07•
Cuando realmente cayó en cuenta de la frase que había abandonado su boca, Jimin se vio obligado a desviar su mirada. Él no quería que Jungkook notase su deseo implícito a que aquella cuestión se volviera realidad, porque demonios, era una oferta tentadora. Debería mantenerse fuerte, y hacer precisamente lo que había planeado meticulosamente antes de salir de casa.
Ya que él mismo no podía engañarse, intentaría, al menos, engañar a Jungkook . Y por Dios, esperaba que resultase bien.
— Jungkook , espero que sepas que lo que pasó ayer, no fue más que una equivocación — murmuró, aclarando su garganta y volviendo a posar sus orbes en los avellanados. Jungkook permanecía inmune, y Jimin se preguntó si sería una especie de prototipo sin sentimientos, porque jamás había conseguido golpear su orgullo. Eso o Jungkook lo ocultaba perfectamente bajo aquella preciosa imagen llena de fuertes músculos y una cara tremendamente bien elaborada.
— ¿Equivocación? — Preguntó, disparando sus cejas hacia arriba cuando Jimin se vio prontamente sofocado. Imágenes vívidas haciéndolo querer revolcarse en el piso e implorar clemencia— . No lo creo. Yo quería hacerlo, por Dios, lo deseaba.
— Pero yo no.
— Oh, vamos — se rio, guardando sus manos en los bolsillos del jean y pareciendo despreocupado— . Si no lo hubieras querido, debiste detenerme, pero no vi realmente tus esfuerzos, más que tontas palabras — continuó, entrecerrando los ojos y admirando como Jimin retrocedía lo máximo que la pared le permitía— . Y debe saber, profesor Jimin , que yo no me detengo por simples palabras, porque me ha demostrado que su cuerpo dice lo que su boca no.
Aquello definitivamente fue un golpe bajo. Jimin no quería entrar en debate, y su cabeza estaba lo suficientemente agobiada como para seguir luchando. Se había resignado a creer sus propias palabras, y ahora se resignaría a que Jungkook igualmente lo hiciera. ¿Qué podía perder si no? Obviando, claro, el hecho de que estaría en un altar en los próximos dos meses.
Soltando un abrumado suspiro, y masajeando sus párpados con pesadez, él intentó tranquilizar todas las emociones que arremetían contra su cuerpo en aquel momento. No sabía claramente qué hacer, ni tampoco tenía claro si quería realmente hacer algo, pero no podía quedarse callado. Y acatando las órdenes que su cerebro envió a sus cuerdas vocales, él no pudo mantenerse en silencio.
— Supongo que tienes razón — soltó, mordiendo el interior de su mejilla y frunciendo los labios. Sintiéndose prontamente enojado cuando Jungkook lo observó lleno de presunción. Aclaró su garganta, evitando parecer demasiado blando— . Bien, supongo que no tienes idea de lo trabajoso que es preparar una boda, porque obviamente, nunca has estado cerca de siquiera comprometerte con alguien — acusó, hablando con la primera excusa que se le ocurrió. Y es que desde luego, el resignarse no significaba que perdería la jugada— . Estos dos meses serán, seguramente, el infierno para mí, y créeme que ya he comenzado a vivirlo.
— Ve al grano — lo interrumpió, una sonrisa placentera asomándose en sus ojos.
— Estoy estresado, lo estaré aún más. Eso fue lo que pasó, ¿está bien? — Aceptó, pareciendo prontamente decidido. Jungkook lo miró con diversión, evitando no reírse del rubio ante él— . No quería que me hicieras una mamada en medio del salón pero tampoco me vi capaz de evitarlo, no te deseo, no me gustas y no quiero a nadie más en mi vida que no sea mi novia.
— Tu novia es realmente fea — acotó, mordiendo sus labios cuando dispersó el sentirse ofendido por aquella deliberada confesión, aunque sabía que Jimin sólo lo decía para salir de la fosa en la que se había sumergido los últimos minutos.
Cuando sintió la mirada punzante del rubio sobre él, seguido de un gesto enojado, Jungkook no evitó reírse por su maldad. En realidad, la novia de Jimin no era tan terroríficamente horrible, pero le era complicado superar el hecho de que estuviera saliendo con alguien como ella, cuando tenía en frente a alguien como él.
— No te permitiré que le faltes el respeto de esa manera, Jungkook — reprendió, por completo serio— . Al menos no en mi presencia.
— Bueno, prosigue con tu discurso — movió su mano con desinterés, poniendo los ojos en blanco y evitando una conversación con respecto a aquella ratoncita de laboratorio.
— Lo seguiré viendo como una equivocación — murmuró, tomando aire— . Pero supongo que el sexo con mi prometida no compensará mi estrés.
— Oh, un momento — Jungkook lo detuvo, una sonrisa ridícula posándose en sus labios cuando los ojos mieles lo observaron. Jimin parecía estar hiperventilando, y Jungkook supo que, posiblemente, su corazón estaba latiendo tan fuerte como el suyo propio— . ¿Eso quiere decir que estás aceptando mis propuestas?
— Eso quiere decir que es algo por completo no ético ni profesional. Que es la mayor ridiculez del mundo y estúpidamente arriesgado. También quiere decir que, posiblemente, pasaré el resto de mi vida sintiéndome mal conmigo mismo pero — exhaló, haciendo una mueca de dolor cuando sintió sus mejillas sonrojarse. Los ojos de Jungkook por completo atentos en sus labios, y mariposas volando dentro del estómago del menor— . No puedo evitarlo.
Jungkook intentó no comenzar a saltar en un pie, actuando como un pequeño niño recibiendo un regalo; eficazmente lo logró. Sentía sus manos repentinamente sudorosas, y su corazón rebotando con una fuerza extrema sobre su cuerpo. Serían incontables las veces que él realmente soñó con aquel momento, y se sintió patético al estar actuando de aquella manera ante una aceptación por completo implícita. Mordiendo su labio y afirmándose que aquello no era un nuevo sueño, él juntó las yemas de sus dedos, esperando poder actuar normal y no tan interesado.
— Entonces, ¿puedo follarte ahora? — Sonriendo con malicia, Jungkook admiró como la boca del rubio se abrió de sorpresa, y riéndose prontamente, observó el poderoso sonrojo que se apoderó de éste.
Por completo indignado, Jimin cerró los ojos por un segundo, y tras enseñar los dientes al menor en un gesto enojado, pasó por su lado tropezando su hombro bruscamente— . Realmente, sólo piensas con la cabeza de la polla.
— ¿Eso es un sí? — Y admirando como el rubio seguía su camino, sonrió magníficamente ante lo que acababa de vivir.
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