28•
Las palabras se entremezclaban de una manera armoniosa en su cabeza.
Jungkook pasaba su mirada de aquí para allá sobre la figura del hombre rubio, su respiración era suave y sutil, y sus dedos repiqueteaban rítmicamente sobre la madera de su pupitre. Se encontraba ensimismado, introducido en un sueño real, donde su atención era inevitablemente atrapada por Jimin.
Relamiendo sus labios, el pelinegro admiró la pequeña sonrisa que se formó en los carnosos y rosados del azabache, quien peinando su cabello suelto hacia atrás, desvió la mirada del insistente alumno. Los ojos avellanados de Jeon parecieron alegrarse ante el gesto, y sintiendo el codazo propiciado por su castaño amigo a su lado, él dejó que las comisuras de sus labios se elevasen.
—Deberías poner atención a la clase, a menos de que quieras estar en sobre aviso de expulsión, una vez más —comentó Jin, aclarando su garganta y notando la extrema diversión que había adquirido Jungkook desde que entraron al salón de clases.
Jungkook ignoró por completo el comentario, suprimiendo una risa tonta que salió desprevenida. Se sentía incomparablemente idiotizado, y no entendía por qué. Quizá la razón fuere que Park Jimin se veía terriblemente hermoso aquel día, o tal vez, que sus sentimientos habían logrado apoderarse completamente de su cuerpo. Ya no tenía escapatoria.
Había caído.
La conversación con el rubio había sido casi nula, y es que sólo habían podido mandarse textos intentando aclarar la situación que había ocurrido en la casa del pelinegro, justo cuando Jimin explotó inevitablemente hacia la presencia de Jennie. Jungkook se había encargado de decirle que no había ningún tipo de problema, y que desde luego, todo estaba igual entre ellos, pero aun así, Jeon no dejó de sentir una preocupación en su precioso profesor.
No sabía qué tenía Jimin, pero en definitiva, él quería averiguarlo.
Después de aquel grandioso día en su casa, Jungkook no pudo evitar desmoronarse sobre su mejor amiga, preguntándole qué tan mal se encontraba él. El diagnóstico de la chica no fue más que un golpe en la cabeza y un "Estás terrible, cariño". Ahora, sentado en el salón de clase y suspirando ante el precioso hombre que hacía resonar su voz por los alrededores, el ojiavellana se daba cuenta de la veracidad que las palabras de la castaña tenían. Él estaba terrible, catastróficamente mal, pero eso sólo lo hacía sentir malditamente bien.
El poder haber descubierto los innegables celos que reinaban el cuerpo de Park, cuando Jennie estaba a su lado, le hacía sentir que no estaban corriendo hacia la dirección equivocada. ¿Eso acaso quería decir algo? ¡Pues sí! Y era tremendamente bueno.
Las ilusiones del pelinegro se empezaron a disparar de una manera arriesgada, y aunque él sabía que no todo podía ser tan bueno como se miraba, no dejaba de pensar que estaba mucho más cerca de llegar a su premio. Su trofeo, lo único que él quería: Park Jimin. Y joder, realmente no descansaría hasta poder decir que ese sujeto era única y completamente suyo.
—Permiso... ¡Jungkook ! —Aquella encantadora voz, seguida por el sonido de la puerta abriéndose, logró acaparar la atención de todos. Jennie sonreía desde la entrada, avergonzándose de haber conseguido que todas las miradas se posasen sobre ella. De inmediato Jungkook salió de su ensoñación, acomodándose en su asiento y haciendo un gesto para que la chica entrase al salón y se acercase a él.
La boca de Jimin se abrió de par en par, a la vez que sus ojos ardían de pronta cólera. Sintió sus manos volverse puños, mientras que sus nudillos se ponían blancos ante la presión que ejercían sus cortas uñas sobre la piel de su palma. Por supuesto, todos pasaron desapercibida aquella reacción, pues cuando la castaña correteó el salón de clases y se posó frente al pupitre de Jungkook , todos se encontraron dispersándose prontamente.
—¡Señor Jeon! —Ahogó Park, su rostro rojo de furia, y no precisamente porque aquella niña hubiera interrumpido su clase de una manera tan desvergonzada. Los ojos avellanas de inmediato se posaron sobre el hombre mayor, corrientes eléctricas recorriendo su cuerpo ante la portentosa voz, y sus dientes mordiendo el engordado labio inferior para evitar soltar algún comentario por completo desubicado (aunque aquello no fuese un especial problema para él)—. ¿Acaso no ve esto como una falta de respeto hacia mi persona?
—Ella no tardará mucho tiempo —admitió el menor, aclarando su garganta y evitando la sonrisilla desprevenida que quería escapar de sus labios, Jennie no la evitó—. Vamos, sólo viene a entregarme mi teléfono.
La ojimarrón echó un vistazo sobre su hombro al rubio frente al escritorio, podía sentir la increíble rigidez que rodeaba el delgado cuerpo, a la vez que sus ojos la escudriñaban de la misma manera a la que se había acostumbrado antes. Mordió el interior de su labio, y no pudiendo contener la emoción de que realmente entre él y su amigo existiese algo más que pura tensión sexual, dejó el teléfono de Jeon sobre la mesa de éste y le hizo una mueca a Jin, quien sólo rodó los ojos.
—Deberías irte —murmuró Taehyung desde atrás, señalando a su amotinado profesor—. No querrás que Jungkook se gane un castigo por esto, ¿o sí?
—Eso sería fantástico —admitió la más pequeña, pellizcando las mejillas de su mejor amigo, siendo observada por la pequeña multitud, y por supuesto, por los ojos mieles e insuperablemente irritados de Park Jimin.
—Señor Seokjin—murmuró el rubio, caminando hacia el puesto del castaño, pero evitando acercarse demasiado y estar frente a Jungkook —. Debería decirle a su hermana que mi clase no es ningún receso, y que para la próxima, espere la hora del descanso para socializar con el señor Jeon, ¿le parece? —Soltó, chirriando los dientes. Colérico, celoso—. Ahora, si puede retirarse, por favor. ¡Estoy dando una clase!
—Ya escuchaste, mocosa —murmuró Jin, una risa desprevenida saliendo de su garganta, y los oídos de Jennie por completo maravillados ante las palabras que recién había escuchado—. Será mejor que te vayas, ya ves que al profesor Park no le gusta que lo distraigan de..., lo suyo.
Aquel comentario lleno de jocoseria, logró que las carcajadas reinasen en el salón, y mientras Jennie alborotaba el cabello de Jungkook , comenzó a caminar fuera del salón. Pero por supuesto, no por completo derrotada. Antes de poder irse, le guiñó un ojo a su mejor amigo, y es que en definitiva, ellos habían vencido.
¡Park Jimin estaba ridículamente celoso!
—Lamento haber interrumpido su clase, no volverá a pasar —y con una sonrisa elocuente, ella volvió a cerrar la puerta, y casi enseguida las carcajadas volvieron a resonar.
Jungkook mordió el interior de su mejilla, reprimiendo una sonrisa, y cuando sus ojos se posaron fijamente en el rostro sulfurado del hombre mayor, se dio cuenta de lo malditamente fabuloso que había sido aquel momento. Jimin suspiró, intentando rebajar el pronto azoramiento que a su cuerpo había dominado, y recapacitando bien sobre el momento y las palabras dichas, fijó sus ojos en los avellanados del fondo.
Tremendamente avergonzado.
—B—Bueno, será mejor que sigamos c—con la clase —se obligó a pronunciar, dándose vuelta y observando el pizarrón. Sintió su rostro rojo de bochorno, y pasando una mano por él, negó con la cabeza. ¿Por qué había perdido los escrúpulos de esa manera, de nuevo? ¿Por qué, después de haberlo arreglado todo?
Y joder, ¿por qué lograba ponerse tan estúpidamente celoso cuando Jennie estaba cerca de Jeon Jungkook ?
Aún seguía sin poder responder aquellas incógnitas que lo amordazaban.
Cuando la hora terminó, Jungkook admiró el nerviosismo que dominaba al caliente profesor. No había pasado desapercibidas sus mejillas sonrojadas a lo largo de la clase, ni tampoco las tontas mariposillas que revoloteaban en el interior de su propio estómago con tan sólo contemplar el hermoso rostro del azabache. De igual manera, y aunque Jimin le hubiera indicado con una mirada que se quedase en el salón, Jungkook estaba dispuesto a hacerlo mucho antes, y es que inevitablemente, era hora de que ellos hablasen de verdad.
—Creo que ahora es un buen momento para que conversemos sobre lo..., lo que está sucediendo —Jimin apenas dijo, frunciendo sus labios y tomando asiento en su silla. Jungkook lo imitó, quedando frente a él en un pupitre, y juntando las yemas de sus dedos. Sonrió de manera involuntaria—. Lamento que no nos hayamos podido ver..., um bueno, ya sabes. He estado algo ocupado.
—No tienes que darme explicaciones de nada —dejó saber el pelinegro, pareciendo supremamente relajado. Los ojos mieles se entrecerraron ante aquellas palabras, por completo extrañas de escuchar. Eso no era lo mismo que le decía Zoe.
—Pero quiero.
—Entonces adelante, soy todo oídos —bromeó, mordiendo su labio cuando admiró los rosados de Jimin. De inmediato quiso besarlo, y es que joder, hacía aproximadamente cuarenta y ocho horas que no lo sentía íntegramente cerca.
—He tenido problemas con Zoe —soltó, cerrando sus ojos y esperando algún motivo de celebración por parte de su alumno, pero ante el silencio, él volvió a posar su mirada en el rostro de Jeon. Éste parecía paciente, esperando algún tipo de información confidencial, aunque por dentro realmente estuviere muriendo de emoción—. Uhm, bueno..., ella ha visto la marca que me has dejado.
Aquella confesión logró que las cejas del más alto se disparasen hacia arriba, por completo sorprendido. ¿Qué habría pasado? ¿Por eso era que Jimin estaba tan extraño? ¿Acaso era esa una buena noticia? Su cabeza comenzó a trabajar a toda máquina, utilizando el mismo ritmo que adquirió su corazón para latir.
»—Hemos discutido, y desde entonces he estado durmiendo en el sillón... Si sabes a lo que me refiero.
—Claro, están peleados —ahogó el pelinegro, sus ojos brillando con emoción oculta. Sin embargo, la expresión decaída de Jimin le dejaba saber que no todo era tan bueno para el rubio, como lo estaba siendo para él mismo. Sus esperanzas creciendo de una manera desmesurada—. ¿Y qué pasa?
—Cada vez falta menos para la boda, cielos, esta semana iré a comprar mi traje. ¿Sabes lo que eso significa, Jungkook ? —Preguntó, no atreviéndose a mirar los orbes avellanados—. Estuve en una reunión con mis padres y los de Zoe, ellos están dando el cien por todo esto, y yo realmente no quiero arruinarlo.
Jungkook tragó saliva ante aquellas palabras. ¿Debería adelantarse a los hechos? ¿Acaso Jimin estaba insinuando que deberían parar? ¡Pero si habían dicho que no querían hacerlo! Su corazón retumbó de una manera dolorosa, ¿quizás era ese el momento que tanto había estado temiendo? ¿Aquél que no deseaba vivir jamás?
»—He estado agobiado por todo esto que pasó, yo simplemente no he tenido palabras para enfrentarme a las cuestiones de Zoe —susurró, pasando una mano por su frente prontamente sudorosa, y adquiriendo la suficiente valentía que necesitaba para fijar sus ojos en los contrarios. Una vez más, Jungkook parecía completamente inmutable.
Una vez más, Jimin envidió su poder para no revelar sus reales sentimientos cuando no quería hacerlo.
—¿A qué quieres llegar con todo esto? ¿Por qué me lo dices? —Intentó indagar el menor, su garganta seca. Esperaba que aquello no fuera por completo lo que él estaba pensando, porque de ser así, terminaría cien por ciento destruido. Jimin apenas sonrió.
—No sé por qué te lo digo —dejó saber, encogiéndose de hombros—. Me parece justo que lo sepas..., um, que sepas que de algún modo intentaré remediar mi relación con ella porque, mierda, es mi prometida y no quiero perderla.
Aquellas palabras fueron ingratamente sorpresivas, tanto para Jungkook , como para el mismo Jimin. Segundos después de callar, el rubio desvió su mirada, sintiendo una taquicardia terrible ante lo que de su boca había salido, y no pudiendo creer lo que de verdad había dicho. Todo pareció morir en aquel momento, el aire se esfumó y la habitación se convirtió en una supremamente gélida.
Los ojos del mayor ardieron por algún sentimiento desconocido, y cuando creyó que moriría por asfixia, Jungkook dejó salir una risotada llena de molestia. De inmediato, Jimin viajó con sus ojos hasta posarlos en el rostro contrario, y por primera vez, realmente, él notó el enojo reinante en Jeon Jungkook . Tragó saliva.
—N—no...—
—¿En serio? —Cuestionó, poniéndose de pie. Su ceño plenamente fruncido, y su pecho hinchándose de frustración. Sus esperanzas estaban rotas, rotas como su corazón, el que se había deshecho tras las palabras del, posiblemente, amor de su vida—. ¿Cómo es que tienes las bolas para decirme eso?
—Se supone que fue así desde el principio, ya lo sabías —intentó defenderse, aspirando el aire caliente que emanaba el cuerpo de Jungkook , frunció los labios, sintiéndose afectado por la actitud del menor, y sin poder remediarlo, exhaló con demasiada fuerza—. No tiene sentido alguno que te molestes por algo que era obvio. No la dejaré, ¿acaso creíste que sí, Jungkook ?
—Por supuesto que no creí eso, pedazo de idiota —expresó, poniendo los ojos en blanco y cruzándose de brazos—. O bueno, quizá sí. Basta de esto, ¿sabes? Estoy cansado de guardarme las cosas para mí.
Los ojos mieles se miraron sorprendidos, y abriendo su boca para decir algo, frunció las cejas. Poniéndose rápidamente de pie, él cogió su portafolio, pero cuando estuvo a punto de retirarse, la nueva voz de Jungkook lo frenó.
»—¿Te vas? —Interrogó—. Eso es lo que siempre haces..., cuando algo se sale de tus manos huyes como un cobarde. Por primera vez quiero hablar como un adulto, ¿pero tú no eres capaz de comportarte como tal?
—Simplemente no debí decirte nada de eso. Aprenderé a resolver mis propios problemas sin tener que involucrar a niños inmaduros que no entienden nada sobre las relaciones de pareja. —Expresó, sus ojos cerrados cuando las palabras penetraron hondo en su pecho.
—¿Que no entiendo? Es estúpido todo lo que dices.
—¡No, por supuesto que no es estúpido! —Estalló, dándose la vuelta y encarando el rostro dolorido del menor, tragó saliva—. No lo entiendes..., esto nunca se trató de —suspiró—. Se supone que era sólo sexo, y así debe ser, ¿está claro? Pero, Dios... No sé qué es lo que está sucediendo contigo, Jungkook .
—Me gustas.
—Y—yo no p—puedo —tartamudeó, cubriéndose el rostro con su mano disponible, poco dispuesto a observar aquellos ojos que, desde luego, le harían caer rendido a los pies de Jeon Jungkook , de nuevo—. Necesito solucionar las cosas con Zoe, si es posible..., pasar todo mi tiempo con ella y eso significa que—
—¿Te das cuenta de que estás mandando lo que tenemos a la mierda? Y todo por una tontería, agh —dijo, por completo exasperado. Tomó aire, evitando volverse completamente loco—. Estás ahogándote en un vaso de agua. Eso que dices de pasar todo tu tiempo con ella es una ridiculez, Jimin por favor. ¿Quién mierda hace eso?
Los ojos del mayor llamearon, su mandíbula se tensó enseguida y su dedo anular señaló el cuerpo de Jungkook . Él no quería, por Dios que no, pero tampoco pudo seguirlo conteniendo—. ¡Tú no deberías estar quejándote de esto! ¡No cuando tienes a esa estúpida niña tras tuyo todo el día y ni siquiera sacas tiempo para mí! Estoy cansado, estoy verdaderamente harto de que ella haya comenzado a meterse entre nosotros porque mierda, si antes no teníamos tiempo para vernos, ¡ahora menos! Tú te concentras en otorgarle todas tus horas libres y ni siquiera te das cuenta de que te está absorbiendo.
—Claro, ¿no es así como Zoe lo hace contigo? —Fue lo único que salió, el rencor corriendo por sus venas de una manera terrible, y el rostro rojo de Park haciéndole saber que en realidad, él estaba muy enojado. Pero quizá, no tanto como lo estaba Jungkook mismo.
—¡No, es completamente diferente! ¡Nosotros nos vamos a casar, Jungkook ! ¿Tanto te cuesta entenderlo?
—Eso me quedó claro desde el primer momento —gruñó, sus puños apretándose de manera furiosa—. Pero ahora que lo mencionas, en realidad sí es totalmente diferente. Todo radica en que Zoe es tu maldita prometida y Jennie es sólo mi mejor amiga. ¡Sí, a esa que le cuento lo muy estúpido que me siento a tu lado, maldita sea!
Tras aquellas palabras, los hombros de Jimin se relajaron y su ceño fruncido desapareció casi al instante. Su boca se abrió como si de un pez de tratase, y de inmediato, la suprema vergüenza comenzó a acarrearlo a un lugar oscuro. Terriblemente negro.
—Oh, mierda —murmuró, tapando su boca con sorpresa. Su rostro pasó de rojo furioso al rojo apenado, y sus piernas temblaron de una patética manera. Sin embargo, la expresión de Jungkook no varió, y su respiración fuerte le hizo saber que una simple disculpa no le quitaría el enojo que traía encima, aunque desde luego, Jimin no pudo hacer nada más que eso—. Lo siento..., joder, lo siento tanto. No tenía ni idea.
—Por supuesto que no. —Jungkook chocó, cerrando los ojos por un segundo—. No puedo seguir así, creo que he sido demasiado paciente. He soportado muchas cosas que..., maldición, tú no serías capaz de aguantar ni la mitad de ellas. Es completamente ridículo todo lo que está sucediendo, es estúpido que yo..., que yo sea capaz de darlo todo por ti y no sea mutuo, porque a ti te importa más tu dañada relación que esto.
—Jungkook ...
—No digas nada, Jimin. Realmente no lo hagas —negó, pasando por su lado mientras soportaba el terrible dolor que electrificaba a su corazón—. Mierda.
—Es inmaduro lo que estás haciendo, vuelve aquí —llamó el rubio, respirando agitadamente mientras corría tras el pelinegro y lo cogía del brazo antes de que pudiera cruzar la puerta de salida. Ambos pares de orbes encontrándose, y el brillo en cada uno de ellos siendo por completo un motivo de desconsuelo—. No dejemos que esto acabe así, por favor.
—Tú fuiste el que dio la sugerencia de que todo terminase, ¿ahora te retractas? —Murmuró, su entrecejo fruncido—. Mejor deja que me vaya y ya dejemos que esto pase, no quiero seguir escuchando lo que dices.
—No te comportes de esta manera —lo soltó, elevando su voz—. Dijiste que querías hablar como un adulto, ¡entonces deja de comportarte como un estúpido niño!
—Bien, dejaré de hacerlo —dijo entre dientes, el calor calcinando su cuerpo—. Pero entonces tú debes tomar una decisión ahora.
—¿De qué hablas? —Cuestionó, poniendo los ojos en blanco ante el inquietante rodeo que estaba tomando Jungkook .
—Si la prefieres a ella, es mejor que te olvides de mí. Si me quieres mí, olvídate malditamente de ella, porque estoy cansado de seguir compartiéndote —y sin parar a analizar sus palabras, Jungkook tensó su mandíbula, percibiendo como su órgano interno resonaba velozmente en sus oídos.
Los ojos del rubio se abrieron sorpresivamente, y percibiendo como su rostro se calentaba de pura rabia, chirrió los dientes, golpeando la mejilla del pelinegro con toda la fuerza que pudo y pasando por su lado de manera brusca, segundos después. Jungkook parpadeó ante la bofetada, y sintiendo como sus ojos ardían de puro dolor, mordió su labio.
—Eres un completo imbécil, Jungkook .
Y con el enojo latente en su completa anatomía, Jimin abandonó el salón, no pudiendo creer todavía lo que la boca de Jeon había soltado. En su lugar, éste se encogió en su posición, pensando que, definitivamente, lo había jodido todo.
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