Tensión magnética
El viaje de quince minutos en su Audi negro no fue suficiente para que se acostumbrara a su presencia, tampoco que se le quedara grabada esa gélida mirada esmeralda sin que pudiera impedirlo, su cabello igual a los rayos de la luna pasaron por el mismo destino de no advertirle que estaba en un terreno muy muy peligroso, en cambio la esencia seria y formal que desprendían los movimientos de sus manos al volante si surtieron los primeros efectos nocivos en su maltrecho estado mental, los ojos azules de Mina danzaban inquietos en ese escaso espacio dentro del automóvil, se removía inquieta prestando atención a la forma de conducir de su hermanastro, acariciaba sin tocar realmente ese cuerpo que desprendía una esencia pasivo-agresiva, captaba cada mínimo detalle desde los brazos Yaten, hasta la punta de sus dedos, la gracia con la que tomaba sutilmente la palanca de velocidades para hacer los cambios era hechizante, ¿una acción tan cotidiana, común y aburrida podía enaltecer así a un hombre?, parecía que si, y en ese hermoso ejemplar masculino era muy posible.
En ningún momento le habló a ella directamente, la ignoró desde que entró a su casa, hasta que cargó sus cosas de mala gana para hacer la transición de domicilio, y en el fondo agradecía el hecho al mismo tiempo que lo detestaba, porque el timbre calmado de su voz era igual a una suave melodía de piano, de esas que usan en las terapias de relajación extremas, en cambio el poco apego que le dirigió a su madrastra cuando se despidieron la impresionó y atacó en el centro a sus creencias sobre el trato que se debe tener en familia. "Si así es con su mamá, ¿Qué me puede esperar a mi?, seré un mueble más en su casa, aunque... quizá sea lo mejor, así pasará más rápido el tiempo, cada quien por su lado, no será el monstruo que Seiya me dijo, porque... no creo que me pegue o algo así, ¿o si sería capaz?"
Las ideas descabelladas de la adolescente no tenían ningún fundamento real, más que los de sus fantasías tétricas y los rumores que ella misma creó en su cabeza con base a lo que había observado y escuchado hasta el momento, y la verdad es que hasta una hora atrás, tenía levantado el peor de los escenarios, sin embargo, el ente despiadado, malvado y demás, había tomado una figura totalmente distinta a las características que le achacaba, ¡ese Yaten estaba más guapo y perfecto que un modelo de revista!, y lo odiaba por eso, las cosas serían más sencillas si el chico fuera feo y sin gracia, pero no, estaba ahí siendo totalmente sensual con su camiseta color vino y saco negro, ¡Qué pinta más casual y atrayente!
Y era lógico, si Taiki y Seiya eran un imán gigante de mujeres, ¿por qué no se puso a reflexionar que esa galanura venía de familia?, y luego pasó algo que la dejó sedienta y con los labios secos, al dar vuelta en un retorno para ir a la parte oeste de la ciudad, Yaten se fijó en el espejo retrovisor del lado del copiloto, su lado, inclinando levemente su fuerte torso, por sobre su femenino pecho, fueron unos dos segundos, y no necesitó más para hiperventilar y ponerse más roja que una granada, su perfume parecido a las hiervas frescas le noqueó los sentidos, y el corazón de la pobre rubia casi colapsa cuando el platinado rozó la piel de su pierna izquierda al meter cuarta velocidad, quemándole al instante, sus hormonas se volvieron frenéticas, por lo que agradeció mucho estar sentada, a partir de ahí perdió totalmente el dominio de sus facultades. Tuvo que calmarse de golpe, porque las palabras cortantes de Yaten y un ligero gruñido le informaron que estaban en su destino.
-Niña, ¿podrías dejar de estar como tonta viendo a la nada?, ya llegamos.
-¿Cómo me llamaste?
-Niña, ¿eso eres no?
-No, no soy una niña, y no me refería a eso, me dijiste tonta, para tu información soy tan inteligente como bonita.
Con el enojo de Minako latente en su cara, el platinado captó que esa no sería una convivencia tan llevadera, en primer lugar si ella estaba molesta por unas cuantas frases, no podría aguantar estar con él más de una hora, Yaten trataba sin éxito de controlar su mal humor pasando su palma por su rostro y cabello, antes de bajarse bruscamente del coche para abrir el portón café chocolate de su hogar, que estaba diseñado al estilo tradicional de Japón, mientras avanzaba con grandes zancadas para comprobar que la cochera estuviera totalmente libre, corroboraba que de verdad que no quería hacer de niñero de nadie, mucho menos de la niñata esa que jamás sería su hermana, su sola imagen lo tenía asqueado como cuando comes golosinas hasta que te duele el estómago, toda ella era como un algodón de azúcar: rosa, chillante, ridículo, malo para la salud, y sobre todo una característica que no le agradaba ni en la comida, ni en las mujeres: dulce y vacía, igual que las calorías falsas de esos odiosos alimentos basura.
¿Cómo daba un juicio tan a la ligera?, no... eso no era dicho al aire nada más porque si, era más que evidente, ese mini short azul con zapatos a juego que bien podrían matarla, nada adecuados para su edad ya eran un signo de peligro, luego estaba su playera beige con un título chocante en el área de sus senos, como si anunciara una película de terror basada en uno de los libros de King: "material girl", ¿era enserio?, qué pereza le daba vivir con la versión 2.0 de "legalmente rubia", y para rematar estaba su peinado, ¿un listón rojo?, eran muchos colores, detalles, frivolidades, que lo mareaban, y por eso mismo daba por sentado que su cerebro estaba igual de hueco.
Su carrera en artes dramáticas le dieron más que la oportunidad de obtener un muy buen trabajo como profesor de humanidades en la preparatoria Juban, también le otorgó una visión sobre las personas con las cuales disfrutaba de rodearse, sensibles, cultas, talentosas, apasionadas, y para Yaten Kou, Minako Aino no encajaba para nada en ese perfil, pero recordó el por qué aceptó la descabellada propuesta de su madre, y se calmó por unos instantes, y eso le alcanzó para tener serenidad para entrar de nuevo al coche con esa chica para ingresar formalmente a la propiedad. No siguieron peleando porque el mayor no dio pauta para una nueva disputa, sólo quiso hacer el recorrido lo más rápido e impersonal posible.
-Tú, bájate, ya después sacas tus cosas de mi auto, primero te voy a enseñar los espacios en los que vas a poder deambular, al igual que tu habitación que ya tiene en su lugar lo que trajo el camión de la mudanza.
-Como usted diga su majestad, y para tu información me llamo Minako, eh Yaten.
-¡Sal de mi coche!
Mina respingó en su lugar, pero cumplió con el pedido, no porque quisiera obedecerle, si no porque no iba a mostrar debilidad ante ese tipo que aunque guapo no tenía una actitud de príncipe, se sacudió sus piernas para que la sangre le fluyera con normalidad para caminar, e hizo sonar el tacón de sus zapatos a propósito en la duela de madera del recibidor, el de cabello plateado rodó los ojos, ahí estaba lo que se imaginaba desde el principio, era una muñeca sin alma ni esencia, seguro que esa adolescente era una porrista que salía con el capitán de cualquier equipo deportivo que domina el Instituto, el tipo de Seiya sin duda, sin nada más llamativo que su físico. El eco de esas paredes recibió a los dos, se notaba que Yaten aun no terminaba de acondicionar la casa, porque algunas sábanas seguían protegiendo de la suciedad objetos de valor, y la desolación era igual a su fricción latente entre ellos.
-Como podrás ver, ésta es la sala, al fondo está la cocina, atrás el cuarto de lavado, del jardín me encargo yo, el trato es éste, yo preparo la comida, porque como tu tutor no te puedo dejar morir de hambre, tú lavas los platos y limpias todo después de que termines, no quiero ni una cuchara sucia, ¿entendiste?, ni una, aquí no vas a tener los lujos que te da tu papá y seguramente mi mamá también, se debe limpiar todos los días, yo lo haré de lunes a jueves, y tú el resto de la semana, la ropa de cada uno es responsabilidad de su dueño.
Yaten hablaba muy rápido conforme avanzaban por cada habitación que iba nombrando, Mina por su parte trataba de memorizar todas sus nuevas responsabilidades, y cuando iban escaleras arriba, y el chico dejó salir ese "y tú el resto de la semana", replicó, ¡básicamente le dejó ocupados sus fines de semana!, y eso era algo imperdonable para una adolescente que gustaba enormemente de salir con sus amigas los viernes, sábados y domingos.
-A ver, a ver, caballerito, ¿pretendes esclavizarme los días que todos los jóvenes salen a divertirse?, ¿estás loco?, no es mi culpa si en tus años escolares ninguna chica te volteó a ver como para que pienses que los fines de semana no son para salir al centro de Tokio, obviamente voy a preferir un batido de vainilla a un desinfectante de limón.
Esa era una provocación, y ambos lo sabían, una muy mala y riesgosa, pero Mina no se arrepintió, sus pupilas color cielo centelleaban de coraje, Yaten, que estaba un escalón más adelante, se giró lentamente, agachó su cabeza para quedar frente al rostro de Mina, ella casi flaquea por la intensidad de su mirada, en ese momento respiraban el mismo aire, y los labios masculinos estaban a nada de tocarla, parpadeó presa de un nuevo mareo, sin embargo, el sube y baja emocional volvió a posicionarle un sitio muy alto en antipatía cuando él habló de nuevo en un tono de voz que no era nada cortés.
-Mira, niña... no eres nadie para decir que conoces algo de mi, no me interesa en lo más mínimo qué hagas con tu patética vida de reina del Instituto, en este mundo hay cosas más importantes que hablar de revistas, música repetitiva y sin chiste, o cine basura de comedias románticas que seguro te gusta, limpias porque estás en mi casa, y yo soy el adulto que pone las reglas, si quieres salir, te levantas temprano a asear y luego te vas.
No pudo decir nada, si hubiera sido tan llorona como su amiga Serena seguro se quiebra en lágrimas, en cambio deseó ser como Lita o Rei y propinarle una buena bofetada a su hermanastro por grosero, pero no hizo ni una, ni otra cosa, Mina solamente se guardó ese resentimiento para después hacerle pagar a Yaten, así que probó con su mejor arma, su feminidad e hizo a un lado su largo cabello para dejar al descubierto su figura, y pasar por su lado en un grácil movimiento.
-Como usted diga, "señor", estoy a sus órdenes.
"¿Señor?", ¡¿le estaba diciendo señor?!, el ojiverde repasó un momento si eso se lo decía por la edad (si tan sólo tenía 24 años), o por su reglamento, tratando de no captar su sugerente acentuación, con esa apariencia seguramente tenía a media escuela tras sus pasos, muriendo por ella, qué suerte que él ya no era presa para una infanta que juega el rol de "femme fatale", en fin, si en algún momento volvía a insinuarse, le iba a hacer saber que si jugaba con fuego, se iba a incendiar por su imprudencia.
-Bien... ahora que lo sabes, te enseñaré tu cuarto.
La habitación destinada a la chica era una que daba al jardín trasero, los árboles de cereza adornaban su ventana acaudalada por unas finas cortinas blancas con transparencias, las paredes color crema contrastaban con la alfombra en tono capuchino, y en efecto comprobó que la mayoría de sus pertenencias esperaban por ella, sólo había un problema, en su casa tenía un baño para su uso personal, pero ahí sólo habían unas puertas que se notaba daban a un gran clóset, nada más, eso quería decir...
-Eh Yaten... el baño...
-¿Qué?, ¿creías que aquí ibas a tener las mismas comodidades que en tu mansión?, lamento informarte que ésta propiedad cuenta con un sólo baño estándar, y un estanque de agua tipo termal en la esquina del jardín, si dejas de ser tan tonta y te fijas bien, se ve desde aquí, la última regla, yo me baño a las 7 de la noche, y no está a discusión, ¿y qué crees?, justo es esa hora, no me molestes y podremos soportar hasta que nuestros padres regresen, si quieres merendar come cereal, que por ayudarte a instalarte no tuve tiempo de preparar nada, hasta mañana, y espero que tengas todo reluciente, feliz velada de sábado.
Yaten, que antes estaba recargado con los brazos cruzados en el marco de su puerta, le sonrió de lado con burla y se fue para cerrar su puerta tras él, Mina escuchó el golpe seco de la perrilla de metal, para después dejarse caer de rodillas en la alfombra, se sujetó de una mano en el borde de su cama, y por primera vez dejó libres los latidos de su corazón que martilleaba en el centro de su pecho, se sujetó el área con su palma libre tratando de calmarse, arrugando un poco su camiseta, esa tensión no la iba a dejar descansar, no tenía hambre, además aún le quedaba subir lo que estaba en la cajuela del coche.
¿Qué iba a hacer?, apenas y se había permitido tener una mínima esperanza de que se podía llevar bien con el peliplateado, igual que con Taiki y Seiya, ellos si eran parte de su familia, pero Yaten... la ponía nerviosa, enojada, la retaba, y no la trataba como los demás hombres que conocía, era tan odioso, como atractivo, le incomodaba estar a su lado, pero cuando estaba ahí no era capaz de apartarse, incluso si sus palabras eran tan amargas, necesitaba consejos, de sus amigas o de los otros chicos Kou, porque definitivamente él no sería su hermano nunca, así que tomó su celular y tecleó con rapidez para los grupos que compartía con sus seres queridos.
Sailor V 7:05 pm
Para: "Scauts" y "Aino-Kou Brothers"
"Reunión mañana en el Crown a las 5 pm, necesito su apoyo, URGENTE."
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Estar con sus amigas era más que pasar el tiempo, le funcionaba como una terapia, que tenía como tinte especial las medias luces amarillas de esa cafetería, la música pop del momento, las pláticas de la crema y nata de los estudiantes de la preparatoria y algunos universitarios, también se embriagaba con el aroma de los deliciosos postres que preparaba Andrew el novio de Lita; En el Crown nadaba como sirena en el mar, era libre en su mundo adolescente, aprendía al lado de su escuadrón que adoraba, cosa que Mina necesitaba más que nunca, después de una tortuosa noche en la que se sintió prácticamente como una presa a punto de ser devorada, respirar tranquila y estallar en risas era muy reconfortante, la mesa ocupada por su grupo estaba repleta de todas las copas vacías de los helados ya ingeridos, y ahora estaban en espera del pastel y de Seiya y Taiki, pero las preguntas de Rei, referentes al mayor de los hermanos, la colocaron de nuevo en un lugar donde su sonrojo no podía aparentarse.
-Entonces, dinos Mina, ¿Yaten es tal cual lo describiste, un verdadero demonio?, ¿o es igual de apuesto que tus otros hermanastros?, sabemos que por eso nos citaste hoy.
-¡Rei por favor!, no incomodemos a nuestra amiga con eso, dejemos que hable lo que crea conveniente.- Amy siempre era la voz de la razón, sin embargo sus mejillas se tiñeron levemente al recordar al castaño que ciertamente era su modelo ideal de hombre, guapo, y para rematar compartía la misma pasión con ella para los estudios y la medicina.
-A mi Seiya no me convence del todo, se cree inalcanzable sólo porque es un poco guapo.- Serena y Seiya tenían sus fricciones, que no hacían más que incendiar el interés del pelinegro por la muchacha de los odangos.
-Sabes Serena, a mi me parece que Seiya es mucho más guapo que Darien, por favor, él es mucho mayor que nosotras, no creo que debas hacerte muchas ilusiones con alguien que apenas y te habla cuando tiene ganas de distraerse.- Así era la pelinegra que se pasó un mechón de cabello tras su oreja mientras recargaba sus codos en la superficie blanca de la mesa, sin tapujos, aunque sus intenciones eran buenas, no hacía más que acrecentar el capricho de la rubia por el director de su preparatoria.
-Chicas, estamos aquí por Minako, deberíamos atenderla como dijo Amy.- Lita apaciguó las aguas con su tierna forma de dirigirse, así la joven Aino obtuvo de nuevo la atención del resto.
La protagonista en esa conversación quiso confesarse, gimotear con sus amigas sobre lo grosero que fue Yaten, que después de que salió de su habitación a bañarse se escondió de ella para no tratarla, añoraba decirles que cuando ella misma fue a tomar una ducha, su corazón le latía fuerte como tambor, ante la expectativa de encontrárselo a medio camino y la viera casi desnuda, sacar con pena esos sentimientos profundos que le afloraron de forma contradictoria y pagana al aceptar que la piel se le erizaba del deseo, con sólo imaginarse que ese hombre la recorría con sus varoniles manos, ¡iba a estallar!, y todo se lo tuvo que tragar porque los chicos de los cuales charlaban por fin hicieron acto de presencia.
-Así que crees que soy guapo bombón, bien por mi.
-Hola chicas, hermanita.
Su entrada fue sigilosa y magnética, con su forma de vestirse tan distinta, Seiya con su chamarra de cuero negra y pantalones desgastados, Taiki con su corbata y chaleco color vino, deslumbraron a todo el lugar, ya que se robaron los suspiros del sector femenino del café, Amy agachó la mirada, Serena frunció el ceño, Rei sonrió maliciosa a Mina, con una expresión de: "debiste decirnos antes, ahora te costará más trabajo", la rubia le regresó en su lenguaje a señas que le diría todos los detalles, con el tiempo...
-Soy Serena, ¿Cuándo lo vas a entender?
-¿Y tú cuando vas a a comprender que adoro los retos?, en fin, ¿por qué es tan lento el servicio aquí?, muero por una cerveza rubia.- Seiya no bajaba la guardia ni se deshacía del doble sentido de sus declaraciones, esa bonita mujer era la única que no derrapaba por su presencia, además era tan noble, tan tierna, que le daba una sensación de paz infinita, ¿Cómo iba a dejar ir a alguien así?, lo atraía como la miel a las abejas, y tarde o temprano haría que comprendiera que quedarse a su lado era la mejor opción de todas, sin ser consciente de la "relación" de Serena con el director Chiba.
-¿Me puedo sentar junto a ti Mizuno?, Seiya, recuerdas que no puedes beber alcohol, eres menor de edad.
El de mirada zafiro se mostró divertido por el regaño disfrazado del mayor, tomando un lugar al lado de la rubia que no era su familia, y el de ojos color lila esperó a la tímida confirmación por parte de la peliazul, que trataba de esconder su sonrojo mirando a otra parte, Amy creía que Taiki era alguien de admirar, la mayoría del tiempo estaba pendiente de los artículos de neurociencia que publicaba acompañando a sus profesores, sin importar que él apenas la incluyera en una conversación medianamente cordial.
-¿Y bien Mina?- Rei nunca dejaría de insistir.
Aino no tuvo otra opción más que ceder, después de todo convocó la reunión, y con nada más y nada menos que con el carácter de URGENTE, por lo que tragó saliva gruesamente, tratando de encontrar las oraciones correctas para que pudieran auxiliarla.
-Sucede que... es la primera vez que estoy viviendo sola, y con alguien que no es nada fácil, chicos, ¿Cómo pudieron estar con él tantos años?, es un obsesivo de la limpieza, un Nazi para el orden, un inadaptado social que no goza de mantener contacto humano, es un fantasma que aleja las buenas vibras, ¿Qué hago?, ¿Cómo le agrado?, ¿enserio no hay posibilidad de que me mude contigo Tai?
Su tono de voz se fue quebrando al mismo tiempo que agitaba las manos y las pequeñas lágrimas inundaban su rostro, tan descompuesta se veía que la mayoría comenzó a sentir lástima por ella, Lita le acarició su largo cabello dorado en un gesto maternal, y Seiya se tocaba la quijada como si estuviera pensando una teoría de astrofísica revolucionaria.
-Mina, con Yaten lo único que deberías hacer es ocultarle tu toque femenino.
-¡¿QUÉ?!
La propuesta de Seiya era de lunáticos, ¿Mina dejando de ser una diosa de la belleza y el amor? por lo que nadie se limitó a fingir su sorpresa, salvo Taiki que tenía la mirada fija en Minako, cosa que corroboraba el plan de su hermano, así que buscó aclarar su punto con ideas más ordenadas.
-Escucha Mina, alguna vez te dije que no te convenía conocer a Yaten si no era necesario, sigo con esa idea, mantente al margen de su rutina privada, no busques comprenderlo ni involucrarte, ya que no tiene mucho tacto para evitar herir a las personas, piensa en esto como una relación profesional, al mismo tiempo que acatas sus reglas, siempre y cuando sean justas claro. No es que sea malo, sólo... tiene sus reservas con los cambios, y tú hermanita, serías una revolución en su mundo, no quiero que salgas lastimada por las tormentas que pueda hacer.
Su parpadeo ocurrió en cámara lenta, lo que posteriormente sucedió fue como si no lo viviera realmente, era como si se tratara de otra chica en su propia carne, intentó con todas sus fuerzas introducir en sus pensamientos los consejos de sus hermanos, pero no pudo, de alguna manera no tenía la capacidad de ser indiferente a Yaten, el camino a su nueva casa fue igual de sombrío, ni las bromas y carácter alegre de Seiya en su deportivo rojo lograron sacarle una sonrisa sincera. Al poner la llave en su cerradura y después de que el auto arrancara, sus piernas se tensaron por instinto y su respiración se agitó, ¿de verdad lograría hacer como que ese hombre no le movía ni un cabello?
Respiró hondo una vez que hubo atravesado el jardín delantero hasta la sala, las luces estaban apagadas, y sólo la azulada iluminación de la televisión con algún comercial de colchones ortopédicos daba algo de claridad a la estancia, así que esa escasa luz no alcanzó para que viera una columna que la hizo tropezarse y caerse muy cerca del sillón más grande, el ruido fue estrepitoso, porque además tiró un adorno de cerámica que estaba en una mesa apoyada en la pared, el resultado fue un completo desastre, pedazos punzantes de barro quedaron esparcidos sin orden en el suelo, y ella goteaba sangre carmesí por la parte interna de una de sus piernas, Mina por primera vez en su vida odió su manera de vestir, ya que ese vestido con estampado de flores no la protegió de esa herida.
Debió llorar muy fuerte, a pesar de taparse fuertemente los labios con una de sus palmas, porque Yaten corrió escaleras abajo únicamente con el pantalón de su pijama puesto, eso... y nada más, su cabello estaba húmedo y su nariz roja, señal inequívoca de se que se había duchado recientemente, sus labios se entreabrían recuperando el oxígeno. Sus miradas se cruzaron, azul y verde, la primera empañada, la segunda molesta.
-Tarada...
-Yo... yo...
-De veras que eres un fastidio.
Mina no tuvo deseos de pelear, temía que la tensión entre los dos terminara por romper la cuerda, quizá lo mejor era soltar la soga y rogarle a su padre que volviera de América, trabajaría de sirvienta, mesera, o lo que fuera para pagar su universidad, apenas iba un día, y ya se sentía como una eternidad, sin embargo, la sorpresa que se llevó al sentir los dedos de Yaten en su piel no la dejó seguir con sus planes, no se dio cuenta en qué momento el peliplateado trajo un botiquín de donde sacó un trozo de algodón y alcohol desinfectante para limpiarle la cortada, su tacto fue tan delicado y lento que casi se ahoga, más al darse cuenta de los músculos que se le marcaban en sus hombros y abdomen al no traer nada que lo cubriera, repasó su perfil, estaba concentrado, y se veía tan bien, como si no tuviera un carácter del diablo.
-Eres tan tonta, tendrás que pagar por eso, era una antigüedad. Bien, ya no te vas a desangrar, me largo, cena y vete a dormir que mañana tienes escuela.
Mina se quedó en su sitio, observando la gasa pegada a su piel con cinta, era imposible que no experimentara esa tensión atrayente por Yaten, el consejo de Taiki y Seiya no sería sencillo de ejecutar. Por su parte el de mirada esmeralda masajeó su cansado cuello al entrar a su habitación, esa chica... era un serio problema, todavía recordaba cuando la vio por primera vez empapándose por la lluvia unas semanas atrás, el uniforme se le pegaba tan ceñidamente al cuerpo que por un instante pudo apreciar cada una de sus formas femeninas y ser un enfermo que se fijaba en una adolescente, siendo él un adulto, iba a pedirle perdón por haberla mojado más, pero al recibir sus reclamos su coraza natural salió a flote, y la trató como mejor sabía, con desdén, y ahora su maldita suerte se la ponía de frente, sin que la pudiera evitar, ¿por qué tenía que ser su hermanastra?, estar cerca de ella era una bomba de tiempo, la detestaba porque se percató que le recordaba a alguien, sólo que aquella mujer era un prodigio para el violín, y ésta parecía una buena para nada.
Si tenía que evitarla por medio año lo haría, ya que no volvería a caer en las redes de alguien de su tipo, no sería burlado de nuevo por "la reina del Instituto", no iba a ser el mismo patético como lo fue con Michiru, cerró sus párpados con fuerza, determinado a que se le borrara de la mente y de su piel, lo suaves que eran las piernas de Mina.
Continuará...
Comentarios: primero que todo felices fiestas a todos, un abrazo grande, aquí yo publicando de madrugada y después de la cena navideña jejeje, Yaten odia a Mina sin conocerla (aunque ya la vio con más atención, jaja y cómo no si es preciosa), Mina como que lo detesta y a la vez le gusta, Serena anda encandilada con el director, Seiya es un terco que sabe lo que quiere, Amy no es capaz de expresar lo que siente, y Taiki, jaja bueno, ya más adelante verán qué es lo que busca.
Paz y armonía, nos leemos pronto, Yare.
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