Capítulo 1

Una expedición en Grecia se iba a efectuar ese día. Primero de marzo del dos mil diez. Un grupo de estudiantes universitarios en el área de arqueología, se encontraban sentados en el avión ansiosos por llegar a la tierra de la gran mitología griega, se sabría que sería un viaje largo pero al final valía la pena.

Entre los cuarenta estudiantes de la Universidad de Tokio que estudiaban arqueología se encontraba una joven de aproximadamente diecinueve años, tenía unos hermosos rizos anaranjados y ojos caramelo, miraba hacia la ventana del avión con una pequeña sonrisa. Su nombre, Alice.

— ¿Estás emocionada, cielo? — Preguntó a la chica una mujer de cabello negro y ojos caramelo similares a los de la más joven, se trataba de la madre de Alice, la señora Kiara Tategami.

— Desde niña ha sido mi sueño ir a una expedición con ustedes, por supuesto que estoy emocionada — Contestó la de cabello anaranjado volteando hacia su madre y otorgándole una sonrisa, de aquellas sinceras y reconfortantes que poseían.

— Te encantará conocer Grecia, mi niña — Dijo el padre de la adolescente, un hombre de cabello naranja como los de su hija y ojos azules, cuyo nombre era Luca Bosconovich.

— Siempre he querido conocer el Monte Olimpo, me encantaría saber si los dioses mitológicos eran reales — Dijo la joven ilusionada mientras miraba la ventana.

La pareja simplemente miró a su hija con una sonrisa plasmada en sus rostros, pues les alegraba que su pequeña mariposa compartiera la misma pasión por la arqueología que ellos.

Pasaron unos minutos hasta que todos los estudiantes y otros pasajeros abordaran el avión. Las turbinas comenzaron a girar y el avión comenzó a elevarse de a poco conforme iba ascendiendo.

Alice miró con admiración a través de la ventana, mirando como todo a su alrededor cada vez se hacía más pequeño. Era la primera vez que subía a un avión en sus diecinueve años de vida. Miró Japón alejarse poco a poco y desaparecer entre las blancas nubes.

La chica sacó un libro que andaba en un bolso blanco que traía desde hace un rato. Era un libro grueso de pasta marrón el cual hablaba sobre la mitología griega y el nacimiento de cada uno de los dioses mitológicos, sus favoritos siempre fueron Apollo y Athenea, el dios del sol y la diosa de la sabiduría.

— Realmente te encanta Grecia, hija — Dijo su padre mirando como la joven siempre leía el mismo libro una y otra vez, sin cansarse de leerlo todo el tiempo.

— Sabes que sí — Contestó sonriendo mientras sus ojos caramelo seguían la lectura de su adorado libro.

Pasaron varias horas en la que estaban sentados en aquel avión, sin muchas opciones de cosas por hacer para los demás, pero Alice siempre tenía su libro entre sus manos sin cansarse de leerlo y lo releía sin aburrirse.

— El avión descenderá en unos minutos, por favor abrochar sus cinturones — Dijo la azafata de la cabina a través del altavoz.

Alice desvío su mirada del libro para poder abrochar su cinturón, guardó su libro en el bolso que traía y miró hacia la ventana nuevamente. Y allí estaba, la majestuosa Grecia a tan sólo unos metros de altura.

El avión aterrizó en el aeropuerto nacional de Grecia y los pasajeros bajaron del avión.

Los estudiantes pertenecientes a la universidad de Tokio se acercaron a los señores Bosconovich, pues ellos serían los que iban a guiar la expedición por el Monte Olimpo.

— Bien muchachos, pasaré lista para verificar que todos estén presentes así que alíniense — Dijo la señora Kiara con un porta-papeles en sus manos.

La mujer de cabello azabache pasó la lista de cada uno de sus estudiantes, incluyendo a su querida hija. Al verificar que todos estaban se dirigieron al hotel en donde se quedarían esa semana que estarían en Grecia y se debía aprovechar al máximo para que cada uno hiciera un magnífico ensayo para su proyecto de arqueología.

Alice miró las ruinas de Grecia a través de la terraza del hotel, se encontraban lejanas, pero aún se podía apreciar la belleza de estas, no obstante, un toqueteo en la puerta hizo que su atención se desviara del paisaje.

— Hola, mariposa — Dijo su padre entrando a la habitación con una sonrisa.

— ¿Qué sucede, papá? — Preguntó la chica caminando hacia la cama y sentándose en ella sonriendo, prestando atención a su progenitor.

— ¿Cómo te sientes, mariposita?¿Estás feliz? — Preguntó el hombre sentándose al lado de su hija y abrazándola por los hombros.

— Por supuesto papá, estoy muy feliz de estar aquí con ustedes — Respondió Alice abrazando a su padre también.

— Me alegra eso hija ¿Te gustaría ir a comer algo? — Sugirió Luca a su hija antes de levantarse de la cama.

— Claro, tengo hambre — Dijo la pelinaranja con una sonrisa mientras sobaba su estómago debido al hambre.

— ¡Entonces vamos! — Exclamó el hombre con una alegre sonrisa bastante animado.

Padre e hija salieron del hotel en busca de la azabache para llevarla a comer también, pero esta deseaba que su esposo y su hija pasaran una tarde entre ellos solos, por lo cual se negó a acompañar a los pelinaranjas.

Ambos Bosconovich fueron solos dejando a Kiara en el hotel cuidando de los universitarios.

Alice y Luca fueron a una cafetería cercana, allí pidieron un café y unos pastelillos, conversando acerca de la expedición que se tendría el día siguiente a las primeras horas de la mañana.

— Me encantaría poder encontrar algo interesante, si es posible algo que llegue a cambiar mi vida — Dijo Alice mirando por el ventanal de la cafetería mientras daba un sorbo a su latte.

— Seguramente lo encontrarás hija, habrá cosas maravillosas que sé que marcarán tu vida — Dijo el de ojos amatista antes de darle un sorbo a su espresso.

El Monte Olimpo ¿Eh? ¿Qué cosas extraordinarias podré encontrar allí? — Pensó la de ojos acaramelados con cierta emoción y a la vez anhelo por encontrar algo interesante.

Si era posible encontrar una prueba acerca de la existencia de los dioses mitológicos de ese país. Algo fuera de lo común que hiciera un gran cambio para bien, un cambio que beneficiará al mundo.

Tras aquella agradable tarde entre padre e hija, los Bosconovich se dirigieron al hotel ante la puesta del sol. Los colores naranja y rosa se apoderaban del cielo y la iluminación de la ciudad. Ambos pelinaranja llegaron al hotel.

— ¿Cómo estuvo su tarde? — Dijo Kiara recibiendo a su esposo e hija con una sonrisa.

— Fue agradable, fue lindo pasar tiempo con Alice — Dijo Luca acariciando el cabello de su hija con una sonrisa en el rostro.

— En ocasiones la universidad no me deja pasar tiempo con ustedes, por eso es que me hace feliz pasar esta semana junto a ustedes — Pronunció Alice sonriendo alegremente ante la presencia de sus queridos padres.

La pareja sonrió y abrazó a su hija en un conmovedor abrazo familiar, tenía razón, era lindo estar al lado de su hija aunque sea en un corto período de tiempo.

— Muy bien, es mejor que vayamos preparando lo necesario para la expedición de mañana — Dijo la mujer azabache al separarse del abrazo — Ve a tu habitación Alice, tienes que preparar tus cosas para mañana — Dijo acariciando suavemente el rostro de su hija.

— Sí — Asintió la universitaria antes de caminar hacia su habitación.

Mañana será un gran día — Pensó la chica animadamente.

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