31•

El aire gélido habría comenzado a congelar todo en la habitación, incluyendo el par de cuerpos desnudos y sudorosos que se entremezclaban en la cama. La respiración de Jungkook se había apaciguado, y su cabeza retumbaba de una manera ruidosa, haciéndole imposible el poder concentrarse en las palpitaciones apresuradas que otorgaba el corazón de su profesor. Su pregunta había caído como un balde de agua fría hasta para él mismo, y cuando se tomó el tiempo de recapacitar sobre sus palabras, supo que ya era demasiado tarde.

La realidad estaba más cerca de lo que le hubiera gustado.

Deshaciéndose del acalorado abrazo y desprendiéndose del agarre que los dedos del menor tenían sobre sus caderas, Jimin aclaró su garganta antes de levantarse de la cama y sentir los ojos avellanados posados en su anatomía desnuda. Un fuerte suspiró acompañó a su pesar antes de echar un vistazo sobre su hombro; pasos dirigiéndose hacia el baño anexo y el fugaz pensamiento de una noche sin preocupaciones, haciendo mella en su cuerpo.

—Qué buena vista tengo por acá —murmuró la voz ronca de Jungkook , relamiendo sus labios y decidiendo apartar el puñado de malas sensaciones en su pecho. Estaba con Jimin, solos, y tenía la posibilidad de follarlo la noche entera. ¿Acaso lo arruinaría?

—¿Vienes?

Y con aquella petición, el rubio se introdujo en el emplazamiento alumbrado, logrando que el corazón de Jeon latiese frenéticamente y su polla se endureciera tan rápido como si de un adolescente promiscuo se tratase.

Sin lugar a dudas, uno de los más grandes deseos de Jungkook , siempre fue poder tomar una ducha caliente junto con su precioso y sin igual profesor de Lengua. Cuando estaban allí, Jimin entre sus brazos y plenamente enjabonado, el pelinegro supo que desde luego, aquel hombre había sido tan amable en cumplir todas y cada una de sus fantasías... Aunque de por sí, él supiese que lo que realmente quería, jamás se podría consumar. No al menos en un futuro próximo.

—¿A qué se debe todo esto? —Cuestionó el más pequeño, sus manos resbaladizas acariciando descuidadamente la espalda del mayor, mientras éste mantenía su cabeza apoyada en el hombro de Jungkook .

—Zoe está en la casa de sus padres... Me llamó, dijo que pasaría la noche allá —respondió, una voz calmada mediante los segundos transcurrían. La polla de Jungkook chocando contra su propio abdomen, y el deseo de sentirlo dentro una vez más, abordándolo de pies a cabeza—. Eso tampoco fue un problema para mí, no deseaba mirarla este día.

—¿No deseabas mirar a tu prometida? Uhm... Eso no suena a algo que un próximo hombre a casarse diría —intentó bromear, separando sus cuerpos por centímetros y admirando los orbes amielados. Sentía la emoción convulsa recorrer cada centímetro de su cuerpo, llena de completa esperanza, pero cuando admiró las hermosas perlas ante él llenarse de lágrimas, supo una vez más que había entrado en terreno peligroso, y sea como fuere, él necesitaba salir del fango—. Ahora que estamos aquí, desnudos, plenamente capaces de follar la noche entera, creo que debo hacer algo. No podría simplemente dejarte ir sin cobrármelo.

—¿Cobrarte qué? —Cuestionó, su voz apenas rota y nariz sorbiendo. Cuando Jungkook le sonrió de manera motivadora y acarició sus mejillas mojadas por el agua de la ducha, él se sintió un poco mejor, pero sin lugar a dudas, su desasosiego desapareció por completo cuando los labios del pelinegro chocaron rudamente con los suyos, tras percibir como las manos del más alto apretaban de una manera sugerente sus nalgas—. Uh— ya veo.

—¿Creíste que podrías golpearme y salir ileso de esta, eh? —Murmuró, su boca sedienta mientras su pecho subía y bajaba. Cuerpo temblando de excitación, completamente enloquecido—. ¿Creíste que iba a dejar pasar todo lo que me dijiste, luego de una disculpa? —Azotando la espalda del profesor contra la fría pared, escuchó el silencioso gemido que se coló entre sus propios labios. Una sonrisa elocuente cuando cogió las piernas del rubio y las enrolló alrededor de su propia cintura. Ambas erecciones rozándose de una manera fugaz—. Ahora dígame, ¿recuerda todas esas veces que me dejó en el salón después de clase, uhm?

Burlando la entrada del mayor con la cabeza de su polla, Jungkook inspiró con fuerza el aroma a jabón que arremetía contra sus fosas nasales. Los ojos del rubio encendiéndose en lujuria, y los suyos propios explotando ante lo que admiraban. Jimin abrió sus labios hinchados, esperando poder decir algo, pero cuando Jeon lo penetró sorpresivamente y de una sola estocada, él logró enmudecer.

»—Esta vez es mi momento de castigarlo..., señor Park.

Jimin percibió su respiración agitarse, nervios enloquecidos y manos intranquilas mediante los recuerdos corrían por su mente, como si se tratase de una pista de carreras. Escalofríos placenteros azotaban su entera anatomía de una cruel manera, y la saliva escaseaba de su boca cuando rememoraba todas y cada una de las sucias palabras que pronunció su alumno aquella última noche. La última noche en la que pudo follarlo como realmente, él siempre lo mereció.

Su pecho enloquecía de una alarmante manera, haciéndole cerrar los ojos y luchar contra el dolor corrosivo que se acumulaba en aquella área específica. Había estado batallando contra todos y cada uno de sus impulsos en los días transcurridos, pero sin embargo, sabía que sus fuerzas cada día se volvían más vulnerables. Menos capaces de seguir reteniendo algo que, probablemente, acabaría con todo lo que había construido a su alrededor. El deseo inalterable de no acabar con nada persistía, y las palabras dolorosas de Jeon Jungkook resonaban en sus tímpanos como campanas de iglesia. ¿Era el fin? Probablemente. ¿Quería que lo fuera? Por supuesto que no.

Sus pensamientos estaban atacándolo de manera furibunda, y el raciocinio había menguado de su cuerpo en el momento justo que la puerta del departamento se abrió, revelando a la risueña mujer que en poco tiempo, realmente poco, estaría a su lado en el altar, aceptando ser su esposa..., hasta que la muerte los separara. De alguna manera, Jimin sabía que su cordura había abandonado su cuerpo en algún momento atrás, quizá cuando aceptó el sucio trato de Jungkook , o tal vez cuando comenzó a mirar a Zoe con ojos diferentes, pero fuera cual fuere, aquella ya no pertenecía a su cuerpo. Menos en aquel momento, cuando él se levantó de su asiento y liberando el pronto desespero que reinó a su sistema, haciéndolo sentir acabado, soltó las palabras que nunca hubiera imaginado. Un nudo terrible amarrando su garganta.

—¿Podemos posponer la boba?

Los ojos cafés se abrieron de manera atónita. La pequeña mujer dejando su bolso en uno de los sofás y sus pasos volviéndose nada cuando los pies parecieron estancarse en el suelo. El rubio sintió sus ojos arder, el corazón demente y gotas de frío sudor resbalando por su espalda. Sin poder creerse lo que de su boca había salido.

—¿Pero qué mierda estás diciendo? —Y sacándolo de su cansino dolor, las palabras de Zoe lo golpearon con una fuerza mordaz, haciéndolo tomar aire de manera profunda, y contener sus insufribles ganas de lanzarse al piso y llorar como sólo una nena lo haría. La terrible presión recayendo como toneladas de agua sobre él, y el pronto acaloramiento de sus estúpidos actos, haciéndole sentirse íntegramente calcinado—. ¡¿Estás loco?! ¡Faltan apenas dos semanas para la boda, no puedes llegar un día y simplemente decidir que no quieres casarte pronto! —Gritó, su rostro rojo y cuerpo temblando. El más alto retrocedió, pálido. ¿Realmente él había dicho eso?

»—Creí que las cosas estaban bien..., que todo se había arreglado —acicalando su voz, su ceño se frunció de manera dolorosa, mientras los ojos del azabache se volvían cristalinos. Un completo espejo de su alma, reflejando lo que sólo sentía: temor—. ¡He soportado demasiado en este último tiempo como para que ahora vengas con algo como esto, Jimin! ¿Qué te crees que eres? ¿Piensas que con sólo decir algo ya todo será como quieres? ¡Eres un completo desconsiderado! No tienes idea de toda la maldita mierda que he sentido, que me has hecho sentir con todo este comportamiento extraño. Eres un idiota.

Y corriendo de manera presurosa hacia la habitación, ella se perdió de la mirada miel, la cual siquiera pudo apartarse del punto fijo en el que se había postrado. Completamente derrotado, peor a como se sintió minutos atrás. Sentándose nuevamente en el sofá, Jimin cubrió su rostro; prontas lágrimas abandonando sus orbes al pensar en todo lo que estaba sucediendo, y el corazón roto en el interior de su pecho. Insuperablemente roto.

¿En qué jodidos había estado pensando?

Por supuesto, en nada más que Jeon Jungkook .

El tiempo pareció transcurrir terriblemente lento, sin embargo, igual de torturador. Aquello no fue por completo un beneficio para el rubio, quien siquiera había podido asimilar lo ocurrido instantes atrás, con sólo una persona nublando su completo pensamiento. Cuando el cansancio extremo del día terminó por acabarlo, él se levantó del sillón y caminó pesarosamente hacia la habitación. Ésta se encontraba vacía, más sabía que su novia estaba ocupando el baño anexo..., aquél en el que Jungkook lo hizo malditamente suyo. Dejándose caer con un suspiro cargado de culpa, él sintió la suavidad del colchón en sus palmas, y sin poder evitarlo, supo que sería una completa basura sacar a Jeon de sus pensamientos, porque evidentemente, todo lo que le rodeaba, le recordaba a él.

Al momento de escuchar la puerta del baño abrirse, el cuerpo entero del rubio se tensó. Sus labios se apretaron y el sonido errático de su corazón colisionando mortalmente contra su pecho, logró ponerlo terriblemente nervioso, aunque no más que cuando sintió la presencia de Zoe a su espalda, y por consiguiente, los brazos de ella rodeándolo de una manera cariñosa.

—Lo siento mucho, amor —su voz pequeña resonó fuerte en los oídos de Jimin, quien apenas cerrando los ojos, evitó dejarse caer una nueva vez. Pero desde luego, era increíblemente injusto escuchar las disculpas de aquella mujer, cuando sabía que el único culpable, no era nadie más que él mismo—. Lamento decirte todas esas cosas terribles, no fue mi intención hacerte sentir mal.

Cada palabra, un nuevo beso en el hombro de Jimin, quien sólo quería alejarse de allí. Perderse en un bosque oscuro y no ser jamás encontrado... Encontrar su felicidad, lejos de todo lo que había logrado dañar su cabeza, quizá, perderse con Jeon Jungkook .

»—La presión es terrible, pero sé que no quieres posponer la boda..., no te preocupes, bebé, te entiendo. Discúlpame, fui injusta.

Sin poder seguir soportándolo, Park cerró sus ojos una última vez antes de voltearse y coger el pequeño cuerpo entre sus brazos. Sus labios estampándose con los contrarios, y el corazón en su pecho haciéndose añicos de manera veloz. Él no podía seguir escuchando las vanas palabras de Zoe, no cuando él era quien debía disculparse..., no cuando él era el único culpable de sus actos, y lo seguiría siendo por el resto de su vida.

Recostando a la pelimarrón sobre el colchón, él esperó poder liberarse de culpas, y besándola como si no hubiese mañana, supo que de todas formas, jamás lo lograría.

En su lugar, y acostado boca abajo sobre su propia cama. Jungkook cerró los ojos de manera cansada. Escuchaba el suave masticar que ocasionaba la boca de Jennie a su lado, y también las ligeras voces de la película que la castaña había estado viendo desde hacía aproximadamente veinte minutos; no dejando de comer palomitas en ningún momento.

—¿Entonces? —Cuestionó la ojimarrón tras un suspiro afligido liberado por Jungkook . Acarició la espalda del mayor de manera tranquilizadora, y enrollándose en las cálidas cobijas del pelinegro, le echó una mirada a su rostro trémulo—. No me has invitado a quedarme sólo porque deseabas hacer una pijamada, ¿eh? Dime qué pasa. Creí que era tu mejor amiga.

—Uhm... Sólo estoy muy enamorado de Jimin —dejó saber, logrando que las cejas de la castaña se disparasen hacia arriba y una pequeña risilla se liberase de sus labios rosados. Negó con la cabeza, golpeando amistosamente el hombro de Jeon y consiguiendo que los avellanados orbes se posasen en los de ella.

—Juro que incluso lo hubiera sabido antes que tú, si tan sólo me hubieras contado de él mucho antes —dijo, divertida. Los ojos del pelinegro se pusieron blancos, y haciendo una mueca que asemejaba una sonrisa, Jennie supo que realmente no estaba para bromas—. Bueno, dime entonces algo que no sepa.

—Creo que lo amo.

(...)

La concentración se había vuelto una parte vital para Jungkook en las últimas semanas, y es que de manera sorprendente, él había logrado impresionar al rector de la universidad con sus extremas y buenas calificaciones. Todos estaban estupefactos del inaudito cambio en el terrible Jeon, pero sin embargo, éste no podía sentirse más que bien. Había descubierto que ocupar su tiempo en alguna tarea útil (como reveló que lo era estudiar para sus clases), realmente lo ayudaba a despejar su cabeza de cuestiones dañinas que no le dejaban respirar, y sin encontrar alguna otra alternativa, era lo que había hecho.

Después de pensarlo demasiado y llegar a soltar contadas lágrimas de frustración, él decidió que no sufriría por cosas banales (aunque supiera que su inconveniente con el profesor Park, no fuese algo que se viera todos los días). Sin embargo, sabía que sería una dura tarea el poder desprender a Jimin de su corazón, después de haber aceptado el increíble amor que sentía hacia el hombre mayor. De igual manera, su pensamiento se había reivindicado, y sin lugar a dudas, él sabía que gran parte de todo su dolor era por su propia culpa.

Mudamente él había establecido el reglamento, él había iniciado el juego.

Él debería aceptar su derrota y ser un buen perdedor, porque evidentemente, aquella no había sido una buena partida de su parte.

Su indiferencia en ocasiones lograba ser suprema, y de manera sorprendente, él logró cambiar por completo su personalidad. Ya no solía acompañar su vocabulario con comentarios obscenos hacia su profesor de Lengua, aunque de por sí se mordiera la lengua en más de una ocasión, había aprendido a controlarse. Como había aprendido a leer la expresión de insatisfacción que tenía Jimin en el rostro con su nuevo comportamiento.

Irónico, porque aquel Jungkook , fue el que en su principio, Park Jimin siempre deseó.

De manera innegable, Jeon tan sólo estaba haciendo aquello para su propio bienestar, porque realmente se había cansado de pensar sólo en los demás. Esperaba que aquello funcionara para minimizar el doloroso golpe contra el asfalto que se daría cuando Jimin estuviese sobre el altar y con un anillo de bodas en su dedo. Lograba sentir una punzada sañosa en su corazón con tan sólo imaginarlo, pero evidentemente, aquello sería algo que ni él mismo podría remediar. Jimin no era suyo, y desde luego, nunca lo sería.

Se había resignado, y aunque prometió jamás ir en contra de su palabra, dio un paso atrás y se dio la vuelta.

Quizá, porque él no estaba dispuesto a presenciar el momento en el que se rompiera por completo. Quizá, no estaba dispuesto a seguir sufriendo y que nadie lo notase.

Jimin no se encontraba demasiado diferente, la inquietud y el nerviosismo se habían unido a su persona, y los dolores de cabeza frecuentes lograban hacerlo amargar. La preocupación extrema abordaba su alma de pies a cabeza, y la indiferencia de Jungkook estaba consumiéndolo cada día más. Los ojos avellanados lo admiraban escasamente, y aquella pícara sonrisa no fue dirigida a su dirección en ningún instante más.

Desgraciadamente, aquella había sido la última vez, y aunque los pensamientos lograban alegrarlo, la realidad estaba matándolo. Jungkook ya no estaba a su lado, y al parecer, tampoco deseaba estarlo, porque de manera apresurada, él había dejado de luchar.

Y aquello tan sólo causó que el corazón del rubio se rompiese un poco más.

Sentado en la encimera de la cocina y escuchando la voz de Zoe al teléfono, Jimin tragó saliva antes de marcar el número de Jungkook . Escasos dos días para la boda, y su cabeza en blanco no sabiendo qué hacer o cómo actuar ante el pelinegro. Queriéndolo a su lado, jamás separado de sí.

—¿Hey? —Park susurró, el pronto sudor abarcando sus manos, y el corazón latiendo fuerte en el interior de su pecho. Hacía casi dos semanas que no conseguía siquiera una palabra de su alumno, y no esperaría el día del matrimonio para estallar su valentía de una vez por todas—. ¿Estás ahí?

—Sí. ¿Qué quieres? —De manera indolente, Jungkook respondió. Jimin se sorprendió ante el tono, y tragando saliva de forma ruda, echó un vistazo doloroso sobre su hombro, cerciorándose de que su conversación no estaba siendo escuchada por terceros—. Es jueves, las once de la noche.

—¿Y? ¿Me dirás acaso que es tu hora de dormir? —Intentó bromear, soltando una risilla, pero el nerviosismo atacó de manera insoportable su cuerpo. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Y por qué se sentía tan jodidamente roto?

—Dime qué quieres, Jimin.

—Yo uhm— sólo me estaba preguntando si querrías ir por allí conmigo —murmuró, atragantado con sus palabras. Sudando gotas frías. Cuando la línea permaneció en silencio, él mordió su labio—. Ya sabes..., despedida de soltero.

—No puedo —y con aquella respuesta, Jimin irguió la espalda, sintiendo sus ojos arder de una manera dolorosa—. Lo lamento, espero que puedas encontrar otra manera de divertirte. Adiós.

Y colgando la llamada apresuradamente, el rubio presionó el móvil contra su pecho, reteniendo las atrevidas lágrimas que intentaban bañar sus mejillas, y sintiendo como el latido dentro de su pecho se aminoraba con cada segundo que transcurría.

Por su parte, Jungkook sólo cubrió su rostro, dando vuelta en su cama y fijando la mirada en el techo oscuro. Un dolor corrosivo atacando su alma, e inmensas ganas de mandarlo todo a la mierda, apoderándose de su completo sistema.

—Lo siento mucho, Jimin... Espero puedas entenderme.

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