V

Pasadas las horas, llego el momento de almorzar. Como de costumbre, yo siempre llevo algo para comer así no gasto tanto dinero en la cafetería.
Saque mi lonchera que contenía un sándwich de atún y huevo que me preparo mi madre, junto a un envase de jugo de naranja y una manzana como postre.
Bocado tras bocado y otra vez me vino el malestar de la mañana, tenia un mal presentimiento de que no acabaría mi almuerzo en paz.

-Vaya, Vaya... Miren quien decidió traernos la comida...- dijo Robbie, el chico bravucón de la escuela que llevaba una gorra de lana violeta, vestido con una remera negra pantalones de jean y zapatillas oscuras, que se presento detrás de mi.

-¿Que te pasa? ¿Acaso no te alegra vernos?- Rió Sam, el chico del flequillo pelirrojo, con su voz ronca.

-Oye, Raro, ¿Que no vez que te estamos hablando?- se impacientó Willy, el calvo y más robusto del trio.

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