ㅤㅤ*𝗸𝗶𝗹𝗹 𝘆𝗼𝘂𝗿 𝗱𝗮𝗿𝗹𝗶𝗻𝗴𝘀 ❟❟

CAPÍTULOㅤㅤㅤ7
. . . . .˚ೃ(‧₊˚.ꦿ)⨾ੈ . . . . .
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ㅤㅤEN EL REFLEJO DE LA pantalla de la televisión, Charlotte pudo ver su hosco rostro devolviéndole la mirada. Incluso en los píxeles de la pantalla teñida de negro, los cardinales que descansaban bajo sus ojos eran notorios. Estos se veían marcados por la sed de sangre, que quemaba en la parte posterior de su garganta desde que salió de su tumba.

Le había llevado semanas llegar a este punto de su excursión. Punto que sería el final si todo salía según lo planeado. Charlotte empezaba a sentirse como una acosadora obsesiva por la forma en que buscaba información sobre María y su paradero.

Yes que, a pesar de la forma en que había dejado a Jasper, sentado sobre una pila de vidrio que una vez había formado la puerta principal de su casa, y con tres dedos faltantes que descansaban al otro lado de la habitación, él la había ayudado. Se había requerido una ingeniosa correspondencia por parte del rubio, pues este no quería que su familia supiera que seguían en contacto.

Los mensajes de texto codificados de Jasper habían sido una evidencia, y Esme, que estaba horrorizada por su comportamiento, prohibió toda conversación que involucrara a Charlotte y su localización. Todo eso después de que ella abandonase la casa aquel día. Ninguno de los Cullen había peleado con Esme, por supuesto, sobre todo porque estaban muy ocupados con Bella. La humana fue mordida por Edward después de que se desangró en la mesa de operaciones; y ahora, era felizmente inmortal junto al resto de los Cullen, con una hermosa niña para demostrarlo.

Renesmee Cullen. Era un nombre horroroso, pero una parte de Charlotte siempre había esperado que Bella eligiera un nombre único para su hija. Más que nada porque desde la concepción de Renesmee, había sido cualquier cosa menos normal.

Sin embargo, había otra ínfima parte de la vampiresa que anhelaba estar allí, con los Cullen. O con Bella, al menos. Para ver como Bella, la que una vez fue una persona enfermiza en sus recuerdos, había terminado por convertirse. Charlotte no tenía dudas de que Bella sería una madre increíble. Si su resistencia durante su vida humana tenía algo que ver con la inmortal, sería una fuerza a tener en cuenta.

Pero su anhelo por Bella siempre fue superado por un deber que había postergado desde hace mucho tiempo. María era como una migraña que atacaba tu cerebro, imposible de ignorar y siempre ahí. Incluso cuando Charlotte pensó que Jasper era su mayor enemigo, María estaba al acecho en su subconsciente.

Ahora, era el momento de sacar provecho de sus siglos de sufrimiento.

Por eso estaba en un pequeño y brillante motel amarillo canario en las afueras de Oaxaca, México. El lugar le recordaba a Charlotte tiempos lejanos, cuando pensaba que este lugar sería su hogar para siempre, junto a la mujer que amaba y con un amigo como Jasper para cuidarla.

Ahora, apestaba tan solo a promesas rotas y traiciones del tipo más cruel. En este pueblo le mintió la mujer que amaba. Esa que hizo que Charlotte mantuviera todas las luces encendidas en su dormitorio, pues la oscuridad le recordaba demasiado al cautiverio. Incluso ahora, cada pocos minutos, Charlotte levantaba sus brazos e intentaba desplazar las cadenas imaginarias que se cernían alrededor de sus costillas.

Fueron esos momentos los que se grabaron en su memoria a fuego. Registrados como un trauma que la impulsó a seguir hacia adelante. Charlotte había tratado muchas veces de convencerse a sí misma de este plan, a pesar de que era en lo único que había estado pensando durante años. La morena sabía que vería a María, eso era un hecho, pero no había pensado realmente en cómo sería ver a las personas a las que una vez había llamado amigas. Lucy y Nettie seguramente estarían allí; eran las mujeres que se consideraban la mano derecha de María después de todo. Y Charlotte todavía no estaba segura de ser capaz de destruirlas si trataban de oponerse a ella - y una parte distante de su mente, sabía que sin duda lo harían.

Acomodando su cuerpo desde donde estaba sentada, al borde de una cama perfectamente hecha, Charlotte dirigió su mirada hacia el sol de fuera. Finalmente comenzaba a ponerse. El cielo pasó del azul claro y el calor abrasador e insípido, a un suave sorbete en tonos naranjas y rosas fluorescentes. No estaba muy lejos de parecer una pintura de Salvador Dalí, con cada color apilado y superpuesto a otro en una desordenada obra maestra.

No pasaron más de treinta minutos antes de que el sol se pusiera completamente y la tierra estuviera rodeada por una oscuridad de terciopelo azul. Charlotte se puso de pie entonces, escuchando por culpa de ese movimiento, el débil crujido del cuero que cubría sus brazos. Ruido que se repitió cuando volvió a colocar estos a sus costados.

A diferencia de cuando había estado con los Cullen, Charlotte había invertido en un nuevo armario para ella sola. Todo robado, por supuesto, porque los trabajos requerían tiempo y certificados de nacimiento, y Charlotte no tenía ninguna de esas cosas. Al principio, su ropa consistía solo en faldas largas, con patrones cosidos a mano en sus dobladillos y camisas gruesas de lana que ocultaban la parte del escote.

Ahora, Charlotte estaba vestida de forma similar, aunque más apropiada a los tiempos que corrían. Los vaqueros ajustados, como los negros que llevaba ahora, fueron una decisión difícil de tomar para ella. La forma en que moldeaban sus piernas la incomodaba, y casi había emigrado de vuelta al territorio de las faldas, hasta que vio como esas prendas eran aún más cortas y ajustadas. Así que, a regañadientes se había quedado con los vaqueros, y aunque no eran de lo más cómodo, cumplían con su función.

Las otras partes del atuendo de Charlotte eran simples; un jersey verde oscuro que era a la vez ligero y reconfortante se ceñía a sus brazos y hombros anchos. Junto a sus jeans y al jersey, llevaba una elegante chaqueta de cuero con cremallera plateada y un par de botas negras hasta los tobillos. Los tacones de las botas eran los más familiares, y ella los manejaba con toda la confianza que pudo reunir.

De cualquier forma, su ropa no importaba al final. Pues de mientras que se deslizaba a través de la oscuridad del pueblo a rebosar de casas pintadas de colores brillantes, no se podía ver nada de ella salvo una débil silueta. Los ojos de Charlotte captaban a la gente que pasaba a lo lejos, riéndose a causa del alcohol ingerido que encubría sus aromas o yendo descalzos, dirigiéndose a casa para pasar la noche. Algunos incluso hablaban de dirigirse a su hotel, pues la ubicación actual de Charlotte era una trampa para turistas. Un lugar perfecto para que un aquelarre de vampiros aceche y se alimente de personas que podrían desaparecer fácilmente sin dejar rastro.

Ella siguió viendo las casas a medida que avanzaba. Sus ojos buscaban una forma familiar, aquella que había grabado en su memoria desde que renació como un monstruo por culpa de la misma mujer que ahora estaba cazando. Le llevó doce casas y cuatro calles encontrar la cresta del aquelarre de María, notoriamente impresa en el lateral de un edificio de color azul cobalto. Para cualquier turista, parecería un símbolo de la orgullosa herencia mexicana, pero para Charlotte fue un indicativo de que había encontrado el lugar correcto.

Escuchando atentamente, Charlotte oyó la débil voz de María en la distancia. Estaba hablando con alguien, varias risas brotaban de ella mientras contaba una historia que Charlotte había escuchado muchas veces. Era sobre el antiguo compañero de María, Antonio, que había muerto cuando le robaron el dominio de varias tierras a la vampiresa. Cuando Charlotte estuvo al lado de esta en la guerra y en la cama, María le contaba la historia de como ella y Antonio se conocieron.

En aquellos tiempos, Charlotte solo escuchaba la voz de María, aliviada por su acento y su tono de voz suave. Había sido lamentablemente ingenua al pensar que el afecto de María por ella sobrepasaba el que una podía tener hacia una muñeca, un objeto inanimado. Y fue más ingenua cuando la mujer claramente recordaba aún a su antiguo marido. Había señales por todas partes, y Charlotte no tenía a nadie a quien culpar sino a sí misma por ignorarlas todas.

La historia terminó y la risa de María fue acompañada por otras. Todos eran desconocidos. Posiblemente miembros que María había iniciado una vez que Charlotte fue encadenada bajo tierra.

Cada puerta de la casa de la vampiresa se encontraba abierta. Después de todo, ¿quién podría acercarse sigilosamente a un vampiro?

La casa de María era hermosa en cuestiones de diseño. Cada mueble era de un oscuro rojo cereza, que combinaba perfectamente con las brillantes mesas de café y los armarios que cargaban con bellas piezas de cerámica. Charlotte escudriñaba con sus ojos toda la casa, sintiendo diferentes aromas unidos a ciertos objetos. No habían casi olores que le resultasen familiares, pero sí algunos. El aroma de Lucy permanecía en un par de agujas de coser que estaban al lado de un sillón reclinable, sobre un montón de tela rosa pastel y púrpura. Mientras que el aroma de Nettie se percibía en el espacio que había frente al televisor.

– Ya vuelvo. – una voz avisó débilmente desde la cocina, siendo seguida por el sonido de una puerta corrediza al ser cerrada, supuso. La voz era femenina, de tono agudo. Mantuvo sus pasos ligeros mientras se movía hacia la cocina, buscando algo aún sin revelar.

Charlotte se quedó en silencio mientras se dirigía a la entrada de la cocina. Su cuerpo se iba amoldando a las sombras proporcionadas por la ausencia de luz en cada esquina. Atinó a ver un cabello rubio y rizado mientras la chica se movía por la cocina. Estaba de espaldas a Charlotte, y jugueteaba con una copa de vino llena de un líquido rojo. El aroma metálico que flotaba en el aire le decía a la morena todo lo que necesitaba saber.

A propósito, Charlotte entró en la cocina permitiendo que sus pies soportaran más peso del que soportaban antes. El suelo afortunadamente crujió, e instantáneamente un par de ojos rubí se fijaron en su figura. Estaban teñidos por la alarma, después empezaron a nadar en la confusión, y finalmente, los labios se entreabrieron con la intención de expulsar algún sonido –. María...

Charlotte atravesó velozmente la cocina, inmovilizando a la rubia con una llave. La chica se estremeció, no podría hablar con el antebrazo de Charlotte presionando sus labios cual mordaza, por ello, la vampiresa mordió el brazo de la morena, desgarrando la piel y filtrando su veneno en la extremidad. Gruñendo, lanzó a la chica con su brazo bueno a través de la mesa del comedor, y seguidamente contra un armario que contenía todo tipo de cachivaches.

Un golpe seco se escuchó tras el impacto de la inmortal. Charlotte escuchó las voces cargadas de sorpresa provenientes del exterior, y la puerta corrediza finalmente se abrió. Cada rostro tenía una emoción diferente. Miedo, ira, confusión, vacilación, pero la de María. Oh, la de María era la favorita de Charlotte.

Si fuera posible que el rostro de María perdiera su suave tono aceitunado, habría tenido una obvia expresión de miedo. Ella se paró en medio del aquelarre que había creado, con el cuerpo inmóvil. Sus ojos estaban muy abiertos, con el blanco sobresaliendo como si de una caricatura se tratase. María no dijo nada.

– ¿Charlotte? – esa voz era la de Nettie.

Charlotte desvió su mirada de María para poder ver a la morena que le había hablado. Nettie era hermosa. Siempre lo había sido, con su cara en forma de corazón y sus suaves rizos de muñeca. Estaba vestida de manera similar a Charlotte, con una camiseta lisa y unos jeans. Nettie se veía como una adolescente normal que simplemente estaba disfrutando de una noche en casa de su familia.

– Nettie. – reconoció Charlotte, dándole una leve inclinación de cabeza trató de luchar contra su afición por la mujer. Recordó como ella y Nettie solían pararse frente a un espejo en la habitación de esta última, espolvoreando diferentes pigmentos de flores trituradas en sus labios para obtener el perfecto color rojo ahumado que deseaban. Habían estado muy unidas, casi inseparables dada la afición de Charlotte por el espíritu combativo de Nettie.

– Todos fuera – la voz de María hizo que fuera como entrar en un recuerdo. Cuando nadie se movió lo suficientemente rápido, María gritó firmemente – ¡Ahora!

Eso hizo que los otros, que consistían en dos hombres de pelo oscuro y la rubia a la que Charlotte había lanzado contra la pared, se movieran rápidamente para no invocar más la rabia de María. Nettie y Lucy sabían que debían quedarse, así que permanecieron a ambos lados de María. Lucy, con su belleza y su cabello rubio, no apartó los ojos de Charlotte en ningún momento. De hecho, parecía mirar a Charlotte con un poco de desagrado, como si esperara que algo malo le ocurriese.

– ¿Cómo es que estás aquí? – preguntó María con la voz entrecortada. Seguía mirándola fijamente, casi con rabia. Tras un momento, entrecerró los ojos, preguntando – ¿Está Jasper contigo?

El dolor que le provocó esa pregunta debió ser notorio en el rostro de Charlotte a pesar de sus esfuerzos, pues instantáneamente algo en la expresión de María se suavizó –. Charlotte, encantadora Charlotte. ¿Cómo estás?

Algo en la mente de Charlotte se removió como un gato enojado ante el tono amoroso de María. Sintió que su cuerpo se ablandaba, queriendo fundirse en el abrazo que María le ofrecía, pero algo en ella le devolvió la racionalidad. Sin embargo, el obvio juego de María para que Charlotte bajara la guardia era interesante, y la morena tuvo que admitir que era un buen plan.

Por lo tanto, ella lo aceptó. La voz de Charlotte sonaba como la de un niño –. María...

La sonrisa de María se amplió, e instantáneamente relajó su postura. Se acercó a Charlotte, y la confianza en sus habilidades para manipularla casi hicieron que bajara la guardia. No obstante, la morena se aferró a la confianza que esta mostraba en sí misma, porque algo en su interior le decía que esto terminaría a su favor.

Unos delicados brazos envolvieron a Charlotte, y casi al instante, el aroma de María contaminó sus sentidos. La morena hizo que su cuerpo se relajara, aunque se aseguró de que las manos de María se enrollaran alrededor de su cintura y no en su cuello, queriendo así evitar una decapitación furtiva.

Una vez que María se apartó del abrazo, apoyó una mano en la mejilla de Charlotte. Su pulgar pasaba suavemente sobre la piel de marfil de la inmortal –. Dime, cariño, ¿cómo es que estás aquí?

Charlotte pensó por un momento en una respuesta, suavizando sus ojos –. Jasper.

Por un breve momento, la ira atravesó la expresión de María. Ella rápidamente envolvió ese sentimiento como a un caramelo, todo con tal de mantener la fachada de ser una buena persona ante la mirada vigilante de Charlotte –. Oh, estoy tan contenta de que estés aquí. Imaginarte ahí abajo siempre me ha perseguido.

La inteligente forma de María para caminar alrededor de la verdad, hizo que Charlotte pensara que Nettie y Lucy ignoraban lo que realmente había pasado esa noche. Algo en el pecho de la vampiresa se agitó, pero ella evitó que se le viera en la cara –. Te he extrañado.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de María. Ella retiró su mano del rostro de Charlotte después de un momento, dando una última caricia ligera, casi pareciendo un reproche –. Y yo a ti, querida.

Entonces, María se volvió hacia Nettie y Lucy –. Voy a hablar con Charlotte, a solas. Mantengan a los demás bajo control.

La mano de María se entrelazó con la de Charlotte antes de que se pudiera decir otra palabra. Ella la comenzó a guiar fuera de la cocina, aunque la morena atrapó los labios de Lucy, que se debatían en un gruñido antes de seguir a Nettie hacia lo que Charlotte asumió que era el patio trasero.

Giraron en una esquina, revelándose ante sus ojos un pasillo oscuro a través del cual caminaron para llegar a una puerta de madera. Estaba forrada con diseños elegantes, espirales sin fin y flores grabadas en la madera. Charlotte, en cualquier otra circunstancia, se regocijaría con la belleza, pero en esta ocasión, permaneció en silencio.

María abrió la puerta con una sonrisa, mostrando un lujoso dormitorio. La cama era un adorno, Charlotte sabía que solo había dos maneras de usarla; para aparentar y para el sexo. Charlotte instantáneamente trató de luchar contra la molestia que se enroscaba en su cuerpo, disgustada por la actitud presuntuosa de María hacia su repentino regreso.

– Te he echado mucho de menos. – dijo María en voz baja una vez que la puerta detrás de ellas se cerró.

Charlotte se apartó de la cama y captó un poco de su reflejo en el espejo de la habitación de María. Incluso, durante un momento de reflexión, comprendió que parecía un ciervo asustado. Así que, para ocultar su miedo, lo enmascaró con el preludio de una pregunta seria –. ¿Por qué lo hiciste, María?

La pregunta flotaba en el aire. Los labios de María se apretaron en una fina línea, y luego dejó salir un largo aliento. Bajó los ojos de manera sumisa, y Charlotte supuso que María debía haber olvidado que ella la había visto hacer eso cuando intentó seducir a Jasper para añadirlo a sus filas –. Estaba avergonzada de mí misma. Enojada, no voy a negarlo, pero sobre todo avergonzada de mí misma y... de mis sentimientos hacia ti.

Charlotte no podía creer lo que estaba escuchando. Casi la hizo reír en voz alta, pero la ira que estrangulaba sus cuerdas vocales no permitía que algún sonido saliera de su garganta. ¿María realmente estaba tratando de pensar en una excusa para hacerla parecer la víctima? Ella estaba tratando de culpar a la víctima de un trauma por sus errores, y si Charlotte hubiese podido enfermarse, lo habría hecho.

En vez de eso, imprimió en su rostro el dolor de la forma más convincente que pudo –. María, no sabía que te sentías así. Pero... si hubiera sabido lo que sentías por ti misma, te habría dejado ir.

– No quería que te fueras – dijo María, y se precipitó hacia Charlotte como un amante que se encontraba fuera de lugar al otro lado de la habitación, cuando en realidad debería estar al lado de su amada –. Sé que lo que hice fue enfermizo, imperdonable, pero sabía que estarías bien. Sabía que una vez que me recuperara y los tiempos cambiaran, te sacaría de allí y podríamos empezar de nuevo. Tú y yo, enamoradas como siempre lo estuvimos.

Solo porque no pudo resistirse, Charlotte preguntó con voz triste –. ¿Estuvimos?

– Enamoradas como estamos – María cayó en la trampa, tratando de corregirse al presenciar el falso corazón roto de Charlotte tras el error que cometió al decir aquello. Se acercó hasta el alcance de su mano y contempló el cuerpo más alto de la morena –. Nunca he dejado de amarte, Charlotte. Ni una sola vez.

Charlotte sonrió, mordiéndose la mejilla para no pronunciar las palabras que quería gritarle a María, y le hizo un gesto para que se acercara aún más. María fue de buena gana y su rostro se alzó en un movimiento eterno, uno que siempre solía llevar a cabo antes de que se besaran en los tiempos de antaño. El movimiento hizo que Charlotte se detuviera antes de que se forzara a presionar sus labios contra los de María.

Una vez, hace mucho tiempo, los labios de María se sintieron como el principio y el fin de todo. Charlotte podía recordar los días perdidos en los que se presionaban delicadamente contra los suyos. Tan suaves, maleables y encantadores porque pertenecían a una mujer de la que estaba locamente enamorada. Los labios de María seguían siendo encantadores, y Charlotte se permitió un momento para regodearse en ellos, para olvidar a quién pertenecían, y entonces, al levantar la mano para posarla en la mejilla de María, se apartó y abrió los ojos.

Los ojos de María estaban ligeramente empañados, y Charlotte casi se alegró de ver que María no parecía tan poco afectada como siempre había asegurado. Sin embargo, eso no aplacó la ira que Charlotte sintió cuando María le sonrió tímidamente, como si todo estuviera perdonado.

Inclinándose de nuevo hacia abajo, Charlotte esperó a que María cerrara los ojos. Dejó que sus labios se rozaran una vez más antes de, en un brutal movimiento, separar la mandíbula inferior del resto del cráneo.

El mármol hizo un sonido horrible al ser desgarrado, y el estridente sonido de María a causa de la inmensa agonía hizo que la verdadera forma de Charlotte se mostrara. Sostuvo la mandíbula de María en su mano, y una risa maliciosa abandonó sus labios carmines al ver como María se alejaba de ella a trompicones.

Charlotte podía oír al aquelarre de María, que venía a ver qué había ocurrido después de oír tales gritos. Sin embargo, la morena no perdió tiempo y partió la mandíbula de María por la mitad, moliéndola en un trozo de hueso irreconocible. María vio esto cuando la puerta se abrió de golpe, manteniéndose de milagro unida a las bisagras. Por ella entraron los dos hombres morenos de antes.

No perdieron el tiempo, pues comenzaron a lanzar golpes que Charlotte esquivó fácilmente. Aunque eran grandes, sus pasos eran descuidados y fáciles de maniobrar. Charlotte los manipuló rápidamente, arrancando brazos y piernas de sus cuerpos como si fueran caramelos.

Otros vampiros del aquelarre de María la apuraban mientras ella luchaba, algunos lograban arrancarle el cabello a Charlotte, pero Charlotte hacía tiempo que no sentía ningún dolor físico. Se movía como una máquina, arrancando los ojos de sus cuencas, más se decepcionó cuando, como con Jasper, no había sangre para demostrar sus asesinatos.

Lucy y Nettie fueron las últimas en acercarse a Charlotte. Nettie estaba de pie en el pasillo, temblando de puro terror, de mientras que Lucy gruñía ferozmente. La sensación anterior de que las dos mujeres eran inocentes de lo que María había hecho dejó de ser real cuando Lucy habló.

– Cuando encuentre a Jasper lo mataré por dejarte salir – gruñó Lucy, con el cuerpo tenso, similar a una serpiente que está lista para saltar y atacar a su presa –. Estabas mejor bajo tierra.

Entonces, Lucy se lanzó hacia ella, golpeando su cuerpo contra el de Charlotte. El golpe hizo que Charlotte se estrellara contra el espejo que había detrás, el vidrio arañando su piel sin dejar evidencia alguna. Rápidamente, golpeó con su mano la mejilla de Lucy, haciendo que la mujer se precipitara hacia el suelo.

Sin darle a Lucy siquiera un momento de tregua y sin desperdiciar su tiempo, Charlotte se posicionó encima de la rubia para comenzar a arrancarle el cabello como si de una flor se tratase. Lucy chillaba, tratando de usar sus manos para romper el agarre de Charlotte, pero ella presionó una mano sobre el esternón de Lucy y le quitó la energía de sus movimientos. Finalmente, fue con un grotesco sloop que la cabeza de Lucy se desprendió de su cuerpo.

La habitación se quedó en silencio después de eso, y Charlotte levantó la vista del cuerpo de Lucy para encontrar a María en un rincón de la habitación, mirando con terror lo que la rodeaba. Su rostro, que una vez fue impecable, era dantesco a falta de una mitad. Como una estatua romana a la que le faltaba la nariz o un brazo, María era hermosa de una manera escalofriante.

El miedo de María hacia su accionar, sin embargo, hizo que Charlotte se alejara del cuerpo de Lucy y se acercara a la mujer con la cabeza destrozada de la rubia en su mano. Los rizos se anudaron alrededor de sus dedos, y ella se inclinó sobre María. En su rostro danzaba una escalofriante expresión que iba del júbilo a la burla.

– ¿Qué pasa, María? Pensé que matar a gente inocente mostraba lealtad.

El eco de las palabras dichas hace años hizo que el rostro desfigurado de María se transformara en un grito. Con los dientes de superiores brillando bajo la luz que había en la habitación, Charlotte tiró la cabeza de Lucy a un lado y agarró a María por los costados de su cabeza. Luego, con una intensidad enfermiza, metió sus pulgares en las cuencas oculares, enfrentándose a la oposición que estas presentaban, seguida muy de cerca por el eco de los gritos de la vampiresa.

Los dedos de Charlotte cedieron, y se escuchó el repugnante sonido de los ojos rubí de María al abandonar su cráneo y chocar contra el suelo de madera de la habitación. Esa en la que María había intentado convertir a Charlotte en víctima una vez más.

Los coches de policía rugieron a lo lejos. Sin duda un vecino había oído los gritos de María resonar en la tranquilidad de la noche y había llamado a la policía. Charlotte se sentó un momento, mirando las cuencas ahora vacías en el rostro de María. Fue como si un peso fuese levantado desde lo profundo de su pecho, y luego se puso de pie.

Como si fuese un palito de helado, Charlotte le rompió el cuello a María y le arrancó la cabeza del cuerpo. Una vez terminado esto, la vampiresa colocó la cabeza desmembrada en el suelo y ubicó su talón sobre el cráneo. Lo último que necesitaba era que Nettie volviera a unir los pedazos de María como una muñeca y la trajera de vuelta para joder la mente de alguien más.

Charlotte entonces se volvió hacia el armario en el lado más cercano de la habitación, deslizándolo para abrirlo y descubrir algunas bolsas grandes. Comenzó a tomar varias para poder mover cada parte del cuerpo en tres bolsas separadas. Acumulándolas como tesoros cuando otra voz habló detrás de ella.

– No lo sabía – dijo Nettie, y Charlotte se giró hacia la puerta, viendo a la vampiresa allí parada. Ella estaba temblando visiblemente, pero sus ojos no mostraban nada que no fuese verdad –. María nunca respondió a ninguna de mis preguntas sobre ti cuando se lo pedí, Charlotte. Tienes que creerme.

Hubo un momento en el que se miraron fijamente, y Charlotte supo que Nettie estaba diciendo la verdad. Sus ojos no podían ocultar nada, ni sus sentimientos, ni mucho menos la verdad. Era una de las cosas que María había detestado de Nettie como soldado.

– Lo sé – dijo Charlotte en voz baja, y lo dijo en serio –. Lo sé, Nettie. Te creo.

La cara de Nettie, que estaba al otro lado de la habitación, se arrugó. Se movió rápidamente, recogiendo miembros de su antiguo aquelarre que Charlotte había olvidado y se los entregó. Cuando Charlotte levantó una ceja por su despreocupación, Nettie habló con pesar –. María solo los usó como guardias, no como familia. Les hiciste un favor, les habría dado una paliza por la facilidad con la que nos sorprendiste.

Asintiendo con la cabeza, Charlotte colocó dos bolsas sobre su hombro y vio como Nettie tomó la tercera e hizo lo mismo que ella –. ¿Qué estás haciendo?

A la pregunta de Charlotte, Nettie fijó sus ojos en los suyos –. Pasé siglos sin ti, Charlotte. No volveré a hacer eso nunca más, no si puedo evitarlo. Me quedaré contigo, pero solo si eso es lo que quieres.

Una vez más, los ojos de Nettie no mostraban nada más que la verdad.

– Vamos, nos tenemos que ir. – Charlotte dijo, escuchando como las puertas de las patrullas se cerraban una vez que aparcaron delante de la casa. Sus radios cacareaban mientras tocaban la puerta principal.

Rápidamente, Charlotte abrió la puerta trasera de la habitación de María y salió para zambullirse en la oscuridad. No se molestó en mirar atrás para ver si Nettie la estaba siguiendo. Ella sabía que lo hacía.

Nettie estaba a su lado mientras corrían por la parte trasera del vecindario como fantasmas. Fue fácil volver al motel de Charlotte, que también tenía una puerta trasera. Cuando entraron en el motel, y seguidamente en la habitación de la morena, Nettie cerró la puerta detrás de ellas y colocó la bolsa que contenía diferentes partes del cuerpo en el piso.

– Tenemos que quemarlos – dijo Nettie, y se dirigió hacia la chimenea ubicada en la pared derecha de la habitación –. ¿Crees que esto funcionará?

Charlotte abrió la boca para responder, pero llamaron a la puerta del motel. Nettie instantáneamente se tensó, mirando a Charlotte para que la orientara. Suspirando, ella se acercó a la puerta y se movió solo unos centímetros más antes de reconocer el olor del otro lado.

Olía a limoncillo y melaza. Olía fresco.

Al abrir la puerta, Charlotte no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en su rostro –. Hola, Rosalie.

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⡛⡛ꪾꪷ͢꧇:historia original de seIcouth:🍲❟ㅤ

Lo siento muchísimo por haber tardadoㅤ
tanto en actualizar, la universidad me teníaㅤ
medio muerta con tantas cosas, pero loㅤ
importante es que he vuelto. Aquí tenéisㅤ
el primer capítulo de la segunda parte,ㅤ
empezamos fuerte tal y como veis, y másㅤ
encima tenemos la aparición de Roseㅤ
al final del capítulo.ㅤ

Así de decidme, ¿qué opináis? ¿Os haㅤ
gustado el capítulo? ¿Os esperabais lo deㅤ
María? Yo cuando lo leí no, así que laㅤ
verdad espero que os tenga igual deㅤ
emocionadas todo esto.ㅤ

Nos leemos en el próximo capítulo,ㅤ
os quiero muchísimo. ♡ㅤ

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