ㅤㅤㅤㅤ*𝘁𝗿𝘂𝗹𝘆 𝗺𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝗼𝘂𝘀 ❟❟
CAPÍTULOㅤㅤㅤ4
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ㅤㅤㅤEL BOSQUE DETRÁS DEL hogar de los Cullen olía a ciprés fresco.
Era un aroma espeso, que hizo que la nariz de Charlotte se potenciase mientras miraba a través de los árboles. Sus pupilas se movieron como canicas anaranjadas en sus cuencas para buscar lobos.
Al no encontrar ninguno, Charlotte se trasladó al patio trasero de la casa de los Cullen. Sus dedos se arrastraron contra la fría barandilla de madera, delgada y perfectamente pulida. Los largos dedos de Charlotte, pálidos y ágiles, eran lo que los humanos llamaban "dedos de músico".
Entre los borrosos recuerdos almacenados en el hipocampo de su mente, Charlotte recordaba una figura femenina no identificada que le enseñaba a tocar el violonchelo en un comedor poco iluminado. La voz de la mujer era de naturaleza relajante, paciente y firme.
Este era un recuerdo que la perseguía cada vez que se miraba las manos. Un recuerdo que aún no había descifrado si valía la pena desterrar por completo, debido a su capacidad de hacerla sentir orgullosa y malhumorada al mismo tiempo.
Le recordaba a María de más formas de las que se atrevía a admitir.
– Ten cuidado. – dijo Esme, apareciendo en la puerta corrediza. Llevaba un vestido azul marino de mangas acampanadas que hacía que su cabello contrastara bellamente. Sus ojos dorados estaban llenos de preocupación, a pesar de que Charlotte aún era una extraña.
Charlotte le dio un suave asentimiento a modo de entendimiento, porque la mujer se merecía lo mismo. Ella era el corazón de la familia Cullen; cálida y gentil a pesar de sus muchas tribulaciones. Dicen que las personas más amables son las que han experimentado más crueldad, y Charlotte se preguntó qué diría ese dicho sobre ella.
Había una pequeña escalera que llevaba al pasto del patio trasero de los Cullen. Charlotte abrió el pórtico que la separaba de este con un clic, pisando el suelo con los pies enfundados en las botas que le habían prestado. Hacía tiempo que se había cambiado del vestido que Alice le había dado, eligiendo en su lugar algo del armario de Esme. Algo que fuese más compatible para la caza.
Mientras los árboles abrazaban su figura, Charlotte dedicó otra mirada hacia la casa de los Cullen. Fue entonces cuando sintió varios pares de ojos mirándola a través de las ventanas de vidrio. Aunque ninguno - ni siquiera Esme - se encontraba en la puerta. Aquellos ojos se sintieron como grilletes, por lo que Charlotte apartó la mirada de la familia para poder cuidarse a sí misma.
El silencio reinaba en el bosque, mientras ella caminaba rápidamente a través de el. En la distancia tan solo se percibía el débil sonido de algunos pájaros y una corriente de agua que avanzaba velozmente. Pero aparte de esas cosas, no se escuchaba nada más. Charlotte sentía la naturaleza con sus otros sentidos, inhalando la fragancia de las hojas podridas y húmedas; arrastrando las muñecas expuestas a través de los troncos de los árboles musgosos.
Fue cuando se topó con un olor metálico, que su razón para vivir aquella aventura se hizo evidente. Se trataba de un gato montés, cuyo olor recorrió con rapidez las venas de Charlotte en lo que ella se escabulló en dirección a sus coordenadas.
Cuando encontró al animal, vio que este estaba encima del cadáver de un pequeño roedor. Sus dientes aplastaron la carne del animal, cuya sangre goteaba de su boca, cayendo al suelo del bosque. Los ojos del gato iban de vez en cuando hacia arriba, lejos de la dirección de Charlotte, alerta de los depredadores que pudiesen tratar de robar su comida. Poco sabía el carnívoro que pronto sería él quien fuese la comida.
Tan solo le tomó diez minutos inmovilizar el animal contra la tierra, después de que llevase a cabo su primer ataque. Sus uñas se deslizaron por la piel como si tratase de encontrar un punto de fricción en el granito. Sus gruñidos eran una mezcla de terror y ferocidad. Charlotte tuvo que darle unos puntos a la pequeña cosa, que permaneció inquieta hasta el último desgarro de su garganta, realizado por el par de incisivos de la vampiresa.
Su cuerpo se quedó tan solo un poco satisfecho. Pues la sangre animal no saciaba su hambre como lo hacían los humanos. A pesar de atiborrarse de animales, se necesitaban cinco alces para comparar el alivio que obtendría de una sola gota de sangre humana. Una comida que aún anhelaba desesperadamente.
A pesar de querer terminar la salida, Charlotte se dispuso a seguir cazando. Buscando entre el follaje algo para picar. Se las arregló para encontrar otro gato montés no muy lejos de allí. También encontró un alce bastante próximo a su ubicación dentro del bosque. Su enorme apariencia hizo que las entrañas de Charlotte gorgotearan debido a la hipersensibilidad que solo viene con un desafío agradable, uno aportado por la posibilidad de una deliciosa comida.
Una vez que su hambre se calmó, de nuevo Charlotte pudo volver a maravillarse con su caminata a través de los árboles. De este modo se perdía a sí misma. No de forma espiritual; sino de forma física. Sus extremidades se movían por sí mismas, abandonando la tierra para pasear entre las frondosas copas de los árboles. Pronto se encontró en la cima de un acantilado, mirando hacia abajo las manchas de verdor propias de la vegetación.
Sus rizos descansaron sobre su pecho. Eran llevados por el viento cuando ella miraba hacia abajo. Por un momento, pensó en saltar. Solo por un momento, se había imaginado a sí misma impactando contra el suelo, sin recuperarse esta vez de la caída y de lo que esta supondría.
Imaginó que despertaba en la tierra de la que los humanos hablaban con tanto cariño. Disfrutando de una cálida luz, rodeada de aquellos que tanto la habían amado en su vida pasada. Aquellos miembros de la familia que había dejado atrás de forma voluntaria, sosteniendo la mano de una mujer que le había prometido poder y una existencia sin control.
En ese entonces, la pseudo Charlotte pensaba que una mordida en la arteria principal le había valido la pena. Había valido la pena dejar a los que la amaban sin respuestas y sin un cuerpo al que llorar. Había sido tan tonta dejándolo todo atrás; tan estúpidamente egoísta e infantil.
Ahora, ella había sido dejada atrás. Sin límites, en todos los sentidos imaginables. No se parecía en nada a la manera en que la pseudo Charlotte había fantaseado, y era casi gracioso para ella el cómo había entrado en esta vida siendo tan egoísta. Pues ahora era ella la que siempre debía ser desinteresada con su don.
Charlotte bajó del acantilado, con las manos apretadas en puños flojos. Sus pasos eran un suave ritmo sobre la tranquila naturaleza. Acompañada tan solo por la melodía que silbaban los pájaros desde lo alto. No fue hasta que cruzó el camino entre los árboles que se dio cuenta de que era libre.
Los ojos anaranjados - casi dorados después de tanta sangre animal - miraban con desprecio un camino hecho por el hombre. La invadió una especie de confusión que llegó con la molestia de un recordatorio. Fue entonces, cuando se acercó al pavimento extendiendo la mano como si fuese una niña.
Sentía una especie de fuego tras sus ojos; un fuego feroz que la quemaba. Una presión que se acentuó en lo que se agachaba y colocaba una palma contra la pintura amarilla del borde del camino. Se sintió como si algo la asfixiara e impidiera el paso del aire, casi advirtiéndole de que tenía que tomar una decisión.
Los músculos tensos de sus piernas le dijeron que corriera. Recién alimentada y tan fuerte, sería imparable para los hambrientos y debilitados Cullens. Para cuando la alcanzaran... No; para cuando Jasper la encontrara - pues nunca dejarían a Bella desprotegida - Charlotte tendría los ojos rojos y feroces. Es entonces, cuando Jasper sabría que se vengaría de él y de María.
Ella arrancaría miembro por miembro a aquel despreciable hombre. Una luchadora verdaderamente hábil contra otro luchador hábil. No habría ventajas, porque ambos habían sido enseñados por el mismo maestro. Las cadenas que una vez estuvieron en las muñecas de Charlotte, eran iguales a las de Jasper. El puño que había sido empujado para sujetar la garganta de Charlotte desde el principio, había estado haciendo exactamente lo mismo con Jasper durante más tiempo. María tenía dos manos, después de todo.
La rabia de Charlotte la asustó. Quitó su mano del camino, acunándola contra su caja torácica como un animal herido. En su cabeza, Charlotte se dijo con bastante brío que solo ella se compararía con un animal herido. Que solo ella se veía a sí misma de esa manera, y que los demás la veían como algo totalmente distinto; tal vez como una criatura monstruosa que estaba más allá de la salvación...
Incluso en los tiempos en los que había sido humana, esas palabras viciosas habían acechado la reputación de Charlotte. Salidas de la boca de los hombres que había rechazado y de las mujeres que había despreciado.
Fue entonces cuando Charlotte decidió que volvería a la casa de los Cullen. Hacía mucho tiempo que había tomado una decisión egoísta, la cual había logrado cambiar el curso de toda su vida. Cometer el mismo error otra vez parecía tentar al destino por algo mucho peor.
Antes de detenerse, se precipitó a través de los árboles y zigzagueó alrededor de frondosos arbustos. Algo en el aire; un olor almizclado y húmedo, había llamado su atención. Ese olor estaba vivo y caliente, sangre. Líquido vital que descansaba debajo de una desagradable y pútrida piel apestosa.
Mientras estaba de pie, Charlotte escuchó claramente el estruendo que producía un gruñido. Un gruñido que provenía de lo más hondo de la caja torácica del sujeto que lo generó, sonando este casi como el prolongado chasquido de un trueno. Por un momento, la visión de un oso pasó por la cabeza de Charlotte, por lo que trató de recordar cómo tenía que actuar para superar al inteligente animal, que sin duda tenía los ojos puestos en ella.
Pero fue su olor lo que la hizo volverse para enfrentar a la criatura. Charlotte se enfrentó a un lobo de color oscuro, no obstante, las puntas de su pelaje eran del color de la líquida miel. Su diseño era hermoso. Era tan alto como un caballo, con su columna vertebral rozando la parte inferior de las ramas colgantes de un roble. Sus caninos tocaban la punta de su barbilla afilada y reluciente de saliva. Sin duda resultaba ser una figura amenazante, pero Charlotte estaba más preocupada por los iguales del animal.
Después de todo, los lobos cazan en manada.
Charlotte corrió a través de los árboles, sintiendo que el suelo temblaba bajo sus pies mientras el animal la perseguía. Más pisadas se sumaron un momento después. Cada nuevo cuerpo con un olor diferente; más miserable que el anterior.
El hogar de los Cullen estaba cerca, Charlotte podía distinguir el olor de Bella incluso a kilómetros de distancia. Era enfermizo, pero aún así tenía una cualidad de sirena que la atraía a su origen como una brújula que apuntaba al norte. Charlotte esquivó rápidamente una brusca mordida proveniente de su izquierda, con los incisivos perfectamente alineados a la altura de su riñón. Como un conejo, se lanzó a los últimos kilómetros que quedaban entre ella y el hogar de los Cullen.
Una fuerte presión en su columna vertebral, puso a Charlotte en modo de lucha. Un lobo negro, que le sacaba a la vampiresa unos cinco pies de altura, la golpeó contra el suelo. La morena chocó contra la tierra, siendo enviada a varios de distancia y dejando un buen hoyo en el suelo debido a la fuerza del impacto.
Charlotte se enderezó instantáneamente, sin disuadirse en lo más mínimo. Sus labios se curvaron sobre sus dientes y un gruñido abandonó su garganta. El lobo negro no retrocedió. Sus ojos humanos se llenaron de odio, y de alguna forma, la morena no tenía duda alguna de que sus ojos se habían vuelto diferentes.
Durante el proceso en que María entrenaba a Charlotte, había hablado brevemente sobre los lobos. Tan brevemente, que Charlotte estaba segura de que María pensaba que estos no eran reales; que eran un producto de la imaginación que algunos vampiros nómadas habían afirmado ver en su vida, pero que nunca habían probado.
Charlotte se alegró de comprobar que María estaba equivocada. Sin embargo, eso también significaba que no estaba preparada para enfrentarse a un solo lobo. Mucho menos a una manada entera.
Aún así, ella se mantuvo firme. Se mantuvo tan firme en su lugar, que hasta podría haber sido confundida de lejos con una piedra. Sintió la energía de los lobos dentro de ella. Pudo sentir sus órganos vivos y escuchar sus corazones. Incluso sentía la sangre de los animales moverse rápidamente dentro de sus arterias; aquello no era lo que Charlotte estaba buscando.
No. Ella estaba buscando al humano debajo de la piel. Esa era la única debilidad de los lobos, y Charlotte era buena para encontrarla. María amaba eso de ella.
Otro gruñido y Charlotte estaba cargando hacia adelante. El lobo negro, impávido, se encontró con ella cuerpo a cuerpo. Chocaron bruscamente, y la figura de Charlotte cayó rápidamente sobre el lobo. Sus manos arrancaron el pelaje que protegía la piel; así le exponía tanto como pudiese.
El lobo la arrojó, ensangrentado en los lugares donde le faltaba el pelaje y atacó de nuevo. Charlotte sintió como los caninos del lobo se clavaban en su antebrazo, pero golpeó con su otro brazo la mandíbula de este, haciendo así que la cabeza del animal chocase contra un árbol cercano.
Un lobo distinto trató de darle otro golpe, pero al ser más pequeño, Charlotte lo esquivó con rapidez. Su pie impactó contra las dos patas delanteras, y se escuchó el crujido de sus huesos quebrándose al caer hacia adelante. Inestable por las extremidades rotas, y con un chillido de dolor abandonando sus fauces.
El lobo negro volvió a embestir contra Charlotte, recuperándose y arrancando la tela de los jeans de Esme de la pierna derecha de la vampiresa. Con la costura rota, exponiendo su carne hasta el muslo, los otros lobos no perdieron el tiempo y no dudaron a la hora de lanzarse a morder la carne expuesta.
Sin embargo, Charlotte luchó contra ellos con precisión. Calculó sus movimientos y los esquivó por ser estos tan descuidados. Se aferraron a lo que sabían, y Charlotte, a pesar de no conocerlos, sabía lo que iban a hacer antes de que lo hiciesen. El lobo negro era el único atípico, e incluso este comenzaba a volverse predecible.
A Charlotte le tomó una sola estocada para poder presionar su cuerpo contra la garganta del lobo, balanceando su figura más flexible hasta que estaba a horcajadas sobre su columna vertebral, en donde comenzó a agarrar el pelaje con fuerza. El lobo negro rugió, el sonido se mezcló con el dolor y Charlotte sintió que su agarre se debilitaba solo un poco al ser desgarrada por las zarpas del animal.
Entonces, el rugido se convirtió en el grito de un humano. Charlotte le arrancó la piel de lobo al hombre. Así debilitaba el poder del lobo y llegaba a las raíces. Un hombre sería fácil de matar.
Otro grito humano.
La piel rojiza se asomó a través del pelaje enmarañado que cubría las manos de Charlotte, y fue entonces cuando escuchó la voz de María:
– Así es, Charlotte. Los matas antes de que ellos te maten a ti. En la guerra no hay tiempo para el honor, solo para la sangre.
Charlotte se apartó del cuerpo, con las manos
ensangrentadas y el pelaje de color medianoche descansando en estas mientras el cuerpo antaño debajo de ella se convertía en lobo otra vez. El humano se congeló una vez más dentro de la piel del lobo, gruñendo a pesar del obvio dolor que sentía. Los ojos de la bestia estaban aterrorizados, pero decididos a seguir luchando hasta la muerte.
Así que Charlotte corrió antes de que pudiera obligarse a hacer algo que no quería. Los pasos no la siguieron hasta la casa.
Charlotte aterrizó en el patio de la casa de los Cullen. Sangre de lobo le cubría las manos y el pecho, esto en conjunto con el pelaje que había arrancado de raíz.
Unos brazos le atraparon la cintura. Decían su nombre y exigían detalles que explicasen por qué estaba cubierta por aquello. A pesar de esto, Charlotte se quedó mirando sus manos. La voz de María repitiéndose en su mente, tan enfermizamente dulce.
Charlotte supo entonces que era un monstruo.
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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ
Bueno, no sé ustedes, pero yo aún sigo enㅤ
shock por lo ocurrido. Primero que nada,ㅤ
tenemos a Charlotte que hace alusión aㅤ
lo fácil o tranquilizador que sería dejarseㅤ
caer desde el acantilado para despertarㅤ
rodeada de sus seres queridos. Y luegoㅤ
tenemos la confrontación con los lobos.ㅤ
Me muero de ganas por leer vuestrosㅤ
comentarios. Pienso que este es uno deㅤ
los capítulos clave en el desarrollo deㅤ
Charlotte. Ella pudo haberse ido, noㅤ
obstante, decidió quedarse para ayudarㅤ
a Bella. ¿Qué opináis sobre eso?ㅤ
Estaré leyéndolos. Osea quiero mucho,ㅤ
nos leemos en el próximo capitulo. ♡ㅤ
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