24•

La habitación se encontraba congelada, sin embargo, increíblemente cómoda. Jungkook mantuvo sus ojos fijos en el techo, durante la fracción de tiempo que le llevó el encontrarse completamente consciente de que había despertado; y también, de que debía levantarse en aquel preciso momento. Sus músculos se estiraron bajo las cálidas mantas, y un bostezo perezoso abandonó su garganta cuando pensó mejor su situación. Se encontraba en perfectas condiciones para permanecer durmiendo un rato más, y si era posible, la mañana entera, pero cuando comenzó a divagar en cuestionamientos de por qué y para qué sería efectivo faltar aquel día a la universidad, una tintineante voz resonó en la planta baja, y como si se tratase de una corriente eléctrica y súper poderosa, su cuerpo estuvo de pie en cuestión de segundos, corriendo hacia el baño y decidiendo que era un magnífico día para ir a estudiar.

Al instante en que hizo presencia en la cocina, él notó la deslumbrante y ondulada cabellera rubia que caía por sobre los hombros cubiertos de la preciosa chica, y sonriendo de manera involuntaria, caminó en su dirección, admirando la plena concentración que ella ponía en la conversación con su madre. Whasa lo observó con cariño, y ocasionando que los ojos celestes de la más pequeña echasen un vistazo atrás, rio de manera divertida cuando los brazos de Jeon abrazaron a la chica recostada de la mesa.

—Buenos días —habló la madre de Jungkook , admirando como su hijo besaba la mejilla de Jennie y rodando los ojos ante las prontas palabras que pareció comenzar a susurrarle.

—Y vaya buenos —comentó el pelinegro, feliz. Cuando se hubo alejado de la chica, la miró de arriba abajo, admirando el gran abrigo en el que se encontraba metida—. ¿Qué haces acá? ¿No se supone que Jin te lleva? Digo..., viven en la misma casa —cuestionó Jungkook , divertido. Jennie puso los ojos en blanco por unos segundos, y sonriendo de una manera brillante, encogió sus hombros.

—Es cierto, mi hermano me lleva —admitió, pareciendo desinteresada—. Pero lo cierto es que anoche dejamos una conversación pendiente tú y yo. ¡Y no podía sólo esperar hasta que llegases a la universidad! —Dramatizó, acercándose al cuerpo del mayor y enganchando su brazo con el contrario—. Así que decidí que este día me llevarías tú, y Jin me dejó por acá de paso. Si no te molesta, llegamos tarde, bebé.

Jungkook alzó una ceja, haciendo una mueca pensativa y echando un vistazo sobre su hombro, a su madre. Le sonrió antes de encoger el cuello y sacar a Jennie de allí. Si eso ella quería, por supuesto que así lo haría.

—Bueno, como quieras —aceptó, mordiendo el interior de su labio.

—Que les vaya bien, chicos —saludó la mujer mayor.

—¡Igualmente, preciosa! —Gritó la rubia al lado de Jungkook , codeando al mayor y soltando su agarre cuando estuvieron fuera de la casa.

La temperatura estaba bastante baja, y a pesar de ello, Jennie se emocionaba por el paseo en motocicleta que daría con Jungkook . Jeon sabía que aquella visita improvisada no había sido más que magnífica, y es que en su tiempo alejados, el pelinegro logró extrañarla bastante.

Se había dedicado a pasar las últimas horas con ella, y por una parte, sentía las ganas de estar con Jimin, quemar su cuerpo de una manera insufrible. Pero cuando los tiernos y bonitos ojos de Jennie lo miraban de aquella manera completamente manipuladora, él no podía hacer nada más que permanecer a su lado.

Sentía los brazos delgados de la chica rodearlo de una confortante manera, y la mejilla de ésta rozando contra su abrigo, en la espalda. Había estado conduciendo a una velocidad media por las calles escasas de tráfico, y con un solo pensamiento. Pensamiento que pareció ser más evidente de lo que le hubiera gustado, pues segundos después de cruzar en una intersección, acercándose aún más a su destino, Jeon escuchó el sutil carraspeo de la rubia sentada detrás de él.

—Entonces... ¿Realmente estás enamorado de Jimin?

Aquella pregunta le sacó una auténtica sonrisa. Sacudió su cabeza ante el pronto escalofrío que recorrió sus venas de una manera terrorífica, y exhalando el aire retenido en sus pulmones, de manera atontada, mordió su labio. Evitó concentrarse demasiado en el tono demandante de la muchacha, y cuando estuvieron aparcando frente a la universidad, pudo ver los ojos celestes admirarlo de una manera graciosa.

Sabía que Jennie quería respuestas, y es que había caído de culo cuando Jeon le confesó que creía estar enamorado de Park Jimin, su profesor de Lengua. Jungkook sabía que después de un año sin verse, aquella era una noticia de última hora, y tratando de colapsar el inteligente cerebro de la chica, jugó sus cartas de la manera correcta.

Jennie era la hermana menor de Jin, y sin duda alguna, su mejor amiga. Habían mantenido una relación amorosa mucho antes de su partida, y decidieron terminarla por aquella razón. Sin embargo, nunca más quisieron continuar con ello, y decidiendo que eran malditamente almas gemelas (no en el sentido amoroso de la palabra), lograron consolidar una tremenda amistad. Mucho más íntima de lo que sería cualquier otra que el pelinegro tuviese.

Jungkook , por alguna razón, sentía que podía contarle cosas más allá de lo que sus mejores amigos se interesarían en saber, y ahora que ella estaba de vuelta, Jeon estaba preparándose para el revoltijo emocional que conllevaría expresar sus sentimientos ante la chica de ojos cristalinos. Sabía que debía hacerlo, sin embargo, estaba temiendo volverse loco con el tema de Jimin, y por supuesto, descubrir que estaba jodidamente destruido.

Definitivamente, una ex novia no era la primera elección para ocupar el aclamado puesto de mejor amiga; pero Jungkook sabía que no tenía ninguna otra. Y sin duda alguna, se encontraba irremediablemente feliz con el resultado de su hazaña.

Jennie era sensacional, y siempre lo había sido.

—¡Jeon Jungkook , quiero saberlo! —Chilló, jalando de la mano al pelinegro de una manera aniñada, caminando ambos por los pasillos y bajo la vista de todos los estudiantes entrometidos que posaban sus ojos en ellos. Jungkook sonreía de una manera amistosa, y es que nunca creyó posible el hecho de tener a Jennie atormentándolo en sus horas de "estudio", lo cual era magnífico—. Joder, quiero ayudarte. Oh, Dios, quiero hacerlo. ¿Acaso necesitas que asesine a la tal Zoe para que puedas ser feliz con tu sexy y malditamente caliente profesor? Porque juro que en el tiempo que pasé fuera, aprendí un par de cosas que me podrían ser útiles.

—Oh, cielos. ¿Asesinarla? ¿En dónde quedó mi pequeña y dulce Jennie, amante del helado de fresa con jarabe de chocolate? —Cuestionó, torciendo los labios con diversión y acariciando la melena rubia como si se tratase de un can. La chica bufó—. Aunque nada me gustaría más que verla muerta, claro.

—Jungkook , casi tengo diecinueve... ¿En qué demonios piensas? —Preguntó, parando en seco y cruzando los brazos. Antes de que pudiera seguir diciendo algo, notó la sonrisa de Jeon extenderse, y anhelando que se tratase del enigmático Park Jimin, volteó sobre sus talones.

—Oh, no puedo creer que en serio estén juntos —bromeó Kim, acercándose a ellos con un castaño amotinado a su lado—. ¿Acaso volverán a ser novios? Porque..., no quiero ser grosero, pero eran insoportables.

—Tanto como tú —respondió Jungkook , encogiendo sus hombros—. Y si quisiéramos ser novios una vez más, ya lo seríamos. ¿No crees?

—Ahora Jungkook va por otros caminos —murmuró la rubia, una sonrisa pilla en dirección a su mejor amigo—. Ujum... Me encanta. ¡Siempre quise un amigo gay!

—Jungkook siempre fue gay, Jennie —comentó Jin. Jeon soltó una risilla.

—Lo sé —aclaró ella—. Pero no quería aceptar que le venían más las pollas. Cuando estuvimos juntos lo sospeché en muchas ocasiones.

—Vamos, ¿cuándo esto se convirtió en una conversación sobre mí? —Jungkook murmuró, negando con la cabeza ante la pretenciosa risa de Taehyung.

—Siempre ha sido sobre ti, Jeon —aclaró el pelinegro mayor, pareciendo despreocupado y achicando los ojos mediante su risa se prolongaba—. Pero ahora mismo podemos cambiarla, y es que tengo que contarles tantas cosas sobre Yoongi. Oh, Dios. ¡Realmente está cayendo!

—Aquí vamos de nuevo —se quejó el castaño, poniendo los ojos en blanco de una manera odiosa. Jungkook sonrió en dirección a sus amigos, esperando escuchar la grandiosa historia que tuviere Tommo por contar, pero cuando sintió el leve pinchazo en su brazo por parte de Jennie, él se vio obligado a observar a su costado.

—¿Es él, cierto? —Susurró la menor, acaparando la atención de los otros presentes.

Un delgado rubio pasaba por sus lados, su maletín en manos y un gesto por completo imperturbable. Jungkook sintió salivar casi de inmediato, y cuando sonrió en dirección al hombre, sintió cosquillas correr a lo largo de su cuerpo. Se percibió incomparablemente idiotizado, pero al momento en que el rubio comenzó a perderse entre los pasillos, dejando el fantasmal aroma de su deliciosa loción, Jeon supo que quizá, las cosas no fueran tan bien..., una vez más.

»—Oh, vaya. Creí que por lo menos te echaría un vistazo.

—¡Pero ni siquiera volteó! —Completó el ojiavellana mayor, impactado.

—Creo que estás en problemas —y canturreando de manera divertida, Jin rodó sobre sus talones, codeando a Kim para que lo acompañase a cualquier otro lugar, lejos del posible drama que estaría dispuesto a comenzar Jeon, con la presencia de su hermana allí.

(...)

Park se tomó un descanso antes de arribar al aula de clases, y en lugar de eso, tomó asiento en el afelpado sillón que adornaba al salón de profesores. Mordisqueó ligeramente su dedo pulgar, con la mirada perdida en cualquier objeto infinitamente no interesante. Podía sentir el ágil repiqueteo constante que ocasionaba su corazón contra sus cosquillas, y el pronto dolor de éstas, fundiéndose en su propia piel. Parecía querer quedarse sin aire, y es que simplemente no pudo controlar sus emociones al momento en que Jeon Jungkook se filtró en su visión; para su mala suerte, con una rubiamente linda compañía.

Sintió el calor de los celos calcinando su cuerpo desde adentro, y cuando tomó una respiración profunda, dejó caer su cabeza hacia atrás. ¿Qué estaba sucediendo con él? Pues, en aquel momento su mente se encontraba íntegramente colapsada, y aunque sintiese ganas tremendas de probar los labios de Jeon, sabía que no debería hacerlo.

Al menos, no hasta conseguir una buena explicación hacia su pronta ausencia, y desde luego, hacia la atractiva chica que lo habría estado acompañando en los últimos días.

—Hey, ¿qué haces aquí? —La febril voz de Yoongi lo sacó de sus absurdos pensamientos. Él soltó una pequeña risilla agridulce, dándose cuenta de que en realidad, estaba celando a su alumno. Negó con la cabeza, mordiendo su labio y aclarando su garganta antes de ponerse en pie.

—Nada, yo... Um, —murmuró, encogiendo sus hombros de manera desinteresada, y tras regalar una sonrisa avergonzada a su mejor amigo, corrió fuera del salón de profesores, pensando que lo mejor sería comenzar su clase, antes de que su cerebro se reprogramase para tan sólo pensar en Jungkook .

La presencia de Min había logrado intimidarlo, y es que no habían hablado más después de la terrible confesión que el rubio le hizo al rubio, en su propia casa. Yoongi había permanecido petrificado en su puesto por al menos diez minutos, y tras digerir lo que su mejor amigo había soltado como sopa, no supo utilizar sus cuerdas vocales para producir sonidos en forma de respuesta. Jimin se fue de allí con el corazón golpeado, pensando que su vida estaría destruida por la mañana, y que Yoongi dejaría de ser su amigo, pero en lugar de eso, recibió un mensaje por parte del ojicafés a la medianoche, el cual ponía un cariñoso: "Eres lo suficientemente grande como para estar consciente de las cosas que haces, y también, para recibir reproches de mi parte. Si quieres follar con Jungkook , hazlo, pero te recomiendo que tomes una decisión rápido, antes de que sea demasiado tarde. No quieras dañar a ninguno, ni tampoco a ti. Te quiero, estaré contigo en lo que decidas, así sea quedarte con tu insoportable alumno ;)xx."

Aquel palabrerío había revuelto los sentimientos del rubio de una manera suprema, y encerrándose en el baño de su habitación, con la excusa de que tenía problemas estomacales, sollozó silenciosamente mientras se repetía lo patético que era. Por supuesto, Zoe no estaba al tanto de que su casi—marido habría desatado un llanto increíble aquella noche, ni tampoco, del dolor irremediable que sufría su corazón cada segundo que transcurría.

Cuando la clase terminó, Jimin pasó una mano por su frente, a la vez que suspiraba de manera pesarosa. Sentía ganas de gritar a los cuatro vientos, y es que no podía sacarse la increíble frustración tildada de confusos temores, que abordaban su sistema de manera pretenciosa. Él quería dejar de sentirse así, pero desde luego, no quería terminar su "relación" con Jungkook . Indiscutiblemente, cuando aceptó todas aquellas propuestas por parte de su alumno, supo que las cosas se complicarían, pero nunca imaginó que se volverían insoportablemente pesadas.

De igual manera, le pensamiento de su infidelidad había pasado a segundo plano cuando la imagen de Jungkook y aquella niña de ojos celestes, cruzó su cabeza. Apretó con fuerza el lápiz que sostenía su mano, y chirriando los dientes de una manera rabiosa, jadeó con desesperación. ¿Quién demonios era ella? ¿Y por qué era tan importante para Jungkook ?

Su respuesta quedó flotante ante la pronta presencia que irrumpió en el aula. Jimin irguió la espalda, intentando lucir profesional y no aparentemente deprimido, pero cuando sus ojos color miel se posaron en la figura sonriente que se hallaba en la puerta, él sintió la rigidez comenzar a perforar sus hombros de una manera inquietante.

—Bebé —murmuró Jeon, mordiendo su labio con sutileza cuando cerró la puerta y caminó hacia el escritorio donde el rubio se encontraba, éste de inmediato tragó saliva, sintiendo su corazón loco en el interior de su pecho, y las ganas calcinantes de besarlo, controlar su entera anatomía—. ¿Pasa algo?

—No —respondió de manera automática, cerrando los ojos por un segundo y suspirando momentos luego. Poniéndose de pie, quedó frente al chico más alto, y sintiendo la pronta cercanía comenzar a amordazarlo, negó con la cabeza. Intentando convencerse de que su cabeza estaba malditamente loca, y todo permanecía tan bien como hace algunos días atrás—. ¿Por qué habría de suceder algo?

—Pues, porque estaba mañana me ignoraste totalmente —respondió el pelinegro de manera tranquila, evitando sonar desesperado con aquel comentario, y lográndolo de forma impecable.

—Um..., no lo creo —comentó, desviando su mirada. Sonrió de manera antipática—. Tú estabas muy bien acompañado..., um, digo, por tus amigos. No quise molestar.

Jungkook sonrió de manera espléndida ante aquel comentario lleno de celos, y es que fue increíblemente placentero escucharlo. Las ansias comenzaron a recorrer su cuerpo de una manera veloz, y la emoción precipitada salía por sus poros cuando sonrió de forma lasciva, cogiendo las muñecas del rubio y acercándolo terriblemente hacia él. Jimin mordió el interior de su labio, los nervios convulsos acarreando su sistema, y sus ojos posados en los contrarios cuando Jungkook acortó la distancia entre ellos y besó sus labios de manera furtiva.

Aquel roce definitivamente fue mejor de lo que Park esperó, y no pudiendo resistirse al increíble tacto, abrió su boca y dejó que la lengua del menor luchase contra la suya. Como hacía días no pasaba, y desde luego, como había echado de menos, jodidamente.

Sus sentimientos de inmediato se revolvieron, pero lo único que su cabeza pudo procesar fue una irremediable paz. Se sentía bien, y el que Jungkook hubiera tomado la iniciativa (una vez más) le hacía pensar que quizá, habría estado enloqueciendo en las últimas horas con pensamientos erróneos. Sonrió a mitad del beso, liberando sus muñecas del fuerte agarre y rodeando el cuello de Jeon con sus brazos; sus dedos enterrándose en la melena castaña, y el cuerpo duro de Jungkook chocando contra el suyo de una manera sexual.

Sabía que se necesitaban, y cuando pensó que podría ser suyo una vez más, más pronto que tarde, sus pensamientos confundidos desaparecieron casi de inmediato, dejándolo libre de preocupaciones y lleno de un asombroso deseo carnal.

—Nunca serás una molestia para mí, Jimin —declaró el más alto, sus labios separados por milímetros, y una sonrisa contagiosa que infló el pecho de Park al instante.

Cuando volvieron a fundirse en un nuevo beso lleno de deseo, perdieron la noción del tiempo. Sus labios se movían a una velocidad sincronizada y estupendamente deliciosa, y sus lenguas podían percibir la textura exquisita de la otra con cada roce que otorgaban. Jimin se aferró al gesto como si no hubiera un mañana, y Jungkook percibía sus sentimientos florecer de manera ridícula. Se rio con gracia, contagiando de inmediato al ojimiel, quien perdiéndose en su propio lago de lujuria, acarició la espalda ancha y musculosa de su alumno.

De algún modo, ellos tuvieron que separarse abruptamente cuando la puerta fue abierta. El rubio pareció saltar hasta la esquina contraria del salón, sus ojos abiertos como platos y gesto avergonzado; sin contar el completo horror que sintió por escasos segundos. Admiró como sus nuevos alumnos comenzaban a entrar al aula, y sintiendo como su pecho subía y bajaba de manera crítica, echó su cabello largo hacia atrás, soltando un suspiro relajado casi de inmediato.

Jungkook lo observó con diversión, la misma que utilizaban los estudiantes para admirar a su nervioso profesor, y aclarando su garganta, el pelinegro mordió el interior de su labio—. Entonces... ¿Me dejará entregar el trabajo para mañana, profesor Park?

—Yo... ¿Ehm? —Balbuceando, carraspeó antes de comenzar a sacar carpetas de su maletín, intentando controlar el portentoso sonrojo que había calentado su rostro—. Sí, sí..., claro, señor Jeon.

—Vale, muchas gracias —asintió, guiñando un ojo en dirección al mayor, acto que no pasó desapercibido por el resto, quienes rieron de manera jovial—. Supongo que nos vemos, ¿eh?

—Ujum, sí. Nos vemos —susurró, cerrando los ojos y posando su vista en los recién llegados, esperando que Jungkook desapareciese de allí pronto para así, dejar de sentirse tan patético y azorado.

Cuando el pelinegro desapareció detrás de la puerta, el rubio se volteó para copiar algo en el pizarrón; aquello, con la intención de que sus alumnos no mirasen la estúpida sonrisa enamoradiza que se escurría de manera inadvertida por sus labios. Y es que definitivamente, Jeon Jungkook sabía cómo arreglar las cosas.

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