III: Aparición


La única cosa que fue dolorosa para Lilian durante el funeral del demonio fue ver a su hermano llorar.

El pequeño lloraba desconsoladamente desde que se enteró lo que le había pasado a su padre, porque en su inocencia, él no condenaba a ese hombre y no vio lo malo.

Para el niño, su padre era su padre, porque fue al único en esa casa al que jamás le alzó la voz o golpeó... afortunadamente. Si eso hubiera sucedido, Lilian hubiera cometido asesinato con sus propias manos.

Había estado ayudando a su madre con los preparativos de todo el funeral, pero su mente no le había dado tregua con el asunto de la Death Note. El pensamiento de que la libreta en verdad funcionaba tenía a su mente en trabajo constante, preguntándose cómo era que en verdad podía matar a alguien, y diciéndose que definitivamente tenía que probarla de nuevo.

Sopesaba la posibilidad de que lo de su padre había sido una coincidencia muy exacta. Las posibilidades eran de 50%-50% mientras no volviera a probar la libreta, y tenía la intención de hacerlo en cuanto tuviera un momento de paz.

Cerró los ojos un momento mientras estaba recargada una de las sillas de la funeraria pretendiendo descansar, cuando unos gritos horribles la asustaron porque estaba quedándose dormida.

-¡Mi hijo! ¿Qué le hiciste a mi hijo?

Lilian se levantó lo más rápido que pudo y se dirigió al vestíbulo de la funeraria, encontrándose algo que definitivamente no le gustó: su abuela, la madre del monstruo que era su padre, estaba abofeteando a su madre que no hacía nada por defenderse.

-¡Oiga! ¿Qué diablos cree que hace?- exclamó la chica, interponiéndose entre su madre y su abuela para detener la mano de la última a último momento- ¿Está loca?

-¡Tú no te metas, mocosa!- gritó, entre el exagerado llanto que profería- ¡Ustedes son las culpables de que mi hijo esté muerto, malditas!

La vieja se libró del agarre de Lilian y se encaminó al ataúd donde reposaba el cuerpo de su hijo mientras sus llantos horribles se hacían más presentes. Sin embargo, fue la hermana de su padre quien se quedó, frunciéndole el ceño.

-Voy a probar que ustedes mataron a mi hermano y lo van a pagar, par de zorras- dijo, mientras Brenda jadeaba detrás de su hija.

-Investigue lo que quiera, no encontrará nada- siseó Lilian, sintiendo la molestia hervir en su sangre-. Y no nos insulte, porque si sigue, me veré en la necesidad de sacarlas de aquí de una manera no muy amable... ¡O mejor! ¿Por qué no se llevan el cadáver de su adorado demonio y se largan?

-¡Lilian, no digas eso!- Su madre, hasta entonces callada, la tomó del brazo para mirarla mientras la regañaba- ¿Cómo que se lleven a tu padre? ¡No pueden hacer eso!

-La inútil de tu madre tiene razón, no podemos llevárnoslo.

-Era de suponerse.- Lilian chasqueó la lengua, sonriendo de manera irónica- ¿Cómo se lo van a llevar si no quieren pagar ni un peso del costo de este funeral?

La mujer le gruñó como último recurso cual morsa y se retiró a llorar con la arpía a la que llamaba madre sobre el ataúd del demonio.

-Voy a pedirte de favor que te abstengas de insultar a tu tía y a tu abuela, Lilian- le pidió su madre con un tono de voz que pretendía ser de molestia, pero que no era más que un susurro-. Ellas están aquí para compartir nuestra pena, no para pelear.

La muchacha suspiró, sintiéndose irritada y frustrada con su madre. Para Lilian no había nada de malo con que ella fuera de carácter dócil y maternal, pero Brenda cruzaba seriamente la línea que divide lo dócil con lo débil. Por eso mismo su padre se había aprovechado manteniéndola con miedo y temor de él para que no alzara la voz y no se defendiera... ni a su hija.

-¿Sabes qué, mamá? No voy a dirigirles la palabra, ni a ellas ni a nadie- sentenció, demasiado cansada como para darle otra de sus lecciones a su madre-. Iré a casa a dormir unas horas y regresaré después. Si tú quieres soportarlas y aguantar los golpes de ellas también, allá tú.

Dicho esto, regresó a donde había estado sentada para recoger su abrigo y salir de ahí bajo la dolida mirada de su madre.

Su mente estuvo en silencio durante el camino de la funeraria a su casa, pero en cuanto entró a esta sus pensamientos se dispararon a presión.

Volvió a pensar en que debía probar la Death Note y sus queridas tía y abuela llegaron a su mente, pero se abstuvo de anotarlas a ellas. No quería meter la pata tan pronto con la susodicha libreta, y desde que ese par de locas sospechaban atinadamente que ella había asesinado a su padre...

Abrió la libreta en la hoja donde estaba escrito el nombre de su padre, y al verlo, una risa histérica se apoderó de ella. Parecía una maldita broma. Había matado a ese engendro de una manera tan fácil que incluso casi se arrepentía por no haberlo hecho sufrir.

-¿Por qué no caíste del cielo antes y me ahorraste años de sufrimiento?- le preguntó a la libreta en sus manos cuando su risa pasó.

Dejando la misma segura en el cajón de su mesita de noche, decidió tomar una siesta antes de tener que volver a la funeraria a ver las caras de ese par de arpías.

. . .

Por fin se encontraban en el cementerio, dando fin a ese teatro-pesadilla. Su padre estaba a punto de irse tres metros bajo tierra y ella no podía sentirse más en paz.

Sabía que algunas personas pensaban en que era cruel al no derramar una sola lágrima, pero esas mismas personas también sabían el infierno que ese hombre les había hecho vivir a Lilian y a su madre, así que por eso mismo no opinaban.

Cuando fue el momento de por fin enterrarlo, su madre, hermano, tía, abuela y otros familiares comenzaron a llorar una perdida que realmente no lo era. Uno por uno, lanzaron una flor y un puño de tierra encima del ataúd, y cuando fue su turno, Lilian se acercó a regañadientes sin tomar una flor.

Se acuclilló en la orilla del hoyo, y tomando un puño de tierra, la lanzó encima del ataúd también.

-Espero que te pudras en el infierno, maldito infeliz- exclamó, en voz tan baja que nadie pudo escucharla, ni el padre que oficiaba la despedida de esa persona de la tierra, ni los hombres que lo enterrarían.

Lilian se levantó y se paró al lado de su madre y hermano, abrazando al pequeño que lloraba con verdadero dolor una perdida que a ella le regocijaba en más de una forma.

. . .

Una vez regresaron a casa, cada uno se encerró a reparar en que estarían solos de ahora en adelante. La madre de Lilian y su hermano se quedaron juntos a dormir mientras que ella se iba a su habitación a tratar de hacerlo también.

Había decidido desde antes de llegar que dejaría el asunto de la Death Note para otro día y que dormiría todo lo que pudiera para recuperar fuerzas y regresar a la escuela lo antes posible para ponerse al día con las clases que había perdido en dos días de ausencia.

Se quitó la ropa negra que llevaba encima, los zapatos, se vistió con un pijama de pantalón y blusa debido al frío y se metió a la cama. Sin embargo, justo cuando iba a acomodarse en una posición cómoda para poder conciliar el sueño observó a una figura parada a la orilla de su cama. No se veía bien por la oscuridad, pero definitivamente era extraño.

Por un momento pensó que se trataba de su madre, pero ella no era tan alta... ¿entonces quién?

Con cierto temor, pero sin quitarle la vista de encima, encendió su lámpara de noche y cuando lo hizo...

Un grito de temor puro salió desde lo más profundo de su garganta.

Frente a ella, estaba la cosa más horrible que había visto alguna vez. Era una especie de humanoide-esqueleto-araña con la piel color purpura claro, alborotado y largo cabello negro con grandes ojos rojos que, Lilian estaba segura, la miraban muy atentamente.

¿Qué en el mundo era eso?

. . .

N/A: Bieeen, ha comenzando lo bueno. Krave ha llegado y con ello, Lilian se enterará acerca de más cosas sobre la Death Note... se desatará el caos, lo que ha quedado luego de su risa de histeria muajajaja [?].

Me alegra que les esté gustando, y en serio aprecio los comentarios de ustedes AriaVeil y KiraOrukoSaki :3. Para otros que vean y no comenten... ¡hagánlo! Así me dicen que piensan de esto, y me quedo más tranquila [?].

PD. La canción de multimedia le viene como anillo al dedo a la situación que Lilian tenía con su padre. Ella realmente quería que él se fuera al infierno, por amor a Dios...

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