ㅤㅤ𝗲𝗶𝘁𝗵𝗲𝗿 𝗱𝗿𝗮𝘄𝗻 𝘁𝗼 𝗶𝘁 𝗼𝗿 𝘁𝗲𝗿𝗿𝗶𝗳𝗶𝗲𝗱 𝗯𝘆 𝗶𝘁 ❟❟
CAPÍTULO ㅤㅤ 12
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ㅤㅤㅤERA UN DÍA EXTRAÑO EN FORKS.
No era extraño por los muchos aquelarres de vampiros que habitaban sus tierras, sino porque, para variar, había salido el sol. Aquel era un suceso extraño, pues iba en contra de todas las predicciones meteorológicas que se habían hecho. Charlotte no estaba segura de qué pensar al respecto, pero Maggie estaba segura de que era un presagio de su inminente éxito.
En cualquier caso, los aquelarres tenían ganas de salir al exterior. Aislados como estaban en el bosque que rodeaba la casa de los Cullen, no tenían que preocuparse en proteger su piel de la exposición a la intemperie. A Nettie le gustaba especialmente esta idea, pues no tardó en agarrar la muñeca de Garrett, llevándolo al exterior como si tuviese que tirar de él para que este la siguiese, aunque la verdad era que el vampiro la seguiría quisiese esta o no.
Peter y Geraldine salieron al exterior poco después de que Benjamin y Tia hubiesen salido también. Ambas parejas se estaban encariñando a un ritmo cada vez más rápido, y Charlotte no estaba segura de qué pensar con respecto a esa amistad, aunque tampoco le correspondía cuestionarla. Sobre todo porque ella misma había hecho algunas amistades poco convencionales.
Desde su encuentro en la sala de estar, Kate había incluido sus dones en muchas conversaciones. Charlotte se mostró tolerante con la mujer, pues al menos la mente inteligente de la rubia era capaz de seguir el ingenio sardónico de la castaña. Además de Kate, Rosalie era otra compañera que se había colado en las actividades diarias de Charlotte, cuya compañía francamente disfrutaba más que la de la mujer Denali.
A diferencia de Kate, que prefería la charla al silencio, Rose era naturalmente tranquila; observadora hasta que veía u oía algo que no podía callar. Nunca se privaba de tener una opinión que se apartara del consenso general. Charlotte la elogió por su confianza, y casi se sorprendió por la extraña punzada en el pecho que recibía siempre que Rosalie mostraba tales acciones delante de ella... o por ella.
Rosalie había demostrado su capacidad para defender a otros, como cuando Eleazar había tenido otro de sus desplantes. Estaba hablando con Edward en una esquina apartada del resto, intercambiando palabras rápidas que hacían que su conversación pareciese más bien una discusión, la cual llegó a su fin tras algunas filosas palabras por parte de Rosalie. Eleazar se había quedado un poco confuso, pero había dejado de lado el tema de los Volturi rápidamente, con Edward haciéndole callar y llevándole a otra habitación de la casa.
– ¿Vas a salir? – se trataba precisamente de la rubia, que había estado sentada junto a Charlotte y Reenesmee cada vez que el sol asomaba tras las cortinas. La pequeña estaba especialmente contenta, pues su entusiasmado debido al aura que había ahora en casa era difícil de disimular.
Charlotte rodó los ojos, contemplando el patio trasero, donde muchos de los aquelarres estaban conversando. Incluso Alistair estaba allí, escondido entre los árboles como un halcón, pero allí de todos modos, observando como siempre lo hacía, tan agudo y alerta. Charlotte también vio en la distancia a Zafrina, que agarraba suavemente el brazo de Renesmee, con su piel caoba brillando bajo la luz del sol, lo que hizo que su cuerpo se tensase durante un instante.
– ¿Charlotte? – la voz de Rosalie resonó nuevamente junto a ella.
Volviéndose hacia la rubia, y al ver como sus ojos dorados la observaban con curiosidad, esbozó al instante una apretada sonrisa. Sus manos de piel acaramelada se agarraron con fuerza al apoyabrazos del sillón, y sus uñas se clavaron en el material que lo constituía – Tal vez en unos momentos.
– ¿Qué ocurre? – preguntó Rosalie, sin siquiera tener en cuenta la disimulada petición de Charlotte, que en aquel momento quería estar sola. Nunca le hacía caso, un rasgo tanto tedioso como admirable. A su vez, eso inspiró otra sacudida en el pecho de Charlotte, lo que la hizo sentir más confusa por no entender a qué se debía ese sentimiento cálido que se había instalado en su pecho.
– La luz del sol y yo tenemos una relación algo tediosa. – confesó finalmente Charlotte, mirando más allá de la figura de Rosalie, por encima de su hombro, y directamente hacia el reloj que colgaba de la pared detrás de la rubia. Era un reloj elegante, con números romanos tallados con tinta negra.
Su vista se alejó del reloj, cuando una mano agarró su mandíbula. Fue una acción cargada de tensión, que hizo que Charlotte se estremeciera solo por un breve momento antes de relajarse ante lo familiar del contacto. Rosalie hizo que los ojos de la morena se conectasen con los suyos, el oro se encontró con el negro una vez más en una danza ardiente.
– ¿Tienes miedo? – preguntó la rubia, manteniendo la voz baja. Supuso que a Charlotte no le iba a gustaba exponer sus puntos débiles, los pocos que se dejaban entrever a través de su armadura.
– Cuando María me reclutó me dijo que la luz del sol era la forma de atrapar a las criaturas como nosotros. Dijo que si alguna vez me veía bajo la luz del sol, ella misma me mataría por ser tan irresponsable con el don que me había dado. Por supuesto, lo había dicho de una manera que hacía parecer que tenía miedo de perderme, como cualquier amante, pero había un motivo oculto tras eso. – explicó Charlotte, frunciendo los labios por un momento.
De mientras que continuaba hablando, su voz se escuchaba vacía, como si recitase algo que ya se sabía de memoria. Su mandíbula se movía rápidamente, incluso bajo el agarre firme -aunque no amenazante- de Rosalie – Jasper, cuando él y yo aún éramos amigos, había intentado demostrarme que el sol no era una amenaza, aún recuerdo como utilizó su propia mano para exponerla al sol de mientras que yo lo miraba asustada. María se había puesto furiosa, por supuesto, pero supuso que mis nuevos conocimientos podrían servir para misiones más largas, que ahora podría alargar hasta por el día. El lapso para reclutar a neófitos sería más largo, pues ya no tendría que detenerme una vez que saliese el sol. Iba a abandonar mi horario estrictamente nocturno, aunque bueno... luego acabé en la tumba, así que no sirvió de mucho.
– No has sentido la luz del sol en siglos – confirmó la rubia, su mano ahora deslizándose lejos de la mandíbula de Charlotte para dejarse caer con pesadez a su costado. Su mirada dorada al poco se clavó sobre la figura de la morena –. Seguro que recuerdas que no hay nada que temer. María no va a saltar de las sombras.
– Ya lo sé _ dijo Charlotte, mostrando una sonrisa de oreja a oreja –. Yo la maté.
– Entonces, ¿cuál es el problema? – preguntó Rosalie, y esa en realidad era una muy buena pregunta. ¿Cuál era el problema?
Charlotte sintió que se le hacía un nudo en la garganta y se levantó bruscamente. Los labios de Rosalie se abrieron, como si estuviera a punto de disculparse por inmiscuirse tanto en sus asuntos, no obstante, la morena se se limitó a negar con la cabeza. La rubia no era lo que la molestaba, pero eso le hizo un gesto a Rosalie para que la siguiera de mientras que ella se dirigía hacia la puerta acristalada que conducía directamente hacia el patio trasero de los Cullen.
Antes de que la Hale pudiese hacer otra pregunta, Charlotte se subió la manga larga que cubría sus brazos, y expuso su piel a la luz que atravesaba el cristal de la puerta corrediza. Como si se tratara de diamantes, su piel parpadeaba y los arcoíris se esparcían por las paredes de la casa y alrededor de Charlotte. Sin embargo, de vez en cuando un trozo de piel deslumbrante era desgarrado por una notable marca de mordedura, todas obtenidas antaño debido a su trato con los neófitos.
Muchas marcas se superponían, mordiscos esparcidos sobre su piel acaramelada, algunos colocados en el mismo lugar. Cada una de ellas pertenecía a un recién nacido que Charlotte había reclutado. Incluso había una cicatriz en su brazo derecho, mucho más profunda y espantosa que la que la vampiresa con la que se enfrentó en la cocina de María dejó.
Charlotte observó a Rosalie de mientras que esta observaba todas sus cicatrices, estas decorando los dos brazos de la morena tal y como las pecas adornaban la piel de algunos humanos. Los ojos dorados bailaron sobre cada una de ellas, e incluso se atrevió a levantar la mano, deslizando la yema de sus dedos contra la piel estriada de Charlotte. Al poco rato detuvo esta acción y centró sus ojos en los decaídos y oscuros de la contraria.
– Jasper tiene muchas – afirmó Rosalie con voz suave. Sin embargo, el contacto visual con Charlotte no vaciló; la rubia no era de las que no mantenían el contacto visual al hablar –. Nunca hemos pensado mal de él por tenerlas. Son los restos de una batalla que libró y ganó. Nada de lo que avergonzarse.
– Los demás...
– Estarán metidos en sus asuntos. – interrumpió Rosalie, ladeando la cabeza y levantando la barbilla como si fuera a combatir personalmente a quien se atreviera a hablar de las marcas de Charlotte.
Algo en el interior de Charlotte se estremeció.
– Voy a salir. – afirmó finalmente la morena, y Rosalie no sonrió completamente, no obstante, sus labios se curvaron hacia arriba. Charlotte abrió la puerta, saliendo al cálido y húmedo exterior, observando como sus brazos expuestos esparcían formas iridiscentes a su alrededor.
A medida que se acercaban a los demás, muchos se sorprendieron mirando los brazos desnudos de Charlotte, acostumbrados a verla cubierta con pesados jerséis o camisetas de manga larga, pero ninguno dijo nada. En todo caso, algunos parecían contemplativos, además del aquelarre de Charlotte, que miraba sus brazos con emoción destellando en sus ojos.
Nettie fue la primera en moverse, subiéndose las mangas para mostrar su piel, esta sin estar manchada por tantas cicatrices, pero aún imperfecta. Geraldine y Peter siguieron su ejemplo, con la piel igualmente adornada por mordiscos, algunos de ellos en el mismo lugar del antebrazo, aparentemente hechos por la misma persona.
Charlotte sintió como sus labios se curvaban involuntariamente en una breve sonrisa, una que duró solo lo suficiente para que la viesen las personas que debían verla. Nettie se limitó a guiñarle un ojo antes de trotar hacia Tanya con Garrett. Geraldine y Peter se limitaron a responderle con una sonrisa antes de volver a bajarse las mangas, ya sin tanta confianza.
– ¡Charlotte! – la voz le pertenecía a Bella.
Volviéndose hacia el lugar de donde provenía el sonido, Charlotte sorprendió a la morena moviéndose en su dirección. Bella rápidamente se fijó en sus brazos, sin embargo, en lugar de fijarse en demasía en las marcas, la castaña se limitó a tratarlas como una parte más, algo normal en la apariencia de Charlotte. Charlotte incluso quiso interrogarla, pero entonces recordó que Bella estaba muy acostumbrada a que Jasper y sus demonios también estuvieran a la vista en su piel.
– Quería saber si me enseñarías a luchar. – preguntó Bella una vez que estuvo lo suficientemente cerca, sus ojos escudriñaron a Rosalie, aunque volvieron a los oscuros de Charlotte un momento después.
– ¿Y tu marido? – preguntó Charlotte, dirigiendo su mirada hacia el otro lado del claro, concretamente hacia donde estaba Edward, que hablaba amistosamente con Carlisle. No obstante, la morena sabía que suponer que él no estaba escuchando la conversación que mantenían ambas inmortales, sería un error.
– Edward se niega a pelear conmigo. – afirmó Bella, seguidamente poniendo los ojos en blanco. Esto hizo que Rosalie resoplara suavemente detrás de Charlotte, divertida por la reacción de la castaña. La aversión hacia la mujer había desaparecido ahora que Bella era un vampiro y Rosalie tenía a Renesmee, de la cual podía cuidar junto a la neófita.
– ¿Así que decidiste pelear conmigo? – preguntó Charlotte, ladeando ligeramente la cabeza – Bella, creo que posiblemente deberías considerar la opción de pelear contra un principiante-
– Estaría entrenando con Jasper si estuviese aquí – insistió la neófita a la par que negaba con la cabeza. Sus hombros se enderezaron y su voz se tornó más severa, esperando así poder convencer a Charlotte –, pero no está, así que por favor. Edward insiste en que no necesito saber pelear porque los Volturi cambiarán de opinión, pero yo sé que no será así. Incluso si ceden, estar preparada es mejor que vivir ignorante.
Bella parecía muy apasionada al hablar de aquello. Charlotte a su vez tarareó suavemente, recorriendo con su mirada el cuerpo de la mujer, tratando de calibrar a su potencial oponente. Bella era delgada, pero Charlotte sabía que era una treta que escondía su inmensa fuerza de neófita. Aunque la castaña no era tan alta como Charlotte, su altura le permitiría coger más velocidad, lo que la haría más rápida. Sin embargo, la vampiresa seguía siendo la luchadora más experimentada, aún siendo Bella una alumna prometedora.
– Bien – afirmó Charlotte, viendo como una brillante sonrisa se extendía en los labios de la recién convertida vampiresa. A pesar de la alegría de Bella, la morena mantuvo su rostro serio, poniendo todas sus cartas sobre la mesa –, pero no voy a ir a lo fácil. Ningún oponente te va a dar un respiro, aún teniendo tu escudo. Es todo o nada. Te entrenaré como me entrenaron a mí.
La facciones Bella se tornaron sombrías , y pese a eso, asintió después de un momento – De acuerdo. Me parece justo.
Así que lucharon. Con Charlotte derribando a Bella cada vez que la vampiresa se agolpaba sobre ella. Sin embargo, tal y como sospechó, la neófita era rápida, así como resistente a pesar de sus muchas caídas. Cada paso que daba, Charlotte lo esquivaba con facilidad, contraatacando con otro fuerte golpe que hacía que Bella cayera al césped nueve de cada diez veces.
Pero Bella, a pesar de las veces que fue derribada, tomaba cada consejo verbal o inconsciente que Charlotte le daba, y lo utilizaba para mejorar su postura o sus ataques. También mejoró en cuanto a su defensa, logrando esquivar los golpes más amplios de Charlotte, así como también incorporó sus piernas en la pelea. Empezó a dejar toso su peso en las piernas, pensando que la favorecería; sin embargo, al final la morena fue la más favorecida la mayoría de las veces, pudiendo barrer sus piernas para derribarla. A pesar de todo eso, Bella continuó hasta que pudo hacerlo mejor y mantenerse en pie más de diez minutos sin hacer contacto con el suelo.
En general, Charlotte estaba orgullosa cuando terminaron su breve lección, habiendo incluso algunas personas a su alrededor, personas como Nettie y Garrett, que no dudaron en animar a Bella. Hasta Edward parecía impresionado con su mujer, que se limitó a lanzarle una mirada de "te lo dije" antes de agradecerle a Charlotte profusamente.
Charlotte estaba a punto de entrar en la casa de nuevo, cuando un extraño olor llamó su atención. A su lado, Rosalie se detuvo a pocos centímetros de la morena, una pregunta dispuesta a abandonar sus labios hasta que la rubia pareció captar también el aroma, curvando su labio superior como si estuviese a punto de lanzar un gruñido al aire.
– ¿Te ha enviado Alice? – preguntó Carlisle a alguien, su voz insegura, ligeramente molesta.
¿Otro invitado inesperado? Charlotte frunció el ceño, acercándose rápidamente a Carlisle para ver con quién hablaba.
– Nadie nos ha enviado. – una voz profunda y susurrante respondió la pregunta de Carlisle.
Charlotte por fin pudo verlos entonces, sus ojos oscuros fijándose en los dos hombres que tenía delante. Uno de ellos era de color más oscuro, con el pelo negro que ocultaba su rostro ceniciento. A su lado, como si quisiese crear contraste junto a su compañero, había un varón de pelo blanco, que observaba en silencio como los demás miembros del aquelarre se agolpaban tras Carlisle.
– Entonces, ¿qué te trae por aquí? – la voz de Carlisle era severa, y Charlotte le dedicó una breve mirada, pues nunca había oído al rubio utilizar ese tono.
Un momento después, Charlotte sintió como su propio aquelarre se deslizaba tras ella. Geraldine le puso una mano en el hombro, casi asomándose detrás de ella como si fuese un escudo. Nettie y Garrett estaban a su derecha un momento después, la de pelo azabache pegada a Charlotte hombro con hombro, y Garret pegado al lado de esta. Peter por otro lado estaba al acecho detrás de la morena, junto a Geraldine, pues no era el miedo lo que los hizo ir detrás de esta, sino la cautela. Finalmente, Charlotte sintió como Rosalie se deslizaba hacia su izquierda, pegada a ella con la misma fuerza que Nettie.
– Se corre la voz – contestó el vampiro de pelo blanco, un tono igual de plumoso que el de su compañero –. Oímos insinuaciones de que los Volturi irían contra ti. Hubo susurros, todos ellos decían que no estarías solo, y obviamente estos estaban en lo cierto. Esta es una reunión más que impresionante.
– No estamos desafiando a los Volturi – respondió Carlisle en un tono tenso –. Ha habido un malentendido, eso es todo. Un malentendido muy grave, sin duda, pero que esperamos aclarar. Lo que ves son testigos, solo necesitamos que los Volturi nos escuchen. Nosotros no...
– No nos importa lo que digan que hiciste – interrumpió el de pelo oscuro –, y no nos importa que hayas violado la ley.
– No importa cuán atroz haya sido lo que hiciste. – agregó el de pelo blanco.
– Llevamos milenio y medio esperando a que la escoria italiana sea desafiada – habló el de pelo oscuro –. Si hay alguna posibilidad de que caigan, estaremos ahí para verlo.
– O incluso para ayudar a derrotarlos – añadió el de pelo blanco. Hablaron en un suave tándem, sus voces eran tan parecidas que si no los vieras por separado, asumirías que había un solo orador –. Claro que... eso sucederá solo si creemos que tienen posibilidades de derrotarlos.
– ¿Bella? – Edward habló con voz dura desde algún lugar detrás de Charlotte – Trae a Renesmee aquí, por favor. Tal vez debamos demostrar nuestras afirmaciones a nuestros visitantes rumanos.
El moreno sonrió cuando Bella entró en escena – Vaya, vaya, Carlisle. Has sido travieso, ¿verdad?
– Ella no es lo que crees, Stefan. – Carlisle espetó, sus ojos escudriñándolo receloso.
– Y tampoco nos importaría aunque así fuera – respondió Stefan –, tal y como hemos dicho antes.
– Entonces eres bienvenido a observar, Vladimir, pero definitivamente no está en nuestros planes desafiar a los Volturi, tal y como dijimos antes. – Carlisle parecía querer dejarlo claro, tras lo cual, Charlotte oyó a Geraldine murmurar algo en español a Nettie sobre sus orígenes
– Entonces cruzaremos los dedos. – comenzó Stefan.
– Y esperaremos tener suerte. – terminó Vladimir.
Al final, Stefan y Vladimir se quedaron. Ambos eran tan molestosamente parecidos que a Charlotte le pareció mejor ignorarlos por completo, muy a pesar de las curiosas divagaciones en español de Geraldine y Peter, que no paraban de parlotear sobre ellos a medida que entraron de nuevo en la casa de los Cullen.
Una vez dentro de la casa, Charlotte se escabulló a una de las habitaciones que había al fondo de la casa, deseando un momento libre de cualquier tipo de sonido. Entró al estudio de Carlisle, o lo que parecía ser una biblioteca, y se sentó en una silla individual.
El olor de los libros era penetrante en la habitación, lo que tranquilizaba a Charlotte, aún a pesar de no haber sido nunca muy estudiosa. Cerró los ojos, lo que le resultó un poco extraño, pero sus otros sentidos compensaron la falta de vista al instante, lo que le permitió a Charlotte concentrarse brevemente en su aquelarre y su paradero antes de relajarse sobre aquel trozo de cuero.
Fueron sus sentidos los que le avisaron de la proximidad de Rosalie. El dulce aroma a miel de la rubia inundó la habitación cuando esta entró, lo cual resultó casi tan calmante como los libros que había a su alrededor. La puerta se cerró suavemente a sus espaldas, y por un momento, reinó el silencio de mientras parecía que esta estuviese contemplando a la morena.
– ¿Estás bien? – Rosalie finalmente habló, y Charlotte abrió los ojos lentamente.
– Necesitaba recargar. – respondió Charlotte, y era verdad. Incluso la morena se sorprendió, solo por un momento, de la facilidad con la que la confesión había salido de su boca.
– ¿Una introvertida? – preguntó Rosalie con un tono burlón, a su vez, su figura se deslizó cual ágil felino hacia el asiento desocupado frente a Charlotte. Sus manos descansaron cruzadas sobre su top azul cobalto, y a su vez, los dedos se entrelazaron desde donde estaban suavemente decorados con anillos de plata.
– Algo así – respondió Charlotte, esbozando una leve sonrisa. Observó a Rosalie un momento más antes de preguntar –. ¿Necesitas algo?
Solo por un momento, el silencio inundó la habitación, y Charlotte se dio cuenta de cómo debió sonar su pregunta, así que no dudó en reformularla rápidamente – Me refiero a que me has seguido hasta aquí, debes haber necesitado algo.
De nuevo, Rosalie no se apresuró en contestar. De hecho, parecía estar meditando sus palabras. Luego, cuando finalmente habló, no fue algo que Charlotte hubiese esperado – Me haces sentir segura de alguna manera. Como si... entendieras lo peligrosa que puede ser una habitación llena de gente.
Las palabras se quedaron flotando entre ellas por un momento. Charlotte se enderezó rápidamente en su silla, y los ojos dorados volvieron a encontrarse con los negros. La morena abrió la boca, pero luego la cerró. Por una vez, estaba completamente sin palabras, porque no sabía qué hacer con esa admisión.
– El mundo no ha sido amable con ninguna de las dos – continuó la rubia con una voz suave y entrecortada. Su mirada estaba fija en Charlotte todavía, sin retroceder. No estaba en su naturaleza hacerlo –, pero siempre que estoy cerca de ti, siento que puede serlo. Solo en esos momentos en los que estás cerca. Me siento a salvo.
De nuevo, Charlotte se quedó sin palabras. Pero sabía que tenía que hablar, así que preguntó – ¿A salvo de qué?
– De... – esto provocó que Rosalie se detuviera bruscamente, apartando los ojos de los de Charlotte como si estos quemasen, así que la morena no dudó. Extendió la mano sin pensarlo, sujetando el mentón de Rosalie y conectando sus ojos nuevamente. Oro y negro. Oro y negro. Oro y negro.
– Háblame – dijo Charlotte, su voz era una mezcla de firmeza y suavidad -, no te escondas de mí.
El labio inferior de Rosalie tembló por un momento, antes de asentir – De todos y todo. A salvo de todos.
– ¿Por qué te sientes insegura? – Charlotte preguntó, y sintió como su pecho se convertía en hielo porque, aunque había hecho la pregunta, no estaba segura de estar preparada para la respuesta.
– Cuando Carlisle me encontró – Rosalie tragó saliva, una acción innecesaria para cualquier cosa que no fuera dar largas –, había sido... violada por alguien que creía que me amaba.
Al instante, Charlotte lanzó su don por toda la casa, atenuando los sentidos y cualquier don de los aquelarres que pudiera permitirles escuchar la confesión de la rubia. Rosalie se estremeció ligeramente, como si supiera lo que Charlotte estaba haciendo, y se apoyó de forma casi imperceptible en el agarre que la morena mantenía sobre su mentón.
Charlotte finalmente miró a Rosalie, preguntando con voz rápida – ¿Quién?
Rosalie se estremeció suavemente, ya fuera por el tono de Charlotte o por otra cosa – No importa. Yo lo maté.
Los rumores de su anterior conversación sobre María se agitaron en la mente de Charlotte. Antes de que pudiera evitarlo, boqueó levemente, haciendo que los ojos de Rosalie brillasen divertidos solo por un momento, pues un instante después el brillo se extinguió.
– Si pudiera volver a matarlo, lo haría – dijo Charlotte, su tono cargado con un ímpetu innegable. Luego, apartó la mano del mentón de Rosalie, recostándose nuevamente en su silla –. Estoy orgullosa de que lo hicieses. Matar a tus opresores, especialmente a los que creías que te amaban, nunca es una tarea fácil.
– Gracias. – respondió la rubia, un tono inusualmente quebradizo saliendo a la luz.
Charlotte continuó entonces, dejando que un poco de emoción empapara sus palabras, porque tenía claro que quería que Rosalie entendiera sus palabras a la perfección. No quería que hubiese dudas – Y estoy orgullosa de ser un espacio seguro para ti. Gracias, de nuevo, por darme el privilegio de serlo.
– Ni siquiera lo intentas – replicó ella, con una pequeña sonrisa tirando nuevamente de sus comisuras –. Todas las personas dañadas... nos sentimos atraídas por ti porque tienes ese rasgo que nos hace sentir que estamos curados. O nos haces creer que somos capaces de curarnos. Incluso Alistair, siempre está al pendiente de ti cuando no estás mirando, aunque se mantiene alejado. Nunca haría eso con nadie más que con Carlisle, o así era antes de conocerte.
Charlotte la observó suavemente, sorprendida por las palabras de la rubia – Soy una reclutadora. Es lo que me han enseñado...
– No – dijo Rosalie, negando con la cabeza. Una pequeña risa se escapó de sus labios ante el rápido movimiento de cabeza de la morena, que parecía dispuesta a contradecirla aún sin escucharla –. Tienes un alma pura y puede que tú no lo creas, pero los demás la ven. Incluso cuando no la buscan o la necesitan.
Cuando Charlotte no se opuso, Rosalie continuó – María rompió muchas cosas dentro de ti, pero nunca pudo tocar tu alma, por mucho que lo intentara. Esa alma que hace que la gente te escuche, que la gente te siga y confíe en ti. Y creo que por eso hizo lo que hizo, porque sabía que un día perdería todo por lo que había trabajado tan duro, todo por tu culpa. Eras su mayor competencia, y ni siquiera lo sabías porque estabas demasiado ocupado viendo lo mejor de ella.
– ¿Cuánto tiempo llevas pensando en eso? – Charlotte habló, siendo ella ahora la que tenía la voz entrecortada.
– Desde que te vi atendiendo a Bella en esa bañera – dijo Rosalie, encontrándose con sus ojos nuevamente. Dorado y negro – No tenías ninguna razón para proteger a Bella como lo hiciste, y sin embargo, prometiste cuidar de su bebé. Ni siquiera dudaste. Fue entonces cuando lo supe; hay algo en ti que es tan puro que a los demás les atrae o les aterra.
– Rosalie... – empezó Charlotte, aclarando su garganta para deshacer el nudo que allí se había alojado.
– Y puede que no me creas – interrumpió la recién nombrada, con sus ojos aún entrelazados –, pero no me harás cambiar de opinión.
Cuando Charlotte no habló, Rosalie se levantó. Se dirigió hacia la puerta con paso lento, no obstante, antes de salir se giró para observarla. El pelo rubio le caía por encima del hombro, tan delicado y hermoso – Solo pensé que deberías saber lo especial que eres. No solo para tu aquelarre, sino para mí.
Charlotte asintió, con el labio inferior atrapado entre sus dientes para evitar que temblara – Gracias.
El estudio quedó en silencio después de que Rosalie se fuera, y Charlotte, en su ausencia, supo de repente qué era esa punzada que sentía en su pecho.
Hacía siglos que no la sentía, e incluso entonces, había sido por la persona equivocada. Un sentimiento que había sido mal utilizado y marcado por una mujer con segundas intenciones. Un sentimiento del que Charlotte siempre se había apropiado con agonía, manipulación y sufrimiento. Un sentimiento que se obligó a sí misma para no volver a sentir o mostrar, ni siquiera por un momento.
Sin embargo, cuando era Rosalie la que estaba relacionada con ese sentimiento, era diferente. Tan diferente y tan irrevocable.
Era amor.
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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ
¿Se emocionaron o qué? Porque yo les juroㅤ
que ando más que emocionada, sobre todoㅤ
con el final de este capítulo. Es que omg. *–*ㅤ
Os estaré leyendo para saber qué opináis,ㅤ
y bueno, disculpadme de nuevo por haberㅤ
tardado tanto en actualizar los dos capítulosㅤ
que os debía. La historia ya casi llega a suㅤ
fin, yo estoy de vacaciones, así que vaisㅤ
a tener al menos un capítulo a la semana.ㅤ
Ahora sí, gracias por leer, os quiero. ♡ㅤ
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