahí, pues cuando un country muere, su cuerpo cae hecho pedazos.
La estaba matando.
—Rusia...— susurró mirando la casa una última vez.
Fue en ese momento que alguien paso a su lado, su cuerpo estaba desnudo completamente y la nieve se derretía a su paso.
Su cabellera castaña se movía con insistencia debido a la brisa, fue en ese momento que se detuvo, mirando la casa con una sonrisa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top