👑 ፧ 𝘁𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 • ✦⁾

Uno de los libros favoritos de Jungwon se titula '¿Me concede este baile?', escrito por Shin Yuna. 

Es una infravalorada novela corta sobre un par de plebeyas que siempre trabajaron juntas como sirvientas de una noble, formando un dúo muy imparable y eficiente. 

La historia gira en torno a cómo se conocieron, los problemas que tuvieron que afrontar juntas en el trabajo y cómo poco a poco se desarrollaba un romance entre ellas. 

Jungwon nunca ha tenido una opinión negativa con las relaciones entre el mismo sexo. De hecho, no conocía que podía existir algo así hasta que leyó esa historia, por eso le encantó. Acostumbrado a leer romances chico-chica, encontrar uno sobre dos chicas se sentía muy diferente incluso si se desarrollaba como cualquier otro romance. Se le hacía más emocionante y abría un nuevo punto de vista para Yang Jungwon, quien aún siendo la primera vez que leía algo homosexual solo tenía cosas buenas que decir hacia este tipo de relaciones. Y como no, si en la historia las chicas eran tan lindas entre ellas que le es imposible asquearse por ello. 

Pero lo que más le gustaba de la obra era la parte donde la protagonista finalmente confesaba su amor. 

Su amiga siempre quiso lucir vestidos largos y elegantes y poder asistir a un baile como los que la noble para quien trabaja suele hacer en su lujosa mansión. Por ello, la protagonista había usado todos sus ahorros para alquilar un pequeño salón; luego ella misma logró hacerle un vestido; y finalmente consiguió que su mejor amigo (que también trabajaba como sirviente) tocara el piano para ellas. 

Debido al estatus social no podía darle exactamente lo que quería, pero se esforzó mucho por hacerla sentir como en uno de esos salones de baile al que tanto deseaba asistir. 

Y ahí, bailando juntas al ritmo del piano, la protagonista le confesó sus más sinceros sentimientos, unos que fueron rápidamente correspondidos cuando su amiga la besó. 

Jay sabía que Jungwon amaba ese libro, y por ende lo leyó varias veces teniendo en mente que podría usarlo alguna vez para cuando no haya tema de conversación. Pero al final le encontró una mejor utilidad. 

Jungwon no se había dado cuenta, pero por la noche Jay salió a trabajar como búho mensajero para conseguir dinero, y por la mañana se fue a comprar algunas cosas, entre ellas las vestimentas. 

No podría alquilar un salón teniendo en cuenta que Jungwon sigue sin poder salir del bosque, por lo que en su lugar hizo una zonita de baile entre los árboles. Nada complicado, solo arregló un poco el césped y colgó algunas flores de las ramas para que parecieran flotar encima de ellos, dándole un toque estético y romántico. 

También colgó algunas velas dentro de pequeñas vitrinas pensando en tener iluminación por si se quedaban ahí hasta la noche, cosa que agradece haber hecho pues al final resultó que simplemente llegaron tarde y ya prácticamente ya estaba anocheciendo. 

Y como toque final, un gramófono bastante antiguo, algo que se pudo permitir con su presupuesto. Había que darle con una manivela para que funcionara y esta estaba algo rota, pero Jay se las apañó para hacerla funcional. Todo con tal de tener algo de música, que en este caso consiguió un vinilo cuyo título era 'So this is love', y se trataba de una tranquila pero agradable melodía de piano. 

Viendo toda la escena, incluso si no se parecía a la del libro, los ojos de Jungwon brillaron de sorpresa y captó rápidamente que se trataba de una recreación al estilo de Jay de todo lo que la protagonista había hecho para su amante. 

—¿A qué se debe esto? —preguntó con asombro luego de admirar todo el lugar. El que ya fuera de noche y la única iluminación sean las velas y la luna lo hacía sentir un momento bastante íntimo. Al voltear hacia el mayor, lo vió cargando el gramófono, haciendo que la melodía empezara a sonar una vez terminó de girar la manivela. 

Luego este hizo una elegante reverencia con una tierna sonrisa en su rostro para poder preguntar: —¿Me concede este baile, príncipe Yang? 

Los ojitos de Jungwon tenían cierto brillo indescriptible mientras mantenía su mirada en Jay. No estaba pensando en nada, se sentía completamente extasiado y emocionado, era como si su cuerpo y alma estuvieran separados, como si no fuera él mismo. Aún le costaba creer que estaba viviendo algo así, ¿acaso estaba soñando? No lo sabe, pero de ser así no quiere despertar, necesitaba ver hasta donde llegaría todo eso. Por ello aceptó la propuesta al asentir con timidez. 

Jay se acercó a él y tomó una de sus manos hasta entrelazar los dedos mientras la otra la dirigía a la cintura del menor. Jungwon colocó su mano libre en el hombro del pelinegro, y todo eso sin que ninguno rompiera el contacto visual. 

No hizo falta decir nada para que ambos comenzaran a mover sus pies al ritmo de la música, dejándose llevar por la melodía en un baile lento de pasos suaves, acompañado de algunas caricias inocentes a la vez que se perdían en los brillantes ojos del otro. 

Tal vez era la música, o quizás todas esas nuevas sensaciones que estaban sintiendo por el romántico momento, pero cada pisada y cada movimiento era como estar en las nubes, bailando en el cielo de camino a un mundo idílico donde solo existían ellos dos, sin recuerdos del pasado haciéndoles sentir mal ni pensamientos sobre el futuro, simplemente ellos disfrutando despreocupadamente del aquí y ahora.

En algún punto, Jay hizo que Jungwon diera una vuelta, sonriendo con ternura al verlo algo confundido por no esperarlo. Y cuando volvieron a la misma posición de antes, esta vez mantuvo sus alas medio abiertas alrededor del castaño para que las leves ráfagas de viento no lo molestaran. Por la noche suelen ser muy frías, y aunque el traje que le compró a Jungwon es abrigado, quería estar seguro de que este no pasara frío. 

—¿Verdad que valió la pena? —murmuró cerca del oído de Jungwon, quien se ruborizó bastante al escuchar su tono suave y algo seductor. 

—¿Tú e-estuviste preparando t-todo esto cuando te fuiste? 

—Sí, quería tener un momento especial contigo, ¿me pasé? 

Jungwon negó—. Es perfecto —murmuró antes de apoyar la frente en el pecho de Jay. Sabe que estaba rojo como un tómate, y no quería que lo viera así—. ¿Pero puedo preguntar por qué? 

—¿No puedo hacer un detallito para mi príncipe preferido~? —bromeó con un tono aniñado. 

Jungwon rodó los ojos y alzó la cabeza para volver al contacto visual—. Tus detallitos suelen tener un objetivo. 

—Me pillaste~, pero hoy no es por mimos —sus mejillas empezaron a sonrojarse poco a poco mientras hablaba—. Esta vez quería confesarte algo... 

—¿Qué es?

—Bueno... —meditó un poco antes de continuar, buscando como empezar y qué decir—. Desde que llegaste a la torre me he fijado mucho en tí. Aunque al principio te veía como una amenaza, pero no tardé en darme cuenta de que siendo tan adorable e inocente es imposible que dañaras incluso a una mosca. ¿Sabías que haces pucheritos a todas horas? 

—¿De verdad? 

—Justo ahora lo estás haciendo —rió con ternura cuando Jungwon empezó a tocarse sus propios labios para comprobarlo—. No solo eso, también he notado otras cosas de tí, como el que te encantan los abrazos; sueles comer con mordisquitos pequeños; tienes poca fuerza en los brazos; cuando algo te gusta, tus ojitos brillan bastante; al enojarte frunces el ceño, pero como abultas los labios o las mejillas pareces un bebé gruñón; cuando pretendes lucir serio e intimidante das pequeños pasitos que dan una sensación contraria a la que quieres; cuando enfermas te vuelves más cariñoso de lo normal; tiendes a jugar con tu cabello al estar avergonzado; y aquí puedo estar nombrando más cosas hasta el amanecer~ 

—Escuchándolo así es un poco vergonzoso... —comentó el menor apartando la mirada con otro puchero inconsciente. Jay de verdad se fijaba mucho, dijo cosas que ni él mismo se había dado cuenta que hacía. 

—Que no te avergüence, todo eso te hace ser el lindo Jungwon al que tanto cariño le tengo —tras esas palabras, Jay dejó de bailar para poder seguir hablando, esta vez algo más tímido pero con un tono serio—. Al principio no estaba muy seguro del verdadero significado de ese cariño. Creía que solo era aprecio al sentir que eres el único que conozco, pero he salido lo suficiente como para poder conocer a más personas —llevó la mano del menor hacia su propio pecho—, y te puedo asegurar que eres el único que hace que mi corazón se acelere de esta forma —logró admitir sin tartamudear. 

Jungwon podrá ser inocente, pero no estúpido. E incluso en un momento como ese donde se sentía fuera de sí al notar las rápidas pulsaciones de Jay junto al adorable rubor en sus mejillas, es capaz de pensar lo suficiente como para más o menos darse cuenta del rumbo que estaba tomando la charla, pero no estaba del todo seguro. 

Es por eso que preguntó: —¿A dónde q-quieres llegar, Park? —con timidez y algo de desespero.

Jongseong rió con nerviosismo, y esta vez guió la mano de Jungwon hacia su sonrojada mejilla—. Me gustas mucho, Jungwon... No, gustar no es la palabra... Te amo demasiado, tanto que me siento feliz de que mi corazón eligiera a alguien tan lindo como tú. Y me encantaría estar siempre a tu lado como esa persona especial a la que puedes acudir cuando necesites mimos; alguien donde poder apoyarte cada vez que te sientas mal; alguien que te siempre te hará compañía y te cuidará como mereces; alguien al que puedas considerar con orgullo el amor de tu vida —lo último lo dijo bajito por vergüenza. Al momento tomó el mentón del menor para poder mirar directamente a esos hermosos orbes azules que tanto amaba, y finalmente soltar lo que tanto tiempo ha querido preguntar—. Yang Jungwon, ¿me darías el gran honor de ser tu novio?

Ahí, en medio del bosque, bajo la luz de la luna y con una linda melodía sonando a través del gramófono, una sincera propuesta de amor fue lanzada al aire mientras los corazones de ambos jóvenes se aceleraban, con los dos teniendo sus mejillas tintadas en un bonito carmesí visible aún con la tenue luz de las velas.

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