27•
La mañana entera había resultado ser una revoltosa locura. Jimin despertó más tarde de lo normal, sintió náuseas después de tomar el desayuno y se colocó la ropa al revés. Todo esto, porque su cabeza se encontraba lo suficientemente distraída como para poner atención en sus acciones, y desde luego, para tener los nervios íntegramente disparados.
El rubio ya se había acostumbrado al mal que lo atacaba después de estar con Jeon Jungkook , pero desde luego, cada vez empeoraba. Y es que no se cansaba de repetírselo una y otra vez.
Aquel día tenía una junta, su familia, la de Zoe y por supuesto, su futura esposa. ¿Temas a tratar? Nada más que la próxima boda que se avecinaba a pasos agigantados, y el sólo pensarlo lograba que la garganta del rubio se cerrase de una catastrófica manera. El día anterior habían ocurrido demasiadas cosas como para que él pudiese asimilarlo a esas horas, y su estómago estaba vuelto un revoltijo de sensaciones desagradables.
Jungkook le había hecho tener un día increíble, y obviamente, una increíble follada (como siempre), pero esta vez resultaba ser completamente diferente para la cabeza del rubio, y es que no podía dejar de recordar el momento clave en el que salió de la casa del pelinegro, hecho furia, y por supuesto, ardiendo en incontrolables celos.
A esas alturas del día, y en la casa de los padres de Zoe, sentado en el sillón e ignorando la conversación que se camuflaba entre los griteríos que pegaba su propia conciencia, Jimin asimiló sus palabras, y desde luego, la conducta irrevocablemente inmadura que tuvo frente a Jungkook y Jennie. Pero ¿quién era Jennie, realmente?
Su razonamiento inteligente le decía que, en realidad, ella no podría ser una posible conquista del pelinegro. Y es que joder, ¿acaso Jungkook sería tan idiota como para confesar ante ella, que ellos estaban follando antes? O que lo harían después..., como fuere. ¡Era imposible! Sin embargo, y aunque el alivio hubiere llenado el sistema del rubio, éste no podía apartar de sí el mal sabor de boca que le causaba el que aquella chiquilla linda consumiera el tiempo de Jungkook .
Aunque él no debería quejarse de ello. No cuando se encontraba en la casa de los padres de Zoe, disipando su propio tiempo y lo peor, planeando su próximo paso al altar.
Jimin era consciente de que tenía muchas cosas en su contra, y también, de que no podía exigir mucho más de lo que él mismo estaba dispuesto a dar. Por supuesto, él no abandonaría a Zoe, ni tampoco aceptaría que ésta dejase de absorber su tiempo para gastarlo con Jeon, pero de alguna manera, deseaba que Jungkook estuviese disponible para él en cualquier momento.
¿Aquél había sido el trato, o no?
De igual manera, el estar recordando el día anterior, le hacía sentir escalofríos emocionantes alrededor de su anatomía, y es que no podía evitar admitir lo bien que se sintió en las manos de Jeon Jungkook (una vez más). Claro está, antes de llegar a su casa y presenciar las insufribles palabras psicópatas y controladoras de la pelimarrón que vivía junto a él.
El tiempo estaba transcurriendo rápido, más de lo que a Jungkook y Jimin les gustaría, pero a pesar de ello, no podían hacer nada para retrasarlo. Era lo que era, y los sentimientos contrarios comenzaban a arremeter de una manera furiosa contra el vulnerable cuerpo de Park Jimin.
—Pautaremos una cita la semana siguiente para ir a comprar tu traje, cariño —murmuró la madre de Jimin, admirando su agenda electrónica y sonriendo de lado. La emoción reinante en su voz.
El ojimiel aclaró su garganta, sonriendo de manera actuada y asintiendo con la cabeza. Tras sentir la mano de Zoe apretar la suya de una manera animada, él encogió los hombros y admiró todos los ojos posados sobre él. Su padre sonriente, y él de Zoe, completamente centrado en su gesto circunstancial.
—Tenemos que hacer muchas cosas todavía, ¡no podemos retrasarnos con nada! —Canturreó la otra mujer mayor, dándole un codazo divertido a su hija. Zoe asintió—. Hoy mismo llamaré a la agencia de arreglos, ¡y a los del pastel! Dios, cariño, amarás esto. Será el pastel de bodas más precioso de todos los tiempos, ¡no hay duda de ello!
—Lo sé, gracias, mamá —aceptó la más baja, echando un rápido vistazo a su prometido. Jimin mantenía su labio atrapado entre los blancos dientes, y su corazón latiendo fuerte en su interior.
Allí donde estaba, se encontraba íntegramente sumergido en sus pensamientos. Una vez más.
—Hemos pagado demasiado por ese pastel —aclaró de inmediato el padre de Zoe, ganándose la atención por parte del Park menor; sonrió lleno de sorna—. Aunque en realidad lo hemos hecho por toda la boda. Queremos que sea perfecta.
—Uh—um...., nosotros también queremos eso, —murmuró Jimin, tosiendo un poco y negando con la cabeza. No dispuesto a seguirse hundiendo en su propio océano, ni mucho menos quedar mal ante sus padres, suegros y novia—. Estoy muy ansioso, sí... Ya quiero que sea el día de la boda.
»—Um... ¿Me disculpan un segundo? Necesito coger un poco de aire —y tras aquellas palabras, soltó la mano de Zoe, casi corriendo hasta salir de la casa y cerrar la puerta de entrada de manera tenaz. Todas las miradas en el salón se buscaron entre sí, y cuando Zoe estuvo dispuesta a seguirlo, escuchó la voz de su madre interrumpir sus acciones.
—Supongo que es hora de almorzar...
Por su parte, y cuando el aire natural golpeó su rostro , Jimin soltó un suspiro ensordecedor. Uno que había estado reteniendo de una manera suprema, y el cual lo hizo llenarse de pronto alivio. Mordió su labio, pensando de manera apresurada millares de cuestiones que se presentaban en su cabeza.
Antes de poder caminar desquiciadamente en el porche de la casa, de aquí para allá, la puerta se abrió y dejó ver la menuda figura de Zoe. Él negó con la cabeza, perdiendo su mirada en la lejanía y poco dispuesto a hacer un desafiante contacto visual con ella, pero cuando la sintió posarse en su lado, supo que quizá, estaba en problemas.
—¿Qué te pasa? —Cuestionó la muchacha, su voz tranquila; hecho que tranquilizó los nervios de Jimin—. Me parece que estás muy raro últimamente. No quiero que nuestros padres noten eso, o que piensen que estamos pasando por algún tipo de crisis referente a la boda, porque eso no es cierto.... ¿O sí?
—No, por supuesto que no estoy pasando por una crisis, Zoe —aclaró de inmediato, su voz más seria de lo que le hubiere gustado. Sintió sus palmas sudar cuando la mirada café lo escudriñó de manera aterradora.
—Ya veo...Entonces si estás bien ahora, supongo que podrás responderme en dónde estuviste ayer, ahora sí —dijo, captando la atención del más alto, quien echándole un rápido y horrorubio vistazo, pasó saliva de manera crítica—. ¿Por qué no respondiste a mi mensaje?
—Ya te dije que tuve que estar un tiempo extra en la universidad.
—Dime la verdad, Jimin, ¿acaso crees que soy estúpida? ¡Llamé a la universidad y me dijeron que saliste temprano!
—Uh... Quizá no me vieron, pero lo cierto es que estaba en—ehm, estaba en un salón corrigiendo pruebas. Sí —soltó, su voz temblorosa. Intentó bufar, alejándose de la mirada que le dirigía furiosamente su prometida, y cuando pensó que estaba todo bajo control, una pregunta inimaginable consiguió helarle la sangré.
—¿Estás engañándome? —Cruda. Realmente cruda.
Los ojos del rubio de inmediato se abrieron desmesuradamente, y posándolos en los contrarios, duros, abrió la boca para decir algo. Nada salió. ¿Qué mierda había escuchado? ¡¿Por qué Zoe le preguntaba aquél tipo de cosas?!
—P—pero qué dices —susurró, frunciendo el ceño cuando la mueca inmutable de la chica lo hizo temblar. Intentó mantener la calma, no enloquecer, y cuando su corazón rebotó de una errática manera dentro de su pecho, juró que moriría de un ataque cardíaco—. Es la cosa más estúpida que he escuchado, bebé.
—¿Eso crees? —Interrogó, alzando una ceja y aclarando su garganta. Subió una mano hasta posarla en la mejilla de Jimin, y volteándole el rostro de manera poco sutil, dejó al descubierto la reluciente marca violácea que relucía en el cuello del rubio. Éste de inmediato tragó saliva, y sintiendo como todo su mundo se venía encima, percibió sus manos volverse dos panelas de hielo—. Qué interesante, vaya... Um, ¿quién te ha estado chupeteando el cuello, amor? ¿O acaso me dirás que ha sido un mosquito?
Ante aquellas descarnadas preguntas, la mujer achicó sus ojos y apartó su mano del rostro contrario, echando un vistazo al frente antes de suspirar de manera amotinada. Jimin, en su lugar, permanecía callado, imposibilitado a decir algo, siquiera respirar. ¿Lo habían agarrado infraganti? ¡Por supuesto que no! ¿Pero qué mierda le diría a Zoe?
»—Sí, justo eso pensé —dándose la vuelta con el rostro rojo de rabia, abrió la puerta de la casa y apenas se dio el tiempo de murmurar un callado—: Es hora de comer. Entra.
Increíblemente pasmado en su lugar, Jimin tragó saliva.
Y es que joder, ¡¿qué acababa de pasar?!
(...)
El camino a casa fue silenciosamente tenso. En el auto de los padres de Jimin, el rubio admiraba por la ventana como los vehículos avanzaban a su costado, mientras que en la otra esquina se hallaba una silenciosa Zoe. Y es que para nadie era un misterio que ambos prometidos se encontraban enojados entre sí.
Después de algunas conversaciones incómodas y frases punzantes en el almuerzo, el rubio sustituyó su temor por molestia, y es que no podía soportar el que Zoe fuera tan patéticamente inmadura en un momento como aquel. Por su parte, la mujer se encontraba ridículamente indignada de que Jimin fuese tan incapaz de responderle una pregunta, y mucho más, con la verdad.
Los padres de ambos se preocuparon ante el mal trato que de pronto, ellos comenzaron a otorgarse, pero sin embargo, lo calificaron como una simple riña de parejas. Como las que todos tenían.
Pero... ¿Aquello era simplemente eso?
Jimin admiró la hora en su móvil. Eran las seis treinta cuando aclaró su garganta y pidió a su padre que detuviese el auto con un "Déjame aquí, iré a la casa de Yoongi" para pronto salir de allí sin siquiera decir algo. Ni mucho menos, sin echar un vistazo al rostro enfurruñado de su novia.
Lo cierto era que no había recibido señales de Jeon en las horas transcurridas, y tras todos los revoltijos que le hacían doler su cabeza, necesitaba hablar con su mejor amigo. Aunque independientemente necesitase hablar con él antes de lo ocurrido ese día.
Cuando Jimin estuvo frente a la puerta de Yoongi, tocó frenéticamente. Masajeando sus sienes y sintiendo como la poca cordura que había perdurado en su cuerpo durante todo ese tiempo, desaparecía de una manera abrupta.
—¡Abre la maldita puerta, Yoongi! —Gritó, desesperado—. ¡Necesito hablar con alguien, antes de que me vuelva jodidamente loco!
Tras unos segundos en agonía, la puerta se abrió. Un soñoliento y desaliñado Yoongi se hizo espacio para dejarlo entrar, y bostezando de manera contagiosa, caminó perezosamente tras el cuerpo inquieto de Jimin, quien dejándose caer en un cómodo sillón, tapó su rostro con preocupación.
Ni siquiera se dio el tiempo de notar el pésimo estado en el que se encontraba su amigo, y cuando el rubio tomó asiento a su lado, silencioso, los ojos mieles se posaron en los esmeraldas.
—¿Qué mierda pasó contigo? —Cuestionó Min, entrecerrando los ojos e intentando mantener la calma ante el pronto ataque de nervios que parecía sufrir el rubio. Jimin apenas sonrió, detallando armoniosamente las fachas del más alto.
—No, ¿qué mierda pasó contigo? Parece que hubieras estado en medio de un huracán.
—El huracán Taehyung. —Dejó saber. De inmediato, Jimin irguió la espalda, abriendo su boca de manera sorpresiva y no completamente dispuesto a pensar que las palabras dichas por su caliente alumno, fueran ciertas.
—¿Y eso qué quiere decir? —Cuestionó, olvidando sus problemas por escasos segundos. Yoongi sonrió, encogiéndose de hombros—. ¡Follaron! ¡Oh, jodido Dios!
—Creí que habías venido acá con una crisis nerviosa... Ya tendremos tiempo para hablar sobre Taehyung y yo, ¿no lo crees? ¡Ahora dime qué mierda te pasa para llegar a mi casa como un completo psicópata y despertarme de mi grandioso ritual de descanso! Sabía que este jueguito no saldría nada bien, joder, ¿acaso pasó algo malo?
Jimin desvió la mirada, ignorando por completo las anteriores palabras de Min. ¿Qué si había pasado algo malo? ¡Já! ¿Debería empezar por el principio de la historia?
Su estómago se apretó de una manera dolorosa, y es que él ni siquiera sabía cómo poner las cartas sobre la mesa ante su mejor amigo. Sabía que Yoongi era perfectamente capaz de juzgarlo, pero de igual manera, él siempre lo ayudaría. Y Dios, eso era lo que más necesitaba en aquellos tiempos.
Un poco de ayuda para aclarar bien sus ideas.
—Ayer estuve con Jungkook —murmuró, su voz pequeña y sobrecogida. Yoongi lo escuchaba con especial atención, agitado, deseando que en realidad, nada se hubiere salido de control en torno a la vida de su arriesgado amigo—. Y joder, Haz..., fue todo tan diferente.
—¿En qué sentido?
—Um..., bueno. Es decir, —comenzó, moviendo sus manos de una manera nerviosa—. El sexo fue igual de maravilloso, pero esta vez hubo algo más. Siento que..., agh. No lo sé, estoy tan confundido. Mi corazón se vuelve loco, y demonios.
—Oh...
—Y al final la he cagado, ¡siempre lo hago! Jungkook debe estar cansado de mí. Soy tan tonto —negó, peinando su cabello hacia atrás con desespero. Min alzó una ceja, intentando descifrar el enigma que formaban las palabras del rubio—. Estoy tan, um, ¿celoso? ¡Sí! Estoy tan malditamente celoso de esa chica y no puedo evitar ser un completo imbécil. ¿Qué jodidos me pasa, eh?
—¿Celoso, dices? ¿De una chica? —Cuestionó, entrecerrando los ojos. Jimin tragó saliva. El aceptar sus celos era un golpe áspero para sus emociones, y el poder decirlo en voz alta le revolvía el estómago—. Vaya.
—Yo—uhm. Dije algunas cosas que quizás no debí... Joder, ¡desde luego que no! Y ahora no sé si Jungkook está enojado. Él no me ha escrito nada en todo el día y agh, seguro está con ella. ¡Ella lo aleja de mí!
—Hey, tranquilo —Yoongi parpadeó, tragando saliva y admirando como el rostro del azabache se contorsionaba en dolor. ¿Qué estaba observando? Pues, le parecía patéticamente sorprendente.
—Zoe..., ella sospecha algo. —Soltó, su voz gangosa cuando cubrió su rostro—. Hemos discutido hoy, ha visto la marca que me dejó Jungkook y yo sólo no pude responderle nada. Está muy enojada pero..., joder, Yoongi, estoy tan asustado. No sé qué mierda estoy sintiendo. No sé qué es lo que pasa conmigo.
»—Yo la amo pero no puedo dejar de pensar en Jungkook , y eso me aterra. Mi cabeza está tan confundida, no entiendo qué hizo él conmigo como para tenerme de esta manera. ¡Se supone que lo odiaba! ¿No? ¿Entonces por qué..., por qué ahora no puedo sacarlo de mi cabeza? Es tan atento..., él es increíble y eso sólo hace que me hunda más y más. Al principio de todo nunca imaginé que me vería en esta situación, porque desde luego, nunca imaginé que podría...
—¿Nunca imaginaste que podrías qué, Jimin? —Yoongi preguntó con cautela, escuchando el sorbe de la nariz acuosa en su amigo y pronto, como éste se limpiaba los ojos de manera brusca. ¿Jimin estaba llorando?
—Nunca imaginé que podría llegar a..., quererlo.
Y sin inhibición alguna, Jimin se derrumbó sobre el sillón, dispuesto a sacar toda su frustración en forma de lágrimas. Y también, dispuesto a asimilar lo que de su boca había escapado, dejándolo lleno de un alivio torturador.
¿El de verdad empezaba a querer a Jeon Jungkook ?
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