ㅤㅤㅤㅤ𝗹𝗼𝗰𝗸𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗰𝗵𝗮𝗶𝗻𝘀 ❟❟

CAPÍTULOㅤㅤㅤ0
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ㅤㅤㅤ1867, Monterrey, México.

ㅤㅤㅤEL SONIDO DE LAS cigarras en los árboles llevó a Charlotte Everett a una feliz relajación. Mientras levantaba su pierna cubierta de jabón en el aire, veía las gotas de agua deslizarse por su piel de marfil. A su vez, restregaba suavemente sus manos contra su cabello, el cual descansaba dentro del agua tibia.

Afuera estaba oscuro. La bañera de madera en la que estaba Charlotte era pequeña y se clavaba en su espalda mientras las manos se perdían en sus gruesos mechones. Al frotarlos delicadamente, cerraba los ojos. No había preocupaciones que la aquejasen.

– ¡Charlotte!

Sacudiéndose violentamente en la bañera, Charlotte vio como el agua mojaba los bordes de la bañera, aterrizando en el suelo en forma de feas salpicaduras. La voz de María, que la llamaba desde el interior de la cabaña, a unos metros de distancia, hizo que su pecho se agitara.

Empujándose hacia arriba y seguidamente fuera del agua, Charlotte se envolvió en una toalla blanca y rasposa, relajándose en el acogedor material antes de dirigirse a su casa. Sus pies húmedos chocaban contra el empedrado porche trasero. Allí donde hacía la mayor parte de la colada.

Abriendo la puerta trasera y entrando en su casa iluminada por la luz de las velas, Charlotte vio instantáneamente la silueta de María, de pie, junto a su cama. La hermosa vampiresa llevaba un sencillo vestido blanco con volantes. Un abrigo del color de los guisantes, abrazaba su pequeña figura en lo que enfurruñada sonreía por el aspecto de Charlotte.

– Oh. ¿Te interrumpí durante la hora del baño? – María sonríe, recorriendo la habitación para ir a abrazar a Charlotte, haciendo que el aire de los pulmones de esta brote ante la repentina cercanía de la mujer.

– Está bien. – Charlotte habló, y emitió un débil gemido cuando María depositó un beso en su cuello. Charlotte cerró los ojos, dejando que la mujer liberase sus más oscuros deseos y la tocase a su gusto, sintiendo al instante las manos de María pasando por sus brazos desnudos y por los costados de su toalla.

– Charlotte – respondió María, alejándose de ella. Sus ojos carmesí brillaban incluso en la luz tenue, mientras sonreía débilmente a la vampiresa –. Ya es hora. El ejército está en el granero, esperando. Por favor, vístete. Debemos irnos.

Charlotte frunció el ceño suavemente, sin sentir ya el cuerpo de María presionado contra el suyo. Mientras, la líder de su aquelarre colocaba sus dedos sobre la llama ardiente de una vela, viendo como las cenizas los manchaban. María le lanzó otra mirada a Charlotte –. Date prisa, no puedo llegar tarde por tu culpa.

– Sí. – Charlotte resopló, avergonzada de que María la pillase contemplándola.

Moviéndose rápidamente, Charlotte dejó caer la toalla al suelo, sintiendo la mirada de María quemar al pasar sobre su cuerpo. Mientras, se colocó rápidamente la ropa para cubrirlo: un vestido azul con volantes a juego que acentuaba sus curvas. Luego, se colocó un corsé blanco y peinó su cabello hasta lograr darle la forma de una media luna, que impedía que el flequillo le llegara al rostro.

– Te ves hermosa. – dijo María, alejando la mano de la vela.

Charlotte sonrió suavemente ante el inusual elogio y tomó la mano de María en la suya. Las dos salieron de la cabaña. Las faldas de sus vestidos se arrastraban por el suelo, mientras se dirigían, a través de la plaza del pueblo, hacia el granero que albergaba a todos los neófitos.

El granero era rústico, con tablas de madera y vidrios pintados para evitar que la gente mirase dentro. María se apresuró junto con Charlotte a través de la calle hacia la edificación, alejando su mano de la de Charlotte tan pronto como abrió las puertas del lugar, revelando su nido de creaciones.

Dentro del granero, muchos neófitos siseaban en su dirección. Los ojos rojo sangre coincidían con los de Charlotte, que entró en la habitación después de María, cerrando la puerta tras ella y accionando el pestillo en su lugar. María sonrió a los recién convertidos y estos a su vez estiraron sus manos, tratando de sentir el suave material del vestido de Charlotte al pasar, siguiendo silenciosamente a María en dirección a Jasper.

– Jasper. – dijo María, agarrando el rostro de este entre sus manos y plantando un beso ardiente en sus labios.

Jasper se derritió con el beso, su mano se colocó en la pequeña espalda de María, en lo que Charlotte apartaba la mirada. Tratando de no ver a la pareja en su romántico abrazo.

– Ya es hora. – dijo Jasper, haciendo un gesto hacia los neófitos.

Tenía el ceño fruncido al mirar en dirección a Charlotte, con los ojos rojos expresando algo indescriptible.

– Tengo una tarea más que pedirte – dice María, apartándose del rostro de Jasper para escatimar con su mirada a Charlotte –, a ambos de hecho. Que demuestren su lealtad hacia mí.

– ¿Cuál es esa tarea, María? – preguntó Charlotte con curiosidad. Mientras compartía una breve mirada con Jasper. Ambos ignorando las intenciones de María.

– Quiero que mates a uno de estos neófitos – dijo María, dándoles una pequeña sonrisa, mientras se alejaba de su lugar frente a Jasper. En vez de eso, se movió hacia atrás hasta que estuvo delante de ambos – Para probar que matarás por mí a mis órdenes, sin preguntas.

– María… – comenzó Jasper.

– ¡Tenemos que ser un frente fuerte! – siseó María antes de extender una mano para agarrar a una neófita rubia y lanzarla a unos metros de donde estaba Jasper –. ¡Mátala! ¡Ahora, Jasper!

Jasper dejó escapar un respiro, buscando el apoyo de Charlotte. Ella sacudió la cabeza. El miedo hizo eco dentro de su cuerpo mientras Jasper soltaba un fuerte gruñido y golpeaba con su mano el pecho de la neófita. El golpe hizo que la niña se quedase ojiplática antes de que Jasper, con un rápido movimiento, arrancase la cabeza del cuerpo de la niña y la arrojase a unos metros de distancia, en el suelo del granero.

– ¡Oh! – Charlotte gritó en voz alta, cubriéndose la boca con las manos mientras María plantaba un fuerte beso en los labios de Jasper, en agradecimiento, antes de girar la cabeza, levantando una ceja en dirección a Charlotte. Ella agarró a otra neófita, ignorando a los que se escondían. Esta era una joven con grandes ojos rojos, que gimoteaba suavemente, mirando a Charlotte con auténtico miedo.

– No puedo. – murmuró Charlotte, viendo como se formaba una mueca furiosa en el rostro de María.

– ¡Hazlo, Charlotte! – gruñó María. Sus labios danzando en desagrado ante su negativa.

– Pero María… – Charlotte habló en voz alta. Su pecho subía y bajaba por la agitación. – Son niños.

– Mátala – siseó María, dando algunos pasos en su dirección – O te mataré yo a ti.

– ¡Por favor! –gritó Charlotte, cayendo de rodillas –. ¡María! ¡Por favor, no!

– Chica estúpida. – María se río, antes de terminar por romper la distancia que había entre ellas. María balanceó su pie hacia adelante y la punta de su bota golpeó la rótula de Charlotte, haciéndola caer y rodar a lo largo del suelo del granero.

– María. Ten piedad y mátame. – siseó Charlotte. Todo su ser estaba dispuesto a morir para que alguien inocente no tuviese que hacerlo. En algún lugar de su mente, demente y pecadora, prefería que la persona a la que amaba y a la que siempre amó; la matase. Esa persona, era María.

– No – dijo María, con una leve sonrisa que barrió la mueca de su rostro –. Matarte sería demasiado fácil para una traidora como tú… tengo un mejor castigo en mente.

El labio inferior de Charlotte temblaba cuando María se volvió hacia Jasper –. Coge las cadenas.

– No – Charlotte jadeó, habiendo visto a María impartir ese castigo antes. Las cadenas que son difíciles de quitar, incluso con la inmensa fuerza de un vampiro. Son las cadenas que sellan tu destino –. María, por favor, no. Por favor.

El labio superior de María se arqueó en una sonrisa malvada –. Siento que tenga que ser así, pensé que seríamos buenas amigas.

Charlotte sintió un golpe interno por el uso de la palabra amiga saliendo de los labios de María. Y a juzgar por cómo se ensanchaba la sonrisa de la vampiresa, Charlotte adivinó que eso era lo que quería.

Punzadas de dolor picaban los ojos de Charlotte. Y si fuera humana, estaba segura de que estaría llorando. Jasper la agarró de los brazos, que puso detrás de su espalda. Mientras, colocaba las cadenas metálicas alrededor de sus brazos una y otra vez, antes de encajarlas en su lugar.

– Que desperdicio – gruñó María. Y por un breve momento, Charlotte miró a su primer amor. Viendo a la mujer que la creó, la que una vez fue una mujer amable que había besado los labios de Charlotte durante su primera sed de sangre. Pero en ese momento, todo lo que veía era un monstruo.

Antes de que Charlotte pudiera siquiera pensar en romper las cadenas, un leve jadeo había salido de sus labios. Su cuerpo comenzó a sentirse pesado, casi letárgico.

Unas manos comenzaron a moverla. Charlotte se negó a mirar a Jasper, sabiendo que esté la había traicionado también.
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(...)

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Cuando Charlotte volvió en sí, un clavo estaba fijado en su omóplato.

Sus ojos miraban a su alrededor, que estaba oscuro; tan oscuro como la noche en la que yacía, sin saber qué había pasado después del asalto de María.

– ¿Hola? – preguntó Charlotte en voz alta, escuchando su voz hacer eco en las paredes de sus inmediaciones.

Sentada, Charlotte sintió instantáneamente que sus ojos se ajustaban a su nuevo entorno. La tumba estaba compuesta por piedras, hechas con un cemento que lucía oscuro y envejecido. Estaba cubierta de suciedad y mugre. Una tumba que apesta a moho y a muerte.

– ¡No! – gritó Charlotte, poniéndose de pie y golpeando con sus manos el techo de la tumba. Sintiendo como el pesado cemento le empujaba hacia abajo. Asegurándose de que no utilizase su máxima fuerza para salir –. ¡No, por favor! ¡María! ¡Por favor!

La morena vampiresa no oyó nada más que su propia voz. Y es entonces, cuando la realidad de la situación finalmente se derrumbó sobre ella.

María dijo que la muerte era demasiado fácil para alguien como ella. Arrancarle la cabeza a Charlotte y deshacerse de su cuerpo era demasiado lamentable… no. María le dio la única muerte que estaba destinada a volver loco a cualquier vampiro.

Charlotte Everett estaba encerrada en una tumba, donde nadie la oiría gritar.

Y se quedaría allí, por varios siglos más.

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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ

Aquí os traigo el primer capítulo que esㅤ
más una introducción a la historia,ㅤ
ya en el siguiente capítulo comenzaremosㅤ
a partir de Amanecer parte I. En esencia,ㅤ
la historia será similar a las películas,ㅤ
aunque van a haber sucesosㅤ
completamente au.ㅤ

Espero que hayáis disfrutado delㅤ
capítulo tal y como yo disfruté a la horaㅤ
de escribirlo. No os olvidéis de votar yㅤ
comentar, nos leemos en el próximoㅤ
capítulo. Os quiero. ♡ㅤ

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