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Antes de que pudiera decir algo más, los labios de Jungkook estaban cubriendo los suyos, comenzando un lento movimiento que segundos después, logró intensificarse. Los ojos de Jimin cerrados y su corazón rebotando fuerte porque, después de diez años él volvía a besar a un chico, y no uno cualquiera. Era su estudiante endemoniadamente sexy.
Sintiendo como la lujuria arremetía contra su cuerpo, cogió con fuerza los brazos de Jungkook . Eran fuertes y suaves, estando aquel día descubiertos ante una camiseta de tirantes. Jimin sabía lo delicioso que estaba siendo aquel primer contacto boca con boca, y esperaba que no se acabase jamás.
Cuando Jungkook introdujo su lengua en la cavidad contraria, la del rubio estaba completamente dispuesta a arremeter, e iniciando una nueva y picante lucha, ellos jadearon ante la desesperación que prontamente los acarreó. El mayor sabía que no faltaría demasiado tiempo para que aquello terminase de suceder; pero desde luego, él no estaba seguro de que sería exactamente aquel día. Cuando Jungkook lo juntó con fuerza hacia él y se separó con un húmedo chasquido, se sintió más excitado que nunca, y al momento en que admiró aquellas preciosas perlas avellanas rebosadas en placer, él sonrió por completo extasiado.
— Tenía tantas ganas de besarte, joder — susurró Jungkook , golpeando sus labios contra la mandíbula, bajando directo hacia su cuello y succionando sin compasión. Sus caderas restregándose y ambas erecciones haciéndose notar por debajo de los pantalones, ocasionando que la temperatura se elevase hasta el punto de hervir— . Pero tengo aún más ganas de joderte.
Y sin siquiera darle un merecido tiempo, los labios de Jungkook buscaron una vez más los contrarios, los cuales lo recibieron con un estimado goce que lo hizo arder en cuestión de segundos. Perdiendo por completo la cordura, y disfrutando de lo deliciosos que se sentían los carnosos y dulces labios de Jimin siendo mordidos por los suyos propios, él ejerció fuerza en el cuerpo contrario hasta que el rubio estuvo sentado sobre la madera del escritorio; las manos del azabache pasando por la espalda de Jungkook y jalando levemente su cabello, mientras que el pelinegro lo apretaba más contra sí, acariciando la espalda baja del rubio y entrometiéndose en la cinturilla de su pantalón.
— Uh, Jungkook — murmuró, separándose de los otros labios por escasos segundos. Sentía una molestia conocida en su estómago, mezclada de la anticipación y ansias. ¿Realmente estaba siendo, prácticamente, devorado por su estudiante? Aquello definitivamente no estaba bien, y no evitó la punzada de culpa que lo amordazó de inmediato, aunque hubiera deseado hacerlo— . Para, para.
— ¿Hm? — Cuestionó, sus labios hinchados cuando se separó unos segundos, y sus ojos lujuriosos iluminando toda el aula. Jimin de inmediato se pasó una mano por el rostro, por completo confundido. Ya había dejado que sus fuerzas fallasen la primera vez, ¿pero acaso sería capaz de hacerlo nuevamente?— . ¿Pasa algo, limoncito?
— No... bueno, sí — respondió, negando con la cabeza y pensando repentinamente en su relación. Su real relación. Imágenes de Zoe mezclándose con las de Jungkook , y la desagradable jaqueca volviendo en cuestión de segundos. Sacando el cuerpo de Jungkook de entre sus piernas, él bajó del escritorio y alisó sus ropas, sintiéndose irremediablemente avergonzado por haber perdido la cordura de aquel terrible modo— . Escucha, creo que debo pensarlo.
— ¿Pensar qué?
— Esto, todo lo que ha pasado y está por suceder. Yo...
— Creí que ya habías tomado una decisión — intentando no parecer lamentablemente herido, Jungkook irguió la espalda y peinó su cabello, tomando una distancia prudente entre el otro cuerpo y el suyo propio. Su corazón dolió, y el miedo comenzó a invadirlo, ¿eso qué significaba?
— Sí pero..., creo que necesito algo más de tiempo, no es sencillo el cargo de conciencia que me cae encima, Jungkook — murmuró, su mirada baja y evitando encontrarse con la contraria. Tragó saliva, su corazón repiqueteando veloz y sus manos temblando.
Realmente, Jimin no podía creerse lo que estaba comenzando a hacer con su vida, y con su futura esposa. ¿De verdad él quería causarle aquel daño? ¿Engañarla?
»— Yo creo que necesito apartar mi moral de toda esta situación antes de poder involucrarme contigo, así evitaré sentirme mal cuando llegue a casa. — Jimin negó, suspirando y cogiendo su maletín; cuando se atrevió a mirar a Jungkook , éste yacía serio, aunque sin notarse molesto o decepcionado, y Jimin volvió a alabar su grandioso poder para ocultar emociones en el momento indicado.
— Bien... — dejó saber, encogiendo sus hombros y pareciendo nuevamente desinteresado. Apretó sus labios, guardando las manos en los bolsillos de su pantalón; aunque con su orgullo vilmente pisoteado, se atrevió a sonreír— . Sólo debes aprender a dejarte llevar, Jimin . No pienses demasiado, eso tan sólo lo complica todo.
El rubio le sonrió, sincero. Aquellas palabras, posiblemente, habían sido las más filosóficas que el pelinegro hubiera pronunciado en su vida; se sintió orgulloso de ello, y riendo suavemente, él caminó hacia la puerta. Las imágenes de minutos antes llenando su cabeza, y la preciosa sensación de los labios de Jungkook besándolo, creando escalofríos en su cuerpo.
Antes de que el rubio pudiera salir, Jungkook le hizo una seña, y convirtiendo su gesto en aquél lleno de picardía y sugerencia que acostumbraba, el rubio rodó los ojos, aunque sus dientes asomándose en la más ampliada sonrisa
»— Para la próxima no escapará, profesor Jimin .
El ojimiel rio, un sonrojo notorio apoderándose de sus mejillas cuando estuvo en la puerta recientemente abierta. Peinando un mechón de cabello detrás de su oreja, intentó parecer coqueto; y cuando Jungkook mordió su labio ante la sexy imagen, Jimin se volteó; una nueva y más fuerte carcajada abandonando su garganta.
— Procuraré no huir, Jungkook .
Aquella mañana había resultado ser por completo exasperante para el pelinegro. Sus ánimos no estaban para nada dispuestos y un agotamiento emocional dominaba por completo su cuerpo; haciéndolo quedarse bajo las mantas, imposibilitado siquiera, a poner un pie afuera e ir a la universidad. Minutos antes, él había decidido que aquél no sería un buen día para asistir a clase. O quizá, para encontrarse al profesor Jimin por los pasillos.
Después de haber arribado a su casa, él habría estado pensando en el rechazo de Jimin , porque sin duda alguna, aquello había sido. Y desde luego, no evitó descomponerse de una patética manera. Lo que menos deseaba era que el rubio se arrepintiese antes de, realmente, poder comenzar; pero de algún modo, entendía por lo que estaba pasando el caliente profesor.
A duras penas, él lo hacía
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