15•

—¿Eh? — Abriendo sus ojos como platos, el rubio sintió un escalofrío recorrer su completa columna, y percibiendo como prontamente se sofocaba, observó la sonrisa que se ladeó en los rosados labios de Zoe. ¿Acaso ella sabía lo que había ocurrido aquel día con Jungkook?—. ¿A qué te refieres? ¿T—tú...?

—Cielo, eres un magnífico profesor — y tras soltar aquel deliberado comentario, Jimin sintió una tremenda e injusta carga salirse de sus hombros. Soltando el aire recientemente detenido, él se permitió sonreír, por supuesto, recuperando el color que habría desaparecido de su completa anatomía los segundos anteriores—. De igual manera, deseaba salir esta tarde contigo. Me lo debes.

—Prometo compensártelo — dijo sin pensarlo demasiado, parpadeando aliviado ante el tremendo cambio de la situación—. Gracias por comprender, cariño.

Regalándole una sonrisa simple, Zoe dejó caer sus brazos a sus costados, y cuando el rubio se acercó a ella, picoteó sus labios de manera tierna. Los músculos del azabache por completo tensos, y las manos de la chica cogiendo los lados de su rostro; examinándolo con meticulosidad. En aquel momento, la presión del rubio bajó un ciento diez por ciento, y anhelando que Jungkook no hubiera dejado alguna marca que lo delatase cruelmente, se separó de ella.

—Iré a tomar una ducha, linda. Estoy realmente cansado — murmuró, una mano cubriendo su frente de manera nerviosa, y la mirada expectante de Zoe volviéndose sospechosa. De igual manera, segundos después ella aceptó, y perdiéndose en la cocina una vez más, permitió que el rubio respirase profundamente—. Dios.

En la ducha, y cuando Jimin se dispuso a relajarse completamente, millones de pensamientos fugaces de inmediato lo azotaron. No evitó sonreír al, cuando sus ojos estuvieron cerrados, recordar en su totalidad a Jungkook .

Aquella personalidad por completo arrogante y fastidiosa, su voz, su manera de expresarse y su coquetería. Sus brazos fuertes y cuerpo de infarto..., sus movimientos, su manera de acariciarlo. Irremediablemente, y para cuando el joven profesor quiso remendar su problema, era demasiado tarde. Él estaba excitado, y Jungkook no estaba allí para ayudarlo.

Soltando una débil carcajada, negó con la cabeza, y decidiendo ignorar por completo todos y cada uno de los pensamientos increíblemente sucios que lo amordazaban, se abrazó a sí mismo.

¿Qué haría de ahora en adelante? La presión agresiva en su corazón deseaba responder aquella pregunta, pero él realmente no estaba preparado para escuchar aquellas mordaces palabras.

Desde luego, aquel día había corrido un montón de riesgos innecesarios, pero bajo el criterio de su mente por completo colapsaba, todos habían valido la pena.

(...)

Bajando de su motocicleta, el pelinegro admiró a sus dos mejores amigos esperarlo ansiosamente. Sabía que debía darles muchas explicaciones, pero realmente quería hacerse de rogar. Apenas ambos ojos marrones se posaron en la figura de Jungkook acercándose a ellos, corrieron en su dirección, pareciendo dos niños pequeños en busca de sus caramelos.

La mañana había resultado ser por completo bien recibida, Jungkook nunca deseó tanto ir a clases, y aquella extraña ansiedad tenía nombre y apellido; por supuesto, él mismo nombre y apellido que representaba el noventa por ciento de su vida diaria.

Cuando la tarde anterior arribó a su casa, no sabía cómo sentirse exactamente, más que malditamente realizado. Sabía que lo que ocurrió entre él y Jimin , fue absolutamente maravilloso, y aunque percibiera las sensaciones ridículas surcar por los rincones de su cuerpo aún, le costaba por completo creer que lo que había sucedido, no había sido otra estúpida y engañosa fantasía.

Él siempre creyó que tener sexo con su profesor sería bueno, pero desde luego, nunca imaginó que sería tan malditamente genial como en realidad, lo había sido. Ni mucho menos imaginó el que Jimin se dejaría llevar de aquella manera tan libertina y excitante.

Podía sentir las mariposas en su interior revolotear con fiereza, la misma que utilizaba su corazón para golpear las paredes internas de su pecho, dejándolo con la respiración acelerada. Aquel acto que ambos habían consumado, le había subido por completo el autoestima pues, después de un largo tiempo, él logró lo que tanto añoró. Desde luego, su sentimiento fue igualmente intensificado, y ahora estaba más prendado de lo que antes se había afirmado.

Jimin era el ser humano más precioso del planeta Tierra. De aquello, Jungkook no tenía duda alguna. E inevitablemente, sentía una dolorosa patada en el culo al tan sólo pensar que después de aquella maravillosa tarde, él estaría de regreso en su hogar, junto con su prometida.

La mujer que amaba, realmente.

Había evitado pensar en aquellos temas por completo deprimentes, y también, había ignorado todos y cada uno de los mensajes que le habían dejado sus amigos. Él simplemente se había dedicado a pasar la noche patéticamente en vela, pensando constantemente en el hombre de ojos mieles y sonrisa por completo seductora.

Había pasado la noche recordando a Jimin siendo malditamente suyo.

De igual manera, Jungkook sabía que no podría escaparse de la verdad, y cuando sus dos amigos lo cogieron de brazos y lo guiaron por su propio camino, se vio rindiéndose fácilmente. Soltando una risa demasiado contagiosa y notándose irremediablemente feliz.

—¿Entonces? ¡Cuéntanos! — Chilló Jin , pareciendo menos amargado que de costumbre, y logrando que el ojiavellana lo mirase con curiosidad.

—Queremos detalles sexuales. Cuéntanos todo, t o d o — pidió Taehyung, demasiado emocionado como para sacarle una nueva risotada al pelinegro más alto, quien simplemente se encogió de hombros, pareciendo despreocupado.

—Un caballero nunca cuenta sus aventuras — dejó salir, bromeando. Cuando ambas miradas incrédulas se pusieron en su contra, sonrió de manera jocosa—. Pero para suerte de ustedes, yo no soy un caballero.

—¡Ahora dinos! — Volvió a presionar el castaño, jalando el brazo de su mejor amigo y llevándolos por los pasillos casi desolados de la universidad, pareciendo niñas chismosas en el receso del colegio.

—Bien pues, yo llegué al salón donde él estaba y comenzamos a hablar — empezó, deshaciéndose del agarre de los dos chicos a sus costados, escuchándolo con atención—. Luego lo besé y le llegó un mensaje de la nerd, él le dijo que no podría ir a la cita que tenían y se quedó conmigo. Realmente es más atrevido de lo que imaginé, me dijo cosas increíblemente excitantes — continuó, mordiendo su labio al recordar todas y cada una de las escenas, sacudió su cabeza—. Dios, no me hagan recordar esto a menos que deseen verme empalmado, juro que estoy poniéndome duro.

—Oh, Jungkook — gruñó Taehyung, arrugando su nariz y echando su cabello hacia atrás; mientras tanto, Jinponía los ojos en blanco, en su totalidad acostumbrado a aquel tipo de comentarios por parte de Jungkook .

—Vamos, dinos claro y preciso qué pasó, entonces.

—Lo follé contra el escritorio, obvio — soltó, sonriendo de manera triunfal ante las miradas sorprendidas de sus mejores amigos—. Y, oh, me hizo una fantástica mamada. Es bueno, ¿debería preocuparme? Creo que en su juventud se ha divertido un poco.

—Ujum — Jin dijo, cruzándose de brazos y fijando su mirada justo al frente, para segundos después sonreír y mirar a sus dos amigos—. Supongo que tuvo muchas noches de fiesta.

—Sí, seguro es eso — admitió Taehyung, ajeno a la reciente conversación. Cuando captó la mirada que le dirigía Jin , y luego la posó en el pasillo, sonrió de lado al ver a su profesor favorito junto con Jimin , ambos con vasos de café, intercambiando palabras mientras caminaban a la par—. Qué mañana perfecta. Es hermoso llegar y mirar a Yoongi , ¿no lo creen? Debería hablar con él de nuevo.

—Hazlo — Jungkook de inmediato respondió. Sus ojos no variando de su nuevo punto de distracción, y los orbes mieles intentando no centrarse en los achocolatados. Cuando ambos cuerpos llegaron frente a los chicos, les fue inevitable detenerse, y admirando como el rubio se acurrucaba en su abrigo y parecía querer pasar desapercibido tomando su café, Jungkook alzó las cejas.

Aquel gesto pareciéndole completamente adorable, aún más cuando las mejillas del azabache se colorearon de un profundo pelinegro. De inmediato, Jungkook sintió un codazo propiciado por Taehyung, y fijando su mirada rápidamente en su amigo, supo que tenía algo en mente.

—Buenos días, chicos — habló el rubio, una sonrisa superficial mientras daba un sorbo a su café. El castaño asintió, mientras que los ojos marrones de Taehyung lo miraban con jocosidad.

—Se ve muy bien hoy, profesor Yoongi — murmuró, un tono por completo coqueto. El más alto soltó una risa avergonzada, y desviando su mirada hacia el rubio que reía bajo, encogió sus hombros—. Aunque si me permite decirlo, siempre lo hace. Siempre luce muy bien.

—Supongo que gracias, Taehyung.

—Usted también se ve muy bien hoy, profesor Jimin — soltó el pelinegro, mordiendo su labio de manera provocativa cuando los orbes preciosos lo miraron con complicidad. Una apenas visible risa dirigiéndose hacia él, y el cabello negro cubriendo una parte de su ojo—. Se ve..., radiante. ¿Acaso ha tenido un buen polvo ayer?

Y admirando las mejillas furiosamente sonrojadas del rubio, le guiñó un ojo antes de llamar a sus amigos y continuar su camino, por supuesto, sin siquiera esperar una respuesta de Jimin .

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