LEVITATING ⊰⊹ฺ

( メDrabble - Ran x Kaku - Crack ship ) ; Y así Kaku odiaba las insinuaciones de Ran

Cuando de adolescentes Ran supo que Kakuchō estaba vivo, se sintió en paz consigo mismo. Después de una velada extenuante en que se había declarado fallecido a Kurokawa Izana pero no a Kakuchō, todos se quedaron pensativos en sus celdas lo que fue el resto del día. Pero sí, afirmativo, 'Hittō' Kakuchō —como solían decirle— estaba vivito y coleando con una recuperación pronta en el hospital más cercano. Después, lo que hubo fueron especulaciones especiales. Porque vamos, era imposible que el muchacho fuera a fallecer por tan solo un disparo en el hombro lejos de tocarle algún signo vital. En conclusiones lógicas, solo se había desmayado por la perdida de sangre y el shock.

Al salir después de estar un tiempo en el reformatorio, lo que hizo Ran junto a su hermano fue visitar la tumba de Izana. Sola, sin una miseria de flor. Éso le pinchó un tanto la corteza emocional que intuye lindos pensamientos de vez en cuando y al otro día le llevaron unas lindas azucenas con diferentes colores, para irradiar un poquito más la patética lapida gris de cemento.

Después, tuvieron un amistoso encuentro con Mochi y Shion en el cementerio. Hubo un cruce de miradas incómodas, como sabiendo por obviedad lo que les deparaba una vez que South saliera del centro reformal. Entonces, se repartieron deseos para hablarle a Izana hasta que la espina de la discordia fue mostrada a flor de piel, sin pena alguna más que dejarlo como un verdadero idiota.

—Cierto. Luego vino mi hermano y le cerró los ojos a Kakuchō.

Además de que por supuesto, tenía que ser su complejo hermano menor el causante de las risas malvadas de fondo. Porque él no era al parecer el único que lo pensaba. Mochi no disimuló ni por un pepino la carcajada y Shion cerró los ojos intentando por todos los medios espiritistas no reírse. Sentados frente a la lapida, Ran arrugó la boca, ya molesto recordando cuando dio por sentado de que Kakuchō había perecido junto a su amigo de la infancia.

Por un demonio. Es que ese asunto podía quedar en el pasado enterrado en algún sitio apartado por ahí, especialmente reservado para su metida de pata.

Curiosamente, no habían visto a 'Hittō' desde lo sucedido. Y lo agradecía de cierta forma, pero el calambre muscular fantasma era presente cada que recordaba el acontecimiento triste y vergonzoso de la escena. No se podía olvidar, ya estaba muy claro.

Sintiendo que ya habían pasado siglos, el simultáneo palpitar de su cuello era el vivo tacto, como el recorrido de sus dígitos por los hombros semidesnudos, desviados a ser apreciados bajo las yemas de sus dedos. En la etapa de la adultez con la que han ido conviviendo exageradamente, después de sus veinticuatro años para ser específicos, Ran ha ido despejando cualquier pensamiento que le cohiba reclamar alguna falta de espacio.

En medio de aquello, aprovechaba esos escenarios cómodos para su gusto en tener otro de esos roces íntimos que le crispan los nervios de cólera al pelinegro. Añoraba cuando se hacía el loco por la madrugada y colarse después de una borrachera grupal al cuarto de algún hotel en común, con ostentoso lujo por doquier. Dejando a su hermano menor con su propia suerte para él probar la suya por undécima vez después de tantos años.

—No.

Kakuchō negó tajante. Intentando alejarse neutral con un deje de rabia de aquella mano traviesa que ya le había rodeado los hombros, para bajar por el brazo y hacer de las suyas.

Verdad que él en mayoría de casos era así de mezquino con el tacto físico. Un resentimiento con la humanidad que se fue asentando como mala hierba con el pasar de los meses, años y la primera década. Desde que Bonten se formó a raíz de la tragedia y la sinvergüenza de lo que los rodeaba, Kakuchō se fue resolviendo en otra masa intangible de misterio. Para esas alturas, muy rara vez sonreía. Usaba el cabello negro cayendo ondulado en una onda atractiva por las puntas grafiladas, además de que el resto de su vestimenta profesional era neutral y elegante. Trajes elaborados a mano con telas de tonos oscuros.

Para Haitani Ran, era apetecible saciar sus deseos de vez en vez. Como un niño aberrante y malicioso de calentura. No tenía suficiente con provocar a Kakuchō solo una primera vez. Le gustaba tantear el dedo de lleno contra la yaga quemada, abrir la herida y asimilar qué había adentro. No lo parecía ante la sociedad de ahí afuera, pero bajo mundo, era un sádico en demasía.

Se mordió el labio divertido, inyectado por los litros de alcohol que se bebieron hace rato.

Desde el punto en que se encontraban en el suelo, podían observar el resto del panorama desde esa perspectiva. El piso del cuarto con una que otra botella de vino vacías o a medio vaciar y unos vasos de vidrio al lado de cada uno.

Intentó por la rebeldía alcoholizada, pasar por repetición inconsciente la mano a aquel sitio que bien sabe, pone nervioso a Kaku. Aquél ejemplo satisfactorio de su rostro como prueba suficiente de que en ese espacio entre cuello y hombro, hay un retazo de piel desnuda que le encantaba ser consentida en secreto. Kakuchō solo se hacía el difícil. Éso o Ran le gustaba ser rechazado de lleno como el propio masoquista.

Acto que le hacía divertido para seguir probando.

—Ran –recalcó su nombre con dureza. Como si nada estuviera pasando–. Ya te dije que no.

Retiró su mano de donde estaba. Terminó por recostar la cabeza contra la pared e hizo un mohín.

Siempre había escogido seguir a Kakuchō desde hacía muchos años. Porque lo admiraba, tal vez hasta un poco más que a Mikey. Porque él y Kaku, junto con los que quedaban del resto de la "Generación de la Brutalidad", habían ensayado con un extraño dolor grupal la muerte de Izana, algo que el desgraciado de su ex líder South nunca hubiera comprendido.

Pero bueno, Ran jamás tenía suficiente con probar la primera capa del dulce azucarado. Era necesario vivir la experiencia completa. Nunca paraba de pensarlo, de recitar en su mente aquellas secuencias de imaginaciones en que ambos podrían estar solos.

Y sí, teniendo experiencia con aquellos toqueteos inmaculados, ya sabía que Kakuchō prácticamente se hacía el difícil o se negaba a proseguir con aquel jueguito de sonrisas bajo la mesa. Inclusive había usado el método de buscar emborracharse juntos y esperar para ver qué sucedía. Pero nada, era un hueso duro de roer.

Al menos que, le tomara con poca gentileza el mentón para hacerlo voltear a la fuerza, fijar sus brillantes ojos púrpura en los suyos y acaparar con fiereza una sonrisa indescriptible y sádica con todos los verbos similares adornando sus fauces arrogantes.

No hubo mucho cambio en el contrario, seguía manteniendo ese semblante serio que lo caracterizaba. Pero eso no impidió que le besara moderado con diestra y siniestra.

Kakuchō se quejó a base de un gruñido, sin separarse todavía. Aunque ya esa vez no tendría oportunidad. Las traviesas manos de Ran le terminaron por bajar el kimono que le cubría los brazos, dejando por mostrar el tatuaje en el pecho trabajado y buscar la cintura contraria, apretar sin piedad alguna la piel expuesta y hacerle cambiar el gruñido para otra tonada más dócil.

Y como siempre, ya llegados ahí, ya no le evitaba la causa. Hasta podrían besarse continuo con el jodido amanecer estallando en el resto del mundo.

¿Les digo a quién pueden culpar por desbloquear este ship en mis gustos? A kannarus y artwithuwu
A quienes les dedico este escrito
(Además de que puede ir acorde con el material que salga en el cap de hoy con respecto a estos dos porque ya me encantan) ⊂('・◡・⊂ )∘˚˳°

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