ㅤㅤㅤㅤ𝗮 𝗺𝗼𝘁𝗵𝗲𝗿'𝘀 𝗹𝗼𝘃𝗲 ❟❟
CAPÍTULOㅤㅤㅤㅤ2
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ㅤㅤㅤCHARLOTTE EVERETT MIRÓ fijamente el tenedor de plata que tenía delante.
Sus manos descansaban sobre la mesa de madera, mientras sus ojos rojos observaban los cubiertos de plata. Intentaba pensar para sí misma la razón por la cual un vampiro necesitaría una buena comida china, si los vampiros no tenían necesidad de comer nada de eso.
Tal vez fue obra de Esme. Queriendo hacer que su familia pareciera normal. Debiendo hacer para ello, que sus alrededores se acomodaran a los de una familiar casa americana. Poco sabían las personas de Forks; Washington, los secretos que ocultaban algunos de sus habitantes. No sabían que tenían una familia de demonios a pocos kilómetros de distancia.
Todos ellos fingiendo ser normales. Asistiendo a la escuela secundaria, consiguiendo un trabajo, haciéndose amigos de la gente de la ciudad, todo era un juego - uno que jugaban bastante bien - si Charlotte era completamente honesta consigo misma.
Fue difícil admitir ese hecho ante sí misma. Admitir que, realmente, aprobaba algunas de las cosas que los Cullen hacían para mantener su secreto ante todas esas personas.
Charlotte continuó mirando la vajilla de plata. Ignoraba la calurosa mirada que le dirigía el diablo al otro lado de la mesa. Aquel que había logrado que, en aquel momento, le fuese difícil gustar de alguno de los Cullen.
Sus rubios rizos enmarcaban su rostro como lo habían hecho años atrás. Labios finos y rosados escondían la fila superior de sus dientes, donde Charlotte sabía; sus colmillos descansaban a la espera. Sus manos se posaron delante de él, en el suave mantel cuyo tono era el amarillo de cualquier girasol. Eran las mismas manos que ayudaron a enterrarla hace años, por orden de cuya mujer, Charlotte fue demasiado ingenua al pensar que la amaba también.
- No voy a ayudarte. - dijo Charlotte, finalmente.
Jasper aspiró aire sin que fuese necesario hacerlo. Charlotte observó la acción. Las cicatrices sobre su labio superior, brillaban a la luz del candelabro de cristal, que colgaba sobre la mesa donde estaban sentados.
Otro accesorio con el que Charlotte se quedó prendada. Y seguiría así cada vez que viese ese simple invento ya que ha pasado muchos años en una tumba de piedra, sin nada más que la oscuridad para hacerle compañía.
- Se está muriendo. - habló Jasper, con el tono de un juez.
Charlotte soltó un pequeño "humph" por la risa que le provocó que Jasper pensase que eso la haría cambiar de opinión.
Como si a Charlotte realmente le importase si la chica humana moría. Los Cullen debían saber que las cosas no serían iguales una vez que despertara de su bruma. Que no iba a ayudar al mismo hombre que había destruido su vida con el clic de una cerradura. Encerrándola tras los portales de oscuridad que eran sus pensamientos, mientras esperaba que alguien finalmente viniera a su rescate.
Si Charlotte era completamente sincera, diría que nunca asumió que sería él; que su santo salvador sería Jasper Whitlock. Asumió que sería otra persona. Alguien con quien juró que se casaría por el simple hecho de salvarla.
No esperaba mirar hacia arriba, en dirección al halo de luz que había desgarrado la oscuridad de su tumba, y ver la cara del muchacho que no se había molestado en esconder su cuchillo mientras la apuñalaba con el por la espalda.
- No me importa - habló Charlotte, probando las sílabas. Se aseguró de poner un espacio exagerado entre ellas para estar segura de que no hablaba con una rapidez que le impidiese a Jasper entenderla -. No sé por qué no pensaste que esto sucedería. Me estaba muriendo, por supuesto que iba a prometer algo. Te habría dejado serrar mi brazo derecho a cambio de salir de la tumba.
- Confiamos en ti - respondió Jasper, aspirando de nuevo el oxígeno de una forma que lo hacía ver molesto -. Quiere quedarse con el bebé y le prometimos que la ayudarías con el dolor y con la salud. Sé que no quieres ayudarme, y lo entiendo. Pero supongo que has de tener un alma en algún lugar de tu cuerpo. Un alma con la moral suficiente como para mantener la palabra a alguien a quien prometiste ayudar.
Charlotte se detuvo por unos segundos. Sus manos se apretaron en su regazo, mientras pensaba en lo que Jasper estaba diciendo. Pensó en la chica del sofá; la pequeña humana que alberga un monstruo en su estómago.
Era una imagen vívida, que le causó una confusión interna por los ojos marrón chocolate que habían mirado en dirección a los suyos. ¡Se veían tan agradecidos! Charlotte no estaba segura de por qué este recuerdo era el único que su cerebro había querido conservar. Pero supuso que era porque su alma trataba de resurgir por sí misma después de sus largas vacaciones. La humana Bella, estaba resucitando la humanidad de Charlotte mucho antes de que estuviera lista.
- ¿Y si no la ayudo? - preguntó Charlotte. Se relamió los labios.
El sabor a tiza del lápiz labial hizo que su estómago se removiese disgustado. Era algo que había encontrado en el baño después de que Esme le dijera que se duchara. Lo cual había sido un nuevo nivel de ansiedad, pues había tratado de hacer funcionar aquel artilugio cuando todo lo que quería hacer en realidad, era quitar la suciedad de su piel de marfil.
- Emmett y yo te devolveremos a la tumba. - dijo Jasper con certeza. Le dio una pequeña sonrisa, como si le pareciera divertida la idea de devolverla al infierno.
Tal vez lo era, Charlotte no se sorprendería. Jasper siempre fue, con franqueza, un personaje algo extraño. La morena solo esperaba que el grande; Emmett, tuviera una moral más aceptable que su hermano.
Aunque Charlotte sabía que Jasper intentaba que cediese, su resistencia vaciló de igual forma. Aún cuando su miedo por Jasper era fuerte, el miedo de volver a la tumba era peor. No podía esperar que Emmett la salvara de otros siglos de oscuridad. Lo cual no le dejó otra opción que no fuese ahogar su orgullo.
- ¿Cómo se llama? - preguntó Charlotte, sabiendo que estaba doblando sus fichas figurativas.
Jasper sonrió, una sonrisa completa y amplia. Mientras colocaba sus codos sobre la mesa, se inclinó hacia delante como si fuera a contarle un secreto. Charlotte se preguntó el motivo por el cual Jasper la odiaba tanto como para sonreír ante su dolor.
- Bella. Es la compañera de Edward. - dijo Jasper, adoptando un tono algo más ligero al hablar de su familia adoptiva.
Charlotte ignoró aquel cambio de tono. Estiró las piernas y empujó la silla hacia atrás. Lo que provocó un terrible chillido contra el suelo de madera pulida.
- Déjame verla. - dijo Charlotte con tono demandante, poniéndose de pie en el proceso.
Largos rizos marrones cayeron a lo largo de sus hombros, hasta la mitad de su cintura. Vestía una camisa y unos pantalones negros muy suaves. Todas eran cosas que le había regalado Esme, pues Charlotte no deseaba estar más tiempo envuelta en su vestido.
Jasper empujó su silla después de levantarse, dándole la espalda. Después, comenzó a caminar por un largo pasillo, yendo hacia el fresco y persistente aroma de la enfermedad humana.
Charlotte aspiró el aroma. Le dolían los dientes con solo pensar en la sangre de la joven madre. Pero tan pronto como le vino a la mente el pensamiento, lo apagó. Jasper se giró y gruñó en su dirección, obviamente sintiendo el cambio en sus niveles emocionales. Charlotte solo respondió con un giro de ojos.
La sala de estar tenía sofás blancos y brillantes que se asemejaban a la nieve que cubría el suelo del exterior. Había sido una vista invernal que Charlotte había admirado durante horas, de mientras que Carlisle seguía dándole sus copas de sangre y deseando que recuperara la salud.
Una pequeña chica estaba descansando en el sofá. Tenía un hombre no demasiado ancho en el sofá de al lado. Su pelo era similar al bronce y sus ojos ámbar líquido. Charlotte recordó que su nombre era Edward, y que él había sido el que le había dado permiso para entrar en la casa de los Cullen.
Era guapo. Pero Charlotte ignoraba su presencia para seguir mirando a quien ella asumía; era Bella. Bajo sus ojos existían círculos profundos. Círculos oscuros que resaltaban, ya que su rostro estaba muy demacrado y enfermizo. Su piel estaba tirante, como si sus pómulos pudieran atravesarla. Su grueso cabello, que Charlotte pensaba que debió ser bonito en algún momento, era apartado de su rostro atado un nudo desordenado. Unos pocos mechones estaban flácidos contra su frente y cuello, pegados al sudor que cubría su barbilla.
- Así que así es como se ve la muerte. - susurró Charlotte suavemente. Vio al hombre junto a Bella fruncir los labios para luego dejar salir un gruñido en su dirección. Había logrado que su rostro, que una vez había sido atractivo, se volviese feo a causa de la indignación que se dibujaba en este.
Charlotte observó como Bella le colocaba una de sus manos esqueléticas en el pecho y la empujaba suavemente hacia el sofá. Esta era una silenciosa forma de decirle que se calmara. Bella no habló, sino que, con su poca energía, tan solo hizo un gesto en dirección a Charlotte.
- Hola. - dijo Bella, como si unos cuchillos le estuviesen cortando las amígdalas.
Charlotte resistió el impulso de acobardarse ante el sonido y caminó hasta ponerse de cuclillas ante la joven humana. Sus rodillas no lucharon contra la sensación familiar. Las imágenes de su recuerdo de hacer esto, cuando aún estaba de pie junto a María, estaban aún frescas en su memoria.
- Hola. - la imitó Charlotte suavemente. Bella le sonrió y Charlotte se encontró imitando dicha acción.
Desesperada, Charlotte quiso retractarse de sus palabras anteriores, en las que decía que Bella se parecía a la muerte. Porque ahora, de cerca, Charlotte veía a la vida. Bella no era la muerte. Porque para morir, simplemente, había que vivir. Aquello era lo que Charlotte había deseado durante años.
Ser capaz de tomar la mano de alguien mientras respiraba por última vez. Cerrar los ojos y no tener que volver a abrirlos nunca más. Estar libre de sus pensamientos de ira, traición y angustia. Ahora, por culpa de María y su mente ingenua, nunca tendría ninguna de esas cosas.
Pero las cosas eran diferentes ahora. O lo iban a ser.
- Me veo terrible, ¿no? - preguntó Bella. Una pequeña risa salió de su garganta, como si ya supiera la respuesta. Charlotte sacudió la cabeza, viendo por el rabillo del ojo a Edward, que se recostaba en el sofá. Sus ojos se centraron en su cara.
- Te ves hermosa - dijo Charlotte, obsequiando a Bella una pequeña sonrisa. Fue entonces cuando Charlotte levantó su mano, poniéndola sobre el estómago hinchado de la humana -. Pero dicen que para estar hermosa por fuera, tienes que estar hermosa por dentro también. Aunque no dudo que seas una persona maravillosa, tu bebé no lo demuestra. Por favor, levántate la camisa para mí.
Bella hizo lo que se le dijo a regañadientes. Su vientre era grande; anormalmente grande para un bebé de crecimiento anormalmente rápido. Charlotte trató de no mirar, y a juzgar por la renuencia de Bella a mirar a su marido, sabía que era feo y pútrido de mirar.
Charlotte admiraba la capacidad de Bella para seguir sonriendo, mientras echaba un breve vistazo a su estómago. Había supuesto que el amor de una madre no tenía límites.
Una vez que la mano de Charlotte entró en contacto con la dura piel del estómago de Bella, esta respiró e intentó relajarse. Un poder abrumador cayó repentinamente sobre los hombros de Charlotte, pues sabía que Bella confiaba en ella para ayudar con el bebé.
Charlotte cerró los ojos y miró detrás de sus párpados mientras imaginaba los nervios, las arterias, las costillas, la columna vertebral; todos curándose a sí mismos con la velocidad de un vampiro. Bella estaba destrozada. Su cuerpo no entendía qué criatura estaba tratando de incubar. Un débil jadeo salió de la boca de Bella cuando su cuerpo comenzó a recibir la ayuda de las habilidades de Charlotte.
Alejándose una vez que se sintió mareada, Charlotte le sonrió a la joven madre. Los ojos de Bella estaban encapuchados por el agotamiento. El dolor provocado por su bebé tuvo que haberla mantenido despierta todo el tiempo. El chico; Edward, se movió hacia delante y dio un suave beso en la frente de Bella. Después, dio a Charlotte un ligero asentimiento, lleno de gratitud, pues había ayudado a la recuperación de su esposa.
Charlotte miró el estómago de Bella. Vio que los moretones púrpura se desvanecían para dar paso a un suave amarillo. Se estaba curando, muy ligeramente. Tuvo que hacer eso unas cuantas veces más con Bella para que desaparecieran por completo. Pero le pareció bien la idea. Sabía que Bella no se parecía en nada a Jasper; no era malvada.
De repente, Edward salió de su lugar en el sofá, con todo su cuerpo como una plancha hirviente. Charlotte estaba confundida. Cuando giró la cabeza para seguir a Edward, el olor de un animal la golpeó con toda su fuerza.
Su garganta quemó por el olor ácido y su piel quiso arrugarse en desagrado a causa del horrible olor. Era un hombre lobo. Charlotte lo sabía mentalmente. Pero sus sentidos parecían haber olvidado a lo largo de los años, la forma en que apestaban aquellos perros de gran tamaño.
Charlotte observó a Edward apartarse del lado de Bella, para salir a hablar con el hombre lobo. La voz de Edward hablaba en la distancia. Su eco sonaba lejos de la plataforma principal de la casa. Pero Charlotte lo escuchó claramente en lo que Bella dejaba salir un suave ronquido de sus labios.
- La está matando, ¿verdad? Se está muriendo. - dijo una voz desconocida. Matices de ira destacaban en ella.
- Mi culpa - susurró Edward. Estaba en silencio y se oyó un impacto contra el suelo antes de que Edward volviese a hablar. La voz sonó tensa, como si no pudiese respirar -. Sí, Jacob. La está matando.
- Entonces, ¿por qué Carlisle no ha hecho nada? - preguntó Jacob. Su tono se encontraba al borde del gruñido una vez más -. Es médico, ¿verdad? Saca esa cosa de ella.
- Lo intentamos - jadeó Edward -. No nos deja.
- Por supuesto que moriría por el engendro del monstruo. - dijo Jacob con voz distante.
Los ojos de Charlotte parpadearon brevemente, viajando en dirección a los de Bella. Pero la humana seguía perdida en su sueño. Haciendo un breve ruido con su garganta, Charlotte siguió escuchando la conversación.
- La conoces bien - dijo Edward -. Qué rápido ves lo que yo no vi. No a tiempo. Ella no me hablaba en el camino a casa. No realmente. Pensé que estaba asustada, eso sería natural. Pensé que estaba enojada conmigo por hacerla pasar por esto, por poner en peligro su vida. Otra vez. Nunca imaginé lo que estaba pensando, lo que estaba resolviendo. ¡No hasta que mi familia me recibió en el aeropuerto y ella corrió directamente a los brazos de Rosalie! ¡De Rosalie! Y entonces oí lo que Rosalie estaba pensando. No lo entendí hasta que lo escuché. Sin embargo tú, Jacob, lo entiendes después de un segundo.
- Retrocede un segundo. Ella no te dejará - dijo Jacob, con un claro sarcasmo en su tono de voz -. ¿Alguna vez notaste que es tan fuerte como una chica humana normal de cincuenta kilos? ¿Cómo de estúpidos sois los vampiros? Sujétenla y noquéenla con algunas drogas.
- Yo quería... - soltó Edward -. Carlisle podría haber...
- ¿Qué? ¿Demasiado nobles para hacer eso? - les cuestionó Jacob. Su tono brusco ponía a Charlotte de los nerviosa.
- Por si no lo has notado, su guardaespaldas es una complicación. - dijo Edward, pasándose las manos por la frente con frustración.
- ¿Guardaespaldas? - se preguntó Charlotte en voz baja, volviéndose para descubrir que estaba sola.
Bella estaba en el sofá, perfectamente ajena a lo que pasaba a su alrededor. Charlotte podía sentir que uno de los Cullen estaba cerca. Tenía un olor claramente familiar. Pero Charlotte seguía tratando de aprender a sentir y oler cosas nuevas fuera de la podredumbre y el moho.
Mientras Edward y Jacob hablaban entre ellos, Charlotte escuchó como la puerta trasera se cerraba y un nuevo olor entraba en la habitación.
La dueña del aroma era hermosa, incluso con los estándares de belleza de los vampiros. La chica que estaba de pie en el arco de la sala era rubia, un perfecto rubio dorado que terminaba en rizos que enmarcaban su rostro. Sus ojos, muy parecidos a los de su familia, eran de un tono de rica miel.
La misteriosa chica miró a Charlotte. Se puso en cuclillas al darse cuenta de que ella se encontraba a solas con Bella.
Charlotte se preparó para el ataque. Tensó su cuerpo e intentó recordar los movimientos que María le había enseñado cuando era una neófita impresionable. Esta chica podía tener el propósito de luchar para mantener a Bella viva, pero Charlotte tenía siglos de rabia reprimida para ayudarla a dar una pelea decente.
- Rosalie. - dijo Edward. Reconociendo su presencia bajo aquel nombre, apartó la mirada de Charlotte a regañadientes para mirar al chico.
Edward pareció notar aquella resistencia, por lo que frunció el ceño a la par que una ligera mueca bailaba por la comisura de sus labios. Él y Rosalie se miraron el uno al otro por unos segundos. Edward frunció aún más el ceño, mientras que Rosalie lo imitó por pura indignación.
Edward dijo lentamente -. Rosalie, esta es Charlotte. Ella te va a ayudar con Bella.
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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ
¡Buenas! Aquí traigo el capítulo dos de laㅤ
historia, y en este, por fin, Charlotte yㅤ
Rose se conocen como ha de ser. Bueno,ㅤ
en realidad tampoco empiezan muyㅤ
bien en este, pero al menos Rose no laㅤ
está inmovilizando esta vez xd.ㅤ
Por otro lado, tenemos a Jazz que bueno,ㅤ
ha amenazado a Charlotte para que losㅤ
ayude, pero ñeh, gajes del oficio lol. Yㅤ
ya que estamos, díganme que opináis deㅤ
todo lo que está pasando. Os leeré conㅤ
mucho gusto y os contestaré, nosㅤ
leemos en el próximo capítulo. ♡ㅤ
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