14•
Cuando Jungkook cogió la pierna del rubio y la situó encima del escritorio, dándole aún más acceso a su lugar deseado, no pudo seguirse conteniendo, y apretándose fuerte contra él, alineó su polla contra el culo del rubio, para seguidamente adentrarse en él de una manera rápida y dolorosa.
— ¡Oh, jodido Dios, Jungkook! — Dejó salir el rubio, sus ojos cerrados fuertemente y sus nudillos poniéndose blancos ante la presión que recientemente comenzaban a ejercer. La risa del menor saliéndose desprevenida y maravillosas sensaciones haciéndolo sentir por completo en las nubes.
Jimin se sentía malditamente bien; ciñéndose a su alrededor como si su vida dependiese de ello. Por otra parte, y ahogando el portentoso gemido que ansiaba escapar de su garganta, Jimin suspiró. Volver a tener una polla llenándolo resultó ser impactante, pero de igual manera, no dejó de ser increíblemente bueno.
Cuando a los escasos segundos, Jungkook comenzó a propiciar lentas y cortas embestidas, el rubio no pudo seguir conteniendo sus alaridos, y sintiendo como los dedos del pelinegro se enredaban en su cabello, jalándolo con fuerza excitante hacia atrás, pensó que aquello estaba valiendo malditamente la pena.
Hacía unas cuantas semanas atrás, Jimin jamás hubiese imaginado que, por una vez en su vida, sería nuevamente follado por un hombre; pero ahora que ocurría, no podía hacer más que agradecer por haber aceptado, después de todo. Increíble. Jungkook era increíble.
Aumentando la velocidad de sus arremetidas, Jungkook jadeaba alto. Su cabeza hacia atrás y ojos cerrados; sin embargo, una sonrisa en su totalidad patética. Millones de sensaciones haciéndose presentes en su sistema en aquel momento, y sintiendo a Jimin más íntimo de lo que alguna otra vez lo hizo. Sintiéndolo irremediablemente suyo.
— Uhm, me encanta — ronroneó el menor, su mano dando una palmada al glúteo del rubio, sacándole un agudo chillido que acompañó eficazmente el choque de piel contra piel— . Te sientes tan jodidamente bien, Jimin . ¿Te gusta? ¿Te gusta cómo me siento en ti, bebé?
— S— sí, — jadeó, gotas de sudor resbalando por sus sienes mientras apretaba sus dientes. La polla de Jungkook saliendo de él de una manera fantástica, para segundos después volver con muchísima más fuerza que antes, volviéndose cada embestida más y más loco— . Quiero que..., q— quiero que me folles f— fuerte, Kook. Hazme saber q— que soy tuyo.
Y sin poder negarse a aquella petición, una vez más, Jungkook perdió por completo el control.
De inmediato el salón se convirtió en uno lleno de eco, donde no paraban de escucharse los apasionantes berridos que el rubio dejaba salir, acompañados por el obsceno sonido que ambas pieles al colisionar causaban y los jadeos roncos que la deliberada garganta del ojiavellana soltaba desproporcionalmente. Desde luego, para ambos estaba siendo el mejor polvo de, posiblemente, sus vidas enteras, y sin pararse a pensar que estaban siendo irremediablemente bulliciosos, continuaron con su cometido.
Jimin jamás imaginó que el ser follado por su alumno sería una de las mejores experiencias que viviría en sus años, y Jungkook realmente lo pensó, pero evidentemente sus pensamientos quedaron en el olvido, siendo pisoteados vilmente por las reales sensaciones que aquella follada estaba causando en su entero cuerpo.
Miles de escenarios corriendo por su cabeza, y sus ojos posados en la preciosa figura frente a él. El hombre de sus sueños siendo poseído por su completa calentura; su completo amor. ¿Había valido la pena aquella ardua y tortuosa espera?
La respuesta era un rotundo y gordo sí.
— Oh, Jungkook — gimió el azabache, estremeciendo por completo la entera anatomía del pelinegro, quien fijando sus ojos cristalizados en el rostro placentero que su amante poseía, sonrió— . Uhm..., creo que, ah.
Cogiendo su propia erección, el rubio decidió apurar el orgasmo que rápidamente comenzaba a formarse en su interior. Las penetraciones constantes y sin bajar su intensidad, abordándolo lujuriosamente una, y otra, y otra vez. Sin descanso alguno.
Sus ojos poniéndose blancos ante las cosquillas que corrían por su cuerpo, y los gemidos saliendo agudos y fuertes de su garganta; demasiado ruidoso y sin cohibición alguna. Cuando la polla de Jungkook golpeó repetitivamente su próstata, él no pudo aguantarlo mucho más, y presionando la cabeza de su pene, se corrió increíblemente fuerte.
»— Oh, Dios — jadeo, su cabeza recostada en sus brazos cuando masajeó su pene sensible, y las embestidas de Jungkook no queriendo descansar. Escuchando los excitantes gemidos que éste pronto comenzó a soltar, apretó intencionalmente sus paredes internas, y sintiendo como las uñas del pelinegro se clavaban en sus caderas, volvió a chillar.
En un rápido movimiento, Jungkook salió de su interior, y volteando bruscamente el cuerpo del rubio hasta dejarlo de rodillas en el piso, se deshizo del condón que los separaba, para pronto cerrar fuerte sus ojos y sentir los labios del mayor rodearlo apresuradamente. Gritó.
— Sí, sí — gimiendo despreocupadamente, sintió la cálida cavidad del rubio abrasarlo, y sin poder dejar de masturbar su propio pene, se sintió en la cima. Su orgasmo acarreándolo de inmediato, y una maravillosa carretilla de sensaciones haciéndolo querer permanecer allí de por vida— . Oh, demonios.
Soltando la primera tira de crema blanquecina, el rubio abrió la boca, y cerrando por completo sus ojos, apreció el adictivo sabor agridulce que caracterizaba al semen de Jungkook; el cual segundos después, terminó por esparcirse en todo su rostro. Escuchando los jadeos del pelinegro bajar de intensidad, Jimin abrió los ojos, una vista por completo erótica para Jungkook, quien no dudó en sonreír cuando, y sin cansancio alguno, el rubio cogió nuevamente su erección, envolviéndola con su lengua y exprimiendo todo lo que podría existir allí.
Con su mano libre, Jimin limpió los rastros de semen cubriendo su cara, y en un gesto lleno de provocación, desocupó su boca y lamió su dedo. Sus cejas arqueándose ante la debilitada mirada de su alumno, y el pelinegro temblando en su lugar. Aquello, desde luego, había superado todas sus expectativas, y sintiéndose inmediatamente sensible, se vio obligado a apoyarse del escritorio. ¿Qué había ocurrido?
— Disculpe mi atrevimiento, señor Jungkook — murmuró Jimin , mordiendo su labio con coquetería, y echando su cabello despeinado hacia atrás. Una imagen por completo excitante, teniendo en cuenta que su cara permanecía llena de la evidencia que Jungkook allí habría dejado— Realmente sabe muy bien.
Y sin poder responder aquel osado comentario, Jungkook se dejó caer en la silla de su profesor. Completamente impactado.
En definitiva, él tendría muchísima tarea por resolver para aquella tarde.
El camino resultó ser innumerablemente largo. Cuando el ojimiel abrió la puerta de su departamento y notó que éste estaba por completo iluminado, tragó saliva ruidosamente.
Los pensamientos habían comenzado a atosigarlo una vez más, aporreándolo y haciéndole sentir una presión corrosiva en el pecho. Al momento en que dejó su portafolios en el sillón y admiró la silueta de Zoe salir de la cocina, él se vio obligado a bajar la mirada; no sintiéndose lo suficientemente valiente como para mirar aquellos ojos tan puros que, cruelmente, él había burlado.
Justo después de haber abandonado el salón de clases donde, sin duda había sido poseído de la mejor manera que hubiera añorado, él no pudo evitar el sentimiento de culpa que sabía, pronto terminaría por atacarlo. Y es que, ridículamente, era un paso inevitable que su cuerpo debía realizar.
Juró sentir un ataque similar a la taquicardia pura, luego de haber sonreído ante la mueca de Jungkook , y dejado que éste lo besase furiosamente, agradeciéndole por haber hecho su sueño patéticamente real. El pelinegro se habría ofrecido gustosamente a dejarlo en su hogar, pero el joven profesor simplemente declinó la maravillosa oferta, decidiendo que debería utilizar aquel tiempo a solas como una oportunidad para recapacitar y ver las cosas claras.
Ver claramente la terrible infidelidad que había cometido.
No sabía cómo debería actuar, ni mucho menos qué decir; pero de lo que estaba completamente seguro era del terrible nudo que amarró su estómago cuando la mirada de su prometida lo escudriñó con fiereza extrema. Sabía que estaba en problemas con Zoe por haber cancelado la cita, pero más allá de lo que la chica conocía, Jimin sabía que estaba en una enorme deuda con aquella sencilla mujer.
Él sabía lo que una infidelidad conllevaba pues, en su juventud universitaria él estuvo con una cantidad indefinida de personas, engañándolos y engañándose, por supuesto. Pero ahora resultaba ser una situación muchísimo más engorrosa porque, definitivamente, aquél no se trataba de un simple noviazgo.
Era un compromiso real, el cual cerraría su ciclo cuando, en dos meses, estuviera dando el acepto frente a una cantidad indefinida de personas, y por supuesto, ante Zoe. La única persona que verdaderamente debería importar en el reciente problema.
Aunque sonase ridículo, Jimin jamás imaginó que podría llegar a ser infiel en su relación con su actual pareja, y realmente no sabía cómo sentirse dados los acontecimientos, más que terriblemente un asco.
Inevitablemente, él había disfrutado como la mierda el sexo con Jungkook , pero ahora que su calentura estaba mermada y la excitación en un punto lejano, lograba utilizar su raciocinio de manera correcta.
Sí, había causado un daño irreparable, pero, ¿realmente era un error?
Por una parte, su lado desquiciado restó importancia al hecho, afirmándose que, si Zoe jamás se enteraba de lo que realmente ocurría con Jungkook, evitaría por completo el sentirse dolida y humillada; pero si duda alguna, su lado moral y recientemente recuperado se negaba a desechar diez largos y cautivantes años de maravillosa relación, por una simple e idiota etapa de calentura insaciable.
Ahora, el rubio se encontraba entre la espada y la pared, encerrado en un torbellino de ideas que, una vez más, le causaban una terrible migraña. Recordando a carne viva lo que hacía unas horas ocurrió en el salón de clases y, por supuesto, sintiéndose idiota ante aquella terrible y degradadora obra. Jungkook era el sujeto más sexy que habrían visto sus ojos en mucho tiempo, pero ese hecho no quitaba el que era su alumno, y también, el que había tirado su profesionalismo como docente por el inodoro.
Siéndose más confundido y angustiado que mucho antes, Jimin suspiró, masajeando sus sienes y dignándose a posar su mirada en la contraria, la cual a cada segundo se volvía más y más furiosa. Él tenía en cuenta que aquellos problemas no se solucionarían con una simple sonrisa y un beso de recibimiento, y tan sólo porque conocía demasiado bien a su prometida, sabía que estaba en grandes problemas. Por supuesto, debería mantener la guardia baja, y no ser demasiado demostrativo a la hora de expresar sus gestos.
—Llegaste — murmuró la mujer, una ceja alzada y los brazos sobre su pecho. Aquella estatura baja no era para nada ingenua, pues aquella chica podría tener el carácter de los mil demonios escondido en algún recóndito lugar de su menudo cuerpo. Y más que nadie, Jimin lo sabía.
Tragando saliva una vez más, y entrelazando sus propias manos entre sí, el rubio estiró una sonrisa demasiado dolorosa en sus labios; costándole increíblemente el actuarla. Encogió sus hombros de manera despreocupada, tratando de lucir relajado, pero sabía que la tensión que recaía sobre su cuerpo estaba matándolo segundo a segundo. De todos modos, ella no tenía por qué saberlo, y si era posible, lograría mentirle de una manera extremadamente sencilla.
—Lo siento mucho, amor — dejó salir, mordiéndose la lengua ante la muestra de cariño expresiva. Exhaló teatralmente y luego adoptó una postura firme—. Me hubiera encantado llevarte a almorzar, cielo, realmente pienso que tenemos que pasar la mayor parte del tiempo juntos en este momento, pero desafortunadamente tuve que permanecer tiempo extra en un concejo de profesores. Están evaluando nuestro desempeño, claro.
—Uhm — murmuró, entrecerrando los ojos. Zoe estaba demasiado resentida como para escuchar siquiera las palabras que soltaba su prometido, y el rubio sintiendo las gotas de sudor resbalar a lo largo de su espalda. Esperaba que aquella piadosa mentira estuviera por completo al alcance de distraer el inteligente cerebro de su novia, porque si no, estaría estúpidamente perdido—. Supongo que tu desempeño está por encima de los demás profesores. Claro, sueles darles tratos especiales a tus alumnos.
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