ㅤㅤㅤㅤ*𝘄𝗵𝗮𝘁 𝗮 𝗺𝗲𝘀𝘀 𝗶 𝗹𝗲𝗮𝘃𝗲 ❟❟

CAPÍTULOㅤㅤㅤ6
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ㅤㅤHAY UN LUGAR EN LA mente humana. Aquel al que todos acuden cuando experimentan un trauma.

Ya sea dentro de sus cabeza, en un rincón de la habitación o en los brazos de otra persona.

Cuando las consecuencias de lo ocurrido con María llegaron a Charlotte, se quedó consigo misma. No había otra alternativa. Ningún rincón hacia el que poder arrastrarse, o brazos en los que pudiera refugiarse. Era solo ella, sus pensamientos y cuatro paredes. 
 
Durante años, Charlotte se había mantenido cuerda gracias a la esperanza. La esperanza de que alguien llegara a su tumba, abriera la compuerta y la rescatara. En lo más profundo de su mente – un lugar de cuya existencia renegaba –, a veces deseaba que su salvadora fuese María. Que Charlotte tuviera una razón para perdonarla por todo el dolor que le había causado. Para poder amarla de nuevo sin culpa.

Otro puñado de años pasaron, y Charlotte no era más que un manojo de rabia. Era una niebla hirviente y densa de odio e ira aborrecible. Podía sentirla hasta en la médula de sus huesos, a través de cada poro de su piel y cada hebra de cabello. No habría piedad. No habría piedad para María, para Jasper o para cualquiera que hubiese contribuido o supiese de su encierro.

En las partes más oscuras de su mente, una voz la regañó por no haber matado a esa recién nacida cuando tuvo la oportunidad. Porque la peor parte del encarcelamiento de Charlotte, era que ella misma lo había elegido.

Cuando volvió a ver a Jasper, mirándola desde lo alto de su tumba ese día en el que decidieron tomarla como rehén, Charlotte estaba fuera de sí. Había imaginado ese escenario miles de veces, de forma obsesiva y con opciones diversas. Pero durante los siglos de agonía que había vivido sola, Charlotte nunca pensó realmente que Jasper sería el que la sacaría de su infierno. Lo había imaginado, sí. Al igual que había imaginado el derramamiento de sangre que le traería a él, por supuesto, aunque pensó que aquello eran solo ilusiones sin sentido. 
 
Pero él la había sorprendido.
 
No obstante, la peor sorpresa para Charlotte fue lo mucho que la gente todavía confiaba en Jasper. Cuánto creían los Cullen en el personaje que el rubio armó, a pesar de saber lo que le había hecho. Cómo la había empujado a la tumba, con una sonrisa dibujada en su rostro, como si estuviese haciendo un gran servicio. Hizo que todo en Charlotte se enconara, y lo peor era que no podía ni siquiera demostrar su disgusto torturándolo. Tenía que jugar limpio.

Aunque, con ese pensamiento viene la oscuridad, que se cierne sobre los pensamientos de Charlotte. Esa que le recuerda que con el amor de los Cullen por Jasper, viene también su errónea confianza en la morena. Demasiado ingenuos para creer que le haría algo a la mujer embarazada. Especialmente cuando mostraba su dulzura con Bella de forma tan transparente

Su error. Eventualmente aprenderían.

Charlotte aleja esos pensamientos de ella, centrándose en el presente y no en aquellas cavilaciones que a veces la invadían y siquiera eran suyas. Aunque Edward se había estado volviendo más laxo a la hora de revisar sus pensamientos. Más ahora que sabía que Bella estaba a salvo con ella.

– ¿Cómo te sientes? – la voz de Carlisle es gential al hacerle la pregunta a Bella, de mientras, revisa la presión sanguínea de la mujer. Un dedo enguantado presiona la parte interna de la muñeca de Bella, con cuidado de no lastimarla. 
 
– Me siento un poco mareada. – dice Bella suavemente, escuchándose un crugido que provenía de su mandíbula tras cerrarla. Su mirada salió disparada hacia Charlotte, que estaba en la esquina. Los ojos oscuros brillando por una fracción de segundos, tal y como siempre lo hacían. Como si pensaran que la inmortal es la mejor persona del mundo.

Charlotte le devuelve a Bella una amable sonrisa, porque a pesar de cómo se conocieron, ella realmente adoraba todo de la humana. Desde su naturaleza de hablar suave, hasta las palabras cargadas de carácter que lanza en dirección a Edward cada vez que este intenta quitarle sus decisiones. Si sus circunstancias fueran diferentes, Charlotte pensaría que podrían ser mejores amigas. Pero ella no puede permitirse el lujo de pensar así ahora. No cuando tiene un plan para ejecutar...

Sus ojos bailaron alrededor de la habitación. Charlotte trató de sentir al vampiro cobrizo, a pesar de saber que ese esfuerzo era innecesario. El chico estaba afuera, patrullando junto a Emmett y Alice. No podía soportar ver los chequeos de Bella, así que le dejaba el deber de cuidarla a Charlotte.

– ¿Estás durmiendo bien? – pregunta Carlisle, tomando suavemente la mano de Bella entre las suyas. Estaba probando su habilidad para apretar su mano, su nivel de fuerza. 
 
Rosalie entra en la habitación entonces, llevando la taza de poliestireno blanco de Bella. Bueno, una vez había sido blanco, pero ahora con todas las débiles manchas de sangre de cada recarga, era más del color de la cáscara de huevo. Le da la taza a Bella con una sonrisa suave. La vampiresa contempló a la morena tomar un buen sorbo antes de que se decidiese por moverse, yendo hacia un costado de la habitación y reclinándose en la pared. Estaba apenas unos metros por detrás de Charlotte.

– Bien, creo que deberías ir a lavarte para ver cómo te sientes luego. – dice Carlisle, con una mueca apenas oculta en su rostro.
 
Bella se quita la manta del cuerpo y Rosalie está junto a ella al instante, levantándola con brío para llevarla hacia el baño. Charlotte también se pone de pie, con la mirada fija en Bella, y por un momento, casi se arrepiente de haber hecho lo que estaba a punto de hacer. Es entonces cuando la voz de Jasper se escucha en la casa.

Se está riendo de algo que dijo Emmett.

Riendo.

No se necesita más que un pensamiento vigoroso antes de que algo en Bella parezca romperse. En la habitación, resuena aquel sonido tan atroz, y Charlotte siente como el dolor se enciende en el cuerpo de la pálida humana como si fuera el suyo propio. Aprieta los dientes y muestra una expresión de terror.

En un rápido movimiento, Bella cae al suelo. Hay otro movimiento apresurado, y Edward está allí. Agarraba la cabeza de Bella con su mano, suavemente, deteniendo el inminente choque con la esquina de la mesa de café.

Las cosas se precipitan a partir de ese momento y son muy rápidas. Edward toma a Bella en sus brazos, abrazando su frágil cuerpo contra su pecho mientras se dirige a Carlisle, que lo guía a la improvisada sala de partos que había instalado en la casa. El aroma de Jacob se hace más fuerte dentro del hogar. Grita el nombre de Bella, desconcertado por lo que está pasando.

Charlotte observa como Rosalie corre tras Jacob hacia la sala de partos, con la cara agotada. Sin los otros, Charlotte se queda con los tres huéspedes restantes, y finalmente, deja que su cara se retuerza en una sonrisa.

– No – esta es la voz de Alice, llena de miedo. Sus ojos, si Charlotte no lo supiera, casi parecen brillar con lágrimas que querían ser derramadas, y su cabeza se agita en negación –. Charlotte, no lo harías.

– ¿No lo haría? – Charlotte pregunta, apenas reconociendo su propia voz. Una risa se escapa de su garganta, y finalmente mira a los tres. Emmett, Alice, y por último, Jasper. Todos sus rostros muestran expresiones diferentes; el de Emmett está confundido, el de Alice expresa un corazón roto, y el de Jasper está expectante.

– Amas a Bella. – dice Alice, hablando como si intentase que Charlotte repitiera después de ella. Como si así fuese a cambiar de opinión. 
 
– Amo a Bella – concede Charlotte, porque puede admitirlo para sí misma –. Pero lo odio.

Mientras dice esas palabras, Charlotte señala a Jasper –. No podía hacerte daño Jasper, no de la manera que yo quisiera. Sería demasiado obvio, así que me decanté por la siguiente mejor opción.

– Haciendo daño a la gente que ama. – Emmett parece ponerse al día, y su expresión se endurece de forma desagradable. Como si finalmente se diera cuenta del monstruo oculto bajo la piel de Charlotte. El monstruo que tuvo siglos para fortalecerse en la oscuridad. 
 
Porque mientras que la gente tenía brazos a los que escapar cuando estaban traumatizados, Charlotte tenía que crear su propia serenidad. Tenía que ser su propio lugar seguro, y ese lugar estaba saturado de oscuridad desde su diseño.

– No puedes hacer esto. – dice Emmett, dando un paso hacia adelante. 
 
– Yo no haría eso – le advierte Charlotte, con los ojos dorados en llamas –. No podrás vencerme.

Un desafío hace que el pecho de Emmett se hinche –. Pareces estar demasiado segura de ti misma.

– Oh, lo estoy – sonríe Charlotte, mostrando toda su dentadura. Había dientes en demasía –. Aprendí a luchar de la mejor persona que conozco. Y debo decir que era bastante despiadada.

– Emmett, no... – la débil voz de Alice se ahoga cuando se oye el chocar del cuerpo de mármol de Emmett con el de Charlotte.

Para el crédito de Emmett, su fuerza, incluso sin alimentarse durante semanas, la toma por sorpresa. Sin embargo, Charlotte lo esquiva fácilmente, girando su cuerpo antes de asestarle un fuerte golpe en la sien, lo que hace que rompa la mesa del comedor y la reduzca a astillas al chocar con esta.

La conmoción se produce en la parte trasera de la casa. Los demás finalmente se dan cuenta de que algo va mal y Charlotte puede escuchar la voz de Esme acercándose, y es entonces cuando vuelve la vista hacia Jasper. 
 
– Esta es la única oportunidad que tendrás de destruirme – dice ella, sonriéndole. Charlotte ladeó la cabeza, acentuando su voz burlona –. Fuiste descuidado la última vez.

Como ella predijo, Jasper muerde el anzuelo.

Se estrellan contra una pared y esta se agrieta de tal manera que parecen las venas que recorren el cuerpo humano. Charlotte enrosca su mano alrededor de la garganta de Jasper, y con la otra inmoviliza las falanges del vampiro. Como si de un interruptor de luz se tratase, quita tres dedos de la mano derecha del rubio y los lanza al otro lado de la habitación.

El gruñido de Jasper es feroz, y Charlotte no pierde tiempo en tirarlo por las escaleras. Jasper la acorrala fácilmente. El brazo se conecta con sus costillas y la golpea contra una pared cercana. Le duele la cabeza al golpearse contra la rígida madera, no obstante, el vampiro ya la estaba apurando de nuevo.
 
Charlotte coloca su pie contra su caja torácica mientras él la presiona y ella lo empuja hacia atrás sin esfuerzo. Jasper choca con la puerta principal, la ventana de vidrio se rompe gracias al impacto de su cuerpo, y el cristal se esparce como diamantes en el piso de madera.

En los fragmentos, Charlotte ve que sus ojos son completamente negros. Tanto como lo era su pupila.

No le da tiempo a Jasper para descansar, pues la vampiresa agarra las solapas de su chaqueta, lo tira contra la pared y comienza a golpear su cabeza repetidamente. El rubio gruñe y consigue arrancar varios mechones oscuros de la cabeza a Charlotte, pretendiendo que así lo dejase de atacar.

El dolor solo hace que Charlotte sea más despiadada. De mientras que golpea la cabeza de Jasper contra la pared, ella desea poder ver al vampiro sangrar.

Un brazo fuerte envuelve la cintura de Charlotte, arrancándola de encima de Jasper, aunque la vampiresa arroja fácilmente a Emmett lejos de ella. Su corpulenta figura choca con los fragmentos esparcidos por el suelo, fácilmente debilitado por su falta de sangre.

– ¡Detengan esto! – esta es Esme, tratando de avanzar aún cuando Alice se lo impide. La vampiresa está mirando con el más puro terror todo aquello, aunque hay algo en esta que apesta a esperanza. Espera que Charlotte haga algo.

Charlotte quiere acabar con esa esperanza. 
 
Se da la vuelta, agarra a Jasper por sus hebras doradas y hace que su cuello quede expuesto. Está apretando los dientes, pero hay algo en sus ojos que demuestra alivio –. Hazlo.

El gruñido de Jasper hace que se detenga, su voz no suena urgida, más bien es firme. Casi como si el lugar donde estaba ahora mismo fuera inevitable. Tal vez lo era.

– Con gusto. – dice Charlotte a la par que levanta su mano. Estaba lista para arrancar la cabeza del vaquero del resto su cuerpo. Todo eso de mientras que su familia asistía a la ejecución como meros espectadores, pero...
  
– Hazlo, Charlotte. – Jasper repite, y hay algo en su cara. La disposición a morir. Esa que le recuerda a Charlotte algo; algo que la hace hacer lo impensable. 
 
Ella vacila.

Ella maldito vacila.

– Hazlo, Charlotte. – gruñe María, con el labio superior curvado sobre su fila de dientes.
 
– Pero María – Charlotte habla en voz alta, con el pecho subiendo y bajando apresurado por la agitación –, son niños.
 
– Mátala – siseó María, dando unos pasos hacia adelante –. O te mataré yo misma.

– ¡Por favor! – grita Charlotte, cayendo de rodillas – ¡María, por favor, no!

Mechones del cabello de Jasper se quedan pegados a la mano de Charlotte cuando ella lo deja caer al suelo otra vez. Ella da un paso atrás, el vidrio se quiebra bajo su peso, y sus ojos contemplan su cara, con el labio inferior temblando. 
 
– Te odio – escupe Charlotte mirándolo fijamente. Su voz retumba en su pecho como un rugido, desgarrándose en su garganta como una lija. Es chillona, rota por la agonía y la ira más pura –. ¡Te odio, te odio, te odio!

Jasper sigue mirándola, y algo en su expresión se rompe cuando habla, al igual que su voz No hay humanidad allí, solo las ruinas de lo que fue una persona –. Yo también me odio a mí mismo.

Ante la confesión, el rostro de Charlotte se rompe en mil expresiones diferentes, aunque todas de dolor. Su voz es un susurro, lastimero y sin energía. Suena como una niña recién regañada –. La odio.

Un destello ilumina los ojos rotos de Jasper, y Charlotte sabe que él la entendió.
 
Están lejos de ser amigos o aliados, pero son algo. Un fibra del pecho de Charlotte siempre la conectará con Jasper. Sus traumas se alinean como si fueran el reflejo que se ve en un mismo espejo. María los había cubierto a ambos de rojo, y en algún lugar del camino había cometido la mejor manipulación; hacer que se destruyesen mutuamente para no tener que hacerlo ella.
 
Jasper es una víctima, al igual que Charlotte. Sin embargo, aquí está ella, destruyendo su vida con una ira que debería estar reservada a la verdadera responsable de todo aquello. Él no era un inocente, claro que no, pero tampoco lo es Charlotte dentro de aquel esquema.
 
– Yo también me odio a mí misma. – dice Charlotte, con los ojos centrados en los de Jasper. 

Un reflejo en el espejo.

Es lo más cercano a una disculpa que ella y Jasper se darán mutuamente. No lo curará todo, pero curará algo. Ayudará a suavizar sus bordes dentados, las cosas que se han dicho y hecho el uno al otro. 
 
No están curados. Ni mucho menos, pero su batalla ya no es entre ellos. 
 
Charlotte abre la puerta de la casa de los Cullen, evitando el cristal que cae de la ventana y mira fijamente la naturaleza. Las personas, que observan su retirada, están en silencio, pero Charlotte puede oír a Alice llegar al lado de Jasper, con el vidrio crugiendo en el suelo bajo sus talones.

Baja las escaleras de la casa de los Cullen con los ojos ausentes. Charlotte puede oír el corazón de Bella dentro del hogar. Lo escucha por un momento, oyendo su lento latido y luego, oye cuando se detiene cinco segundos después. Se permite, por un momento, sentir la agonía antes de correr.

La casa Cullen desaparece entre el bosque. Dejada atrás, como debió ser desde hace tiempo.

Incluso los lobos se alejan de ella.

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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ

¡YA ESTÁ! Este es oficialmente el últimoㅤ
capítulo del primer acto. El siguiente va aㅤ
ser el último acto, así que me encantaríaㅤ
leer vuestras teorías. ¿Qué creéis que vaㅤ
a pasar? ¿Qué pensáis de lo ocurrido enㅤ
este capítulo? ¿De la relación entre Charㅤ
y Jazz? Se podría decir que ahora estánㅤ
arreglados, después de casi matarseㅤ
el uno al otro (aunque todos sabemoㅤ
quién hubiese ganado 💅🏻).ㅤ

Así que bueno, estaré leyendo todo lo queㅤ
comentéis, y lamento no subir el lunesㅤ
como de costunbre. La universidad meㅤ
consume hasta el alma. En fin, que os reㅤ
amo, os leo en el próximo capítulo. ♡ㅤ

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