26•
N/A: Estoy presentando demasiados problemas con los colores de ojos y etc por eso una vez que ya la termine de subir comienzo a editar y si alguien es tan amable de ayudarme sería cool.
[***]
La adrenalina habría estado corriendo por el cuerpo de Jimin mediante los segundos transcurrían, apresurándose como si se tratase del fin del mundo. Al momento en que sus pies estuvieron sobre el pulcro piso que poseía la casa de Jungkook , se vio obligado a tragar saliva; sus ojos vagando fugaces de aquí para allá, examinando todo a su alrededor, y memorando imparablemente la dichosa y primera vez que estuvo en aquel esplendoroso lugar. Donde, sin duda alguna, había disfrutado bastante de su alumno.
Una sonrisa apresurada extendió los labios del rubio, quien de inmediato fue cogido por la suave mano de Jungkook , siendo guiado por el camino que el pelinegro había dispuesto para ellos. El corazón rebotaba de una manera asombrosa dentro de su pecho, y cuando se dio el tiempo de parpadear y caer en cuenta de que todo iba íntegramente rápido, ya se encontraba en el segundo piso, siendo entrometido en una habitación, y sintiendo el aroma que impregnaba a ésta, gritando de manera fortuita: Jeon Jungkook .
—Oh, cielos. Realmente esperaba que este momento llegase pronto —jadeó el menor, cerrando la puerta detrás de sí y acercándose sigilosamente al rubio de pie, quien mordiendo su labio, recibió el cuerpo de Jungkook junto al suyo, percibiendo como sus labios se rozaban de una manera mortífera, y las respiraciones colisionaban excitantemente.
Las manos de Jeon se aferraron a las delgadas caderas del azabache, cogiéndolas con fuerza mientras sus dedos se enterraban en la cálida piel, subiendo escasamente la camisa que éste llevaba encima. Labios luchando de una erótica manera, mientras las lenguas se juntaban en los momentos precisos, y gemidos ahogados saliendo de la boca de Jimin. Sus ojos se mantenían cerrados con fuerza, y su mente por completo perdida. ¿Qué era lo que estaba haciendo con su vida? Él no lo sabía, pero joder, amaba lo que en aquel momento estaba ocurriendo.
Amaba sentirse amado.
Jungkook rompió el beso con sensualidad extrema. Sus ojos abriéndose sutilmente y su frente junto a la contraria. Una sonrisa jocosa adornó sus mejillas, y relamiendo sus labios, sintiendo el vivo y exquisito sabor de Jimin en ellos, suspiró con fuerza. Sabiendo que, sin duda alguna, jamás podría arrepentirse de la decisión que había tomado al meterse en un juego tan peligroso.
—Yo también lo esperaba... —Apenas logró murmurar Jimin, parpadeando de manera rápida, y revoloteando sus pestañas coquetamente. Jungkook sonrió complacido, sintiéndose tremendamente realizado, pero incapaz de demostrarlo por completo. Le resultaba íntegramente encantador el que su caliente profesor lograse expresarse de aquella manera tan correcta en momentos íntimos, y sin duda alguna, le hacía pensar que realmente, ellos tenían un futuro más allá de su presente.
Arremetiendo con fuerza contra el delgado cuerpo, Jungkook lo empujó sin control alguno, hasta que el rubio quedó tumbado de espaldas sobre la acolchada cama. Podía sentir una presión gigantesca en su pecho, admirando los ojos avellanados de su alumno rebosados en una caliente lujuria, y su propio cuerpo quemando de una forma increíble. Estragos formándose en su estómago al mismo tiempo que Jungkook pareció querer lanzarse sobre él, y las piernas del más alto quedando a cada costado del delgado cuerpo de Jimin, haciéndole saber que no tenía ningún tipo de escapatoria, aunque Jimin afirmase que, en ese momento, deseaba ser un prisionero por siempre.
Antes de que los labios hubieran podido juntarse de una asombrosa manera, una vez más, el acto se vio interrumpido por la melodía de un teléfono. El rubio fijó su mirada en la contraria, casi con súplica; sintiendo como las gotas de sudor bajaban por sus sienes de una manera inusual. Jungkook disparó sus cejas hacia arriba, mordiendo el interior de su mejilla con un poco de frustración. Cuando Jimin sacó su teléfono y fijó la mirada en la pantalla, tragó saliva con temor.
—¿Qué pasa? —Cuestionó Jungkook , intentando parecer autoritario. El mayor negó con rapidez, sintiendo como la culpa comenzaba a carcomerlo, y evitando que la destrucción del momento llegase, lanzó su móvil a un lado de la cama.
—Zoe —sólo expresó, aclarando su garganta y recostando la cabeza en el colchón. Jungkook sonrió de lado, reacción que el rubio no imaginó, y notando como éste se encogía de hombros de una manera aparentemente inocentona, se permitió imitar la atractiva sonrisa—. Ella desea saber en dónde estoy..., pero supongo que no importa mucho ahora, ¿no?
—Así es, bebé —susurró Jungkook , dejándose caer de una manera lenta sobre el cuerpo contrario. Sus pechos rozando, al igual que sus narices, las cuales pronto chocaron de una caliente manera cuando los labios del pelinegro atraparon los contrarios, y la lengua de Jimin se abrió paso en la boca del menor—. Me vuelves loco.
Y tras aquella bien sabida confesión, Jimin sintió millones de mariposas explotar en su interior. Sus sentimientos se estrellaron de una manera magnífica, dejándolo en blanco por minutos, y no deseando despertar de su letargo en un buen rato. El ojimiel elevó sus manos y las pasó por la fuerte espalda del pelinegro, percibiendo la caliente y fuerte piel, deshaciéndose de la camiseta que éste llevaba, y sintiendo como la temperatura aumentaba cada segundo que transcurría. Jeon rio con gracia, sintiéndose malditamente excitado, y pensando que aquello sólo podría ocasionarlo él. Su precioso profesor.
—Um... —jadeó Jimin, los labios de Jungkook volviéndose resbaladizos contra los suyos, y sus ojos apenas abiertos, admirando las muecas atrevidas que hacía Jungkook con cada movimiento—. Tú..., oh, me encantas.
Jungkook apenas se dio tiempo de parpadear tras aquellas palabras. Él se separó con cautela, sus ojos posados en los contrarios, y las mejillas del rubio tiñéndose velozmente de un fuerte rojo. No había estado pensando claramente en lo que su boca soltaría, y realmente no le importó, pero cuando admiró la expresión asombrada del menor, supo que quizá, había metido la pata.
Sin embargo, y aunque fuese imposible demostrarlo, Jeon sintió como su interior se derretía poco a poco en lava hirviendo. ¿Había escuchado bien? ¿O todo habría sido una vil alucinación causada por su estado de excitación supremo? ¡Cielos! El que la boca del hombre más sexy del mundo dijese aquellas palabras de una manera tan propia y sincera, le hacía querer revolcarse en el piso, gritar de felicidad y mandar todo a la mierda, para luego escapar a un lado del rubio y ser felices por siempre.
Aquello estaba resultando ser muy bueno, demasiado. Jimin quiso esconder su rostro casi al instante en que Jungkook alzó una ceja con interrogación, y es que no pudo creer lo que estaba ocurriendo en aquel momento. De igual manera, el pelinegro decidió que dejaría pasarlo..., no porque careciese de importancia el hecho de que le encantara a Park Jimin, sino porque deseaba meditarlo luego, y quizá, morir internamente cuando estuviese solo.
En ese instante, él sólo quería disfrutar del hombre bajo él. Y sin duda alguna, lo haría. Completamente.
—Y tú me encantas a mí, precioso —respondió de manera acertada, presenciando las aún sonrojadas mejillas del mayor, e introduciendo sus manos prontamente frías bajo la camisa del rubio, acarició su sensible piel y lo desnudó en cuestión de segundos.
Ambas pieles se encontraban libres, las respiraciones erráticas y los labios danzando juntos. Jimin mantenía su cabeza apoyada sobre las almohadas, y su cuerpo rozaba con total erotismo contra el otro. Jungkook se encontraba increíblemente extasiado, su polla friccionando contra la cadera del mayor, y la contraria sintiéndose dura ante su propio abdomen. Percibía cosquillas recorrerle de pies a cabeza, y es que, de alguna manera, el hecho de tener a Park Jimin en su cama le estaba golpeando de una manera profusamente emocional.
Jeon mordió casi con saña el cuello del rubio, chupeteando de manera apasionada la deliciosa y almizclada piel. Jimin mantenía sus ojos cerrados; piernas enroscadas en las caderas del menor, y la candente sensación de sus cuerpos juntos, haciéndolo enloquecer de una manera superior. Al momento en que Jungkook dejó escapar un agudo gemido en el oído del rubio, éste exhaló el aire retenido, cerrando sus ojos con parsimonia y relajándose de una manera increíble.
De inmediato sintió como los labios suaves y húmedos de Jungkook , se paseaban por sus clavículas, definiendo sus costillas y relamiendo su pelvis. El rubio jadeó en silencio, flexionando sus rodillas y apoyando la planta de sus pies sobre la cama, al mismo tiempo que sentía la portentosa respiración de su alumno, sobre su imparable erección.
Miles de recuerdos sucios corriendo apresuradamente ante sus párpados, y los gloriosos labios de Jungkook atrapando con sensualidad su glande. Jimin de inmediato abrió los ojos, no siendo capaz de perderse aquella exquisita visión. Jeon sonrió de manera pícara, guiñándole un ojo a la vez que bajaba su cabeza con tranquilidad, introduciendo la polla de Jimin en su boca, y masajeando cálidamente con su lengua. Los irises mieles perdiéndose en la blancura de sus ojos, y un excitado gemido abandonando de manera rasposa la garganta del mayor.
—Oh, jodido Dios. J—Jungkook .
El pelinegro sintió un tirón en su propio pene, su piel erizándose de una manera conveniente cuando el berrido del ardiente profesor culminó. Los ojos avellanados posados en los contrarios, y la lujuria inundando su cuerpo íntegramente. Sacando la polla de su boca, le dio una sacudida con su mano, antes de coger las piernas del rubio y apretarlas a su placer, bajando su cara hasta encontrarse de frente contra la rosa y deliciosa entrada que esperaba ansiosa por él. Jimin tembló en su lugar, la excitación convulsa trepando de forma fugaz por su cuerpo, y la respiración fuerte de Jungkook impactando contra su sensitiva piel. Al momento en que el pelinegro otorgó el primer lametón a su culo, Jimin sintió deshacerse en los brazos del cielo.
Jeon cerró los ojos, sintiendo como su corazón rebotaba de una manera agradable en su interior. Sonrió sin poder evitarlo, y es que el estar sintiendo a aquel precioso hombre de una manera tan íntima, como siempre había soñado, lo estaba volviendo impecablemente loco.
»—Oh..., sí —casi chilló, enredando sus dedos en el sedoso cabello pelinegro, y sintiendo como su cuerpo explotaba en barriles de placer. Se sentía asombroso, y Dios, había sido mucho tiempo esperando para volver a presenciar algo similar a aquel acto—. Vamos..., sí. Um,Kookie Quiero que m—me folles, uhm..., q—quiero ser t—tuyo.
Aquellas palabras tronaron de una manera increíble en la anatomía del pelinegro, quien jadeando bajo y cogiendo su polla de una manera lujuriosa, no evitó comenzar a masturbarse. El calor enardecía de una forma eminente su completo ser, y sus pensamientos habían comenzado a divagar tontamente alrededor de su mente. Haciéndose un espacio con su lengua en la cálida cavidad del rubio, Jungkook se percibió en el completo paraíso, escuchando los inigualables y excitantes jadeos que el mayor dejaba salir, ocasionando que la habitación se convirtiese en un emplazamiento lleno de eco; íntegramente ardiendo en las llamas del infierno.
Jugueteando con su mano libre, Jungkook introdujo sus dedos en el agujero húmedo de su profesor, y manteniendo la otra ocupada, masajeando de manera rápida su hinchada polla, volvió a gemir alto. Moviendo sus dígitos en el interior del más bajo, y sintiendo que perdía el control demasiado rápido. Las cosas estaban poniéndose demasiado calientes, y cuando el pelinegro sintió su orgasmo más cerca de lo que le gustaría, decidió que debería apresurarse y follar jodidamente duro a Park Jimin.
—Mierda —Jungkook se levantó de su posición, sus ojos presionándose con fuerza cuando admiró la perfecta y erótica escena que ante sus ojos estaba. Jimin se encontraba transpirado, su polla a punto de explotar, y una de sus manos arremetiendo contra ella. Piernas abiertas, y rostro rebosado en mismísimo placer—. Oh, maldición.
Corriendo hacia su gaveta, buscó de manera apresurada un bote de lubricante y condones. Sentía los ojos mieles escocerle la piel de una manera catastrófica, y cuando volvió a la posición anterior, cogiendo las piernas de Jimin y enrollándolas en sus caderas, se permitió respirar con exageración. Estaba volviéndose loco, y no podía pensar en nada más que su polla siendo apretada por las dulces paredes de Jimin.
»—Voy a follarte, bebé —soltó tajante. Su voz gruesa y aterciopelada. Los preciosos orbes a su frente parecieron brillar de una manera contundente. Y el hecho de saber que Jimin lo deseaba de la misma manera, lo incitó a acabar con todo de una vez—. Voy a joderte tan fuerte que, oh..., estarás rogando porque pare.
—Mm —Jimin sonrió, su labio rojizo siendo atrapado por sus blancos dientes. Cerró los ojos con placer, dejando de masturbar su pene y acariciando su pecho de una manera sensual—. Dudo que algún día te pida que pares, cariño. Ahora vamos, fóllame.
Jungkook no pudo evitar relamer sus labios. Sus oídos se encontraban enteramente ensimismados. ¿Era real todo lo que estaba sucediéndole? La respuesta llegó simple.
Deslizando el látex por su polla, Jungkook vertió lubricante en sus dedos, los cuales se frotaron entre sí hasta calentar el líquido viscoso, para pronto perderse en el interior dilatado del caliente profesor. Jimin cerró los ojos, dejando fluir sus gemidos al compás que los dedos en su culo lo estiraban, y elevando sus piernas hasta apoyarlas en los hombros de Jeon, echó una miradita lujuriosa a su precioso alumno, el cual se encontraba plenamente concentrado en su travesía.
Antes de que Jimin pudiese decir otra cosa, implorar otra súplica o tan siquiera, volver a gemir; Jungkook alineó su polla contra la entrada del rubio, y tras escasos segundos conectando ambas miradas de diferentes tonalidades de marrón, se empujó con fuerza en el agujero que lo recibió con extrema sutileza. Jimin arqueó la espalda, y la respiración de Jungkook se volvió errática en cuestión de tiempo. Ambos jadeos entremezclándose y formando un precioso coro, y los corazones raudos dentro de sus pechos, acelerándose cada que recordaban lo que ambos estaban viviendo en aquel justo momento.
—Oh, joder... Te sientes tan malditamente bien, Jimin —Jungkook chirrió los dientes, sus ojos perdiéndose detrás de sus párpados al ponerlos en blanco, y su pelvis apenas moviéndose en el apretado y cálido interior. Las paredes del rubio apretándolo de una manera deliciosamente intencional, y sus nudillos poniéndose blancos al apretar las delgadas caderas del mayor—. N—no quiero que esto acabé nunca, bebé.
El rubio sólo pudo asentir, sus palabras presas en el interior de su garganta, y el corazón queriendo salir desbocado entre sus labios. Temió que esto realmente pudiere suceder, y cuando fijó su mirada en el rostro contraído en placer de su alumno, supo que una vez más, sería un gran día.
Jungkook arremetió con fuerza contra el culo de Jimin, moviéndose de una manera agraciada e irresistiblemente buena. Jimin frunció los labios, evitando lucir demasiado ridículo..., o demasiado desesperado porque la polla de Jeon Jungkook lo follase con total premura. En su lugar, el pelinegro lograba enterrar sus dedos de una manera conveniente en la bronceada piel del azabache, admirando de a ratos (cuando le era posible mantener sus ojos abiertos) como los mechones de cabello negro se pegaban ante el sudor que bajaba por sus sienes.
Las embestidas habían pasado a ser directas e imparables. Gemidos opacando el sonido que ambas pieles al colisionar causaban, y las mentes por completo hundidas en un mar de incomparable deseo. La lujuria quemaba sus cuerpos, y ellos estaban al tanto de ello.
—Um, sí —Jimin chilló. La polla de Jungkook golpeteando de una manera sugerente su próstata, haciéndole revolcarse en la cama de una patética manera, y cogiendo su propia erección para saciar la pronta sed que acarreó su entero sistema. Sus ojos se cerraron con fuerza, a medida que su mano se movía de arriba hacia abajo sobre su pene; al mismo ritmo en el que Jungkook lo follaba—. Oh, c—cielos. K-Kook... Más.
En ese momento, el rubio sólo pudo pensar en una cosa. Y es que, definitivamente, él tampoco quería que aquello acabase jamás. Su mente excitada le gritaba que se quedase allí por siempre, como ya estaba acostumbrado a escuchar en el último tiempo, y por último, su completa calentura le agradecía una vez más por haber tomado aquella buena decisión, aunque en sus momentos de lucidez ésta fuere un completo problema.
—Vamos, bebé —Jungkook gruñó, su polla abandonando el interior que tanto deseaba, y sus manos cogiendo el delgado cuerpo del mayor, para pronto moverlo a su propio interés. Jimin ni siquiera pudo replicar ante ello, y cuando quiso hacerlo, se encontraba sobre su estómago, su cara escondida entre las almohadas y el peso de Jungkook a su espalda. Aupó su culo, sintiendo como una palmada impactaba contra éste y le hacía sentir un exquisito ardor, antes de escuchar como Jungkook gemía roncamente, a la vez que lo penetraba una nueva vez.
El ojimiel ahogó su grito contra la superficie que sostenía su rostro. Sintió un extremo calor comenzar a abordar su cuerpo al momento en que las fuertes manos de Jungkook cogieron las suyas y las apresaron a su espalda. Se sentía indefenso, débil, desarmado; sin embargo, malditamente excitado, y juró, a punto de correrse con fuerza.
Cuando Jungkook comenzó a embestirlo potentemente, él se vio perdiendo la completa consciencia. Aquello estaba siendo lo más sucio que nunca había hecho jamás, y cuando Jungkook se dejó caer contra su cuerpo completamente, sintiendo la respiración caliente sobre su cuello, Jimin supo que estaba íntegramente acabado.
—Eres tan jodidamente caliente —susurró, su voz rasposa e impaciente. Jimin cerró los ojos, deleitándose con el momento y friccionando su propia erección de una manera calurosa, contra las sábanas bajo él—. ¿Te gusta como te follo, eh? ¿Te gusta, precioso?
—Oh..., sí. Me encanta—ah —suspiró, lloriqueando. Podía sentir sus ojos aguarse bajo sus párpados, y el placer máximo haciendo mella en su cuerpo cada instante que Jungkook rozaba su punto dulce—. Quiero más,Kook... S—sí, m—más fuerte.
Ante aquella petición, Jungkook sintió la perdición acabar con él. Gimió fuerte, su ingle quemando de una manera satisfactoria, y su polla ensanchándose en el interior del rubio mediante los segundos transcurrían. Jimin gritó con extremo placer, sintiéndose en la cima al momento en que Jungkook lamió el lóbulo de su oreja, acción que fue suficiente para introducirlo en el completo empíreo, corriéndose de una manera portentosa, justo como lo hizo Jungkook en el mismo instante.
»—D—Dios —Jimin jadeó, su respiración acompasándose de a poco, y su polla enviando corrientes placenteras por todas sus arterias—. Esto es fabuloso.
—¿Eso crees? —Jungkook preguntó, su corazón rebotando de una manera presurosa en el interior de su pecho, y su rostro coloreándose de inmediato.
—Creí que ya lo sabías —expresó, una sonrisa ladeada mientras jadeaba silenciosamente, al momento en que Jungkook abandonó su interior, y después, volvió a palmear el culo del rubio. Éste rio—. ¿Te gusta hacer eso, eh?
—Creí que ya lo sabías —imitó, mordiendo su labio y admirando como el delgado cuerpo de Jimin se volteaba y recostaba sobre su espalda; Jungkook de inmediato se deshizo del condón, sonriendo de una manera sugestiva. Inspiró con satisfacción, el excitante y almizclado aroma que adornaba a la habitación, hechizando sus fosas nasales.
Acercándose de manera lenta, Jungkook se recostó una nueva vez sobre el cuerpo del mayor, plasmando besos en su transpirada piel y pasando su lengua de manera sutil. Cerró los ojos, definiendo la mandíbula con escasa barba, para luego chocar sus labios sedientos con los contrarios. Y sin poder evitarlo, iniciando un nuevo y pasional beso. Las lenguas jugueteando en conjunto, y las respiraciones acabándose prontamente.
—Um..., podría tenerte la tarde entera aquí, en mi cama —dejó saber el pelinegro, besando la sonrisa de Jimin, quien sintió sus mejillas teñirse de rojo casi de inmediato. Encogió sus hombros, indeciso. Joder, él también lo deseaba, y realmente lo consideró, pero cuando estuvo a punto de soltar que aquella sería una idea magnífica, se escuchó el timbre resonar—. Oh...
—Supongo que no podrás tenerme en tu cama todo el día —bromeó el rubio, quitándose el cuerpo contrario de encima y sintiendo el pronto y gélido aire que vadeó su anatomía. Jungkook sonrió de lado, pareciendo frustrado, pero sin poder hacer nada más, se puso de pie, cogiendo su pantalón de donde fuere, hubiere quedado tirado—. ¿Puedo utilizar su baño, señor Jeon?
—Por favor, profesor Jimin —respondió jocoso mientras subía la cremallera del jean. Aclaró su garganta, sin siquiera preocuparse en calzarse los zapatos o ponerse la camiseta—. Estaré abajo.
—Claro —asintió el mayor, cogiendo su ropa y correteando hasta el emplazamiento que anteriormente le había señalado el menor. Tras meterse en el baño, él suspiró, recostándose de la puerta y cerrando los ojos con vigor. Y es que dioses... ¡Todo había sido magníficamente perfecto!
En la planta baja, Jungkook peinó su cabello antes de abrir la puerta. Un gesto amotinado antes de revelar a la persona que habría interrumpido su preciosa tarde; cuando la puerta quedó abierta y él admiró los ojos celestes y la cabellera castaña, sonrió de manera inevitable. Jennie disparó las cejas hacia arriba, admirando las fachas en las que su mejor amigo la había recibido, y haciéndose un espacio en la casa, sonrió de manera superficial.
—¿Algo que debas decirme? —Cuestionó ella, pícara. Jungkook encogió el cuello, soltando una pequeña risilla.
—Sí... ¡Eres la jodida persona más inoportuna del jodido planeta!
—Oh, veo que he interrumpido algo muy bueno —volvió a sonreír, caminando hacia el salón y dejándose caer en un sillón. Jeon la siguió, poniendo los ojos en blanco y deseando poder contarle todo lo que había estado pasando por su cabeza en las últimas horas. Porque, cielos, cada segundo sentía que su inmenso amor por Jimin, aumentaba más y más.
—De hecho —afirmó el mayor, mordiendo el interior de su mejilla y sentándose en el respaldo del sillón, a un lado de la chica sonriente.
Antes de que pudieran decir algo más, Jungkook miró hacia las escaleras, sonriéndole al hombre aparentemente avergonzado que intentaba bajar éstas. Le guiñó un ojo, Jimin pareció querer sonreír ante el gesto, pero cuando sus ojos conectaron con los avellanas que lo observaban con fascinación, él frunció el ceño.
¿Era posible que su día se arruinase después de ser tan perfecto?
»—Hey, bebé. Ven aquí —llamó Jungkook , admirando el ceño fruncido de Jimin, y sintiendo como su estómago se revolvía con emoción. ¿Acaso aquella era una mueca de celos?—. Quiero presentarte a alguien.
—Oh, Jimin... —Jennie no evitó decir, sonriendo de manera ansiosa. Por fin, había estado esperando ese momento.
El rubio llegó abajo, su corazón rebotando de una manera inimaginable contra sus costillas, y un sentimiento familiar acumulándose en su estómago, y haciéndole sentirse ridículamente estresado. ¿Qué demonios hacía ella allí, y cómo es que sabía su nombre?
Jungkook se puso de pie, cogiendo la mano de Jimin y acercándolo a su cuerpo. El rubio intentó sonreír, pero sólo hizo una mueca incómoda—. Ella es Jennie, la hermana de Jin. Había estado fuera por mucho tiempo, pero ahora está de vuelta.
—Ya veo —murmuró apenas, aclarando su garganta y desviando su mirada de la chica, incapaz de siquiera sonreírle falsamente. Jennie disparó sus cejas hacia arriba, asombrada por aquella antipatía que reinaba en el cuerpo del joven profesor—. ¿Es esto lo que te ha mantenido tan ocupado, cierto?
Jungkook entrecerró los ojos ante aquellas palabras, no pudiendo creérselo, pero antes de que pudiera decir algo, Jimin suspiró con fuerza y se alejó de su lado, acomodando la coleta en la cual se mantenía preso su cabello, y pensando que lo que había dicho lo hizo ver como un completo idiota. El silencio arrasó en el lugar, y antes de poder seguir avergonzándose, él dio un paso atrás.
»—Debo irme.
—No tienes que hacerlo —intentó decir Jungkook , tratando de pasar por alto lo que hacía segundos había ocurrido. La castaña observaba todo desde el sillón, sin poder salir de su sorpresa—. El que ella esté aquí no cambia nada, verás..., nosotros podemos estar follando en mi habitación y ella no nos molestará.
—No confirmo nada —bromeó la chica, riendo levemente ante las palabras del pelinegro. Realmente, él jamás podría mantener la seriedad.
—Zoe me necesita —y con aquel último comentario, Jimin dio a entender su punto.
Jungkook irguió los hombros, sintiendo como su corazón se rompía de una manera suprema, y sin remedio alguno, él asintió.
—Está bien.
Acercándose al cuerpo del rubio, intentó darle un beso, pero éste sólo desvió el rostro, recibiendo la muestra de afecto en su mejilla. Asintió, tragando saliva y caminando hacia la puerta, no sin antes echar un vistazo por sobre su hombro y gruñir en silencio ante la tonta sonrisa que poseía Jennie en aquel momento (aunque él no supiese que aquélla era sólo por encanto).
—Que se diviertan.
Y saliendo del lugar, cerró la puerta tras de sí con fuerza. Haciendo parpadear rápidamente al pelinegro, quien abriendo la boca con impresión, y buscando la mirada de su mejor amiga con rapidez, escuchó la carcajada melodiosa que ésta dejó escapar.
—¿Pero qué mierda pasó? —Cuestionó Jeon, confundido y sintiendo estragos en su interior. Sus manos frías, y los pensamientos entremezclados.
—Lo que pasó, bebé, es que él está malditamente celoso. No me aguanta. Y eso sólo puede significar una cosa... Realmente le encantas.
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