¡Te detesto!
Era su segunda noche en esa casa, y ya estaba agotada hasta la punta del cabello, no había parte de su cuerpo que no le doliera, quizá por todo el estrés acumulado, o también porque ese domingo hizo todos los deberes que nunca hizo antes, barrer, limpiar, sacudir, lustrar, y no es que la vivienda estuviera realmente sucia, todo indicaba que su hermanastro era un ser muy pulcro, si no que se tomó la libertad de ponerla de un modo decente, quitó sábanas, abrió ventanas, acomodó cuadros, si iba a vivir ahí prefería mantenerse ocupada y tener una bonita vista, para no pensar en Yaten, ni que compartían tan íntimamente un espacio que de pronto no parecía lo suficientemente grande.
Por eso en cuanto tocó su cama cayó en un coma profundo, su afelpada cobija de color rosa la abrazaba como un oso de peluche, y la almohada le daba un soporte delicioso a su cansada cabeza, era reconfortante reponerse, entre sueños recordaba su otra habitación, a su padre, a Luna, a los chicos, pero de igual forma se le presentaba cierto hombre que la paralizaba con sus ojos verdes, repitiendo su nombre en voz baja: Mina..., Mina.
Podría seguir así por siempre, en esa realidad alterna donde no tenía problemas, sería perfecto, si no fuera por el odioso sol que se filtraba por su ventana y le molestaba en el rostro, unos mechones dorados en su frente le ayudaban un poco para prologar la oscuridad, aunque no bastaban, ¡si nada más quería descansar maldita sea!, a regañadientes, su pecho volvió a calmarse en una relajante respiración, sin embargo, el estridente sonido de su despertador terminó por sacarla del mundo de la inconsciencia, y con temor corroboró que esa luz que tanto la enfadaba no era otra cosa más que la señal de que se le había hecho tarde para ir a la preparatoria.
Su cara era digna de una película de terror, su grito estridente opacó a la misma alarma que ya tenía unos diez minutos en un monólogo ruidoso, con un manotazo lo silenció para siempre, ya que ese pobre reloj fue a dar a la pared más cercana estallando en pedazos, eran las 7:30 am, si quería sobrevivir sin un castigo al inicio de su parcial, y al nuevo profesor de arte, tenía que salir lista y uniformada en menos de quince minutos.
Los objetos revoloteaban de un lado a otro en su habitación, mientras Minako no dejaba de maldecir en un volumen nada sutil, con tanto alboroto, Yaten que estaba tranquilamente tomando una taza de café sin azúcar en el comedor, fue preso de la curiosidad, ¿esa mocosa no podía ser más molesta?, iba a destrozar la propiedad de su madre si no se controlaba, por un momento pensó que nunca se levantaría, y él no iba a hacer de "hermano mayor" despertándola para que se fuera a la escuela, ya era mucho con que le hubiera preparado el desayuno para que la niña no se muriera de hambre, intentó ignorarla, pero no era muy fácil, no cuando la menor vociferaba el vocabulario propio de un camionero.
El de cabello platinado no gozaba de gran paciencia, por lo que irritado dejó su café a un lado y subió a zancadas las escaleras para situarse frente a la puerta de Mina, estaba a punto de tocar y ordenarle que se callara, cuando súbitamente la chica abrió y chocó contra él cayendo los dos al suelo, el golpe le dolió tanto a uno como al otro, la vista se les nubló por unos segundos, hasta que Yaten, que fue el primero en reaccionar, entreabrió los ojos y con las manos temblorosas comprobó que su hermanastra no se había cambiado de ropa todavía, no fue su intención, quizá actuó por inercia, pero sus dedos estaban presionando la cintura de la adolescente contra su torso, sus sentidos estaban sumamente encendidos ante esa tela satinada de su diminuta pijama, además de la tibia y blanca piel que se dejaba tocar por partes, ya que la prenda se había subido hasta un poco más abajo de sus senos, seguro por causa del movimiento.
El torrente sanguíneo del chico comenzó a acelerarse, y corrió sin control cuando la rubia se incorporó para masajear su brazo que también había sufrido en ese accidente, no debió hacerlo, porque así le regaló una maravillosa vista ya que no llevaba sostén, eso era demasiado.... y sin poder evitarlo, su anatomía masculina reaccionó de a poco, sonrojado, aun enojado y muy confundido, se la quitó de encima y la levantó junto con él tomándola de la muñeca antes de que sintiera que se notara algo en su entrepierna que le daría mucha vergüenza.
-¡Eres tan torpe!
-Ay, me dolió.
-¡Claro que te dolió piernas de mantequilla, y no eres la única!
Mina captó la gravedad de la situación hasta que Yaten se fue y sus pasos sonaron en la duela de la sala, ¡básicamente lo arrolló y amortiguó su caída sobre su espalda!, aunque no tuvo mucho tiempo para lamentarse, porque recordó que era más urgente llegar al salón de clases, con las neuronas trabajando a mil por hora, fue a su destino inicial que era el baño para cepillar sus dientes y tomar su olvidado listón rojo que dejó ahí unas horas atrás.
Con una aprobación de su espejo bajó como flash y con coraje escuchó que Yaten arrancaba su auto, ¡no la esperó!, ¿Qué le costaba darle un aventón?, ahora tenía más problemas, ya que los cinco minutos a su escuela en coche, ahora se convertirían en quince, tal vez diez si ponía a prueba sus dotes para los deportes, se tendría que ir sin desayunar, ni modo, en el descanso le rogaría a Lita que le regalara una bola extra de arroz, pero antes de salir de la vivienda, en un mueble al lado de la entrada, que normalmente era usado para poner las llaves, recibos y cartas, estaba un vaso de jugo de durazno y un pan tostado con mermelada.
"¿Acaso lo dejó para mi?", le pregunta le pareció boba hasta para si misma, si nadie más vivía con ellos, así que aprovechando la sed que tenía y que los duraznos eran su fruta favorita, se bebió el jugo de un trago y se aventuró a la calle con el pan entre los dientes. Esquivaba niños, señoras, mascotas, lo que fuera que se interpusiera entre ella y la Institución debía ser destruido, en el camino se encontró con Serena, típico, ambas jadeaban mientras sus piernas daban todo lo que podían, al menos se alegraban de ir juntas en ese retraso. Faltaba menos de un minuto para que el profesor nuevo comenzara a pasar lista, y en los pasillos ya desiertos de estudiantes se encontraron con Seiya, que también luchaba por llegar a su asiento en el aula vecina a la de su grupo, Mina se sorprendió de que su hermanastro llegara tarde, ya que juraría que Taiki lo habría corrido de su departamento con tal de que el pelinegro fuera responsable, por lo que se hizo la nota mental de preguntarle en el almuerzo lo que ocurrió.
-¡Seiya, nos vemos en la cafetería!
-¡Seguro hermanita!, ¡nos vemos después bombón, buena suerte!
-¡Que no soy bombón!
La queja de Serena se escuchó en todo su salón de clases, ya que la dejó salir cuando abrieron la puerta y todos los estudiantes les obsequiaban una expresión de entre sorpresa y lástima, incluidas sus amigas, la chica de las coletas le sacó la lengua en un gesto infantil al joven Kou que le guiñó el ojo antes de desaparecer en su aula, y no se dio cuenta que el profesor ya estaba ahí hasta que se fijó en la mirada perdida de su amiga Mina, ambas tragaron saliva fuertemente, toda su carrera fue en balde, ya que Yaten las miraba reprobatoriamente.
-Aino... y si no me equivoco, tú eres Tsukino, acabo de pasar lista, llegan tarde.
Las palabras de Yaten hicieron eco en la mente de Minako, y de pronto las cosas cobraron sentido, ¡¿Cómo no se dio cuenta antes?!, su hermanastro se mudó a Tokio otra vez para un nuevo trabajo..., como profesor, en el Instituto Juban, lugar en el que ella estudiaba, eso quería decir..., ¡Que se había ganado la lotería de los problemas!, una gota de sudor le resbaló por la nuca cuando escuchó que el platinado las mandaba derecho y sin retorno a la oficina del director.
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La inscripción en el cristal de la habitación donde trabajaba la máxima autoridad de la escuela decía: "Darien Chiba", el catedrático de 30 años con un doctorado en educación era un sueño, al menos para Serena, que lamentaba como nunca que la mandaran castigada otra vez, así nunca le daría esa imagen de mujer madura que su "novio" tanto le exigía, ¿Cuándo comenzó esa enfermiza relación?, no sabría poner un punto de inicio exacto, sólo se dio cuenta que no había vuelta atrás cuando una tarde después de detención la aprisionó entre él y el escritorio en un beso robado, que después correspondió en su inocente inexperiencia, sus amigas no estaban de acuerdo, pero al menos eran leales para no revelar su secreto, sin embargo no se escapaba de que todos los días la regañaran, o por lo menos le insinuaran que se buscara a un adolescente de su edad, y ella roja de la molestia las ignoraba por seguir al que era el amor de su vida.
Esperaba que Mina le diera uno de esos larguísimos sermones, ahora que estaban solas sin la secretaria Esmeralda que más bien parecía prostituta, en esas frías sillas de metal, esperando por su penitencia, pero nada de eso ocurrió, su compañera estaba a su lado con la vista fija en un sitio en el infinito, parpadeaba de vez en cuando, y eso le daba pruebas de que seguía con vida, su comportamiento le llamaba la atención, iba a interrogarla sobre lo que le pasaba, cuando Seiya se apareció ahí mismo, seguramente por la misma razón que ellas, sólo así Mina pareció regresar con ella a la Tierra.
-Vaya vaya señoritas, ¿ninguno de nosotros se salvó de un arresto verdad?
El de mirada zafiro se sentó al frente en una pose despreocupada, se veía como todo un rebelde con sus brazos cruzados y sus aretes en forma de luna creciente brillando en sus oídos, recargándose en el escritorio de la antipática empleada de cabello verde que iba entrando por la puerta, y al ver al estudiante más popular de la escuela se comportó como lo que era, una desgraciada pedófila, que no le importaba meterse en problemas por coquetearle a un menor de edad, ¿aunque, eso no era lo mismo que Darien hacía con ella?, ¡no, claro que no!, su adorado Darien la quería, se lo demostró muchas veces, y no iba a traicionarlo dudando de él.
Seiya se entretenía "hablando" con la secretaria, porque en realidad le sonreía seductoramente como respuesta a todas sus insinuaciones, ¿le haría el favor alguna vez?, ¡nunca!, sólo se divertía, al mismo tiempo que gozaba con ser el centro de atención de la población femenina de Juban, tenía su ego alto, si, confianza en si mismo, mucha más, sin embargo sólo existía alguien que no tenía, y era a quien más anhelaba, frente suyo estaba el resplandor más bello de toda la galaxia, la notó desde la ceremonia de bienvenida a los de nuevo ingreso un año atrás, Serena llegó tarde, como de costumbre, llena de tierra y algunas hojas en su peinado gracioso, particularmente nunca se habría fijado en ella, si no fuera porque fue testigo del hecho que provocó que se retrasara, observó cómo ayudó a bajar de un altísimo árbol a un aterrorizado gato negro, le conmovió en la distancia sus lágrimas por el estado abandonado y hambriento del animalito, al igual que lo enterneció que lo escondiera en su mochila todo el día y le compartiera de su almuerzo, y se sonrojó cuando Mina los presentó y con pena y sus mejillas rosas le preguntó si podía usar el nombre de su madre para bautizar al gatito que en realidad era gatita.
Serena..., toda ella, era como un ángel, lo tenía cautivado hasta la última célula de su ser, y aunque no quisiera, la protegería contra todo y de quien fuera, con tal de verla feliz, irradiando luz con su hermosa presencia, por eso no perdía oportunidad de hacerle saber todos los días, lo especial que era para él.
Los pensamientos de los tres fueron interrumpidos, por los dos profesores que reprenderían a los estudiantes por llegar tarde, Yaten y la maestra de Seiya, Setsuna Meioh, el silencio reinó en la estancia, Esmeralda le indicó a Darien por el intercomunicador que ya podían empezar con la singular reunión, por lo que el susodicho dejó el paso libre para el ingreso, sorprendiéndose de que Serena se encontrara entre los alumnos en problemas. El aroma a habano combinado con buen gusto y refinamiento los recibió a todos, los jóvenes tomaron asiento frente al director, y los mentores se colocaron detrás, para dar pauta a los reportes.
-Aino, Tsukino y Kou, saben que en nuestra institución lo que más se aprecian son los valores, incluido el de la puntualidad, no los habríamos llamado si no fuera urgente que enmienden sus faltas, Aino y Tsukino por incurrir en llegar tarde constantemente, y Kou por ser la primera vez, así que... quiero saber las causas de su comportamiento.- Darien articulaba sus palabras serio, pero sin despegar la vista de Serena, cosa que Seiya notó con desagrado, no era la primera vez.
-Escuche Director Chiba..., las chicas llegaron tarde por mi culpa, les pedí que me ayudaran en el partido de beisbol que tenemos la siguiente semana contra el colegio Mugen, y las entretuve de más, castígueme a mi si quiere, pero a ellas déjelas ir.- Seiya miraba desafiante al director, por alguna extraña razón ese sujeto no le caía bien, y guardaba las apariencias solamente por su posición, pero si fuera posible, ya hacía tiempo que le habría propinado un golpe por su arrogancia.
-¿Eso es verdad?
Serena y Minako no sabían qué decir, la primera porque estaba sorprendida de que Seiya la ayudara otra vez, a pesar de sus constantes peleas y rechazos a sus coqueteos, y la segunda porque no quería meter en problemas a su hermano, angustiada le jaló con poco la chaqueta de su uniforme, para decirle sin palabras que no se llevara la culpa solo, cosa que el de ojos azules hizo como si no hubiera pasado.
-¡Claro que es verdad!, deje de incomodarlas, y castígueme de una buena vez.
-Esa no es forma de hablarme ALUMNO.- Darien puso en su lugar a Seiya, no le gustaba que le hablaran de ese modo, ni que le diera órdenes un infante que apenas y tenía 17 años.
-Entonces vaya al grano Director Chiba.
-Por su actitud joven Kou, solicito que su tutor legal se presente para que firme un formulario para que haga trabajo comunitario en la escuela por una semana, quien esté a cargo de usted se dirigirá con la profesora Meioh, en cuanto a ustedes alumnas, ya que supuestamente no fue su culpa, las dejaré ir con una advertencia, levántense temprano, y lleguen a tiempo.
Las adolescentes rubias agradecieron en voz baja, Seiya se levantó sin despedirse, y nada más saludó con un gesto de cabeza a su hermano, que negó suavemente al saber que Taiki sería molestado por una nimiedad, pero por lo menos ese no era su problema, por el momento él era tutor legal de Minako, no del pelinegro, así que estaba salvado de incómodas pláticas con su nuevo jefe y la profesora Setsuna, y antes de salir e ir de nuevo a impartir sus clases, observó a su hermanastra, se había librado del castigo de su escuela, pero no de lo que tenía que decirle en cuanto llegaran a casa.
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Seiya caminaba molesto al final de su horario escolar al campo de futbol americano, entrenaría hasta que ya no pudiera sentir sus músculos por el enojo que sentía contra ese cretino, ¡cómo detestaba la manera en la que el director Chiba veía a Serena!, no le daba buena espina, y para el colmo tuvo que sacar a Taiki de su práctica en el hospital por una cosa insignificante, odiaba meter en problemas a cualquier miembro de su familia, pero no pudo evitar hacer eso por Mina, y claro, por su adorada bombón, no soportaba verla llorar cada vez que la ponían a recoger basura o limpiar los baños por su pésimo desempeño académico.
Hizo trizas a todos sus compañeros de juego, ser capitán del equipo tenía sus ventajas, por lo menos iba a sacar algo bueno de todo ese horrible lunes, las dos horas pasaron, el sol le calentaba su espalda, agradecía que su castigo comenzara hasta el día siguiente, así que ya más tranquilo fue a tomar una toalla de su mochila que estaba en una banca metálica a un costado del campo, pero antes de llegar hasta ahí, distinguió una figura muy familiar, jamás confundiría ese peinado, y el corazón se le llenó de alegría al ver a la rubia sosteniendo una bebida energética helada en sus manos, era tan tierna escondiendo su rostro, con las coletas cayéndole por lo hombros.
-Bombón...
-Seiya yo..., gracias, eso que hiciste por nosotras fue muy noble, me salvaste de que me pusieran a trapear los pasillos otra vez, espero que esto te ayude un poco.
Serena extendió sus brazos para entregarle la botella a Seiya, éste sonrió con sinceridad y prolongó el roce de sus dedos con los de la chica, sintiendo su calor contrastando con las frías gotas de agua que resbalaban por la superficie de plástico, mojando la piel de los dos, acto seguido, bebió el líquido sabor fresa hasta la mitad.
-Gracias, los frutos rojos son mis preferidos.
-¿De verdad?, los míos también, esto... ¿Seiya?
-Dime bombón.
-¿Por qué llegaste tarde?, tú eres un estudiante estrella, sacas 9.8 en los exámenes de matemáticas, un prodigio en el deporte como Mina, no eres como...
-¿Como quién?
-Ya sabes, como yo...
-Bombón..., si pudieras verte como yo te veo, no dirías eso, y llegué tarde por algo muy absurdo, un perro se le escapó a su dueña, asustado porque escuchó un golpe fuerte, y yo lo perseguí en mi auto para entregárselo.
Serena no supo qué decir, siempre se imaginó que el hermanastro de Mina era un ególatra, que no se preocupaba más que por ser guapo y gustarle prácticamente a todas, al principio lo detestaba, y por primera vez, se sorprendió observándolo atentamente tan atractivo al atardecer, mientras terminaba de tomar la bebida y sus labios quedaban rojizos por el colorante artificial.
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Taiki trataba de verle el lado bueno a las cosas, siempre lo hacía, aunque en esa ocasión fuera realmente complicado, apenas llevaba un fin de semana a cargo de Seiya y ya había tenido un problema ¡lo detestaba!, se imaginaba que eso iba a suceder por causa de carreras clandestinas de coches, un novio celoso que lo quisiera golpear por coquetearle a su mujer, incluso por gastar dinero de más, pero no por un conflicto escolar, la preparatoria era sitio sagrado para su hermano que buscaba ser excelente al igual que él y Yaten para no decepcionar a su madre Luna.
Así que enumeró los puntos buenos de ese asunto, uno: saludó a Yaten como es debido y a pesar de la seriedad de ambos se dieron un abrazo fraternal que lo dejó satisfecho al creer que Mina no vivía con un desconocido, dos: tendría armas para disciplinar mejor a Seiya, al mismo tiempo que saludaba a sus antiguos profesores que lo animaron a entrar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio, y tres: quizá vería a su hermana y a sus amigas, y Amy podría prestarle algunos libros especializados de la Dra. Mizuno a la cual admiraba por su trabajo en pediatría.
Pero jamás se imaginó que existiría un cuarto beneficio, y ese fue que al entrar al aula correspondiente al tercer curso del grupo "A", se encontró con una mujer preciosa de largo cabello verde oscuro y ojos rubíes, que lo invitaba a sentarse delante suyo con un gesto amable y sofisticado.
-Bienvenido señor Kou, esto será rápido, tengo entendido que es un médico ocupado, y su hermano no se metió en un gran problema, sólo necesito que lea éste formulario y lo firme, por ausencia de su madre.
-Gracias profesora, aunque me hace un favor al decir que soy médico, apenas soy un estudiante que está a punto de graduarse y se saltó algunos cursos.- Taiki se sentó acomodando las piernas y su saco color arena.
-Entonces no creo que sea óptima tanta formalidad, ya que yo también soy una profesora practicante, estoy en mi servicio social para terminar mi licenciatura en enseñanza de matemáticas.
-Mucho gusto...
-Setsuna.
-Setsuna, entonces no soy el señor Kou, ese era mi padre, soy Taiki.
Después de que Taiki firmó y entregó el papel de vuelta, el tacto femenino de la mano de Setsuna le dio mil años más de vida, era como tener delante a todo lo que buscaba en una mujer, madurez, inteligencia, elegancia, y por supuesto belleza.
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Mina se lució en su entrenamiento de voleibol, sus saques dejaban desarmado a cualquiera que se atreviera a meterse en su camino, solamente cubrió la herida de su pierna con una venda extra para que no llegara a necesitar puntadas y todo estuvo resuelto, el calor y el sudor que desprendía en gotas brillantes a su paso fueron aumentando en cantidad, hasta que con la respiración agitada lograba sacarse por dos segundos a Yaten de la mente.
Sus manos estaban rojas, pero ni aun así paró, incluso sus compañeras de equipo y su círculo de amigas desistió de esperarla para ir a casa, ¿Cuál casa?, estaba segura que su hermanastro no iba a estar precisamente contento por su falta de responsabilidad por la mañana, sólo esperaba morir en ese deporte y con suerte reencarnar en otra vida donde no tuviera que vivir con Yaten, no quería decir que le tenía miedo, pero en cierta parte así era, era un miedo a él, a sus reglas, a su disciplina, a su rostro, a su tacto, a su presencia, a su esencia masculina.
Así que tardaría todo lo que tuviera que tardar en ese auditorio, haciendo sonar la suela de sus tenis en la duela brillante de la cancha, ya no había nadie más en el lugar por lo que su carrera y el rebote del balón era el único sonido que se producía, otorgándole una melodía deportiva que tanto la relajaba y la animaba. Pero, no se puede escapar para siempre, y eso tenía que aprenderlo a la mala, porque en una esquina, Yaten se asomó para verla, en ningún momento la vio salir de la escuela ni de la práctica, por lo que supuso que seguía ahí, acertando en su intuición como siempre.
Debía reconocer que era buena en eso, sin embargo, no le sorprendía para nada, los deportes no tenían ninguna gracia intelectual, por eso Seiya era un prodigio en actividades físicas, lo que si podía aceptar es que todo ese ejercicio hacían un agradable efecto en la anatomía femenina de esa chica, sus largas piernas le daban el impulso necesario para hacer llegar lejos cada rebote, su estilizada cintura que pudo tener entre sus brazos por la mañana era diminuta y fuerte, también se fijó en los mechones rebeldes de cabello rubio que se salían de su coleta alta que amarrarró con su característico listón rojo, se veía diferente...
Sacudió la cabeza ante sus locas ideas, era mucho más fuerte que eso, así que se acercó para hacer notar su presencia, Mina que estaba a punto de continuar respingó a causa de la sorpresa, que no se evaporó al ver que era precisamente Yaten el que se acercaba. El balón rodó lejos cuando sus manos fueron presas de la fuerza del platinado, que se la llevó hasta un costado del auditorio cerca de la pared, para después pasar bruscamente un brazo por encima de su cabeza.
-Yo sé que Seiya te salvó, pero no llegaste tarde por su culpa, y seguro incumpliste la regla de lavar todo inmediatamente después de comer, ¿por qué eres tan fastidiosa?, ¿por qué no llegaste a tiempo a mi clase?, ¡hoy di un tema muy importante que seguramente te costará mucho aprender después!, según tus calificaciones, Humanidades y Matemáticas son tus peores materias, si repruebas en éste periodo nuestros padres me culparán por ello y me dejarán vivir en paz, ¡tonta!
-Ya... ya basta...
-¿Qué?- El flequillo cubría los ojos de Mina, que tenía la mirada baja, y cuando levantó su cara, no pudo evitar que dos lágrimas recorrieran la piel caliente de sus mejillas, confundiéndose con su transpiración.
-¡Estoy harta Yaten!, ¡estoy cansada de que en este fin de semana te llenaras los labios de malas palabras para con mi persona!, ¡tonta, tarada!, ¡date cuenta que no soy nada de lo que dices!, ¡ME LLAMO MINAKO Y NO TE CUESTA NADA DECIRLO!
-¿Y tú qué sabes?, no te llamo por tu nombre porque sólo me demuestras que eres alguien muy molesta, vacía e irresponsable, ¿crees que soy feliz pensando en que seré tu niñero tanto tiempo?, ¡si tan sólo mi madre no se hubiera casado otra vez!
-¡Eres un egoísta que no es capaz de ver lo feliz que es Luna con mi papá!, ¡patético hombre amargado e infeliz!, ¡te detesto!
Mina sacó del centro de su cuerpo toda su fuerza para apartar a Yaten con los dos brazos y las palmas extendidas, el golpe hizo que el platinado retrocediera confundido, para posteriormente enojarse con esa niña berrinchuda, la vio correr a toda velocidad en dirección a las regaderas, mientras que él respiraba agitado y se pasaba la palma de su mano por su cabello despeinándolo, apretó sus puños, y se dijo interiormente: "no eres la única Minako... yo también te detesto, pero me detesto más a mi".
Continuará...
Comentarios: ¡Ah caray!, ¿Qué pasó aquí? jajaja ¿Taiki no quiere a Amy?, por el momento no, pero recuerden que en éste fic serán pareja, así que ya verán lo que sucede, Seiya y Serena puede que ya no se lleven tan mal, nada que ver con Mina y Yaten que van de mal en peor jajaja ¿acabará esa tensión?, esperemos que si.
Nos leemos pronto, gracias por tu lectura, no olvides dejar algún comentario o voto, eso me daría mucho gusto, Yare.
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