👑 ፧ 𝘁𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗼𝗰𝗵𝗼 • ✦⁾
Jongseong estaba llorando desconsoladamente sentado en el piso de la habitación mientras Jungwon se encontraba plácidamente acostado en la cama.
Una semana; una angustiante semana había pasado desde la pelea con el lobo; una semana donde cada día, Jay sentía más y más ansiedad; una semana donde apenas dormía 1 o 2 horas al día, pues desde que Jungwon cayó rendido en sus brazos aquel día, no ha despertado; una semana en la que no ha dejado de estar temeroso por pensar en que perdería a Jungwon para siempre.
Se siente como un completo inútil que no fue capaz de protegerlo correctamente, y ahora que lleva tantos días sin escuchar su escandalosa voz se está dando cuenta de que cuan acostumbrado estaba a su presencia, tanto que ahora sentía un inmenso vacío existencial. Le hacía falta a su lindo Wonnie sonriéndole o escucharlo reír por cualquier tontería.
Por mucho que Soobin le dijera que no se preocupara porque era algo normal, él no se tranquilizará hasta que el castaño abriera los ojos.
Y hablando de Soobin, se ha quedado en el hogar esperando a que Jungwon despierte para poder explicarles la situación, y las veces que quiso ir a comprobar su estado, Jongseong no le permitió entrar a la habitación.
Ya que era la magia el causante de que Jungwon estuviera en ese estado vegetativo, no le agradaba la idea de dejar que un mago como Soobin se le acercara, cosa que el mayor comprendía.
—Jay, debes comer —se escuchó a Soobin al otro lado de la puerta.
Esa es otra, la angustia le quitaba el hambre y se había descuidado bastante en todos los sentidos.
—¿Qué dirá Jungwon si te ve en un estado deplorable? —volvió a hablar el mago.
Esa pregunta le hizo imaginar su reacción si despierta y lo encuentra tan delgado y pálido. Definitivamente le regañaría por no cuidarse adecuadamente. Es por eso que salió de la habitación bastante embajonado, y una vez fuera Soobin le dió una bandeja con un bocadillo y un vaso de jugo.
—Puedes quedarte aquí y comer tranquilamente —soltó con un tono suave mientras acariciaba la cabeza del menor.
Jongseong estaba tan afectado que no se molestó en gruñirle como usualmente hacía cada vez que lo tenía cerca, él simplemente se dejó acariciar para luego verlo irse. Y una vez Soobin salió de su campo de visión, se deslizó lentamente por la pared hasta quedar sentadito en el suelo, justo al lado de la puerta de la habitación.
Tardó un poco en calmar su llanto, y una vez pudo controlarlo, comenzó a dar mordisquitos pequeños al bocadillo con muy pocas ganas, aunque las lágrimas seguían saliendo silenciosamente, solo que esta vez en menor cantidad.
Apenas logró comer la mitad del bocadillo. De verdad que no se sentía emocionalmente bien, más que comer quería fuertemente. Y con ello reafirmó lo mucho que ama a Jungwon, llegando hasta el punto de no poder vivir sin él. Obviamente lograba pasar tiempo solo sin problema alguno porque sabía que Jungwon estaría leyendo o mirando las flores tranquilamente, pero ese no era el caso en la actualidad. Es esa sensación de pensar en un mundo sin Jungwon el que le causaba mucho malestar, pensamientos intrusivos que le impedían detener el llanto.
Se tomó todo el jugo para al menos tener algo en el estómago y regresó a la habitación con la intención de seguir lamentando la ausencia de Jungwon, quien a pesar de estar ahí, era como si no estuviera realmente. Lo único que le aliviaba un poco es el hecho de que el menor seguía respirando con normalidad y su ritmo cardíaco estaba bastante estable. Puede decir que se encontraba sano a pesar de todo. Entonces, ¿por qué no despertaba?
Volvió a llorar sin control nada más se sentó en el suelo. Ni siquiera se atrevía a dormir a su lado de la cama por si acaso eso perjudica a Jungwon. Un tanto dramático el pensar así, pero por la situación no sabía qué más debía hacer, y no es como si pudiera llevarlo a un médico o algo, principalmente porque Jungwon seguía sin poder salir, pero también por temor a que lo reconozcan y vuelva a ese castillo donde tanto había sufrido.
Por supuesto que si Jungwon quiere volver, no le detendría, sería su decisión y él no tiene derecho a impedirle nada, pero siempre fue claro al decir que prefiere evitar tener que pisar ese dichoso castillo de nuevo. Por eso no quería arriesgarse.
Apoyó la cabeza en la parte baja de la cama. Sus párpados comenzaban a sentirse muy pesados a la par que el cansancio lo dominaba, y en algún punto llegó a cerrar los ojos a pesar de que la angustia normalmente lo mantenía completamente despierto. Sería una de esas pequeñas siestas que lo tranquilizaba aunque sea por unos pocos minutos.
O eso creía, pero sorpresivamente cayó profundamente dormido, algo que no le ocurrió durante esa semana hasta ahora. Y es que Soobin tuvo que usar un método un tanto rastrero para poder acercarse a Jungwon sin ser amenazado o lastimado en el intento. Había puesto un inofensivo tranquilizante en el jugo, uno que no le haría daño pero sí lo dejaría durmiendo como un tronco durante unas horas. Con ello podía hacer que Jongseong se diera un merecido descanso mientras revisaba al castaño.
Se acercó procurando no pisar a Jongseong y tomó la muñeca de Jungwon, contemplando con asombro los leves brillitos que recorrían sus venas.
—Impresionante —pensó en alto. Ya sabía que Jungwon tenía magia oculta en lo más profundo de su ser, lo supo desde la primera vez que lo vió cuando era un niñito, pero jamás se habría imaginado que sería de tal nivel.
Solo los magos más fuertes tienen un maná visible, y por lo poco que sabe y ha visto puede admitir que si Jungwon llegaba a dominar sus poderes sería mucho más fuerte que él. ¿Un mago que hacía magia sin necesidad de varita ni libro y con una gran retención de maná? Era prácticamente único en el país.
Y aunque en su momento no sabía a ciencia cierta que portaba ese nivel de poder, no va a negar que el que Jungwon tuviera magia en su interior era una de las razones por la cuál lo llevó a esa torre. Pero no por egoísmo ni curiosidad, sino porque —desgraciadamente— no era el único conocedor de ese poder. Otros también lo sabían, pero a diferencia de él, ellos tenían muy malas intenciones con el pobre Jungwon, quien no sabía que todos los malos tratos que recibía en palacio eran en verdad un cruel intento por hacerle desarrollar su magia a una muy temprana edad a base de asustarlo y activar su instinto de supervivencia.
No lograba comprender por qué lo hacían, pero sabiendo que forzar la magia en los niños pueden traer consecuencias fatales en las que incluyen la muerte (dato que es de cultura general), se le hizo fácil averiguar lo que sea que planeaba la Reina Yang se trataba de algo más turbio de lo que parecía en un principio.
—Príncipe Yang —llamó bajito mientras sacaba su varita para darle un leve golpecito en la frente luego de murmurar unas palabras. Con eso, Jungwon abrió lentamente los ojos, sintiéndose algo desorientado—. ¿Cómo se encuentra?
—Mareado… —musitó mientras se posicionaba para poder sobarse la cabeza.
—Es normal. Usted de repente usó mucha magia.
—¿Magia...? —murmuró, pero luego recordó todo lo ocurrido y de repente se sintió mucho más despierto—. Jay... ¿dónde está? —cuestionó algo alarmado al no verlo en la cama.
—Tranquilo, príncipe Yang, no se ha apartado de su lado —mientras respondía se movió un poco para dejarle ver al Jongseong dormido al pie de la cama—. Lleva toda esta semana haciéndole compañía, pero ha estado muy deprimido porque no despertabas.
—¡¿Estuve inconsciente tanto tiempo?! —exclamó. Luego tapó su boca pensando en que podría despertar al pelinegro.
Soobin asintió—. Como le dije, usted usó mucha magia, una muy avanzada, y su cuerpo no está acostumbrado a ello. De hecho, tuve que recitar un hechizo para acelerar su proceso de recuperación y que pudiera despertar, pero le recomiendo que siga en reposo por unos días porque el hechizo no es tan eficaz.
—No entiendo... —hizo una pausa para poder procesar todo—...Que yo sepa, nunca tuve indicio alguno de ser mago, y ahora me está diciendo que de algún modo logré hacer magia avanzada... ¿Cómo es eso posible? ¿De verdad no fue usted quien lo hizo y solo está confundiendo las cosas?
—Yang, ¿usted es de enfermar muy seguido? —cuestionó el mayor ignorando las dudas de Jungwon.
—¿Uh? ¿Sí? —respondió dudoso—. Aunque hacía tiempo que no me pasaba hasta... ese día.
—Antes de lo ocurrido, ¿Jongseong estuvo separado de tí por un largo periodo de tiempo? —Jungwon asintió recordando que Jay había ido a Seúl, aunque fueron menos de dos días, ¿eso se considera mucho?—. Pues le recomiendo mantenerlo siempre a su lado hasta que puedas dominar mejor tu magia. Si usted enfermaba es porque tiene demasiado maná, y esa es la manera que tiene tu cuerpo de soportarlo. Como ustedes lograron completar una unión mágica, tu maná se reguló al compartirlo con Jay, pero el distanciamiento prolongado te vuelve irregular y de ahí que volvieras a recaer.
—¿Puede explicarme más sobre esa unión...? —pausó para bostezar—. ¿Cómo surge? No recuerdo haber hecho algún contrato mágico con Jay. Ni siquiera sé cómo se hace...
El mayor sonrió con ternura y acarició la cabecita de Jungwon. Ver a ambos menores tan hogareños, tranquilos y lo suficientemente unidos como para ponerse motes se le hacía adorable.
—Eso no va por contrato, es más simple de lo que crees. Por ahora descanse un poco más y cuando despierten les contaré todo lo que necesitan saber —respondió en un tono suave antes de salir de la habitación.
Jungwon tenía muchas dudas, pero aún llevando tanto tiempo en cama se sentía muy cansado, así que obedecería a Soobin, solo que no planeaba seguir en el blandito colchón.
Se levantó con manta en mano para sentarse al lado de Jay y abrigarlos a ambos. Antes de acomodarse, usó la misma manta para limpiar las lágrimas del rostro del mayor, que no habían dejado de salir en ningún momento, probablemente por estar soñando con algo feo. Por eso le tomó de la mano, y con esa acción el rostro dormido de Jongseong dejó de tener una mueca de dolor para ahora estar sereno.
Con una sonrisita victoriosa por su logro, Jungwon apoyó la cabeza en el hombro del contrario y cerró lentamente los ojos, cayendo poco a poco en un sueño profundo.
Dormir sintiendo el calorcito de su novio era mucho mejor que la cama.
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