🥮ᝰDear Soo Jinᝰ🥮
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—¡Mi Yeon, estoy en casa! —Gritó la pelinegra al entrar al cálido departamento que llamaba hogar. Soo Jin le llamaba hogar a aquel pequeño pero acogedor espacio en el que vivía solo porque Mi Yeon estaba en el. Porque no importaba si ella vivía en un basurero o en la calle, mientras esté junto a la castaña.
Es un hogar.
—¿Mi Yeon?— Preguntó mientras reía. La mayor tenía una costumbre de esconderse para que la menor la buscara por toda la casa para después darle muchos besitos y cariñitos.
Mi Yeon se escondía muy bien a pesar de que el lugar no era tan espacioso. —Cariño ¿Has vuelto a esconderte debajo de la cama?— Rió con ternura mientras ingresaba a la recámara que compartía con la de baja estatura.
Pero al ver que no había rastros de ella no pudo evitar sentir un mal presentimiento.
«Tranquilízate Soo Jin. Solo es Mi Yeon haciendo bromas de nuevo»
Comenzó a tranquilizarse un poco, pero seguía sintiendo que algo andaba mal, algo que definitivamente no andaba bien.
Buscó en la cocina, en el baño e incluso, busco en la recepción pero nada.
La pelinegra comenzó a recordar que su novia se había estado comportando un tanto extraña en el último mes.
A veces encontraba a Mi Yeon llorando en el baño, otras veces la encontraba sentada viendo a un punto fijo, sin emoción o brillo alguno en sus grandes y bonitos ojos. También la veía con menos energía y sin tantas ganas de comer.
Soo Jin le había preguntado un millón de veces si estaba bien pero la mayor siempre le respondía con un "Claro que estoy bien" mientras le daba una leve sonrisa.
Oh querida Soo Jin, si tan solo hubieras sabido.
Que ella no estaba bien.
La menor se dirigió a la recámara mientras arrastraba lo pies debido al cansancio que tenía «Tal vez salió al parque a retratar el paisaje» pensó.
La menor al recostarse sobre la cama sintió como una pequeña caja se encajaba en su espalda.
Dio un respingo a la vez que gemía levemente por el dolor y rápidamente se levantó, movió y revolvió las cobijas por todas partes hasta que encontró una caja color azul pastel con un conejito pintado en él.
—Le he dicho muchas veces que no deje sus cosas regad...— No pudo terminar su frase al notar la perfecta caligrafía de su novia sobre la tapa de la pequeña caja.
—"Para Soo Jin"— susurró mientras pasaba suavemente y con cuidado sus dedos sobre la tinta.
La pelinegra no podía estar más confundida, Mi Yeon acostumbraba siempre a darle pequeños detalles en fechas importantes o de vez en cuando le daba una rosa diciéndole cuánto la amaba.
—¿Eh? ¿Hoy es nuestro aniversario?— Preguntó algo alterada. Rápidamente sacó su celular y comprobó la fecha del día de hoy. Soltó un pequeño suspiro al ver que no, definitivamente hoy no era su aniversario, entonces ¿Por qué?
Tomó asiento sobre la cama y con cuidado abrió la caja que con tanto esfuerzo y amor la mayor había decorado.
Dentro de la caja había un montón de polaroids; todas eran de ellas dos, de sus salidas y alguna que otra era de Soo Jin viendo distraídamente hacia otro lado. También había una rosa, un llavero de un conejito y una mariposa, algunos anillos que usaba Mi Yeon, una pequeña cajita de terciopelo y un sobre color amarillo.
De todo aquello, el sobre le llamó la atención a la menor y con una sonrisa tomó el sobre.
Sonrisa que no duró demasiado en el rostro de la pelinegra.
Al abrir el sobre pudo apreciar de nuevo la caligrafía de su novia pero esta vez, denotaba nerviosismo, prisa e incluso miedo y tristeza.
Querida Soo Jin:
Estoy segura de que estás confundida y con aquel ceño fruncido que tanto amé ver porque en lugar de lucir aterradora lucías increíblemente tierna.
Volvamos un poco en el tiempo.
La primera vez que te vi no pude evitar enamorarme de ti al instante.
He de admitir y sin dudas que fue amor a primera vista. Es algo disparatado ¿no lo crees? Pero es verdad.
Jamás había visto a una chica que irradiara tanta belleza y elegancia. Jamás había visto una sonrisa tan hermosa, esa sonrisa de goma que iluminó hasta el rincón más obscuro de mi pobre alma y corazón.
Aquellos ojos color café, en los que me podría sumergir todo el día y ahogarme si así lo quisiera.
Aquellos lunares, posados en los lugares correctos que moría por besar con ternura y al final, logré hacerlo.
Aquella personalidad, que tanto destacaba sobre todas aquellas personas que tenías a tu alrededor.
Aquella melodiosa risa; tierna y adorable.
Soo Jin, realmente me enamoré de ti a primera vista.
He de admitir que cuando te hablé por primera vez y tú me respondiste con aquella cálida y dulce voz, ya era tuya.
Soo, Soo Jin, mi amor. Me salvaste de ser una completa perdedora porque gracias a ti logré cumplir algunas de mis metas que, sin ayuda, consejos, varias tazas de chocolate caliente, besos y apoyo incondicional, no hubiera podido lograr cumplir.
Estoy orgullosa de decir que cumplí algunas de ellas contigo y no me arrepiento en lo más mínimo.
De algo estoy segura: te estás preguntando "¿En dónde está Mi Yeon?"
Estoy lejos de casa, de mi hogar, de ti.
Seguramente cuando estés leyendo esto yo ya no esté ahí.
No, antes de que comiences a preguntarte qué hiciste mal te diré que no hiciste nada mal. Hiciste todo increíble y te agradezco por ello, me hiciste la chica más feliz de todo el jodido planeta.
Hay una razón por la que ya no estoy; y esa razón es la misma que explica mi extraño comportamiento de este último mes.
Me estoy marchitando en primavera.
Me estoy muriendo.
Soo Jin, tengo cáncer. Lo lamento tanto.
Lamento tanto haberte ocultado la verdad, lo lamento Soo Jin, por favor no llores.
No tengo demasiado tiempo, el doctor dijo que no tenía oportunidad de sobrevivir debido a que me lo detectaron demasiado tarde como para poder hacer algo al respecto.
De verdad lo siento tanto.
No podré darte tantas cosas, no podré estar ahí para seguir viendo tus logros, no podré estar ahí... de verdad lo siento tanto.
No podré darte una familia, lo que siempre quisiste, lo que siempre quisimos.
Muchas gracias por todos los momentos que has pasado conmigo. Gracias por estos 5 años de relación, gracias por amarme Soo Jin. Gracias por dejarme amarte.
Gracias por todo.
Por favor cuida bien de ti y de todas nuestras amigas. Dile a las chicas que por favor, no hagan tonterías de las que se puedan arrepentir en mi ausencia.
Más en el fondo de la caja, hay 4 sobres; cada uno tiene el nombre de una de las chicas, por favor. Dáselos de mi parte.
Soo Jin, no me olvides... No llores, tonta. No llores...
Quiero que tengas una cosa en mente y que jamás la olvides:
Siempre te amaré. Te amaré hasta que la última rosa que te di se marchite. Te amaré hasta el fin de los tiempos, te amaré incluso después de la vida. Te amaré hasta en la muerte.
También veras una pequeña caja de terciopelo en el fondo. Úsalo cuando la persona indicada llegue a tu vida, lo necesitarás. Lo que más deseo ahora es que seas feliz. Con o sin mí; debes de ser feliz.
Nos veremos pronto, Minari. Estaré esperando por ti desde donde sea que esté.
Te esperaré.
Siempre tuya.
—Cho Mi Yeon.
La pelinegra no supo qué pasó después, lo único que supo Soo Jin fue que comenzó a correr por toda la calle algo desierta bajo el melancólico cielo que también lloraba junto a ella, como si el cielo también sintiera su dolor.
Gritaba mientras las saladas lagrimas se mezclaban con las gotas de lluvia, gritaba mientras su corazón se aplastaba y se hacía añicos.
Gritaba porque el amor de su vida, su alma gemela, ya no estaba.
Cuando pierdes a alguien es horriblemente doloroso.
Pero cuando pierdes a quien dices ser tu alma gemela...
Es la muerte misma.
—¡Mi Yeon! ¡Cho Mi Yeon te odio! — Gritaba mientras su garganta se desgarraba a más no poder. —¡Deja de jugar y regresa, maldita sea!— No importaba cuando gritara, la mayor no aparecía.
La menor cayó sobre sus rodillas sin importarle que la lluvia estuviera empapándola y sus rodillas se raspasen —Mi Yeo te amo— Exclamó con la voz baja y entrecortada.
Con la poca fuerza que tenía sacó la pequeña caja de terciopelo del bolsillo de su saco y con movimientos temblorosos la abrió.
No pudo evitar sollozar mientras el dolor y la tristeza que invadían su pecho la hacían sentir más miserable. Sus ojos no podían seguir viendo aquel anillo de bodas que Mi Yeon había comprado para ella.
—Estúpida, tú eras la persona indicada... nadie más...
Mientras Soo Jin se aferraba a aquel anillo no se percató de que un camión a toda velocidad se dirigía en camino hacia ella.
Tampoco escuchó como la poca gente que estaba tan tarde en las frescas calles le gritaban que se quitara de en medio por su propio bien.
Lo único que podía ver era la brillante y familiar silueta que se acercaba a ella con pasos lentos.
La silueta, la cual caminaba con extrema parsimonia y elegancia, cada vez se hacía más y más brillosa haciendo que la vista de Soo Jin se cegara levemente.
—Mi Yeon... —Sollozó mientras veía la silueta de su novia frente a ella.
—Soo Jin, vamos— la silueta de la mayor le tendió la mano indicándole que la tomara.
—¿A dónde?
—A casa.
Porque no importaba si ella vivía en un basurero, en las frías calles o en una tonta caja de cartón.
Mientras ella estuviera con Mi Yeon.
Era un hogar
Y entonces lo último que vió fue la sonrisa de la mayor antes de sentir un gran impacto y soltó el último aliento que su cuerpo pudo dar.
Soo Jin jamás podrá descubrir que la última rosa que le dió Mi Yeon era sintética.
Mi Yeon amaría a Soo Jin hasta que la última rosa que le otorgó se marchite.
Mi Yeon siempre amaría a Soo Jin.
Ellas siempre se amarían.
Tanto en la vida como en la muerte.
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/つ✎ ¡ADAPTACIÓN! TODOS LOS CRÉDITOS PERTENECEN A jiwoof TENGO TODO SU PERMISO PARA ADAPTAR ESTA HISTORIA.
NO OLVIDEN APOYAR EL ESCRITO ORIGINAL.
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