30•
La noche había caído mortífera y fría, justo como Jimin había imaginado; y es que indiscutiblemente, de esa manera habían sido las anteriores. Desde que la relación con Jungkook se quebrantó, todo en su vida dio un especial giro, y después de haberse martillado la cabeza para averiguar por qué resultaba ser tan desesperante la estadía sin su alumno, el joven profesor terminó por aceptar que Jeon Jungkook , no era nada más que alguien genuinamente importante en su vida.
O al menos, había comenzado a serlo.
La visita a la tienda de trajes resultó ser plenamente sofocante, y en más de una ocasión, Park sintió terribles ganas de salir corriendo de allí. Pero de ninguna manera él hubiera podido hacer algo como aquello, y es que los ojos emocionales de su madre le repetían una y otra vez, lo feliz que estaba porque por fin, hubiera encontrado a la persona correcta para pasar la vida. El rubio se mordía la lengua, y es que el dolor agudo en su pecho le pedía sañosamente a su madre, que no estuviera tan segura de ello.
Hace unos meses, Jimin hubiera estado íntegramente de acuerdo con las palabras de su sabia progenitora, pero en aquel justo momento, en el que su mente estaba invadida por un detestable chico de veintiún años, él no estaba ciertamente claro de que Zoe fuera la persona correcta. Y el poder decirlo en su mene, lo desgarraba de una dolorosa y súbita manera.
Dejándose caer en la tendida cama, el rubio masajeó sus ojos cansados. Millares de pensamientos azotando su cabeza, y la brisa gélida causándole escalofríos por todo el cuerpo. Sabía que aquel día había estado increíblemente cerca de recuperar a Jungkook , pero simplemente no había podido hacer nada más que esperar como un idiota. Comportarse como un idiota, y realmente lo lamentaba.
Sin embargo, el encontrarse solo en aquel momento, le daba plena libertad para pensar mejor las cosas. ¿Qué era lo que estaba sucediendo con su vida? Porque indudablemente, se estaba yendo a la mierda.
Perdido en su divague, el ojimiel mordió sus labios con dolor, percibiendo la vibración de su móvil a un costado de su pierna, y entrecerrando sus ojos ante una mirada completamente fija hacia cualquier otro punto de la habitación. ¿Quién podría ser? Desde luego, la primera persona que surcó su mente, fue su psicópata y controladora novia. Una apenas visible risilla escapó de sus labios, reconociendo los graciosos y ofensivos comentarios que llegó a hacer Jeon en cuanto a Zoe se trataba, pero cuando una nueva vez, el móvil vibró, se vio obligado a dejar de ignorarlo.
Desde luego, el nombre que alumbraba en su pantalla, no era por completo lo que él esperaba, y tragando saliva de manera preocupante, sintió el rebote intenso que acarreó a su corazón.
Jungkook .
Respirando de manera desproporcional, Jimin echó su cabello hacia atrás antes de llevarse el teléfono a la oreja, completamente desesperado. ¿Jungkook lo estaba llamando? ¡Mierda, por supuesto que sí! A pesar de la emoción convulsa que trepó por su sistema, los nervios controladores eran mayores, y quedándose petrificado en su puesto mediante la respiración calmada del pelinegro resonaba por la línea, el mayor supo que estaría acabado. Acabado como nunca antes.
—¿Recuerdas lo que te dije aquella vez..., estábamos en los pasillos, el día después de hacerte una fabulosa mamada y de que te corrieras en mi boca? —De manera casual, la voz de Jungkook retumbó en el sistema auditivo del rubio, quien revolviéndose en su puesto y apoyándose del respaldo a su espalda, exhaló con premura—. Mhn, que buen recuerdo. Tú me pediste que olvidara lo ocurrido, que estaba mal y tú estabas muy estresado, y te respondí que yo no me detenía por simples palabras... Y no lo haré esta vez, porque mierda, no puedo cambiar simplemente lo que dije.
—Desde el principio supe que no ibas a ponérmela fácil —apenas alcanzó a decir, su órgano interno aleteando y la exaltación abordando su sistema. Una vez más, Jeon Jungkook lograba sorprenderlo con su dicción, y es que infiernos, él siempre sabía las palabras correctas.
—Yo también lo sabía —declaró, calmado. Jimin torció sus labios, cerrando sus ojos y suspirando de manera dramática. El dolor tangible, y sus emociones plenamente expuestas—. Pero realmente no me importó. Y tampoco debería importarme ahora... Sabía en lo que me estaba metiendo, fue injusto de mi parte pedirte que tomases una decisión cuando prácticamente estoy apostando en un juego al que no fui invitado nunca, lamento haber sido tan idiota, realmente me estoy tomando derechos que no me conciernen y nunca lo harán.
Encontrándose tremendamente sorprendido, Jimin sintió como el agujero negro que intentaba absorber su corazón, se abrió un poco más. Escuchar las palabras de Jungkook estaba hiriéndolo, y no pudo evitar el recordar su completa furia para con el pelinegro, días atrás. Él mismo pensaba aquello, pero escucharlo de los labios rosas y regordetes de su amante, le erizaba el vello de la nuca.
—No —casi jadeó, pasando una mano por sus ojos y negando con la cabeza, así aquella acción fuere invisible para el otro chico—. Tú tenías razón, Jungkook . Mierda, realmente no puedo imaginar lo que ha de ser compartir a una persona con otra, más aún si..., lo que sientes por ella es real —tragando saliva, Jimin enredó sus dedos en las sábanas, los latidos erráticos escalando por su garganta, y cosquillas nerviosas recorriendo de este a oeste su estómago. Jungkook suspiró.
—Eso realmente no me justifica —refutó—. Creo que fui muy lejos y no pude controlar mi propio juego... Me arriesgué demasiado, y por supuesto, perdí.
Jimin soltó una maldición inaudible. Aquello no era en lo absoluto lo que planeaba escuchar. Jungkook dándole la razón, cuando él mismo sabía que el más injusto de los dos, había sido él. Por un largo, largo tiempo. Mordiendo el interior de su mejilla, él echó un vistazo al espacio vacío en la cama, y admirando como el reloj marcaba las 10:30 pm, sintió un revoltijo de nervios y emoción corretear su anatomía.
—¿Te gustaría discutir esto en persona? —Cuestionó, bajo.
—Uhm, es lo más apropiado —dejó saber, la voz neutra—. ¿Pero estás seguro de que tu rata de laboratorio te dejará salir a estas horas? Porque yo no lo daría por hecho.
—Dudo que lo haga —murmuró, estirando una sonrisa por sus labios ante el comentario de Jeon—. Por eso lo mejor será que vengas aquí y pases la noche conmigo.
—Pero, ¿cómo? —Anonadado, el pelinegro interrogó de manera confusa, sacando una pequeña y ronca risilla de la garganta de su profesor, quien relamiendo sus labios de manera pícara, encogió sus hombros ante la voz de la línea.
—Deja de preocuparte tanto, Jungkook . Ella no está... Esta noche seremos sólo nosotros dos. ¿Te apuntas? —Y sin esperar a que siquiera el menor diese una respuesta, la cual por supuesto, sería afirmativa, él despegó el móvil de su oreja, percibiendo el rebote intenso que ocasionaba su corazón en el interior de su pecho.
Jungkook frotó sus manos entre sí ante la puerta del departamento de Jimin, recuerdos de la última vez que pisó aquel lugar, acaparando fugazmente su cabeza. No había salido del todo bien, pero jodido Dios, él tenía un buen presentimiento para esta vez. Quizá, porque realmente ya añoraba demasiado el cuerpo desnudo de su profesor, entre sus brazos.
Relamiendo sus labios, sintió el corazón loco en su interior, cuando la puerta fue abierta y la visión del azabache metido en pantalones de pijama le sacó de sus pensamientos. Tatuajes regados por su bronceada piel, y una sonrisa tímida estirando sus regordetes labios. Jeon inspiró con fuerza, deseando poder estampar el delgado cuerpo contra la pared y follarlo hasta rogar clemencia, recuperando así todo el tiempo malditamente perdido.
—¿Y bien? ¿Vas a entrar? —Interrumpiendo el apesadumbrado silencio, Park se hizo a un lado. Su respiración enloqueciendo a medida que los segundos transcurrían, y el pecho subiendo de manera furibunda, haciéndolo ver terriblemente jadeante.
Cuando el pelinegro pasó por su lado, cerró la puerta y mordió su labio. ¿Ahora qué? El tener a Jeon Jungkook allí frente a él, seguía causando el mismo efecto de siempre, pero también, lo hacía querer retorcerse de manera dolorosa, pues con tan sólo recordar los acontecimientos de aquel día en los pasillos de la universidad, deseaba golpearse el rostro contra el piso.
Ojos grandes ensimismados en la figura imponente de Jungkook , y su garganta completamente reacia a callar una vez más—. Lo siento mucho.
Jungkook estiró una sonrisilla por sus labios, encogiendo sus hombros y mirando de frente la preciosa presencia de su profesor favorito. Pareció modesto, pero cuando Jimin creyó que él no diría nada a cambio, sintió las manos del menor coger sutilmente sus muñecas, y consiguientemente, los labios rosados chocar furtivamente contra los suyos propios. Dejándolo completamente fuera de sí.
—Será mejor que calles de una vez, mierda —Jungkook soltó, apenas despegándose unos centímetros, para luego fundirse en la boca contraria una nueva vez. Ojos cerrados y respiraciones agitadas. Aquello era lo que tanto habían anhelado, y cuando el corazón del rubio rebotó incesante en su pecho, sonrió de manera intencional, entreabriendo su boca y dándole un merecido espacio a la traviesa lengua de su alumno, la cual no tardó en envolverse contra la suya.
Arrastrando sus pasos ciegos por el departamento, Jimin se separó de los labios contrarios al momento justo en que estuvieron pisando la habitación. La mirada de Jeon había pasado a ser una íntegramente lujuriosa, llena de pecado y portentosa excitación, acto que tan sólo logró elevar su adrenalina un ciento diez por ciento. Pasó sus manos por el rostro de Jungkook , admirándolo con adoración y reprochándose el haber sido tan estúpido, mientras que los dedos largos del más alto se clavaban satisfactoriamente en las huesudas caderas del mayor, atrayéndolo hacia sí y juntando ambas anatomías. Dejando saber lo que claramente, Jimin ocasionaba en su cuerpo.
»—Todo esto fue una maldita tortura —susurró el ojiavellana, mordiendo los carnosos labios del rubio, y admirando la mirada complaciente que éste mantenía—. Pero ahora ya no puedo seguir esperando para tenerte, bebé.
Y tras aquellas palabras, Jungkook empujó el cuerpo del ojimiel hasta dejarlo caer sobre la cama. Sábanas tendidas comenzando a arrugarse, y respiraciones agitadas haciéndose resonar por toda la habitación. La entrepierna de Jimin palpitando armoniosamente, y la propia de Jeon, rozando convenientemente contra la pelvis contraria.
Los ojos mieles parecieron querer ceder, mientras que los labios del pelinegro recorrieron el cuello del hombre mayor, importándole poco que éste pudiera volver a meterse en problemas con su novia, y marcándolo a su propio gusto. Escuchaba los silenciosos jadeos agradables de Jimin bajo suyo, las manos de éste recorriendo la espalda cubierta del menor, y sus pensamientos viajando fugaces hasta su punto máximo de excitación. Así era como ambos querían permanecer, y definitivamente, no iban a perder más tiempo para cumplir sus deseos.
—Te extrañé demasiado —murmuró el rubio, repartiendo besos llenos de caricias en el hombro de Jungkook , mientras éste sonreía contra su cuello deliciosamente perfumado. Levantándose del cuerpo contrario, él se deshizo de su camisa, dándole una atractiva vista al joven profesor de sus abdominales marcados. Jimin sonrió y relamió sus labios de manera divertida, mientras que los ojos achocolatados lo escaneaban a lo largo de su figura, deseoso.
—Dudo que me hayas extrañado tanto como yo te extrañé a ti, precioso —dejó saber, sus manos inquietas desabrochando frenéticamente su pantalón, mientras observaba como el azabache bajaba los suyos propios, quedando plenamente desnudo ante los ojos lujuriosos del menor, quien saboreándose de manera atrevida, besó el abdomen del mayor hasta posarse sobre su entrepierna. Increíblemente dura—. ¿Recuerdas nuestro primer encuentro?
Cuestionó, su voz ronca mientras su mano estimulaba la erección de Jimin, quien asintiendo frenéticamente, abrió bien sus ojos, dispuesto a observar aquella fabulosa escena, sin perderse de ningún detalle.
—S—siempre lo recuerdo —ahogó, sus pensamientos vagando en la espectacular mamada que le propició su estudiante en el salón de clases, imposibilitado a detenerlo.
—¿Y qué sucede cuando lo haces? —Interrogó, respirando sobre el glande y cerrando sus ojos por un segundo. El excitante aroma almizclado invadiendo sus fosas nasales, y las ganas increíbles de devorarlo, aumentando en cantidad—. ¿Te pones así? Tan duro...
—Ajá —respondió, enterrando sus dedos en el cabello pelinegro, y haciéndole saber a Jungkook lo desesperado que se encontraba, con una sola mirada—. Y deseo que estés aquí... Para que vuelvas a chupármela como ese día.
—Oh, que sucio —Jungkook sonrió de lado antes de pasar su lengua por la cabeza de la polla. Los ojos mieles cerrándose rápidamente, y un temblor placentero recorriendo su cuerpo de manera presurosa—. ¿Así?
—S—sí.
Y tomando una última y profunda respiración, Jungkook introdujo la erección en su boca, degustando con su lengua el apasionante sabor, y perdiéndose en un mar lleno de deseos. Recordando lo bien que se sintió la polla de su profesor entre sus labios aquel día, cerró los ojos. Un gemido involuntario quedándose atrapado en su garganta mediante succionaba satisfactoriamente el falo en su boca, y los gruñidos excitados del mayor, resonando fuerte en sus oídos. Un divino postre que él no dudaría en comerse.
Jeon admiró la mueca placentera que estaba postrada en el precioso y definido rostro rubio, ojos mieles posados en cada uno de los movimientos, arriba y abajo que daba sobre él. La boca roja entreabierta, y cejas fruncidas ante la grata sensación. Se veía terriblemente hermoso, y sin poder evitarlo, sintió deseos de correrse.
Correrse con tan sólo la polla de Jimin en su boca, y por supuesto, con la preciosa mirada del caliente hombre.
»—Joder s—señor Jeon —jadeó Park, mordiendo su labio pícaramente mientras Jungkook parecía sonreír en su posición—. Has estado siendo un mal, mal alumno.
—¿Eso cree, profesor Park? —Cuestionó el menor, vaciando sus labios y cerrando sus ojos cuando propició una lamida desde la base de la polla. El rubio tembló, percibiendo como los dedos juguetones de Jungkook chocaban contra su deseosa entrada, para pronto sentirlos abrirse paso en su cálido interior, por completo a secas.
—Uh —gimió, apretando los ojos cuando percibió la boca de Jungkook volver a acaparar su pene, sintiendo su pecho hincharse de emociones cautivantes, y la piel ponérsele de gallina—. Oh, J—Jungkook .
—Realmente me gustaría seguir jugando contigo —dijo, segundos después, tras levantarse de su puesto. Las mejillas coloradas de Jimin sacándole una predecible sonrisilla, y su excitación ascendiendo con la caliente visión que tenía. El rubio irremediablemente empalmado, y con sus piernas abiertas, gustoso a recibirlo en su interior—. Pero lo cierto es que estoy loco por follarte. Lo he estado por muchos días, y no puedo simplemente seguir aguantando.
Deshaciéndose de su ropa restante, Jungkook se coló entre las piernas del mayor, sus bocas encontrándose fugazmente en un beso húmedo y pasional, en el cual dejaron saber cuánto realmente se necesitaban uno al otro. Pieles calientes colisionando entre sí, y el pronto sudor que acarreó a ambos cuerpos, mezclándose en una excitante dupla. Jimin jadeó, los besos de Jungkook llevándolo al borde, y el contacto con la otra anatomía, haciéndole pensar que vivía en una completa fantasía.
—Tú... —Logró decir, sus ojos cristalizándose mediante la polla de Jeon se frotaba una y otra vez en su entrada, llenándolo de una emoción perturbadora. El más alto posó sus orbes en los contrarios, sus dedos enterrándose en el largo y azabache cabello, y emociones alterándose de manera descontrolada cuando ambas miradas chocaron—. Puede que esto esté mal, en todos los sentidos—
—Shhh —calló el menor, besando la mandíbula de Park y sintiéndose jadeante. Su polla pidiendo a gritos aprisionarse entre las cálidas paredes del mayor, y el corazón bombeando sangre frenéticamente—. No hace falta que digas nada, precioso.
—Pero —siguió, tragando saliva y acariciando con dedos temblorosos el rostro de Jungkook ; como si se tratase de un muñeco. Una ilusión que pronto estaría desapareciendo—. Te sientes tan correcto..., me siento correcto a tu lado.
—Mierda, no —Jungkook gimió, parpadeando de manera furtiva y evitando que aquellas palabras lograran causarle un gran impacto, pero era verdaderamente tarde, pues ellas ya habían llegado a su corazón. Atrapando los carnosos labios del mayor, él estiró su mano hasta la gaveta a un lado de la cama, esperando encontrar algún poco de lubricante en ella. Los latidos acelerándose a medida que los segundos transcurrían, y sus emociones volviéndose vulnerables. ¿Acaso él había oído bien? Pues, esta vez él no deseaba llevarse un nuevo golpe de desamor—. Jimin, realmente no tienes ni idea de lo que esas palabras me han hecho, ¿verdad?
El rubio sonrió de lado, mordiendo el interior de su mejilla al observar los ojos avellanados, posados en otro oficio—. ¿Buscas algo?
—Lo tengo —dijo de manera triunfante, deslizando el pequeño bote entre sus dedos y evitando imaginarse por qué Jimin guardaba una botella de lubricante en su mesa de noche. Frunció los labios con desaprobación—. Espero no te importe demasiado, cariño... Pero esta vez quiero poder sentirte plenamente.
—¿A qué te refier—
Su parlamento fue cortado por los labios de Jungkook , quien no deseando escuchar palabras de más, cerró sus ojos mientras volvía su polla resbaladiza. Las piernas del mayor enrolladas en su cintura, y sus dedos llenos del viscoso líquido con aroma a piña, tanteando una vez más la entrada de Jimin. Su pecho agitándose ante el pensamiento, y la respiración de Jimin volviéndose cada momento más errática, comprendiendo las palabras anteriores de su caliente alumno.
Alineando su polla desnuda en el agujero de Park, Jungkook respiró profundamente. Su frente contra la otra, y ojos posados en los contrarios. Cuando el rubio asintió con su cabeza en forma de aprobación, no hubo marcha atrás, y deslizándose en el cálido interior que pronto lo apachurró, gimió placenteramente.
Sus ojos aguándose de lujuria, y dientes apretados cuando percibió el extremo ardor alrededor de su erección. Jimin abrió la boca, un gemido mudo y ahogado en su garganta, mientras sus ojos estaban fijos en los contrarios, poco dispuesto a perder la visión.
Y sin duda alguna, aquel primer contacto, sin nada más que piel que los separase, causó miles de sensaciones en ambos cuerpos. Emociones revoloteando de aquí para allá, y corazones raudos latiendo al unísono.
Las palabras escasearon en aquel justo momento, y es que más que hablar, sus mentes se encontraban concentradas en otras tareas. Los brazos delgados del mayor se aferraron con fuerza a la espalda contraria; dedos desesperados enterrándose en el pelinegro cabello, mientras las propias de Jungkook acariciaban de manera alentadora las caderas a su frente. Su pelvis moviéndose exiguamente hacia atrás, y un suave movimiento explotando todos y cada uno de los nervios del rubio, quien jadeando de manera excitante, percibió el extremo placer que ocasionaba la polla de Jungkook en su interior.
En ese momento, cuando su cabeza estaba al borde de un maravilloso paraíso, Jimin pensó que las cosas nunca debieron cambiar, y es que no evitaba contradecir su propia creencia cuando las manos de Jeon lo acariciaban de aquella manera. Su deseo carnal derramándose por los poros, e indudable atracción haciéndose cada segundo más fuerte. Él definitivamente no quería terminar con aquello, pero sin embargo, y aunque la ocasión estuviese marchando perfectamente, el sentimiento atosigante en su interior comenzó a ahogarlo.
Muchas cosas habían cambiado aquella noche: la pasión había aumentado y desde luego, los sentimientos habían salido a flote; pero aun así, el joven profesor no dejaba de pensar en algo que le carcomía... Y es que aunque no quisiera, él sabía que de alguna u otra manera, aquella sería la última vez.
—J—Jungkook —Jimin lloriqueó, rasgando la espalda contraria mientras la respiración caliente de Jeon chocaba contra su cuello. La preocupación lacerante abordándolo, y una peculiar lucha de sensaciones, estallando en su cuerpo—. Uh— sí.
Los embistes del pelinegro habían aumentado en velocidad, al igual que el ritmo de los hálitos desesperaban en cada penetración. La angulación dentro del cuerpo del rubio había cambiado, y cada golpeteo iba dirigido hacia su próstata, enmudeciendo su garganta y sollozando de placer. Conmociones totales abordando su sistema, y humo gris nublando su visión. Íntegramente ensimismado.
Sumido en el completo placer que sólo Jeon Jungkook podía proporcionarle.
»—Oh—uhm —y sin poder contener el fuerte gemido que resonó sólidamente en los tímpanos del menor, Jimin se corrió fuerte, con sólo la fricción del cuerpo de Jungkook sobre el suyo propio, y la preciosa sensación del pelinegro tomándolo, reinante en su cabeza.
—Mierda, sí —jadeando alto, Jungkook fundió sus labios en un nuevo y ansiado beso. Lenguas peleando en una insuperable lucha, y sus caderas hundiéndose fielmente en el apretado agujero del mayor, corriéndose de una manera portentosa en el interior de su profesor, y gimiendo alto ante las maravillosas sensaciones que recorrieron cada uno de sus nervios.
Sin lugar a dudas, muchas cosas habían cambiado aquella noche, y cuando Jungkook salió del interior de Jimin, y éste por consiguiente percibió la placentera noción de cálido semen resbalando por sus piernas, lo dio por hecho.
Respiraciones apaciguadas haciendo juego, y la cabeza de Jungkook enterrada en el hombro del azabache. Un dolor turbio haciéndole fruncir el ceño, y el corazón del rubio palpitando erráticamente en el interior de su pecho.
Ninguno sabía los pensamientos del otro, sin embargo, ellos estaban conscientes de lo que pasaba por la cabeza contraria en aquel momento. Tragando saliva, Jungkook encontró su voz perdida, y aferrándose con fuerza hacia la cadera del mayor, percibió los dedos de éste enroscarse en su cabello sutilmente—. ¿Este es el fin?
Y cerrando los ojos lacerantemente, Jimin sintió perder la poca cordura que quedaba en su cuerpo, junto con la innegable felicidad que había sentido segundos atrás; cuando Jeon Jungkook le hizo tener el mejor orgasmo de su vida.
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