ㅤㅤ𝘂𝗻𝘀𝗼𝘂𝗴𝗵𝘁 𝗰𝗶𝗿𝗰𝘂𝗺𝘀𝘁𝗮𝗻𝗰𝗲𝘀 ❟❟

CAPÍTULOㅤㅤㅤ8
. . . . .˚ೃ(‧₊˚.ꦿ)⨾ੈ . . . . .
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ㅤㅤHABÍA VEINTICINCO OLORES diferentes que Charlotte podía distinguir sin dudar dentro del Aeropuerto Internacional de Oaxaca. La mayoría se relacionaban con el cuerpo humano y las secreciones que este liberaba naturalmente. Estos aromas no eran difíciles de notar, algo que la nariz de Charlotte demostraba cada vez que se arrugaba de mientras que ella yacía sentada en aquella pequeña silla de cuero azul.

A su lado, Nettie se preocupaba por las gafas de sol que le cubrían los ojos. Sus rizos negro azabache, que hace tiempo dejaron de estar perfectamente acomodados, estaban sueltos y descansaban contra sus clavículas mientras ella se reacomodaba en su asiento cada poco tiempo. Charlotte no escatimó al momento de dirigirle a Nettie una mirada, y arqueó una ceja detrás de su propio par de gafas de sol.

– Estos asientos son despreciables – explicó Nettie, poniendo su mano en el apoyabrazos –. Ahora mismo creo que el suelo sería más cómodo.

– Entonces siéntate en el suelo – dijo Charlotte escuetamente, con las manos entrelazadas en su regazo de una forma demasiado pacífica –. Si sigues moviéndote nos harás parecer sospechosas.

Nettie entreabrió sus labios rosados, dispuesta a responder, pero el aroma de Rosalie llegó a ellas a medida que esta se fue acercando. El cabello de la rubia descansaba en forma de sedosos rizos, enmarcando su rostro en forma de corazón como si de un velo dorado se tratase, uno que estaba acomodado delicadamente tras el cartílago de su oreja.

– Aquí tenéis algunos snacks. – dijo Rosalie, entregando a Charlotte y a Nettie dos bolsas de tamaño mediano que contenían un paquete de galletas naranjas llamadas Cheez-It's. Al agarrar la bolsa, Charlotte sintió como algo también de plástico se deslizaba entre sus dedos junto con el paquete de tentempiés que le entregaba la rubia, teniendo que pasar apenas un momento antes de que la castaña supiese de qué se trataba.

Una foto de Charlotte, bueno, de alguien que se parecía mucho a Charlotte, la miró fijamente. La chica sonreía mucho en la foto, estaba catalogada como alguien de veinte años y llevaba inscrito el nombre Chloe Martínez. Charlotte miró fijamente la identificación por un breve momento, y tuvo que admitir que la falsificación era muy buena. No había forma de que alguien supiese que era una falsificación, a menos que la viese la persona que la hizo. Era casi aterrador lo mucho que Charlotte y esa chica sin nombre se parecían.

– Diecinueve años – dijo Nettie a su lado, mirando su propia identificación, donde aparecía una chica llamada Nicole Martínez. Aparentemente, ella y Nettie estaban emparentadas para poder hacer ese viaje en avión –. Se parece mucho a mí, ¿no?

Charlotte miró la identificación y se impresionó al encontrar que, como su propia identificación, la cara que habían usado para la de Nettie se veía idéntica a la ahora dueña del documento. Eran tan parecidas que Charlotte hubiera creído que se trataba Nettie.

– Será más fácil si vosotras dos sois hermanas – dijo Rosalie, la cual seguía parada frente a ellas. Tenía su propia identificación en la palma de su mano, los labios curvados en una mueca y el ceño fruncido, demostrando su disgusto y molestia –. Es menos sospechoso por lo que me han dicho.

Sucios cerdos racistas. – Nettie murmuró en español por lo bajo, sacudiendo la cabeza con desagrado. A diferencia de Rosalie, ella no trató de disimular su disgusto.

Charlotte se estremeció ante las palabras en español que salieron de la boca de su amiga, habiendo olvidado, de forma muy estúpida que hablaba el idioma con fluidez. Ante su extraña reacción, Nettie se giró y la contempló confusa, hablándole esta vez en inglés – ¿Estás bien?

Frunciendo el ceño, Charlotte asintió con la cabeza. Era extraño escuchar el idioma de nuevo, sobre todo porque María no le había dicho ni una palabra en español cuando se reencontraron. Los Cullen tampoco hablaban español, así que no era como si alguien le pudiese recordar a Charlotte su bilingüismo, a excepción de Nettie. Esta al parecer asumió que solo Charlotte la entendería, así que no trató de ocultar su obvio desagrado por el sistema legal.

Esta vez fue la castaña la que habló, en un español algo entrecortado y con un acento extraño –. Olvidé que hablaba español.

Nettie soltó una carcajada antes de inclinarse hacia Charlotte y responder en un español fluido a diferencia del suyo –. Tu accento es terrible. Tendremos que trabajar en eso.

Charlotte asintió con la cabeza cuando Rosalie aclaró su garganta. Ambas miraron a la rubia, que tenía un leve tic en su labio superior. Parecía más molesta que antes – ¿Ya terminaron?

– Sí. respondió Nettie en español nuevamente, divertida con tan solo ver como los ojos de Rosalie se entrecerraban con una sonrisa mal disimulada bailando sobre sus labios.

Charlotte le dio un codazo en el costado y se volvió hacia la rubia para explicarle de qué hablaban, no obstante, justo en ese momento los parlantes del aeropuerto anunciaron que su vuelo con dirección a Washington podía ser abordado. Charlotte se levantó sin esfuerzo, con su equipaje de mano asegurado en su hombro y detrás de ella, Nettie recogió sus cosas para que pudiesen seguir a Rosalie.

Deslizándose hacia la fila de la puerta, la morena colocó las gafas de sol en el cuello de su camiseta. En sus ojos, los lentes de contacto que Rosalie les había dado a ella y a Nettie antes del viaje al aeropuerto se sentían como vidrios. El tacto de los lentes de contacto hizo que Charlotte se removiera incómoda, aunque eso no impedía que la de orbes dorados les disparase una mirada cada vez que ella o Nettie se molestaban con ellos.

– Identificación. – dijo una señora de piel oscura, extendiendo su mano hacia Charlotte. La castaña le entregó la identificación sin problema, y la señora la escaneó por un momento antes de devolvérsela junto con el billete de avión.

Nettie y Rosalie pasaron tras ella por el arco detector de metales, también pasaron por la fila en la que depositabas tu equipaje y finalmente, se detuvieron en el área de espera, aguardando a la orden de abordar el avión.

No obstante, Rosalie las empujó hacia delante – Tenemos primera clase.

Nettie puso los ojos en blanco ante el comportamiento de la rubia, pero la expresión era de buen humor. Exasperación con cariño se podría decir. La Cullen las condujo hasta el interior del avión, donde las tres se sentaron juntas, con Rosalie en la ventana, Charlotte en el medio, y Nettie en el pasillo.

– Falta mucho tiempo. – les informó Rosalie, reclinándose en su asiento.

– ¿Mucho tiempo para qué? – Nettie preguntó, inclinándose hacia adelante en su asiento para ver sobre Charlotte y conectar sus ojos con los dorados de la vampiresa – Apenas sabemos que vamos a Washington, nada más.

– Nos quedamos con mi familia – dijo Rosalie bruscamente, con las manos apretadas en su regazo –. Vosotras y algunos otros huéspedes.

– Gracias – respondió Nettie de plano, formando una arruga entre sus cejas al fruncirlas. Charlotte pudo sentir la infame actitud de Nettie entrando en la conversación –. Eso lo explica todo.

– Te he dicho todo lo que puedo – Rosalie respondió de igual forma, con los ojos dorados e inexpresivos, que apenas parpadearon al decir aquello –. Si querías más información, ¿no deberías haber pensado en eso antes de subirte a un avión?

– ¿Sabes qué? – Nettie preguntó retóricamente, su sonrisa tornándose falsa de una forma demasiado notable – Aprecio toda la información que nos has dado. De verdad, Rosalie. Gracias.

Antes de que Rosalie pudiera responder, Nettie se recostó en su asiento y sacó un libro de su equipaje de mano para seguidamente abrirlo por la primera página. Su espina dorsal crujió, pero ningún otro sonido salió de la azabache tras eso. Al lado de Charlotte, Rosalie echaba humo y su cabeza se inclinaba hacia la ventana del avión con indignación.

– Ella tiene razón – Charlotte le habló a Rosalie, manteniendo su voz en un susurro a pesar de que sabía que Nettie podía escucharla perfectamente –. No está acostumbrada a que la mantengan en la oscuridad sobre las cosas que tendrá que hacer. Un rasgo de soldado. Nettie solo confía en mí y en mi juicio sobre ti en este momento, y ni siquiera sé en qué me estoy metiendo.

– Se trata de Renesmee – murmuró Rosalie, con los ojos todavía puestos en el ala del avión. Dejó de lado su historia por un momento solo para poder preguntar: – ¿Alguna vez María les habló de los Volturi?

Al mencionar a los Volturi, Charlotte se tensó y asintió con la cabeza. Su asentimiento al parecer dio pie a que Rosalie pudiese continuar: – Una fuente cercana a nosotros les dijo que Renesmee es una niña inmortal. No están muy contentos con eso.

– ¿Lo es? – Nettie preguntó en un susurro tras haber escuchando todo descaradamente.

Rosalie se alejó de la ventana, posando su mirada sobre ambas vampiresas antes de sacudir la cabeza –. No lo es. Renesmee es una híbrida; mitad humana y mitad vampiro. Ella crece todos los días, los niños inmortales no hacen eso.

– Lo sé – dijo Charlotte. Después de todo, fue ella la que se aseguró de que la madre de Renesmee pudiera vivir hasta el final –, pero tienes que entender su reticencia a creerte. Especialmente si un testigo dice lo contrario.

– Sí, testigos – dijo Rosalie, y tragó como si hubiera algo atorado en su garganta –. Ahí es donde entráis vosotras.

– Un testigo no equivale a otros veinte – habló Charlotte, entendiendo finalmente el plan que los Cullen querían llevar a cabo. Era bueno, incluso se preguntó quién lo había ideado.

– ¿Va a haber una pelea? – Nettie preguntó, su expresión aún reacia a suavizarse – Porque incluso tú eres lo suficientemente inteligente como para saber que no podemos ganarles. Ni siquiera con todo nuestro entrenamiento.

– No – dijo Rosalie firmemente, sacudiendo la cabeza con brío –. Carlisle no quiere una pelea. Nunca le pediría eso a nuestros amigos.

– No soy una amiga – dijo Charlotte, recordando nuevamente como había dejado la casa de los Cullen aquella noche –. Rosalie, destruí su casa la última vez que estuve allí. De hecho, sé que Esme no me quiere allí. No puedo simplemente entrometerme...

– No me importa – dijo Rosalie sacudiendo la cabeza. Algo en sus ojos volvió a brillar –. Aunque Carlisle diga que no habrá pelea, y rezo para que no la haya, tenemos que tener gente que sepa lo que hace si se llegase a eso. Al menos así tendríamos una oportunidad...

– ¿Así que solo somos el músculo detrás de la operación? – Nettie preguntó con sus ojos brillando llenos de malicia. Charlotte ocultó la sonrisa que se quería asomar en sus labios, no queriendo ser encantada por el obvio amor de la azabache por la violencia.

Rosalie pareció captar la actitud juguetona de Nettie una vez más, así que permitió que sus labios se arqueasen suavemente –. Sí, tú y Charlotte sois solo el músculo. Junto con Emmett y Jasper, por supuesto.

– Jasper. – Nettie pronunció su nombre débilmente, e instantáneamente el júbilo que se había dibujado en su rostro desapareció. No miró a Charlotte mientras se reclinaba en su asiento, y esta no pudo evitar el ceño fruncido ante el miedo que vio en la expresión de Nettie durante ese breve momento.

– ¿Qué? preguntó la morena en español, creyendo que quizás la azabache agradecería el mantener esa conversación en secreto. Sus ojos, ocultos tras las lentillas, escanearon el perfil de Nettie –. Dime.

Nettie no respondió, siquiera la miró, solo levantó una mano y la agitó, queriendo así quitarle importancia a la pregunta de Charlotte y cerrando el tema, miró hacia otro lado. La de piel olivácea siguió mirándola, pero Nettie simplemente volteó su cabeza, ignorándola.

Rosalie tenía un evidente signo de interrogación en su cara tras el evidente y repentino desánimo de Nettie, a lo cual Charlotte respondió solo sacudiendo la cabeza. Ella no sabía por qué Nettie actuaba de manera extraña al mencionar el nombre del hombre rubio que se hallaba en el pasado de ambas, pero sabía que no podía estar unido a nada bueno.

Más esqueletos en el armario. Oh, qué alegría.

El vuelo fue largo, tal y como Rosalie había dicho, y con todas las personas que las rodeaban, fue aún peor. Charlotte mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo, queriendo ignorar el dolor que azotaba a sus caninos.

Una vez que el avión aterrizó, la castaña salió corriendo antes de que nadie más pudiera hacerlo, a diferencia de Rosalie y Nettie, que la siguieron después de unos minutos, tras haber tenido que esperar su turno para salir. Ninguna de ellas le preguntó a Charlotte por qué había salido corriendo, pues casi esperaban que lo hiciese.

– Conseguí un auto de alquiler. – Rosalie les habló mientras se dirigían a la sección de autos de alquiler del aeropuerto. Cada una de ellas cargando su bolsa de mano sobre sus hombros.

Montaron en un transbordador hacia el otro extremo del aeropuerto, y una vez allí, Rosalie se acercó al mostrador. Un chico sonrojado estaba trabajando en los ordenadores, y con una sonrisa de la rubia, podría haberle pedido hasta su seguridad social y él no se la habría negado, seguro hasta se la dictaría dígito por dígito.

– Qué belleza – dijo Nettie a su lado, mirando a Charlotte con una sonrisa –. Hace que todo el mundo se convierta en plastilina con solo mirarlos.

– Hace las cosas más fáciles – entonó la morena, y escuchó a Nettie reírse a su lado. Frunciendo el ceño nuevamente a lo largo del día, Charlotte miró a la azabache más pequeña –. ¿Qué es tan gracioso?

Nettie solo sacudió la cabeza, con la diversión clara en sus ojos al ver a Rosalie acercarse a ellas desde el mostrador –. Lo sabrás tan pronto como saques la cabeza de tu culo.

Antes de que Charlotte pudiera pedir una traducción de lo que eso significaba, Rosalie les mostró las llaves del auto y se dirigió hacia las puertas corredizas que llevaban al estacionamiento del alquiler de autos. Era previsible el día nublado que se encontrarían en Forks, pues con apenas salir del aeropuerto, el pelo de Charlotte ya se estaba azotando contra su cara por el viento.

El coche de alquiler era un bonito todoterreno plateado, del que Charlotte no sabía el nombre porque detestaba los coches, pero se veía elegante y era un modelo reciente. Nettie silbó en voz baja, y Rosalie le dio a la pequeña morena una sonrisa, complacida con ella misma por su elección.

Arrojando sus maletas en la parte trasera del auto, Charlotte ocupó el asiento trasero de mientras que Nettie se subió al del pasajero. Rosalie no tardó en sacarlas del estacionamiento, conduciendo, para alivio de Charlotte, con el pie firme sobre el acelerador. Nettie no perdió tiempo en sacarse los lentes de contacto de los ojos, usando el espejo en el que momentos más tarde se revelaron unos ojos de un débil color escarlata.

Charlotte hizo lo mismo que la azabache, no necesitando el espejo para quitar los objetos que incómodamente intercedían en su línea de visión. Una vez que los lentes de contacto fueron retirados, la morena parpadeó, cubriendo instantáneamente sus ojos de color rojo ladrillo y viendo estos durante apenas un momento en el espejo de Nettie, antes de que esta lo volteara.

Les tomó quince minutos llegar a la residencia de los Cullen, y una vez que estuvieron estacionadas en la entrada, Charlotte fue atacada por muchos olores diferentes. Uno de ellos, de hecho, olía como el cielo después de una tormenta. Era un olor relajante, pero rápidamente fue ensombrecido por un olor cálido que se regodeaba en un toque metálica.

– Renesmee – explicó Rosalie con una mirada de entendimiento –. Su corazón late, y su piel es cálida.

– Interesante. – dijo Nettie, mordiendo suavemente con sus dientes su labio inferior.

Tras apenas abrir la puerta del auto, Charlotte pudo percibir los olores de cada uno de los Cullen. Nettie se paró al lado de la castaña un momento después, sus brazos frotándose entre sí con tal de no quedarse colgando sin hacer nada.

Esme fue la primera en salir. Su rostro se retorció en un ceño fruncido, unos amables ojos dorados que brillaban con una molestia que no estaba dirigida a nadie más que a Charlotte. A su lado estaba Edward, que parecía nervioso por el bienestar de la de piel olivácea.

– Esme... – Rosalie comenzó, dando un paso adelante.

– Te dije que no la quería aquí – dijo Esme con su voz desbordando veneno. Su rostro se hallaba retorcido de una manera extraña, haciendo ver que no acostumbrada a mantener una expresión despectiva –.Te lo pedí amablemente, Rosalie. Me dijiste que no lo harías

– Te desobedecí – dijo Rosalie, asintiendo con la cabeza. Levantó sus manos en una débil demostración de rendición, lo que pareció enfriar la ira de Esme por un momento –. Aceptaré las repercusiones por eso, pero ahora mismo nos son de utilidad. Especialmente para Renesmee, y más ahora que Jasper y Alice se han ido.

– ¿Qué? – preguntó Charlotte, volviéndose hacia la rubia – ¿Jasper se ha ido?

– Él y Alice se fueron hace un día – dijo Rosalie mirando a Charlotte –. Por eso te necesitábamos tanto a ti y a Nettie. Podemos tratar de pelear lo mejor que sepamos, pero Jasper está...

– Entrenado para luchar. – concluyó Charlotte, asintiendo con la cabeza mientras se mordía la parte interior de la mejilla. Por supuesto que habría un motivo oculto en los planes de los Cullen. Darse cuenta de eso solo hizo que la ira se asentase cual ácido en la parte posterior de su garganta, casi sintiéndose como si la quemase.

– Tenía que ser así. – dijo Rosalie, y antes de que Charlotte pudiera responder, Nettie habló.

– Quiero ver a Rebecca. – interrumpió Nettie, la cual estaba mirando fijamente a Edward.

– Renesmee – corrigió Edward débilmente, aunque de todas formas asintió con la cabeza -. Ella está dentro, con Bella. Acompáñame.

– Edward – la voz de Esme sonó exasperada de mientras que miraba a su hijo adoptivo –. ¿Vas a dejar que se acerquen a Renesmee tan fácilmente? ¿Después de lo que le hizo a Jasper?

– Jasper obtuvo lo que se merecía – Charlotte la interrumpió con enfadado, ignorando a Nettie que dijo su nombre como queriendo aplacarla. La castaña ya estaba harta de morderse la lengua –. Él sabía lo que le esperaba cuando me dejó salir de mi tumba, en la que, por cierto, él me metió, parte que al parecer sigue olvidando por alguna razón. Sabía que era cuestión de tiempo el que me vengase de él, y aunque me arrepiento de haber destruido su casa, no me arrepiento de haber herido a Jasper, y nunca lo haré.

– Él estaba siendo manipulado. – siseó Esme, con sus ojos dorados perdiendo algo de ese fuego.

– Debería haberse unido al club. – dijo Charlotte, tras lo cual enderezó sus hombros. Vio como los ojos de Esme parpadeaban y se apartaban de su rostro para pasar a inspeccionar el de Nettie, suavizándose, aunque fuese en cantidades minúsculas.

– Bien. – concedió la de cabellos acaramelados pese a que parecía que le dolía decir aquello. Se alejó de Charlotte para entrar en casa y dirigirse hacia el lado de la casa en donde se hallaban los demás Cullen. Que ahora mismo consistía en Emmett y Carlisle.

Edward asintió con la cabeza y ellas le siguieron hasta el salón de la casa de los Cullen. Una vez dentro, fueron recibidos por la espalda de Bella, que estaba mirando la televisión.

– ¿Bella? – Edward preguntó, y la morena se dio la vuelta rápidamente.

Largos rizos marrón chocolate fueron salpicados contra un delgado pecho de porcelana cuando Bella se dio la vuelta. Su rostro estaba tallado en mármol, perfectamente proporcionado y adornado con unos ojos escarlata que miraban a Charlotte. A pesar del cambio de apariencia, había algo en Bella que le era familiar y que calentaba el pecho de Charlotte.

– ¿Charlotte? – preguntó Bella, pareciendo tan sorprendida como lo había estado Esme.

– Es bueno verte de nuevo – las palabras abandonaron la boca de Charlotte atropelladamente –. La última vez que te vi, tenías la columna vertebral rota.

– Escuché que tú tuviste algo que ver. – la voz lacónica de Bella no tardó en lanzarle aquella rápida respuesta.

– Lo hice. – dijo Charlotte, y escuchó a Nettie maldecir en español a su lado.

Algo se iluminó en la cara de Bella, que respondió con una gran sonrisa –. Por lo menos eres honesta al respecto.

Entonces, de un momento a otro, Bella se hallaba estrechando a Charlotte en un fuerte abrazo. La morena se relajó ante la muestra de afecto después de un momento, apretando a Bella contra sí misma. Incluso el olor suave de la castaña, que una vez fue agradable y dulce, tenía un leve toque de acero; apestaba a neófito.

Una vez que se separaron, Nettie no perdió tiempo en presentarse –. Lynette, pero puedes llamarme Nettie.

Bella y Nettie se dieron la mano, tras lo cual Edward habló –. Querían ver a Renesmee.

Tensándose, Bella las condujo hacia la parte superior de las escaleras, donde residían nuevos olores junto al cálido que percibió antes. Destellos de una cabellera rubia fue todo lo que Charlotte pudo ver al principio, pero luego, esos destellos rubios se convirtieron en dos rostros.

Dos rubias, que parecían gemelas, se sentaron en el sofá con una pequeña morena delante de ellas. La niña se reía débilmente, presionando ocasionalmente con sus manos cada una de las mejillas de una de las vampiresas rubias. Al parecer, cada uno de los vampiros se sentía tranquilo en presencia de la niña, o bueno, tan tranquilos como podían estar.

– Esas son Tanya y Kate. – explicó Edward, lo que hizo que ambas mujeres mirasen en su dirección al oír sus nombres. La sonrisa de Tanya se estrechó de mientras que miraba a Charlotte y Nettie, mientras que Kate solo agitó sus dedos en dirección a ambas a modo de saludo.

– Renesmee. – dijo Nettie de manera vacilante, haciendo que la pequeña morena las mirase. Su cabeza se movió hacia un lado, y por un breve momento, su pelo parecía de bronce como el de Edward. Nettie se puso de rodillas en medio de la sala, con una pequeña sonrisa en su rostro.

– Hola – dijo Nettie a la par que extendió su mano –. No creo que nos hayamos conocido.

Renesmee, para su crédito, parecía tener las mismas pelotas que su madre cuando de conocer criaturas sobrenaturales se trataba, pues no dudó en conectar su mano con la mejilla de Nettie. Los ojos de la azabache instantáneamente vagaron perdidos por la sala, recordándole eso en cierta forma a Alice, pues Charlotte vio como eso le ocurría varias veces a la de corte pixie.

Apenas un momento después, Renesmee se alejó y Nettie soltó una risa llena de sorpresa. Ella sacudió la cabeza, y dejó ver los hoyuelos en sus mejillas –. Sí, esa es Charlotte.

Al mencionar su nombre, Charlotte miró a Bella acusatoriamente. La madre tan solo le sonreía a Charlotte con una expresión de conocimiento en su rostro, pero antes de que pudiese decir algo, tuvo que apartar la mirada cuando una pequeña mano presionó sus palmaditas cálidas y débiles sobre su rodilla.

– ¿Charlotte? – la voz de Renesmee era clara como el cristal, tranquilizadora.

– Sí. – dijo Charlotte estúpidamente, y ante el movimiento de Nettie, se arrodilló en el suelo para estar cara a cara con la pequeña niña. Sí, parecía una niña pequeña, pero no podía tener más de una semana de edad.

– Ayudaste a mi mami – dijo Renesmee, para luego sonreírle a Charlotte brillantemente, casi como si compartieran un secreto –. Me acuerdo de ti.

El ceño fruncido se reflejó en la cara de Charlotte, pero Renesmee no le dio mucho tiempo para confundirse, pues su pequeña mano presionó la mejilla de Charlotte un instante después.

Al principio estaba todo oscuro, luego Charlotte veía el interior del vientre de Bella, con el tinte rojo que solo la carne podía tener. Había voces que hablaban y se escuchaban casi como si estuviese oyendo una grabación. Charlotte podía oírse a sí misma diciéndole a Bella que se veía hermosa. Luego, estaba la risa de Edward y el calor de Jacob que hacía a Renesmee tan feliz al estar cerca. Después de eso vino un destello de la cara de Edward sonriéndole maravillado, y luego la cara de Bella, mirándola encantada, enferma y moribunda...

Entonces, Charlotte se desvaneció de nuevo a la realidad. Renesmee retiró su mano de la mejilla de la morena, dejando una leve impresión en la fría piel de esta – ¿Ves?

– Sí, ya veo – dijo Charlotte, dedicándole una leve sonrisa a la niña –, gracias por compartir conmigo.

De pie, Charlotte vio como Bella tomaba a Renesmee en sus brazos, la pequeña niña presionando al instante su rostro contra el cuello de su madre. La morena aún se tambaleaba por las visiones cuando Edward le habló

– ¿Estás lista para conocer a los demás? – preguntó, con voz esperanzada pero débil.

– ¿Otros? – Charlotte preguntó, y luego oyó a Nettie jadear a su lado.

Con ojos confundidos, Charlotte instantáneamente fijó su mirada en quien Nettie miraba con tanto asombro, porque él la miraba igual de desconcertado. Ninguno podía creer que el otro existiera todavía.

No obstante, Nettie fue la que habló primero, con la voz envuelta en la incredulidad – ¿Peter?

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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ

Lo siento muchísimo por habermeㅤ
tardado tanto en actualizar, de nuevo.ㅤ
Aquí tenéis el segundo capítulo deㅤ
la segunda parte, que acaba con unㅤ
encuentro inesperado, tiene unaㅤ
pequeña discusión entre Esme yㅤ
Charlotte (la pienso que es totalmenteㅤ
comprensible, más viniendo de unaㅤ
mujer que ama tantísimo a suㅤ
familia) y claro, lo más importante,ㅤ
CHARLOTTE DESCUBRIÓ QUEㅤ
SABE HABLAR ESPAÑOL. :0ㅤ

Ahre ya, desde ahora trataré deㅤ
actualizar más seguido, pues faltanㅤ
muy pocos capítulos para terminar,ㅤ
so, comenten qué les pareció esteㅤ
capítulo. De veras que amo leer loㅤ
que comentáis.ㅤ

Nos leemos en el próximoㅤ
capítulo, os amo un buen. ♡ㅤ

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