Boomerang
Cuando se es joven, se cometen muchas locuras, como sacar medio cuerpo por la ventana de un auto, solamente para despeinarte con el viento que sopla fuerte sobre tu cara, enfrascarte en risas interminables con amigos, o también... enamorarte loca, intensa, irremediablemente, como le ocurría a ella. Mina estaba segura, que ese invierno, lo recordaría por el resto de su vida, cada caricia, abrazo, beso y mirada, se veía enriquecido por miles más, todas las mañanas y noches sin falta, su dulce adicción por sus ojos verdes crecía, hasta convertir la rutina doméstica en un romance idílico.
Uno a uno se sumaron los momentos, en los que enredaba sus piernas en la cintura de Yaten, riendo y agonizando a causa de su respiración que le quemaba la piel de su cuello, perdiéndose en sus risas sutiles, sus palabras calmadas, inmortalizando sus espacios íntimos donde él se afeitaba mientras ella lo observaba en el marco de la puerta, con su taza de café en las manos, esperando por él, siempre por él.
A veces deseaba que el mundo se detuviera, o soñaba con elevar esa casa por encima de los cielos, lanzando los prejuicios, las razones y los contras lejos, muy lejos de los dos, para así no tener que esconder las manos en los bolsillos de su chamarra al andar por la calle, con tal de evitar el impulso de tomarlo por el brazo, y declararle la guerra a todas las mujeres que se quedaban atónitas ante su atractivo masculino, porque era suyo, se lo dijo, y se lo adjudicaba a sus desvelos entre suspiros y calor abundante, a sus desayunos con pan y mantequilla, a la tarde que lo obligó a hacer un muñeco de nieve antes de que ésta se derritiera, y sobre todo, a la cumbre de sentimientos que experimentaba al ser besada por esos labios perfectos. Si, Yaten le pertenecía, y eso era mutuo.
A solo dos días del año nuevo, las vacaciones se estaban convirtiendo en una osadía a la alegría, porque nadie podía ser tan feliz, salvo ella, pero..., podía ser un poco egoísta ¿verdad?, sin planearlo, su pecado se convirtió en un acto tan hermoso, que bien valía la pena mentirle a Luna y Artemis al contestar sus llamadas con un "Bien, me encuentro genial, Yaten es un tutor muy estricto que me mantiene estudiando, no, no me estoy metiendo en líos".
Tal y como estaba ocurriendo en ese torcido presente, donde su computadora portátil descansaba en su escritorio, con la imagen de su padre y madrastra gesticulando los mejores consejos, aparentando amabilidad para esconder su preocupación, ¿Qué más podía decirles?, ¿más que lo que querían escuchar?, se mordió la lengua varias veces en ese cuarto de hora, antes de presionar el botón rojo en la pantalla con el cursor del mouse.
Sin levantarse de la silla giratoria rosa, echó la cabeza hacia atrás cerrando sus párpados, confiando en que llegaría el día en el que la libertad recorrería sus venas, y la cubriría en la forma de su cuerpo, de su perfume, de su Yaten, y es que..., sencillamente no podía dejar de quererlo.
Una caricia recorrió su frente, para después doblegarse ante un suave agarre en su mentón, por parte de una palma mucho más grande que la suya, poco a poco sus iris azules se fundieron con los esmeraldas de ese hombre, que se agachaba desde su posición detrás del respaldo de la silla, para respirar en el mismo espacio, y entenderse con tan solo una mirada.
-¿Cómo estuvo?- Le hablaba con una cautela cariñosa, posando sus labios en el nacimiento de ese rubio cabello.
-Supongo que soy tan buena actriz, que tu mamá no notó mi mini infarto cuando me preguntó si ya tenía novio en este tiempo que están ausentes, mencionó algo de que quizá eras un cabrón para correr a los muchachos, antes de siquiera pisar la entrada de la casa.
Yaten arqueó una de sus cejas, apretando un poco su mandíbula antes de responder.- Tal vez mi madre no esté tan equivocada.
Si Mina hubiera tenido el poder de leer mentes, se habría percatado que eso si era verdad, la forma en la que los estudiantes de preparatoria le insistían para una cita, le daban náuseas, al igual que quería ahorcar a cada idiota que deliraba por su atuendo en licra dentro de la cancha de voleibol.
-¿Estás bromeando?- La adolescente tocó sus labios con los suyos, así, con los rostros invertidos, recreando casualmente la icónica escena de las películas y cómics de Spiderman.
-Claro que bromeo.- "Por el momento", y nada más que por pura cautela para no dar la pinta de macho medieval, por no decir cavernícola, aunque fuera tan difícil, dada su femineidad hipnótica, y su talle que lo tenía tan cautivado, que las duchas que lograba tomar solo, nada más las pasaba pensando en ella, alucinando por su embriagante esencia.
-¿Me acompañarás a los videojuegos hoy?- Mina lo miró ilusionada al incorporarse para tocar su mejilla y deslizar sus dedos por sus hebras plateadas, pero el chico respiró hondo, antes de dirigirse a ella con una expresión seria, ¿por qué esa niña era tan terca?, el centro de videojuegos "Crown", junto con su cafetería eran sitios indeseables para él.
-Minako, esa reunión que tienes, es con tus amigas y créeme, que para su dichoso reto en parejas yo soy la peor opción, no me gusta, lo detesto, soy pésimo en eso, nunca en mi vida he tocado una consola o un "Arcade", mucho menos he practicado bailes "pump it up", no soy como Seiya, además, lo mejor es que...
-Que seamos discretos, si nos descubren ahora, te pueden despedir, la carga social de nuestro parentesco político es mucha, soy menor de edad, blabla, ¡ya lo sé!, ¿pero es tan malo?, Taiki a veces nos acompaña y no veo que se le caiga nada.- El entrecejo se le arrugó levemente, en una clara seña de molestia.
-No quiero volver a pelear sobre esto por favor, esas cosas de citas de adolescentes ya no son aptas para mí, es sano que vivas tu etapa al natural, sin limitarte por estar conmigo, o para adaptarte a mis gustos, por eso no me pidas que yo también lo haga Minako.
-Si Yaten, ya entendí que no podemos tener citas, ¿estás contento?
Quiso hacerlo, guardarse esa voz decepcionada para cuando estuviera sola, pero no pudo contenerse, "porque cuando se está enamorado, quieres gritarlo al universo entero". El mayor relajó sus extremidades, para ofrecer sus brazos extendidos con el fin de que Mina se fundiera con él en un tierno agarre, acarició su nuca, cuidando no arruinar el amarre de su listón rojo, y con voz tierna le ofreció un consuelo.
-Quizá mañana podamos ir a dar un paseo, un poco más lejos, para que no nos preocupe quién nos pueda ver.
Mina Aino era sinónimo de tormenta, de incendio, o de esos dos eventos fusionados en uno solo, aunque físicamente fuera imposible, sin embargo, esa dualidad era lo que lo tenía prendado, por eso cuando estuvo a solas en su residencia, se puso a investigar en internet, sitios interesantes a donde podría llevarla, sus teclas materializaban un vocabulario cursi y ñoño, que solo era soportable gracias a las dos copas de vino tinto que ya llevaba a cuestas: "Lugares románticos cercanos a Tokio", "Ideas para la cita de tus sueños", "Viajes cortos para parejas", se burló de sí mismo al momento de parar la búsqueda en el navegador de internet, e ir a su habitación, con el fin de sacar de un cajón de su buró ese olvidado listón del uniforme de ella, tan celosamente guardado, desde que pudo sentirla medianamente suya en la biblioteca, con el sonido de la lluvia de fondo. Estaba actuando exactamente como lo que juró nunca más ser: un condenado a la horca, que se enamoró hasta la más escondida fibra de su alma.
-Mina, de verdad, ¿Qué me hiciste?.- Evocó su nombre en un susurro, apretando la tela azul marino entre sus dedos.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La euforia no se escapaba de su ser desde que pudo sentirla cerca, al frenar en un semáforo, se tocó el labio inferior con el pulgar, sonriendo como siempre, desde hace días vivía en las nubes, Serena..., su bombón era la culpable de semejante estado de emoción, y lo reflejaba en su actuar diario, el gimnasio era un chiste que no le drenaba la energía, ignoraba el extraño mutismo de ultratumba de Taiki en el departamento, repetía mentalmente la maravillosa cita de Navidad que tuvo con esa hermosa chica comiendo simple ramen, y cantaba todavía más, en el auto, en la ducha, en el súper mercado, y también en ese presente, montado en su motocicleta rumbo a la convivencia de fin de año del equipo de americano. Sus capacidades cognitivas estaban concentradas en el acelerador, y en la letra de su canción inconclusa, mentalmente buscaba sinónimos, conectores, frases, prosa, lo que sea para completar los versos que le harían justicia a la rubia que para él era una persona tan valiosa. Pasado un rato, frenó como todo un prodigio de carreras frente a un karaoke/bar, quitándose su casco con su propia banda sonora entonada en su boca, y las miradas insistentes de varios extraños, que se admiraban por su apariencia tan... atrayente.
-"(...)Busco tu amor, busco tu amor, eres mi más grande tesoro.", ¿Qué más?, piensa Seiya, piensa.
-Preciosa letra Seiya, casi quisiera que la escribieras para mi, ¿por qué no le agregas "princesa, vuelve"?
El joven elevó su rostro después de asegurar su moto, jugando distraídamente con las llaves en su mano derecha, el taconeo de sus botas a la rodilla, y el ardiente tono de su cabello lo ayudaron a reconocerla rápidamente, la porrista estaba llegando también, no le extrañaba, después de todo el equipo era muy allegado a ellas, así que supuso que el resto de los chicos las invitaron por default.
-Kakyuu, tan ingeniosa como siempre, no me desagrada, es una buena idea, gracias.
La pelirroja sintió el corazón violento al lado izquierdo de su pecho, pues él le sonrió de una manera por demás encantadora, Seiya era..., era el sueño de cualquier chica, tuvo que luchar por no caerse de bruces al encontrárselo tan pronto, podía sentir las manos temblorosas y empapadas bajo sus guantes de piel, y sus mejillas se tiñeron del mismo tono de los mechones que caían por sus hombros, al verlo tan sexy con esa chamarra de cuero negra y lentes oscuros.
-Estoy segura que será un éxito.
-Oh no, cómo crees, la verdad es que mi único propósito es que la escuche una sola mujer en la ciudad, solo me interesa que a ella le guste, si me hace famoso o no ya será cuestión de suerte, y mi encanto por supuesto.- Negó antes de quitarse las gafas mostrando sus intensos iris azules.
Y así, tan rápido como subió su sonrojo a la velocidad de una flecha disparada por la tensión de un arco, regresó helada a la tierra en bajo un efecto boomerang, con el rechazo inconsciente de ese azabache, respiró antes de poner la mejor de sus sonrisas falsas.- Claro, ella debe ser muy especial.
Pasó un poco de su cabello detrás de su oreja, dejando al descubierto un arete dorado en forma de flor, fingiendo que eso no le había afectado, no le convenía mostrar abiertamente interés, o podría volverse en su contra dentro del plan que tenía para quedarse con el guapo Kou. El ambiente interior fue su mejor aliado, durante la convivencia, solamente ignoró las conversaciones donde el pelinegro alababa a la rubia de odangos; Las bebidas frías a pesar de ser pleno invierno aligeraban los comentarios, también, aunque anticuados, los juegos de verdades y retos resultados ser convenientes y divertidos, aún más cuando Kakyuu en complicidad con el grupo de porristas, arreglaron la ronda para que el objeto de cristal apuntara directamente a Seiya.
-Tu castigo no será la gran cosa Seiya-Kun, solo tienes que acompañar de compras a Kakyuu mañana.- Dijo una de sus amigas desde atrás.
El menor de los Kou se volvió a sentar tranquilo en su silla de madera, posando un antebrazo en el respaldo, con una actitud aliviada, no le incomodaba acompañar a una chica de compras, era experto en aguantar horas, gracias a su querida Luna y a su inquieta hermanita, besarla si sería un reto mayor, ya que Serena estaba tatuada en sus labios, además no tenía mucho que hacer, con Yaten y Mina en su asunto, más el exagerado mal humor de Taiki que no le contestaba ni el saludo, y la resistencia de su rubia favorita de pasar la noche vieja con él, por estar con su familia, su amiga pelirroja era una grata alternativa.
Por su parte la animadora sonrió con una inocencia muy convincente, "ya cayó", pensó con sorna, no fue nada difícil, Tokio estaba lleno de ingenuos, igual que el director Chiba al confirmarle a su mensaje prefabricado con la dedicatoria de Tsukino, que estaría en el parque número 10 a la hora que le propuso, de la misma forma, recordó el texto de regreso de la estúpida del peinado más soso del sistema solar, "Si Mamo-Chan, yo también quiero hablar contigo." Más tarde, al retocarse el lápiz labial en el espejo del sanitario, habló para sí misma, confiada en que nadie la escucharía.
-Serena, Serena... no tengo nada en contra tuya, pero me estorbas, así que más te vale regresar con tu vejete, mientras yo me quedo con el sueño adolescente masculino, Seiya, no puedo esperar para consolarte.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Mina, Rei, Lita y Serena no podían disimular su expresión de asombro, sus labios abiertos en una perfecta "O" mayúscula, no se separaban más, porque anatómicamente era imposible para los seres humanos, ¿la causa?, Amy mantenía una perfecta sincronización con un extraño que nunca antes habían visto, los colores escandalosos de la pantalla de la máquina retro de "baile pump it up", no dejaban de marcar puntajes altísimos, las cuatro sin excepción tenían dos preguntas volando en el aire, "¿Quién era ese guapo, amable y encantador rubio cobrizo?", y la más importante "¿Qué rayos había pasado con respecto a sus sentimientos por Taiki?"
La joven Aino, intuitiva para el amor, sospechaba algo, y todo apuntaba a que su hermanastro había actuado como el mayor idiota del país, o mejor dicho de toda Asia, pero no quería presionar a la más tímida de sus amigas para que le contara algo que era tan privado, después de todo, lo que tenía con Yaten tampoco era muy usual, ni debía ventilarse, y por el momento solo Serena y Seiya sabían a fondo lo que pasaba.
Suspiró con resignación, se sentía como una traidora hacia Taiki, y no sabía por qué, si en realidad el "tarado, o mejor dicho, retardado" era él, quizá el nuevo amigo de Amy tenía mucho que ver con su humor de gatos, ¿o era perros?, daba igual, el castaño no tenía derecho de reclamar o hacer nada, esperaba que la peliazul les confiara un poco de su mar de sentimientos después, así que decidió concentrarse en su problema, su gran y enorme problema.
Otra tradición invernal de su valioso círculo, era un concurso anual donde apostaban todos sus ahorros de un mes, y el videojuego elegido siempre era ese, al principio las parejas se hacían entre ellas, más la hermana de Andrew, Unasuki, pero cuando su padre se volvió a casar, las cosas cambiaron, con Seiya y Taiki que participaban motivados por pasar un buen rato, además de los nuevos novios de Rei y Lita, las parejas tuvieron que reacomodarse.
Ese año, con la ausencia de Una, sus hermanos, el que Serena llevara a su hermanito de pareja esperando vencer, y su novio fantasma, se quedó más sola que un hongo feo y triste en medio del bosque, no quería ceder y entregar esos billetes que tenía planeado gastar en un regalo de año nuevo para Yaten, uno real, no solo un arroz mal cocido y un sexy conjunto de lencería sin estrenar.
La única alternativa era convencer a alguien del lugar, usar un coqueteo por aquí y por allá, y ganar, necesitaba un sujeto experto, barrió el establecimiento desechando a todos con su pose usual de diva, hasta que su vista se enfocó en Zafiro, que le sonreía en cada oportunidad que podía detrás del mostrador, si era tan bueno en eso, como lo era para el baile en las obras de teatro, su victoria sería más palpable.
Veinte minutos después, el costado de su rostro goteando una fina transpiración se lo confirmó, Zafiro se movía tan bien que daba miedo, le costaba horrores seguirle el ritmo, y eso que estaba haciendo gala de su máxima condición física, lo observó de reojo en un movimiento que lo puso de espaldas a ella, se estaba divirtiendo más de lo normal, y por la mente le pasó la idea de que si no estuviera enamorada de Yaten, el pelinegro capturaría algo, quizás mucho, de su atención, aunque se deshizo del pensamiento tan rápido como llegó, definitivamente no existía nadie como su platinado de ojos verdes, y motivada por todo el cariño que sentía brotar de su corazón hacia él, completó la pista con un perfecto paso, superando por muy poco la puntuación de Amy y su rubio misterioso.
Con el pecho bajando y subiendo, tanteó la barra de metal protectora para sujetarse, se acercó a Zafiro y le sonrió sinceramente para mostrar su gratitud.- ¡Gracias!, eres un genio en esto, ¿Quién te enseñó?, ¿no tendrás problemas con el dueño por bailar conmigo?
-Tiene una de esas en casa, pero Zafiro se toma muy en serio su trabajo, siempre es así, debes ser una excepción especial para que deje el mostrador, de todas formas, no creo que su jefe lo regañe, es nuestro padre.
Sus oídos aturdidos por la música a tan alto volumen, de pronto se vieron acariciados por la voz de un ángel con forma de mujer, sus ojos azules se clavaron en ella, era bellísima, con un tono de cabello que le recordaba al océano, y su rostro tenía cierto parecido con el de su compañero, ambos derrochaban sofisticación.
-Señorita Mina, te presento a mi hermana, Michiru, me encantaría que la conocieras.
-Mucho gusto pequeña, Zafiro habla mucho de su compañera de teatro, creo que por ti es que quiso trabajar aquí en primer lugar. Por cierto, felicidades por tu papel de Christine Daaé, cantas hermoso, ojalá algún día hagas dueto conmigo, tu voz sería un complemento perfecto para mi violín.
Minako se sonrojó, y no era sólo por el cumplido, o porque corroborara que Zafiro le dirigía un interés más grande de lo que creía, si no por que relacionó las facciones de Michiru con las de una concertista que ya era bastante famosa en redes sociales, sus videos aparecían seguido en su inicio, ¡estaba delante de una gran artista! y lo mejor era que se trataba de una intérprete de un tipo de música que realmente le gustaba a Yaten, no podía esperar para contarle, y por fin tener un tema de conversación en común. Con lo fascinante que era conocer la vida de los famosos, no dudó en estrechar la mano que amablemente le ofrecía sonriendo con sinceridad, sin notar el cambio de actitud de Rei.
-Serena, ¿no notas que esa mujer ve muy raro a Minako?- La chica sacerdotisa tenía una enigmática habilidad para ver el aura de las personas, en la del otro recién llegado no pudo encontrar mucho signo de alarma, más que un descarado atrevimiento de un espíritu decidido, en cambio la de esa tal Michiru era "peculiar", por lo que quiso confirmar sus sospechas con la amiga que tenía más cerca.
-¿Eh?, no, ¿por qué dices eso?, está muy bonita, alguien que se ve así no puede ser mala, además dijo cosas muy hermosas sobre Mina.
-No sé por qué creí que también podrías ver algo.
Rei se dio una cachetada mental por atolondrada, ¿a quién se le ocurría preguntarle?, si la ingenua de su amiga había caído irremediablemente enamorada de un tipo mayor, que apenas y conocía, ignorando a un muchacho con una esencia tan pura como la de ella, además de estar mucho más distraída de lo normal esa tarde, la esencia de miles de secretos revoloteaban en el ambiente, por lo que no tuvo más remedio que fingir que no había visto nada, e ir con Nicholas para ayudarle con todas las gaseosas que habían pedido, tal vez se tomaría un tiempo en la noche, para preguntárselo al Tarot frente al fuego sagrado de su templo, todavía no conseguía olvidar su última premonición, donde las cartas le insinuaban que personas cercanas y queridas por ella, estaban dentro de un ciclo, en donde por más que intentaran apartarse de un conflicto, más regresarían a su punto de partida.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Una hora, once minutos, kilómetros de carretera, y los rayos del sol invernal pintando de anaranjado el cielo, eran los complementos perfectos para su viaje, el amanecer los tomó más despiertos que nunca, con el aire fresco de las primeras horas del día colándose por las ventanas del auto a medio cerrar. Yaten tenía la vista fija en el horizonte, y los sentidos encendidos gracias a ese perfume a frutos rojos que le llegaba como una brisa narcótica.
La percibía hermosa, perfecta a su manera escandalosa, endemoniadamente bella, y envidiablemente feliz, sacando de vez en cuando medio cuerpo por el quemacocos panorámico de su Audi, poniéndolo en aprietos, puesto que el filtro oscuro de sus gafas Ray-Ban no alcanzaban a disimular la pulcritud de la piel suave y joven de sus piernas, cubiertas por unas medias de seda semitransparentes en un tono café caoba, agregándole esa curva trasera de tentación que resaltaba perfectamente gracias a una ajustada falda rosa, locas ideas se le cruzaban en el cerebro, ninguna con buenas intenciones, y cada una más atrevida que la anterior, pero todas tenían que ver con iniciar tomándola de la cadera para sentarla sobre su muy despierta masculinidad, de igual forma, ya no le sonaba tan descabellado el salirse de la autopista, aparcar en medio del bosque, y hundirse en ella a un ritmo lento, profundo, constante, protegidos por la sombra de los árboles y la nieve que todavía pudieran tener, abusando descaradamente de su lejanía de todos los que los conocían.
Pero no, se tranquilizó, esforzándose por bajar su creciente erección mediante una meditación de respiración para aminorar su ansiedad típica de un hombre rebosante de testosterona, porque por primera vez desde que se sumergieran en una deliciosa rutina de hacer el amor constantemente, ya fuera en su cama o la de Mina, había decidido hacer algo menos físico y si más espiritual, para demostrarle a esa rubia vanidosa, ocurrente, ruidosa, divertida, tierna, leal, boba, un poco loca, y preciosa hasta la demencia, que la quería, y mucho.
-¿Ya casi llegamos?, Yaten, ¿ya me dirás a dónde me llevas?- Su voz llegó encantadora hasta su sistema auditivo, opacando a su lista de reproducción de "The Killers", "Bones" era una de sus canciones preferidas, sin embargo no le ganaba al escalofrío de tener esa boca suya tan cerca diciendo su nombre, en medio de una mueca que combinaba a la perfección inocencia y sensualidad.
-No, ya deja de preguntar, en mi clase apenas y te mueves, así me gustaría que expusieras tus dudas sobre los temarios y dejaras de sacar setentas en los exámenes.- La fastidió con toda intención de provocar su enojo, a veces se le salía el carácter que solía usar con todos los demás, así la distraería de su curiosidad impertinente, porque quería verla, guardar en su memoria la expresión de sus ojos cuando estuvieran frente a todas esas flores, solo para constatar que ninguna tenía la belleza necesaria para hacerle justicia.
-Bueno, si no me quieres decir..., creo que voy a ponerme cómoda hasta que lleguemos.
Calma, por fin tendría la tranquilidad que necesitaba, o eso creía..., ya que Minako no se acomodó para dormir una siesta, claro que no, en su lugar abrió todos los botones de su abrigo y dejó al descubierto una blusa que tenía como característica especial y resaltante a un cierre desde el cuello hasta la zona del abdomen. Tragó grueso por lo que estaba presenciando de reojo, sus pulsaciones que ya estaban controladas, comenzaron a subir frenéticamente otra vez, y es que ese maldito cierre estaba bajando, muy sugerentemente.
-¿Qué...?, ¿Qué crees que estás haciendo?- Todo un vocabulario de groserías fluyó libre en su fuero interno, sus palabras denotaron su turbación, trabándose, carraspeó, con las manos húmedas en el volante, agradeciendo al universo que no hubieran demasiados vehículos en el asfalto, o de lo contrario corrían el peligro de chocar.
-La calefacción está muy caliente, y ya me cansé de tener las mejillas frías por las ventanas abiertas.
-Eres vil Minako, tramposa y ventajosa.
No era para menos, en realidad se merecía miles de adjetivos más, igual de despectivos, porque a pesar de estar conduciendo, sus pupilas se agrandaron al percibir un encaje que nunca había visto, era tan distinto a la ropa interior que Mina solía usar, que solo una palabra estaba atrapada entre su lengua y sus labios: "sexy", aunque tal vez podría agregar: "seductora, letal, irresistible."
El colmo fue descubrir al centro, justo en la unión de sus senos y un punto glorioso de esa mujer, un moño con un pequeño cristal en medio, le recordaba a su uniforme de colegiala, al listón que tenía guardado como parte de un fetiche raro del que no se arrepentía. Iba a cometer una locura si no se detenía, estaba a punto de reprenderla u ordenarle que se tapara, ambas cosas si era posible, pero la muy manipuladora levantó sus piernas sobre el tablero para mostrar sutilmente que sus medias, "¡oh esas sensuales prendas!", estaban sostenidas por un liguero a juego con el sostén, ¡lo estaba matando!, sus jeans se convirtieron en una tortura para su entrepierna, instintivamente bajó la velocidad a ochenta kilómetros por hora.
-Tus zapatos..., me ensuciarás el tablero.- ¡Qué excusa más patética!, pero no tenía una mejor, la garganta se le secó, sus nudillos estaban blancos debido a la presión que ejercía en el volante, la sangre avanzaba peligrosa a su rostro... y otras partes, y ni así consiguió que Mina dejara de lado su juego incendiario.
-¿Quieres ver lo que hay bajo mi falda?, te lo diré, es un secreto que comparto con Victoria.
"¡Basta!", las llantas del coche chillaron cuando pisó el freno en seco, la adolescente parpadeó al percatarse que Yaten había sacado el auto a un costado del camino, junto con sus lentes que aventó al asiento trasero, la humedad de su lengua correspondió a la de aquella que se entrometía y la saboreaba con placer, mordiendo, gozando..., ¡con razón los franceses eran tan destacados en el tema del romance!, ya que sus besos eran la más intensa de las vivencias de la boca, además del lenguaje.
-Me estás excitando... bastante, no puedo ser el único.
Sus dedos treparon entre el sendero interior de sus muslos, poco a poco, imitando el caminar de las arañas, las cuales odiaba, pero ésta..., rogaba porque le inyectara su veneno; Sus labios volvieron a unirse una vez más hasta quedarse sin aliento, mientras sentía cómo su braga era echada a un lado para ser estimulada hasta empaparlo con su esencia cristalina y húmeda.
-Parece que la adorable caperucita roja, ansía ser devorada por el lobo..., querida, el juego te va a salir al revés.
Los espasmos que se estaban formando en los músculos de su vientre se detuvieron abruptamente, pero la punta tibia de la lengua de Yaten la hizo gemir por lo bajo cuando se deslizó por su cuello, para después delinear su clavícula y el inicio de su escote, suspiró, quería más, lo quería a él, sin importar estar a la vista de quien pudiera pasar en un carro ajeno.
-Te deseo tanto Mina- La mano que había usado para introducirse en sus suave y estrecho interior, subió hasta sus labios, tocando lentamente, dándole a probar su propia miel.- ¿Quieres saber algo?, la primera vez que te vi sin uniforme escolar, cuando te recogí en tu casa para que te mudaras a la mía, me caías bastante mal, pero... no pude evitar recorrerte con la mirada en cuanto me diste la espalda.
-Eres un enfermo Yaten...
-No, no es así cariño, porque por ahora, continuaremos el camino a nuestro destino.
Sus susurros se apagaron, y Mina quedó atónita, con la ropa interior mojada y la mayor frustración de su vida al notar que el mayor arrancaba el auto sin miramientos, carcajeándose como si hubiera cometido la más diabólica de las travesuras, se acomodó la ropa enojada, con él, con ella misma, había planeado todo eso desde que salieron de Tokio, olvidando contarle que había conocido a la famosa Michiru Kaioh, y al final la que terminó quedándose con las ganas fue otra, sin imaginarse que un pequeño dolor en su intimidad molestaba de la misma forma a Yaten, por no correrse en la mujer que lo traía demente.
-Ya llegamos, bájate.
-¡No me des órdenes profesor de pacotilla! porque soy capaz de...
El reclamo murió súbitamente, y paradójicamente su ilusión se elevó por encima de las montañas más altas... estaban en el "Sakura Furusato Square", donde se extendían metros y metros de hermosísimas flores, era como un oasis de primavera en medio del hielo de días atrás, las lágrimas saladas comenzaron a acumularse en sus párpados, llevó sus palmas hasta los labios para tratar de contenerse sin éxito, Yaten era simplemente maravilloso. Su puerta se abrió, el platinado le ofrecía su mano caballerosamente, con una linda sonrisa que iluminaba los ojos verdes que tanto amaba.
-Minako..., quise traerte aquí para que presencies que aun en la más árida de las estaciones del año, hay paraísos como éste, eso representas para mi.- Lo comprendió, porque sentía lo mismo, la luz que vertía sobre ella la impulsaba en más de un sentido, vibraban y lo hacían juntos.
Paseando entre las plantas, apreciando a lo lejos las tranquilas aguas del lago Kashima, se sintió segura para darle su regalo, ¿de navidad, año nuevo?, no lo sabía, solo quería dárselo, lo tomó por la parte baja de su camisa desfajada, que se asomaba a un costado bajo su suéter gris. De su bolsa sacó un estuche alargado, envuelto en papel dorado.
-¿Y esto?
-Es para ti.- Yaten no pudo resistirse ante tal inocencia en esas facciones que se confundían entre las de una niña y una mujer, tras la envoltura descubrió un juego de pinceles... para acuarelas.
-Nunca te he dicho que pinto, más bien, pintaba...
Mina pensó en hablar de las pinturas que había descubierto, junto con las fotografías de su pasado guardadas en su abrigo que no usaba; En su lugar tomó al joven Kou de la mejilla, observando atentamente como cerraba sus párpados para apreciarla todavía más, en su totalidad
-No hace falta que me lo digas, nuestra casa, es cómplice de nuestros secretos.- "Nuestra", últimamente estaban usando mucho esa palabra, porque así se sentía, se pertenecían, su hogar se encontraba donde estuviera el otro.
-Mina... te quiero.- La envolvió en sus brazos, recargando su cabeza en su hombro, perdiéndose en su cabello, vagando por su cintura, siendo consciente de la forma tan sincera en la que ella le devolvía el cálido contacto, para decirle cerca de los labios, que lo quería también.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Ese día prefirió caminar hasta el súper mercado, sus tendones se estiraban con cada paso que daba, y a pesar de sentir un ligero ardor por todas las marcas que tenía en la espalda por las uñas de Mina, estaba feliz, cerrar ese año también significaba un hasta aquí, un punto y aparte donde se sentía listo, por fin de perdonarse, dejar ir, y no volver a un estado caótico de resentimiento y autodestrucción.
Las bolsas de comida para su cena con sus hermanos, (y la "hermanastra" más bella del mundo por supuesto), le pesaban en sus brazos que ya no estaban tan acostumbrados a los trabajos que tuvo que realizar en su etapa de secundaria, pero lo tomó como un ritual que era parte de su autosanación, tal vez no era culpable de la muerte de su padre, quizá si estaba hecho para amar y ser correspondido, la existencia si podía tener un fin, un significado, y sobre todo un por qué.
Se imaginaba la maravilla de decoración que estaría haciendo esa guapa rubia en short por toda su casa, un anhelo floreció junto con el oxígeno dando vitalidad a su cuerpo, y era saber que alguien lo estaba esperando, que tendría unos ojos azules atentos a su persona, y la vería bellísima en su kimono de flores amarillas y azules.
Las calles estaban repletas de familias listas con sus arreglos de bambú, el aire olía a mochi y naranja amarga kagamimochi, la textura de la época era de un renacer, del cual ya era parte. Antes de llegar a su domicilio, aún en sus cavilaciones, paró en una tienda artesanal por unas acuarelas nuevas a base de pigmentos vegetales, repasó los colores uno por uno hasta encontrar la fuente de su nueva inspiración, su musa definitiva tenía nombre y apellido, lo curioso era que esa gama de tonalidades, se parecía bastante a la primera pintura que hizo en la preparatoria, ¿Qué habrá sido de esa niña que lo hizo sonreír de verdad gracias a su ternura?, esperaba que fuera feliz como él en esos momentos, la esperanza de que las personas medicinales existían había vuelto.
Finalmente, dobló la esquina que lo separaba de la última cuadra hasta su destino, conforme los metros se fueron acortando notó un automóvil extraño frente a su portón, no era ni Seiya, ni Taiki, creyó por un momento que se trataba de una de las amigas de Minako, pasando a desearle felices fiestas. Lo que sucedió después definitivamente no se lo esperaba, en la puerta estaba Mina, todavía con ropa normal, al lado del estúpido mocoso que la besó en su obra de teatro, y frente a ellos...
-Ya regresaste Yaten, mira, nos trajeron una botella de sake para tomar en la noche, a Zafiro ya lo conoces de la escuela, ella es su hermana.
La cabeza le daba vueltas, sintió que se ahogaba, un mareo terrible casi hace que se desmaye, comenzó a sudar frío, y de repente, todo el terreno que creía haber ganado en su reconstrucción, se derrumbó bajo la fuerza de un terremoto con la más alta escala en daños, la odiaba, la detestaba, y estaba ahí, luciendo tan perfecta como la recordaba, con su elegancia inmaculada que le hacía preguntarse si era real, o un personaje que se escapó de una escultura de la época clásica de la civilización griega.
-Es un placer conocerte Yaten.
Su nivel de cinismo lo dejó noqueado, no supo explicarse el por qué no la sacó de su mentira, Michiru fingía que entre ellos nunca había pasado nada, que no se conocían, cuando podía trazar el tatuaje de su espalda en plena oscuridad, qué iluso fue al creer que el pasado podía enterrarse bajo la más espesa tierra, cuando la verdad es que los errores no resueltos vuelven a ti, como si hubieras lanzado un boomerang.
Continuará...
Comentarios: hello! volví bellas, terminando el capítulo a las dos de la mañana tiempo de México jaja pero ya, tenía que subir lo que tenía escrito. Primero que tooodo, quisiera darle las gracias a todos, por tomarse un poquito de su tiempo en leerme, es genial cuando algo sale de tu imaginación y tienes la oportunidad de compartir con personas que disfrutan de los mismo al igual que tú, así que ya saben qué hacer, (ahh y aunque nadie me preguntó jajaja si volveré a hacer capítulos con escenas lemon completas, solo que en el auto, a plena luz del día no iba a ser tan romántico jaja), en el siguiente capi explicaré qué pasó con Tai y Amy, pero le daré más peso al drama que le espera a los pobres de Serena y Seiya, y de Mina y Yaten ni se diga, así que me harían muy feliz si continúan por aquí.
PD. Hermosas que me dejaron sus amables comentarios en el capítulo pasado, perdón por no contestarlos, se me pasó, y es que sigo con muchas ocupaciones jeje las clases virtuales no son fáciles para los maestros tampoco XD, pero si los leí todos, Kay, SailorFighter, Carmen, Marijo, Colombiavenezuela, Erica y Bubbles, ustedes se merecen más que mis gracias, les mando un abrazo en la distancia, valoro mucho que retroalimenten mi redacción, me ayudan a darme ideas nuevas también.
Nos leemos pronto, Yare.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top