18•

—Gracias por preocuparse, pero mi madre me ha prestado su auto —respondió, mordiendo su labio de manera coqueta, e intentando sonar lo suficientemente desinteresado como para resultar extraño. Por dentro, e ideando un nuevo plan, decidió que Jimin debería demostrarle que realmente lo deseaba, y sabía que aquello funcionaría..., sin embargo, no imaginó que sería tan pronto.

—Jungkook ..., quería hablar contigo —dijo, soltando el aire y fijando sus ojos en el suelo cuando sintió la mirada chocolate observarlo con meticulosidad—. Este, bueno..., quizá me comporté como un idiota el otro día pero no quería que Zoe sospechase algo, lo que es estúpido porque tú no me ayudaste mucho.

—Uhm...

—Ehm, —siguió, negando con su cabeza ante el pronto nudo de nervios que se creó en su estómago. ¿De verdad podía sentirse tan patético frente a una persona ocho años menor que él?—. Quisiera pedirte disculpas por eso y por..., bueno, estos días has estado hablándome y también he actuado como idiota, el caso es que—

—Vaya al grano, profesor Park —lo interrumpió. Sus oídos se encontraban infinitamente satisfechos ante lo que estaban escuchando, y desde luego, su amor se percibía recuperado. Él jamás imaginó que Park Jimin pudiera ofrecer disculpas a él, pero ahora que lo hacía, podía sentirse increíblemente contento. Demasiado contento.

De igual manera, y haciéndolo sentirse peor (tan sólo por venganza) decidió seguirlo tratando de la misma manera.

—¿Aún quieres las clases particulares? —Y no pudiendo detener las palabras que salieron de su boca, como Jeon no pudo detener la inmensa sonrisa que estiró sus mejillas, Jimin explotó. Su rostro poniéndose rojo una vez más, y las manos comenzando a desprender un sudor frío.

Sentía la tentación de lo prohibido haciendo mella en su cuerpo, y la convertida mirada sugestiva del menor, escaneándolo de pies a cabeza. Park había dado en el clavo, y tras aquellos torturadores minutos sintiendo la indiferencia de quien parecía morir por él, hacerlo papilla, pudo celebrar internamente ante su inesperada victoria.

—Por supuesto, profesor Park.

Y con una última sonrisa, Jungkook salió del aula. Una mirada al ojimiel, y éste estuvo siguiéndolo por los corredores mientras tragaba saliva y sellaba su cabeza, indispuesta a seguir escuchando pensamientos contradictorios.

Desde luego, aquella sería una tarde muy interesante.

(...)

En la casa del pelinegro, la calidez era bastante reconfortante. Jungkook sabía que todos y cada uno de sus sueños habían comenzado a cumplirse de manera aleatoria, sin embargo, demasiado deprisa. Tener a Park Jimin en su casa resultó ser un fuerte golpe emocional, y sintió ganas de saltar por todos lados ante la maravillosa realidad. Realmente lo hubiera hecho si no se sintiera tan mal.

El rubio se veía tímido, avergonzado. Incapaz de soltar su maletín y desinhibirse. Aquello le pareció fabuloso al pelinegro, quien chequeando su temperatura rápidamente y dejándose caer en el sofá de una manera cómoda, admiró deliciosamente al rubio.

—¿Pasarás el día entero allí de pie? —Cuestionó, evitando pensar en el malestar que lo desanimaba. Tenía a su sueño húmedo en casa, él definitivamente no lo echaría a perder. Mucho menos una estúpida gripe—. Vamos, no te cobraré por tomar asiento.

Park suspiró, sintiéndose ridiculizado ante el pelinegro, y odiando que éste hiciera aquello seguido. Cuando tomó asiento al lado de Jeon, prensó los labios, y variando su mirada por todo el lugar, soltó el aire que había tenido retenido desde que salieron de la universidad.

—Bonita casa.

—Gracias, a mi madre le encantaría ese cumplido —murmuró, poniendo los ojos en blanco con suprema odiosidad, por supuesto, ésta era completamente fingida.

—Uhm..., entonces ¿por dónde empezamos? —Interrogó, la mirada de Jungkook volviéndose pícara casi al instante, y los pensamientos del rubio dispersándose en aquel preciso momento. Sabía que con Jungkook , debía maquinar muy bien sus palabras, pero aquella en definitiva no fue por completo analizada—. Las clases.

—No lo sé, —dejó saber, encogiendo sus hombros y deshaciéndose del suéter que llevaba. Por supuesto, una típica camiseta abajo, aquella que Jimin había comenzado a extrañar—. Tú eres el profesor, tú debes saberlo.

—Deberías permanecer abrigado —comentó, tragando saliva ante las prontas sensaciones que su cuerpo comenzó a diagnosticar. Jungkook le hacía daño, demasiado, y cuando recordó aquellas preciosas fotos que incansablemente le envió, jadeó en silencio.

—¿Acaso le pone nervioso verme con poca ropa, profesor? —Con una risilla sugerente, Jungkook movió sus cejas de arriba hacia abajo, logrando sonrojar el rostro de Jimin . Acostumbrándose inmediatamente a aquella acción—. Dudo que eso sea cierto, puesto que ya me miró desnudo. Y, oh, las fotografías que le envié también cuentan.

—Creí que vinimos a estudiar, no a hablar de lo que me pone o no nervioso —ahogó, su voz demasiado ronca y el maletín sobre sus piernas, intentando cubrir la indebida erección que comenzaba a formarse. Y es que él ya no se podía resistir.

Jeon Jungkook lo acababa, y el tan sólo pensar que se encontraba a solas con él, una vez más, lo hacía recordar la magnífica manera en como lo hizo suyo. Infiernos, él lo deseaba más que nadie, pero tampoco se atrevía a admitirlo, aunque ya lo hubiera hecho con anterioridad.

¿Qué pasaba con él? ¿Por qué se había cohibido después de tan intensa sesión de sexo? ¿Acaso Jungkook lo intimidaba?

Aquellas preguntas lo hicieron enfurecer, y fijando su mirada directa en los ojos lujuriosos de su alumno, elevó el rostro. Por supuesto que no, Jungkook no lo intimidaba, ni tampoco se había cohibido.

»—Aunque si lo que quieres es follar, Jungkook , no debes tomarte demasiado tiempo para pensarlo. Tú sólo..., fóllame.

Tras aquellas poderosas palabras, y abriendo sus ojos de manera gratificante, Jungkook se corrió más sobre el sofá, acercándose lo suficiente como para respirar el mismo aire que el rubio inhalaba, y sentir la calidez de su rostro precioso, cerca del suyo propio. Sonriendo de manera divertida, Jungkook mordió sus labios provocativamente, y admirando como los orbes preciosamente mieles parecían derretirse en su llamativo color, sintió la llama dentro de sí encenderse.

—Has desaparecido mi malestar —y sin esperar un segundo más, Jungkook acortó la distancia que los separaba, probando los gruesos e incitantes labios amaestrados, los cuales lo recibieron con una pasión inaudita, haciéndolo excitarse al más mínimo contacto. Aunque de por sí estuviere acostumbrado a sentir aquello cuando Park Jimin estaba a pocos metros de distancia.

—Me enfermaré, y será tu culpa —Jimin logró articular mediante el beso. Los chasquidos estimulantes resonando por todo el salón, y la risa de Jeon entremezclándose contra ellos.

—Si quieres parar, entonces dilo ahora —cogiendo una nueva distancia, Jungkook fijó sus ojos brillantes por el deseo, en los del más bajo. La sonrisa del azabache reluciendo entre sus preciosos labios rojos, y los delgados brazos rodeando el cuello del ansioso pelinegro, para seguidamente volver a juntar ambas bocas, dejando una clara respuesta a la interrogante dada.

—¿Estás loco? —Y enterrando sus dedos en el cabello suave de Jungkook , Jimin metió su lengua en la boca contraria, buscando la paz que su cuerpo adquiría cuando el toque de Jeon se prolongaba intensamente.

Desde luego, todas sus preocupaciones quedaron en el olvido una vez más, dejándose llevar tremendamente por lo que la presencia de Jeon Jungkook causaba en él: una innegable y enfurecida excitación.

Cuando los jadeos desesperados comenzaron a salir de la boca de Jungkook , aterrizando en la suya propia, y seguidamente sintió las manos de éste meterse bajo su abrigo, él supo que estaba listo. Lo harían de nuevo, y Dios, realmente quería hacerlo.

Quería que aquel precioso chico lo poseyera nuevamente, y las ansias ante aquello comenzaron a enloquecerlo poco a poco.

»—Vamos, —susurró, lanzando su maletín a cualquier lugar y deshaciéndose de la bufanda cuando el calor comenzó a sofocarlo. Los ojos del pelinegro escaneándolo seductoramente, y los latidos de su órgano interno siento erráticos. Follaría una vez más a Park Jimin, y el tan sólo pensarlo le causaba una terrible emoción convulsa.

Cuando la delgada figura del profesor se levantó y deshizo de su ropa, Jungkook quedó infinitamente hipnotizado. Sabía que aquellas acciones lo prendían de una manera inimaginable, y también estaba seguro que amaba todos y cada uno de aquellos deliberados arrebatos de atrevimiento que desprendía Jimin . De alguna manera, luciendo más follable de lo que siempre solía ser.

Sin perder demasiado tiempo, y quitándose su ropa de manera increíblemente tosca, Jungkook logró quedar desnudo en el sofá, sus ojos hambrientos deslizándose por toda la figura de Park, y la mirada de éste no quedándose demasiado atrás. La sonrisa sugestiva en el rostro de rubio haciéndolo temblar, y éste acercándose tentadoramente al cuerpo del más alto, sentado en el sofá. Demasiado excitado como para correrse en aquel preciso momento.

—Vamos, bebé. Ven aquí —la voz ronca de Jeon saliendo de manera sensual, y los ojos llameantes del rubio perdiéndose en su apetecible anatomía. Deseaba como el demonio sentirse invadido, y decidió que no se haría esperar más por ello.

Palmeando sus muslos, Jungkook tembló cuando el cuerpo del rubio se subió en su regazo, y percibiendo la maravillosa sensación de ambas pieles tocándose por segunda vez, gimió en su oído antes de tomar su cuello y lamerlo de manera erótica. Los ojos del rubio cerrados, y su boca abierta ante el encantador roce de su polla contra la de Jeon. Moviendo sus caderas juntas, Park atrapó los labios hinchados del pelinegro, y besándolo como si no hubiera mañana, acarició con sus manos el tonificado pecho, para seguidamente darle un apretón a sus pezones.

»—Realmente me encantas —jadeó el menor, sus manos jalando de la coleta que Jimin llevaba, y éste soltando un chillido demasiado excitante para sus oídos. Cuando besó su pecho y deslizó sus dedos por la piel suave de sus caderas, el rubio se permitió temblar de satisfacción.

—Necesito que me folles, Jungkook —rogó, sus ojos cerrados cuando las manos del pelinegro cogieron su pequeño culo, dándole una improvisada palmada para seguidamente acercarlo más a su cuerpo. Ambas pieles ardiendo, y el efecto sudoroso haciéndolos explotar—. Hazlo, hazlo ya.

—Ahora mismo no puedo, bebé —aseguró, divertido—. Debo ir a mi habitación por condones y lubricante, así que debes ser paciente.

—Oh, no —jadeó, desesperado—. Yo..., yo he t—traído algo.

—¿Qué? —Tras aquella confesión, Jungkook no evitó la insuperable sonrisa que inmediatamente se postró en sus labios. ¿Él había escuchado bien? Pues el saberlo, tan sólo agrandó sus ridículas emociones, y sintiéndose malditamente bien, se estiró para alcanzar el maletín del rubio—. Debo admitir que cada día me sorprendes más.

—Yo..., no estaba completamente seguro de que esto pasaría hoy —dejó saber, enrollándose alrededor del cuello de Jeon, mientras éste parecía dar con su cometido. Cuando tuvo ambas cosas en su mano, Jimin sonrió, dejando castos y delicados besos sobre la piel blanquecina—. Pero muy por dentro, realmente tenía la esperanza.

—Oh, jodido Dios —susurró el pelinegro, extasiado—. Voy a joderte muy duro, Jimin.

Y moviéndose con agilidad, Jungkook logró deslizar el condón en su erección, para seguidamente bañarla en lubricante y dirigir sus dedos resbaladizos al agujero del mayor, quien al sentir la deliciosa textura, jadeó al oído de Jeon.

Masajeando suavemente, Jungkook introdujo el primer dígito, sacando un excitante jadeo de la garganta de Park, el cual sin duda alguna, lo prendió aún más. Aquella era una de sus partes favoritas, y cuando el cuerpo del mayor se encogió sobre el suyo, apretándose alrededor de su dedo, supo que había encontrado rápidamente su punto dulce. Jungkook amaba lo tremendamente sensitivo que era el otro hombre, y mordiendo el hombro rubio de manera provocativa, empujó otro dedo en su interior. Dispuesto a no tardarse demasiado en aquella tarea, pero por supuesto, no deseando dañar de alguna manera a su precioso profesor.

Cuando Jimin estuvo lo suficientemente dilatado y jadeante, Jungkook logró separarlo un poco de sí. Éste poseía un gesto por completo erótico, y besando rápidamente sus labios, pensó en que estaba malditamente bendecido. ¿Park Jimin? Él era, patéticamente, el hombre más hermoso del planeta, y sin duda alguna, Jungkook era un ridículo afortunado.

—Me encantas —no cansándose de repetirlo, Jungkook cogió los muslos del mayor, y admirando como éste mismo alineaba la polla del pelinegro contra su propia entrada, mordió su labio deliberadamente cuando la presión de sus paredes prontamente lo atrapó.

Introduciéndose pulgada a pulgada, Jungkook contrajo su rostro, imitando la poderosa expresión que el rubio recientemente había adquirido, y sintiendo como la tremenda calidez lo invadía prontamente. Por otra parte, y sintiéndose maravillosamente lleno, Park jadeó alto cuando la polla de Jeon estuvo completa y dispuesta en su interior, ocasionándole calambres de ansiedad en el estómago, al igual que zumbidos de excitación recorrer por completo su propio pene.

—También me encantas —y dejando que sus propias acciones hablasen por él, Jimin se impulsó hacia arriba, logrando un rápido y constante movimiento el cual en menos de dos segundos, los tuvo gimiendo en un dúo perfectamente elaborado.

Los dedos de Jungkook se aferraban con ferocidad de las piernas flexionadas del rubio, mientras que las de éste se apoyaban en los hombros del pelinegro, sirviéndole como impulso para todos y cada uno de sus movimientos. Su boca permanecía abierta, y sus ojos con la vista fija en los contrarios, los cuales lo admiraban con un sentimiento oculto, aunque sin embargo, realmente notorio. Jungkook podría estar enloqueciendo en su cabeza, justo como Park lo hacía, y el tan sólo pensar que ambos pasaban por las mismas cuestiones, logró despejar por completo la mente de Jimin , quien sonriendo inadvertidamente, besó los labios del más alto de manera pasional.

Sentía como la polla del pelinegro entrada y salía de sí, de una manera magnífica; y los corrientazos que llegaban a su ingle de manera estrambótica lo hacían chillar de placer. Su próstata siendo destrozada vilmente, y el deseo convulso acarreando su cuerpo de manera imposible. En su lugar, Jungkook parecía querer gritar; los jadeos deliberados escapaban de su garganta como simples palabras, y la sensación inexplicable que azotaba a su cuerpo cuando follaba a Jimin , haciéndolo sentirse ridículamente genial.

—Oh, Dios —gimió Park, sus ojos cerrándose ante el fuerte espasmo que lo envolvió en un segundo. Liberando una de sus manos y dirigiéndola a su polla, él comenzó a masajear, y percibiendo como Jungkook le regalaba variadas estocadas, se sintió en el mismísimo paraíso—. Dios, me encanta. U—uhm, s—sí.

Cuando la mano del pelinegro sustituyó a la del mayor, éste puso los ojos en blanco ante la portentosa sensación. Jungkook iba a matarlo, y realmente creyó en su palabra cuando los gemidos de Jeon se intensificaron, al igual que las embestidas que propiciaba a su culo, haciéndolo chillar de placer cuando un chorro de semen salió disparado de su polla. Lloriqueó de inmediato, sus ojos cristalizados y labios entreabiertos, la mirada fija en la contraria cuando la mano disponible de Jeon lo cogió del cuello, apretándolo suavemente y moviendo su mano con firmeza, abriendo su boca de manera exagerada cuando sintió su orgasmo comenzar a formarse ante la presión que las paredes del rubio ejercían, y la cabeza de éste último explotando junto con su eximido éxtasis.

Tiras de crema blanquecina acabando en el abdomen del pelinegro, y los ojos del rubio cerrados fuertemente, siendo acompañados por los excitantes y bajos gemidos que su garganta se rehusaba a dejar. La mano de Jeon moviéndose continuamente sobre la erección sensible del mayor, y éste haciendo presión en la de Jungkook propia, intentando exprimirlo de la mejor manera posible. Acto que no tardó demasiado en presenciar.

—Joder —gimió ronco, sintiendo la boca del mayor pegarse a su cuello, haciéndole un merecido chupetón. Jungkook cogió con fuerza las caderas del rubio, apretándolas hasta dejar sus dedos marcados, y embistiendo de manera excesiva el estirado agujero, chilló—. Oh, demonios. Bebé.

Tras soltar aquellas palabras, Jungkook se corrió. Por supuesto, sintiendo el peso de Jimin caer sobre él de manera abrupta, para pronto presenciar el delicioso sabor de sus labios, arrebatando los suyos en un candente y pasional beso.

Cuando ambos se separaron, Jeon juntó su frente con la contraria, y abrazando el cuerpo delgado de manera protectora, sonrió bobaliconamente.

Podría ser que Jimin no lo quisiera de la misma manera que él lo quería, pero desde luego, Jungkook no se arrepentía de la decisión que había tomado. Jimin tampoco lo hacía.

—No sé qué me has hecho, Jungkook , pero realmente me gusta.

Y con un último beso, ellos permanecieron en aquella posición. Los brazos fuertes del pelinegro rodeando el cuerpo del rubio, y el rostro de éste metido en el cuello del otro, olfateando su delicioso y excitante aroma almizclado.

Después de todo, aquello no estaba tan mal.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top