ㅤㅤ𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 𝗱𝗼 𝗻𝗼𝘁 𝗯𝘂𝗶𝗹𝗱 𝘁𝗿𝘂𝘀𝘁 ❟❟

CAPÍTULO ㅤㅤ 11
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– ¿CUÁL ES EL PAPEL DE LOS hombres lobo en esto?

La voz de Tanya Denali se hace notar, y sus ojos dorados miran casi con recelo a Jacob desde su lugar en el sofá. Su postura; sin embargo, estaba relajada, las manos yacían apoyadas en el regazo, y las piernas cruzadas.

Jacob habló antes de que Edward pudiese responder por él – Si los Volturi no se detienen a escuchar lo de Nessie, quiero decir Renesmee – se corrige rápidamente –, los detendremos.

Charlotte, sentada en un sillón cercano al de Peter, apretó los labios para contener un bufido ante las palabras del castaño. Quien ni siquiera se molestó en ocultar su resoplido de burla ante las palabras de Jacob, fue el vampiro de ojos rubí que estaba sentado a pocos metros de ella. Claro que, sin duda, su reacción no gustó, pues le valió una desagradable mirada por parte del chucho.

– Muy valiente, niño, pero eso sería imposible incluso para luchadores más experimentados que tú. – Tanya interrumpió antes de que Jacob y Peter se enzarzaran en una riña, aunque sus ojos estaban moteados de diversión tanto por la reacción de Charlotte, como por la de Peter.

– No sabes lo que podemos hacer. – fue lo único que respondió Jacob, demostrando así su temprana edad, que no podía estar muy lejos de la adolescencia. Tendría unos diecisiete años, a Charlotte tampoco le preocupaba lo suficiente como para preguntar.

Tanya se encogió de hombros, pareciendo no querer destruir el ego de Jacob más de lo que sus propias palabras lo habían hecho antes – Es tu propia vida, así que puedes hacer con ella lo que quieras.

Los ojos de Jacob se dirigieron hacia Renesmee -que seguía en los brazos de Carmen, con Kate rondando sin parar alrededor de ellas-, y fue fácil leer el anhelo en ellos. Charlotte sintió como sus labios se curvaban, aunque había oído a Jacob insistir más de una vez en que no tenía ningún sentimiento romántico hacia Renesmee. Que su verdadero deseo era solo asegurarse de que ella estuviese siempre a salvo y cuidada.

– Esa pequeña, es especial – reflexiona Tanya tras notar la mirada de Jacob. El moreno, sin embargo, se estremece ante las palabras de la rubia, casi confundido por el hecho de que ella se hubiese dado cuenta de su interés, pero no Charlotte. A ella no le había parecido tan raro, pues se había dado cuenta, solo por la breve semana que llevaba allí, de que Tanya era más observadora que cualquier otra persona con la que se hubiese encontrado antes –. Es difícil resistirse a ella.

– Una familia muy talentosa – murmuró Eleazar de mientras que se paseaba hacia la puerta. Su ritmo iba en aumento; pasaba de la puerta a Carmen y viceversa cada pocos segundos –. Un lector de mentes como padre, un escudo como madre, y luego está el don con el que esta extraordinaria niña nos ha embrujado. Me pregunto si existe un nombre para lo que hace, o si es lo normal para un híbrido de vampiro. ¡Como si algo así pudiese considerarse normal! ¡Un híbrido de vampiro!

Un ruido molesto salió de la garganta de Charlotte tras las palabras del vampiro, y Peter simplemente soltó una risita y la hizo callar con el codo. La morena le permitió aquel movimiento, sin percibir a Peter como una amenaza, además, no es como si este pudiera lastimarla si llegaran a ser enemigos.

– Disculpa – dijo Edward con voz aturdida. Extendió la mano y atrapó el hombro de Eleazar cuando estaba a punto de girar de nuevo para en dirección a la puerta –, ¿cómo acabas de llamar a mi esposa?

Eleazar miró a Edward con curiosidad, olvidándose por un momento de su maníaco caminar – Un escudo, creo. Ahora me está bloqueando, así que no puedo estar seguro.

Desde el sofá opuesto a Charlotte, Bella miró a Eleazar con las cejas fruncidas por la confusión. Parecía casi desconcertada por lo que el vampiro había dicho, y Charlotte sintió como una calidez se instalaba en su interior ante la expresión tan familiar. Era la misma que le había visto a Bella en innumerables ocasiones, incluso cuando era humana.

– ¿Un escudo? – repitió Edward desconcertado.

– ¡Vamos, Edward! Si yo no puedo leerla, dudo que tú puedas. ¿Acaso puedes oír sus pensamientos ahora mismo? – preguntó Eleazar, con la voz más fuerte que antes, casi como si estuviese dirigiendo una marcha.

– No – murmuró Edward, y luego, como si fuese una ocurrencia de última hora, añadió: –, pero nunca he podido hacerlo. Ni siquiera cuando era humana.

– ¿Nunca? – Eleazar parpadeó sorprendido – Interesante. Eso indicaría un talento latente bastante poderoso, más si se manifestaba tan claramente incluso antes de la transformación. No puedo hallar ninguna grieta para pasar a través de su escudo, así que no puedo obtener una respuesta segura; sin embargo, por ahora es apenas un diamante en bruto, solo tiene unos meses.

La mirada que le lanzó a Edward ahora era casi exasperada –. Y aparentemente no es consciente de lo que está haciendo. Totalmente inconsciente; cuán irónico. Aro me envió por todo el mundo en busca de tales anomalías, y tú simplemente te tropiezas con ella por accidente, y ni siquiera te das cuenta de lo que tienes junto a ti.

– Es una persona, no una curiosidad. – Charlotte suelta bruscamente, perdiendo por fin los nervios. 

Las palabras de Eleazar terminan por tocar su último nervio; hablar como si lo único interesante de Bella fuera su don, y no todo lo demás, que la hace tan impresionante y única. Durante siglos, Charlotte había tenido que escuchar a María despotricar una y otra vez sobre como cambiaba solo a las personas con un gran potencial, aquellas que pudiesen tener dones poderosos. Claro que no siempre fue así. Al principio María se había preocupado por los que conformaban su aquelarre, creando un ejército firme, basado en el amor que solo podía haber en una familia. Al menos eso fue hasta que se volvió codiciosa, anhelando solo un ejército, uno que cumpliera todos sus caprichos sin rechistar.

Al oír su tono de voz venenoso, todos los presentes se giraron para mirarla. Eleazar, aunque exasperado, parece haber estado esperando el arrebato de Charlotte, así que en lugar de parecer descontento o escandalizado, se limita a dedicarle una firme sonrisa - Soy consciente de que Bella no es una curiosidad.

– ¿Lo eres? – Charlotte no se echa atrás, no está contenta con el intento de aplacarla de Eleazar, y lo demuestra en la mirada de acero que le dirige al vampiro de pelo oscuro. Ante el aumento de temperamento de la morena, Carmen se tensa junto a su compañero y su entrecejo se frunce – Debí confundirme cuando dijiste anomalía como lo hiciste y hablaste de Bella como si no estuviese presente.

Eleazar se limita a enderezar la espalda, y luego se vuelve hacia Bella con una expresión seria – Mi error Bella, no quise hacerte sentir como si fueras un objeto.

Bella aún parece desconcertada, pero asiente – Por supuesto, lo sé.

Charlotte se limita a poner los ojos en blanco, apartando la mirada de Bella y Eleazar para no invocar más su mal genio. A su lado, Peter está relajado, aunque su mirada parece estar perdida, hasta que poco a poco, esta se tiñe de comprensión ante lo dicho por la morena. Sabe exactamente lo que provocaron en Charlotte esas palabras tan casuales por parte de Eleazar.

– ¿Puedes proyectar? – pregunta Kate con interés, rompiendo el rígido silencio.

– ¿Proyectar? – pregunta Bella, ladeando la cabeza para mirar a la rubia.

– Proyectar fuera de ti – explicó Kate, moviendo las manos en un movimiento que casi parecía una ola moviéndose en el aire. Ante el ligero levantamiento de cejas de Bella, concretó más su explicación –. Proteger a alguien más que a ti misma.

Comprendiendo finalmente, Bella negó con la cabeza – No lo sé, nunca lo he intentado. No sabía que podía hacerlo.

– Oh, puede que no seas capaz – dijo Kate rápidamente, sin querer dar esperanzas a Bella –. El cielo sabe que llevo siglos trabajando en ello y lo máximo que puedo hacer es que una corriente pase por mi piel.

Ante esto, algunos miembros de los aquelarres presentes en la sala se animaron. Charlotte se dio cuenta de que todos los vampiros estaban interesados en conocer las habilidades de los demás; era extraño, pero la de ojos oscuros no podía negar que había un pico de interés en ella. Aunque la visión del poderoso don de otro vampiro hiciera que Charlotte se encogiera de miedo, esperando que en cualquier momento María apareciese para reprenderla por no haber utilizado el suyo más a menudo.

– Kate tiene una habilidad ofensiva – dijo Edward, explicando de la manera que siempre solía hacerlo –. Algo así como la de Jane.

Bella pareció apartarse de Kate automáticamente y, en lugar de ofenderse, la rubia Denali se limitó a reír. Charlotte observó como la vampiresa inclinaba la cabeza hacia atrás en el acto, haciendo que los orbes oscuros de Charlotte bailasen solo por un momento a lo largo de la clavícula de Kate antes de volver a mirar a Bella.

– No soy sádica al respecto – le aseguró Kate a Bella, aunque también miró a Maggie y a Amun, cuyos rostros lucían escépticos –, solo es algo que resulta útil durante una pelea.

– ¡Tienes que decirme cómo hacerlo! – insistió Bella, agarrando inesperadamente el brazo de Kate. Su entusiasmo de neófita era palpable en la habitación, lo que hizo que Siobhan le sonriera con ternura – ¡Tienes que enseñarme cómo!

Kate se estremeció ante el agarre de Bella y trató de apartar la mano amablemente – Quizá... si dejas de tratar de aplastar mi radio.

– ¡Uy! Lo siento. – Bella aflojó su agarre al instante, y Charlotte supo que si aún pudiese, la morena se estaría sonrojando enormemente. Detrás de Bella, Edward parecía haberse enamorado de nuevo de mientras que miraba a su incómoda esposa.

– Sí que te estás protegiendo – dijo Kate con una voz que contenía un resquicio de interés –. Esa corriente debería haberte hecho perder el brazo. ¿No sentiste nada hace un momento?

– No era realmente necesario, Kate. No tenía ninguna intención de hacerte daño. – murmuró Edward en voz baja. Resultaba ser bastante protector a pesar de que su esposa era más fuerte que él. 

Por suerte, ninguna de las dos mujeres le prestó atención.

– No, no sentí nada. ¿Estabas haciendo lo de la corriente eléctrica? – preguntó Bella con sus ojos brillantes, como si estuviese impresionada de sí misma.

– Lo estaba haciendo. Hmmm, nunca he conocido a alguien que no lo sintiese, sea inmortal o no. – afirmó Kate, y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

– ¿Dices que lo proyectas? ¿En tu piel? – preguntó Bella.

Kate asintió, con el pelo rubio liso agitándose sobre sus hombros ante el movimiento. Levantó las dos manos, moviendo los dedos a modo de broma – Antes solo estaba en las palmas de mis manos. Algo así como lo de Aro.

– O Renesmee. – intervino Edward, lanzando a su hija una mirada orgullosa, una que la pequeña niña no dudó en corresponder. Renesmee había migrado de los brazos de Carmen hacia la pierna de su padre, aferrándose a los pantalones grises de este con su pequeña mano.

– Pero después de mucha práctica, puedo irradiar la corriente por todo mi cuerpo, es una buena defensa. Cualquiera que intente tocarme cae como un humano al que le acaban de dar una descarga eléctrica, claro que solo les debilita durante un segundo, pero eso es más que suficiente. – dijo Kate con orgullo, y Charlotte sintió como Peter se inclinaba hacia ella.

¿Podrías darle una lección o anularla por completo? – preguntó Peter en español, y aunque estaba susurrando, Charlotte vio como Kebi los miraba con curiosidad. Incluso Kate, que estaba enfrascada en la conversación con la neófita, los contempló intrigada.

Podría anularla – le respondió Charlotte con su tímido acento. Miró hacia delante, como si no estuviesen siendo maleducados al hablar mierda de ellos en sus caras –, pero dejaremos que ella tenga su diversión.

Peter dejó escapar una risa, tras la cual, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Por otro lado, Kate se mostró interesada en su conversación – ¿De qué estáis hablando?

Charlotte captó la mirada de Peter antes de que sus ojos fuesen a parar en la figura de Kate. La morena abrió su boca dispuesta a negar cualquier indicio de lo hablado anteriormente, pero la voz de Nettie se le adelantó, avisando así su entrada en la gran estancia – Ella le estaba diciendo a Peter que puede neutralizar tu don por completo.

Dirigiendo la cabeza hacia la puerta de entrada al salón, Charlotte vio a la pelinegra apoyada en el marco. Una sonrisa tímida se dibujaba en su rostro, con las uñas golpeando perezosamente el marco de madera y las piernas cruzadas provocativamente. Detrás de ella, Garrett sonreía de mientras que su mano estaba apoyada en el hueso de la cadera de la vampiresa.

– ¿De verdad? – cuestionó Kate, aunque no parecía enfadada, más bien lucía divertida.

Al escuchar su pregunta, Charlotte captó la mirada de la mujer y asintió un poco – Era solo una teoría.

– A mí me pareció que estabas muy segura. – aseguró Nettie con una brillante sonrisa, solo parpadeando cuando la mirada asesina de Charlotte se dirigió hacia ella un momento después.

– Muéstrame. – insistió Kate alegremente, pocos segundos después avanzando en su dirección con una emoción palpable. Su pálida mano se extendió hacia Charlotte y, por el rabillo del ojo, la morena vio como Peter se alejaba arrastrando los pies. 

Las miradas de los demás se clavaron en la cara de Charlotte. No podía echarse atrás ahora, no tras la contribución de Nettie, así que Charlotte levantó su mano de color caramelo y la colocó sobre la de Kate. 

Un intenso dolor se apoderó de Charlotte en cuanto sus pieles entraron en contacto, pero la morena luchó contra este y sus dedos lentamente se ciñeron sobre la muñeca de Kate. A diferencia de Bella, no apretó con fuerza, sino que su don trabajó sobre el brazo de la rubia para empezar a absorber las descargas eléctricas que esta le enviaba hasta que poco a poco estas se fueron calmando y un momento después, desaparecieron por completo.

– Oh – jadeó Kate, mirando a Charlotte con asombro –. Es extraordinario.

Charlotte le dedicó una tensa sonrisa antes de retirar su mano de la de la rubia, dejándola solo por un momento sobre el muslo izquierdo de Peter, haciendo que una corriente breve recorriese su cuerpo al no haber desaparecido todavía el efecto que lograba el don de Kate. Peter se sacudió ante el breve chispazo de dolor, y la morena sintió su mirada quemando el perfil de su rostro con insistencia, a lo que ella solo se limitaba a sonreír y Kate a carcajearse.

Cuando el ambiente volvió a calmarse, una nueva conversación comenzó a darse, aunque esta vez no de forma no intencionada. Edward y Eleazar hablaban con palabras ásperas, en un intercambio veloz de palabras y oraciones que los demás tardaron un momento en comprender.

– ¿Se te ocurre aunque sea una excepción? – preguntó Edward, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

– No quiero pensar en ellos de esa manera. – dijo Eleazar entre dientes. La expresión que siempre llevaba, antaño alegre y divertida, ahora se había esfumado ante la perspectiva de lo que estaba imaginando.

– Si tienes razón... – comenzó Eleazar de nuevo, con el cuerpo ligeramente tembloroso.

Edward le cortó, corrigiéndole rápidamente – El pensamiento era tuyo, no mío.

– Si tengo razón... ni siquiera puedo comprender lo que eso significaría. Todo el mundo que hemos creado, cambiaría. Cambiaría el significado de mi vida, de lo que he formado parte. – afirmó Eleazar, negando con la cabeza ante una perspectiva que los demás no comprendían del todo.

– Tus intenciones siempre fueron las mejores, Eleazar. – Edward se apresuró para calmarlo, al parecer compadeciéndose del estado afligido en el que se hallaba el vampiro.

– ¿Acaso eso importa? ¿Qué he hecho? ¿Cuántas vidas... – Eleazar se vio interrumpido por la mano blanca de Tanya, que se apoyó en su hombro con suavidad.

La rubia preguntó finalmente lo que todos querían saber – ¿Qué nos hemos perdido, amigo mío? Quiero saberlo para que así podamos discutir esos pensamientos que estás teniendo. Nunca has hecho algo que amerite un castigo como el que te estás infringiendo ahora.

– ¿Oh, no lo he hecho? – murmuró Eleazar. Luego retiró la pálida mano de su hombro y comenzó a caminar de nuevo, ahora más rápido que antes.

Tanya lo observó durante medio segundo y luego se centró en Edward – Explica.

Edward asintió, sus ojos seguían a un tenso Eleazar a la par que empezaba a hablar – Intentaba entender por qué tantos Volturi venían a castigarnos. No es su forma de hacer las cosas. Ciertamente somos el aquelarre más grande al que se han enfrentado, pero en el pasado otros aquelarres se han unido para protegerse, y nunca representaron un gran desafío a pesar de su número. Estamos más unidos, y eso es un factor, pero no uno enorme...

– Estaba recordando otras veces en las que aquelarres han sido castigados por una u otra razón, y se le ocurrió un patrón. Es un patrón que el resto de la guardia al parecer nunca ha notado, sobre todo porque Eleazar era el que gestionaba esas situaciones, y luego se las mostraba a Aro en una audiencia privada. Ser el que se encargaba de eso le permitió darse cuenta de que es un patrón que solo se repite cada dos siglos más o menos. – Edward parecía tenso al compartir esa información.

– ¿Cuál es ese patrón? – la mirada de Carmen lucía casi acuosa al contemplar a su compañero. Parecía querer acercarse, aunque sabía que no sería la mejor decisión.

– Aro no suele asistir personalmente para castigar a los culpables – dijo Edward, mirando a cada uno de ellos –, pero en el pasado, cuando él quería algo en particular, nunca tardaban en aparecer pruebas que demostraban que este o aquel aquelarre había cometido algún crimen imperdonable. Los antiguos decidían acompañarlos para ver como la guardia administraba la justicia, y entonces, una vez que el aquelarre estaba casi destruido, Aro concedía el perdón a un miembro cuyos pensamientos, según él, estaban especialmente arrepentidos. Siempre resultaba en que ese vampiro tenía un don que Aro valoraba y deseaba tener entre sus filas. Siempre, a esa persona se le daba un lugar en la guardia. El vampiro dotado aceptaba rápidamente el puesto que le ofrecían en la guardia, siempre honrado ante tal ofrecimiento. No había excepciones.

– Ha de ser algo embriagador ser elegido. – sugirió Kate, con la voz ligeramente quebradiza, y las cejas ligeramente fruncidas ante aquel pensamiento.

– ¡Ja! – gruñó Eleazar, todavía sin dejar de moverse de allí para allá.

– Hay alguien en la guardia – prosiguió Edward, explicando la airada reacción de Eleazar –, su nombre es Chelsea. Tiene influencia sobre los lazos emocionales que puedan haber entre las personas; puede tanto reforzar como debilitar estos lazos. Puede hacer que alguien se sienta unido a los Volturi, que quiera pertenecer a ellos, que quiera complacerlos...

Eleazar se detuvo bruscamente, y luego habló – Todos sabíamos por qué Chelsea era importante. En una lucha, si podíamos debilitar las lealtades entre los aquelarres aliados, podríamos derrotarlos fácilmente. Si podíamos distanciar emocionalmente a los miembros inocentes de un aquelarre de los culpables, se podía hacer justicia sin necesidad de recurrir a una brutalidad innecesaria: los culpables podían ser castigados sin interferencias, y los inocentes podían ser perdonados. De lo contrario, era imposible evitar que el aquelarre luchara en conjunto, así que Chelsea rompería los lazos que los unían. Me pareció una muestra de bondad, una prueba de la misericordia de Aro. Sospechaba que Chelsea mantenía nuestro propio aquelarre más unido, pero eso también era algo bueno, nos hacía más eficaces. Nos ayudaba a coexistir más fácilmente.

– ¿Cómo de fuerte es su don? – preguntó Tanya con un tono de voz marcado. Su mirada se dirigió rápidamente a cada uno de los miembros que conformaban su familia, y Charlotte pudo comprender su sentimiento. Sin embargo, al lado de la morena, Peter se había quedado completamente inmóvil, y con una mirada, Charlotte se dio cuenta de que también lo había hecho Nettie.

Eleazar se encogió de hombros – Pude irme con Carmen.

Y luego negó con la cabeza – Pero todo lo que sea más débil que el vínculo entre compañeros, está en peligro. En un aquelarre normal, al menos. Sin embargo, esos vínculos son más débiles que los de nuestra familia. Abstenerse de la sangre humana nos hace más civilizados, nos permite formar verdaderos lazos de amor, dudo que pueda cambiar nuestras lealtades, Tanya.

Tanya asintió, luciendo más tranquila ahora, de mientras que Eleazar continuaba con su análisis.

– Solo puedo pensar que la razón por la que Aro ha decidido venir él mismo, y por la que ha decidido traer a tantos con él, es porque su objetivo no es el castigo, sino la adquisición – dijo Eleazar –. Necesita estar aquí para controlar la situación, pero también necesita a toda la guardia para protegerse de un aquelarre tan grande y dotado. Por otro lado, eso dejaría a los otros antiguos sin protección, solos en Volterra. Eso es demasiado arriesgado, alguien podría intentar aprovecharse de esa situación, así que se reúnen todos. ¿De qué otra manera podría estar seguro de adquirir los dones que quiere? Y ha de quererlos mucho – musitó Eleazar.

La voz de Edward era tan baja como un suspiro – Por lo que vi en sus pensamientos la primavera pasada, Aro nunca ha deseado a alguien tanto como desea a Alice.

La habitación se quedó sin aire, y Charlotte sintió una extraña punzada en el pecho. Entonces, la voz de Nettie se pronunció – Y Charlotte.

Esto hizo que los ojos de Edward recorrieran la habitación para, finalmente, detenerse en la figura de Nettie. La pelinegra no titubeó, ni siquiera cuando se adentró más en la habitación, ignorando la mirada de Charlotte – Durante el tiempo que Lucy y yo pensábamos en rebelarnos contra María, los Volturi nos visitaron y cuestionaron la estancia de María en Monterrey. Para ese entonces, los combates habían acabado en esa zona desde hacía unos siglos. Aro apreciaba bastante a María, sabía que tenía un aquelarre fuerte, pero no lo suficiente como para sentir miedo. Claro que no era solo eso, se sentía atraído por una persona que siempre ocupaba los pensamientos de María, una que no podía mantener oculta.

– ¿Cómo es que nunca supe de esto? – preguntó Charlotte, con la voz debatiéndose entre un gruñido. Hizo que algunos se estremecieran ante el gutural sonido, y ella supo con eso que debió sonar como durante sus dos primeros días con los Cullen, después de que Jasper la liberara.

– Porque María ya se había encargado de ti – respondió Peter con firmeza, su voz ronca resonando contra su oído. Las palabras hicieron que Charlotte se echara hacia atrás, como si la hubieran abofeteado –. María le convenció de alguna manera que eras una causa perdida. Que te negabas a usar tu don, así que no servirías de nada, lo cual era cierto. Acabó llevándose a Xiomara en tu lugar, por su don.

Xiomara. Charlotte no se acordaba de ella, ni de su don. De hecho, no podía recordar nada más que lo que había sucedido unos momentos antes. Era como si su mente solo pudiera concentrarse en el hecho de que María había evitado incluso el rescate que pretendían llevar a cabo los Volturi. ¿Tanto había odiado a Charlotte? ¿Qué podía haberle hecho ella que requiriera un odio tan fuerte y aborrecible por parte de María?

– También te quiere a ti. – susurró Bella, mirando a Edward.

Edward se encogió de hombros, con un rostro repentinamente demasiado sereno – No tanto, no puedo darle más de lo que ya tiene. Y, por supuesto, eso depende de que encuentre la forma de obligarme a cumplir con su voluntad. Me conoce, y sabe lo improbable que es eso. – levantó una ceja con sorna.

Eleazar frunció el ceño ante la despreocupación de Edward – También conoce tus debilidades. – señaló Eleazar, y luego miró a Bella.

– No es algo que tengamos que discutir ahora. – dijo Edward rápidamente.

Eleazar ignoró la indirecta y continuó – Probablemente también quiere a tu pareja, a pesar de todo. Ha de estar intrigado por un talento tan latente, que incluso se presentaba en ella siendo humana.

Edward cambió de tema – Creo que los Volturi estaban esperando esto, algún pretexto. No podían saber de qué forma se presentaría su excusa, pero el plan ya estaba preparado para cuando llegara. Por eso Alice vio su decisión antes de que Irina tomase la suya. La decisión ya estaba tomada, solo esperaban algo para justificar eso.

– Si los Volturi están abusando de la confianza que todos los inmortales han depositado en ellos... – murmuró Carmen.

– ¿Acaso importa? – preguntó Eleazar – ¿Quién podría creerlo? Y aunque se pudiera convencer a los demás de que los Volturi están explotando su poder, ¿qué diferencia habría? Nadie puede enfrentarse a ellos.

– Aunque parece que algunos de nosotros estamos lo suficientemente locos como para intentarlo. – murmuró Kate, con la voz desbordando sarcasmo por todos lados. Tanya se limitó a lanzarle una mirada, sacudiendo la cabeza ante las payasadas de su hermana.

Edward negó con la cabeza – Solo estás aquí para ser testigo, Kate. Sea cual sea el objetivo de Aro, no creo que esté dispuesto a manchar la reputación de los Volturi por ello. Si podemos quitarle sus argumentos en contra, se verá obligado a dejarnos en paz.

Charlotte apenas escuchaba lo que sucedía a su alrededor, pues de repente ya no soportaba estar tan cerca de Peter. De inmediato, se levantó de la silla, poniéndose de pie y marchando lejos de la mano extendida de Peter y la voz que pronunciaba su nombre.

– Charlotte. – era Nettie, que se separó de Garrett e hizo el intento de ir hacia el proche trasero tras Charlotte.

– No – espetó Charlotte, girándose para encarar a Nettie, con los rizos achocolatados alborotándose contra su pecho. Aunque sus pulmones no funcionaban, todo su cuerpo se agitaba –. No quiero veros, a ninguno de vosotros.

Peter se detuvo en su lugar detrás de Nettie, con la mandíbula tensa por lo que Charlotte dedujo que se trataba de dolor. Nettie observó a la morena durante un momento, sus labios se abrieron y parecía que estaba a punto de llorar. A Charlotte no le importaba, no en ese momento. No le importaba lo que cualquiera de ellos estuviera sintiendo.

Los secretos no generan confianza. – Charlotte soltó en español, soltando cada palabra como si fuese un siseo. 

Nettie y Peter parecían haber recibido una bofetada, pues ambos se estremecieron ante la ira que inundaba su voz. La otra habitación se quedó en silencio, sin decir siquiera una palabra. Charlotte se limitó a apretar los dientes cuando se dio cuenta de que todos estaban escuchando, sin embargo, tan solo se apartó de Nettie y de Peter, deslizándose hacia la oscuridad que le proporcionaba el porche trasero.

Una vez libre del silencio incómodo que reinaba en la habitación, Charlotte se apoyó en la moldura del porche y se permitió apretar los puños con rabia. Quería golpear algo, pero no se atrevería a perturbar nuevamente la calma que predominaban en la casa de Esme, aunque quisiera pelearse con todos los que estaban dentro.

El dolor se clavó en las grietas del subconsciente de Charlotte, y sintió una horrorosa presión detrás de sus ojos. Clavó sus dedos en la madera donde descansaban sus manos, y sintió como sus dedos dejaban huella en la madera de cedro. No había hecho la suficiente fuerza como para destruir el hogar de Esme.

– ¿Charlotte? – esa era Geraldine, que estaba saliendo del bosque junto a Rosalie, Emmett y Esme a su lado. Los cuatro habían cazado juntos todo el día, adentrándose en las montañas para que Emmett pudiera conseguir a su oso preferido.

Charlotte aflojó el agarre de hierro que mantenía sobre la barandilla al ver a Esme, y entonces conectó su mirada con la de Rosalie. La rubia la observaba con una expresión vacilante, ladeando ligeramente la cabeza a la par que sus orbes dorados expresaban silenciosamente su preocupación. Su preocupación por Charlotte

– Estoy bien – afirmó Charlotte, dedicándole a Geraldine una sonrisa que parecía más que nada una mueca. La vampiresa no parecía estar convencida, ni en lo más mínimo, pero se limitó a asentir con la cabeza a la par que entraban en el porche trasero –, Peter está dentro.

Geraldine no comentó nada sobre como parecía que Charlotte se atragantaba al pronunciar el nombre de su compañero. A Esme y a Emmett les importaba poco o nada Charlotte, pero incluso así, se las arreglaron para lanzarle unas cuantas miradas curiosas de mientras que Rosalie daba un paso en dirección a la morena.

– Rosalie, estoy bien. – afirmó Charlotte, aunque parecía no estar muy segura de a quién intentaba convencer.

– No estás bien – contestó Rosalie con esa voz suya, esa que no daba lugar a discusión. Luego, su voz se tornó exigente, esperando así una respuesta sincera a su pregunta –. ¿Qué ha pasado?

– La verdad fue revelada. – afirmó Charlotte, dándose cuenta poco después de lo ridícula que había sonado; sin embargo, no se molestó en corregir sus palabra. Rosalie de hecho ya tarareaba suavemente, pareciendo que quería que Charlotte continuase con su explicación.

– Nettie y Peter me revelaron algo sobre María que... que ya no debería sorprenderme – afirmó Charlotte, soltando una risa macabra y ciertamente desganada, ignorando los ojos de la rubia, que la contemplaba con cuidado –, pero es que... no puedo imaginar qué hice para que me odie tanto.

– No hiciste nada – replicó Rosalie con firmeza, y cuando Charlotte se limitó a reírse de nuevo, agarró las mejillas acarameladas de la morena y la obligó a conectar sus ojos con los dorados de la contraria. El negro se encontró con el oro. Entonces, con una voz que transmitía pura honestidad, Rosalie se dirigió a ella; –, María es el monstruo, Charlotte, no tú.

– Podría haberme dejado marchar – afirmó Charlotte, sin atreverse añadir "con los Volturi" –, pero no lo hizo. Quería que sufriera por algo que nunca me dijo que había hecho mal.

Rosalie no contestó, solo sostuvo el rostro de Charlotte entre sus manos y no se movió o alejó en ningún momento. Los ojos negros nunca perdieron los dorados e intensos de la contraria, pues que allí había una seguridad y una resistencia que la calmaba. La rubia era alguien demasiado fuerte, alguien a quien no se podía combatir fácilmente, y eso era todo lo que Charlotte necesitaba en ese momento. Alguien que no se rompiera bajo su agarre inmortal.

Así que Charlotte levantó las manos para colocarlas sobre las de Rosalie, que seguían descansando sobre sus mejillas. La rubia dudó solo por un momento antes de que sus dedos se entrelazaran. La de piel acaramelada se relajó entre las manos de Rosalie, y finalmente hizo lo impensable, un movimiento que no había hecho delante de alguien en años durante más de un segundo: cerró los ojos.

Charlotte bajó la guardia, un error de novata para un soldado, pero todo fue por Rosalie. 

– No estás bien – afirmó Rosalie con una voz que, en los oídos de Charlotte se sentía como el más suave terciopelo –, pero lo estarás.

Charlotte la creyó. Realmente la creyó.

De mientras que Rosalie estuviese allí, Charlotte se sentía un poco menos desgarrada por la guerra.

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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth :🍲❟ㅤ

Me he re tardado en actualizar, pero valióㅤ
la pena solo por ese tremendo final (?).ㅤ
Chale, en verdad siento haber tardado enㅤ
actualizar, pero cuando no era una cosaㅤ
era otra, y bueno, hasta recién les puedoㅤ
traer el maratón que les prometí.ㅤ

En fin, os dejo disfrutar del siguienteㅤ
capítulo, os quiero mucho. ♡ㅤ

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