Song 013

Song 013

Christmas (Baby Please Come Home)-Darlene Love

"The snow’s coming down
I’m watching it fall
Lots of people around
Baby, please come home"

Era una semana antes de Navidad, y la nieve cubría las calles con una suave capa blanca. Emma se acercaba a la casa de Rodrick con una gran sonrisa en su rostro y dos cajas en las manos. Rodrick, quien estaba en su habitación practicando con su guitarra, escuchó el sonido de la puerta abriéndose y su corazón dio un pequeño salto. Sabía lo que venía.

"Por favor, que no sea lo que creo", murmuró Rodrick para sí mismo, dejando su guitarra a un lado. Se asomó por la ventana y confirmó sus sospechas: Emma traía las infames cajas de suéteres compartidos. Desde que eran novios, Emma había convertido eso en una tradición navideña, y cada año Rodrick había terminado usando uno de esos suéteres "tan felices", como él los llamaba. Claro, el problema no era Emma, sino el estilo navideño cursi que tanto odiaba.

Decidió intentar escapar discretamente, pero Emma lo vio de inmediato. Con una sonrisa traviesa, dejó las cajas en la mesa y se cruzó de brazos.

—¡Rodrick! ¿Dónde crees que vas? —dijo Emma, caminando hacia él con una mirada divertida.

Rodrick rió nerviosamente, rascándose la nuca.

—Ah, bueno, yo... me olvidé de... uh, algo... en el garaje —improvisó.

Emma soltó una pequeña carcajada, levantando una ceja.

—Sé que estás tratando de escapar de esto —dijo, señalando las cajas—. Pero este año pensé en ti.

Rodrick se detuvo, mirándola con curiosidad.

—¿En mí? ¿Qué quieres decir?

Emma sonrió y abrió una de las cajas, revelando dos suéteres. Pero estos no eran los típicos suéteres navideños de renos y copos de nieve que tanto detestaba Rodrick. Estos tenían un estilo mucho más "Rodrick". Eran negros, con pequeños detalles de calaveras y guitarras en lugar de los típicos adornos navideños.

Rodrick se acercó, incrédulo, y levantó uno de los suéteres.

—¿Estás bromeando? ¿Calaveras? —preguntó con una sonrisa.

Emma asintió, sus ojos brillando con picardía.

—Este año, decidí que si íbamos a usar suéteres compartidos, al menos podían ser algo que también te gustara. Sé que no eres fan de lo navideño, pero pensé que así te sentirías más cómodo. ¿Qué dices?

Rodrick miró el suéter y luego a Emma, sintiendo una calidez en el pecho. Sabía cuánto significaba para ella esa tradición, y el hecho de que hubiera hecho un esfuerzo por adaptarla a su estilo lo conmovió. Con una sonrisa, se rindió.

—Está bien, está bien. Me has ganado este año. —Rodrick se puso el suéter, fingiendo fastidio, pero con una sonrisa en los labios—. ¿Ves? Me queda genial.

Emma rió, poniéndose su propio suéter y acercándose a él.

—Sabía que lo harías.

Rodrick la miró con cariño y la abrazó, envolviéndola con sus brazos.

—Gracias por pensar en mí —susurró, besando suavemente la cima de su cabeza—. Aunque nunca lo admitiré en público, estos suéteres me gustan más de lo que pensaba.

Emma se acurrucó en su abrazo, sonriendo con satisfacción.

—Lo sé —dijo ella con una risa suave—. Ahora, veamos cómo luces con él mientras decoramos el árbol.

Rodrick soltó una pequeña carcajada.

—Oh, ya veo lo que estás haciendo. Vas a hacer que adoremos este árbol con nuestras almas oscuras de rock, ¿no?

Emma levantó la vista hacia él con una sonrisa cómplice.

—Exactamente.

Los días para la pareja pasaban rápidos y felices, las vacaciones de navidad sin duda eran buenas porque tenían tiempo el uno al otro aunque una de las mayores ventajas es poder estar los dos solos sin que cierta persona apareciera de la nada con cualquier excusa rompiendo el momento entre ambos.

Días después Rodrick y Emma estaban en la cocina, disfrutando de una tarde juntos mientras preparaban una cena sencilla. La luz de la tarde se colaba por las ventanas, creando un ambiente cálido mientras ambos se movían entre los ingredientes y utensilios. Rodrick, en un intento por hacerla reír, se las arreglaba para darle toques dramáticos a cada corte de verduras y movimiento, al estilo de un chef famoso. Emma no dejaba de reír con sus exageraciones.

—¿A quién crees que engañas con esos movimientos? —bromeó Emma, mientras revolvía la mezcla para una salsa.

—Por favor, reconozco que soy un artista en la cocina —replicó Rodrick con una sonrisa—. Aunque mi mejor creación sigue siendo que tú estés aquí conmigo.

Emma sonrió y le dio un pequeño golpe con la espátula, provocando que él se riera aún más. Entre risas, Emma decidió revisar su teléfono por un momento para responder un mensaje. Sin embargo, mientras deslizaba la pantalla, una publicación llamó su atención de inmediato.

Era de Jade.

La foto mostraba su habitación llena de pósters y recuerdos de la banda de Rodrick, con una figura de cartón de tamaño real de él en una esquina de la habitación, luciendo casi como una especie de altar. Emma sintió un nudo en el estómago al recordar lo ocurrido en el baile de Halloween y, por un momento, su expresión cambió.

Rodrick, que había notado el cambio, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella.

—¿Todo bien? —preguntó con suavidad, detectando la incomodidad en sus ojos.

Emma dudó antes de mostrarle la publicación de Jade. Rodrick frunció el ceño al ver la imagen, alzando las cejas.

—Wow, no tenía idea de que era tan… dedicada —comentó, intentando sonar casual—. Pero, oye, sabes que ella no significa nada para mí. Solo tú eres importante.

Emma suspiró, intentando sacudirse la incomodidad que había sentido.

—Lo sé, solo que… a veces es difícil ignorarlo.

Rodrick soltó un suspiro, y tomó la mano de Emma con una sonrisa calmada.

—Entonces, prométeme que, si alguna vez te sientes incómoda o necesitas hablar, me lo dirás. Jade es solo alguien más, y quiero que eso te quede claro.

Emma, mirándolo a los ojos, sintió cómo las dudas se disipaban. Le devolvió la sonrisa, agradecida por la sinceridad y el apoyo que siempre le mostraba.

—Lo prometo.

Rodrick apretó su mano suavemente antes de volver a la cocina, retomando sus "dramas de chef" para arrancarle otra sonrisa.

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