107-108 d. C; AEMMA ARRYN

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AEMMA ARRYN

Aegon Targaryen llegó al mundo sin mucho problema, para fortuna de su familia, el niño nació saludable en medio de gritos. Desde que sostuvo a su hijo por primera vez Aemma no podía soltarlo, siempre lo llevaba acurrucado en sus brazos a dónde tuviera que ir. ¿Reunión del consejo? Aegon estaba en brazos de su madre o su padre. ¿Audiencias en la sala del trono? Aegon estaba en las piernas de su padre tratando de masticar algún muñeco de trapo. ¿Visita de alguien importante? Aegon estaba ahí jugando con los collares de su madre. ¿Y si su madre y su padre estuvieran ocupados? Aegon tomaba su lugar en brazos de su hermana mayor, su prima Laena, o la misma Alicent, aunque ellas siempre estaban juntas así que entre las tres se pasaban el niño todo el tiempo.

Aegon amaba estar entre los brazos de sus personas favoritas, incluyendo a Rhaenys y hasta a Laenor, el único que no podía cargarlo sin que se pusiera a llorar como si estuviera sufriendo era Daemon. El hermano del Rey solo cargaba a su sobrino obligado por otros, específicamente Aemma. Como en ese momento que su prima había dejado a Aegon en sus brazos antes de ingresar a la fortaleza con pasos apresurados, ignorando sus llamados. Daemon miró al niño que lo miraba atentamente, como si esperase que hiciera algo para soltarse a llorar.

—Bien, parece que iremos a hacerle una visita a Caraxes.

El niño parpadeó y sacudió su muñeco de trapo en el aire, sonriendo con inocencia. Tío y sobrino pasaron la tarde volando sobre Caraxes, por primera vez desde que nació el príncipe parecía que se estaba llevando bien con su tío, al menos hasta que regresaron a la fortaleza. Aegon estaba medio dormido, babeando el hombro de su tío, todo estaba bien hasta que el muñeco de trapo cayó al suelo, Daemon no se dio cuenta hasta que Aegon dejó salir un quejido.

—¡Ah!—gritó el niño, lágrimas bajando por sus mejillas, una mano estirada hacia el pasillo que acababan de abandonar.

Daemon detuvo sus pasos y miró a su sobrino que había olvidado su siesta para llorar como si le hubieran pegado. Una doncella apareció entonces con el muñeco de trapo en la mano y le dio al mayor de los príncipes una sonrisa de compasión.

—Aquí tiene, mi príncipe—la mujer le ofreció el muñeco al niño que lo tomó, pero no dejo de llorar.

—¡Pa!—gritó Aegon.

—Que pulmones tienes—Daemon cambió de dirección—, cuando crezcas podrás comandar un ejército sin problema.

—¡Ma!—Aegon sacudió el muñeco y lo estrelló en la cara de su tío—¡Ma!

—Pequeña bestia—gruñó Daemon quitando el muñeco de su cara—, es la última vez que te cuido.

La sala del trono estaba llena cuando llegaron, varias voces podían escucharse, pero todos guardaron silencio al escuchar el llanto del joven príncipe. Solo bastó una mirada a la gente para que Aegon ocultara su rostro en el hombro de su tío, como hacía cada vez que habían muchas personas.

—Daemon—Viserys frunció el entrecejo al ver a su hermano.

Al escuchar la voz de su padre Aegon volvió a levantar la cabeza, sus ojos buscando entre la gente a su padre, no fue hasta que Daemon lo volteo que pudo encontrarlo.

—¡Pa!—el niño gritó estirando sus brazos hacia el trono.

—Tu hijo estaba teniendo un berrinche—Daemon miró al niño que ahora sonreía como si nada.

—Mi hijo no hace berrinches—Aemma se acercó y agarró las manos de su hijo que ahora la miraba a ella. —¿Verdad que no, mi niño?

Aegon pataleo en el aire cuando su madre lo tomó de los brazos de su tío, su risa llenando el silencio de la sala.

—Gracias por cuidarlo—Aemma le sonrió a Daemon acomodando a Aegon en sus brazos.

—Última vez—concluyó Daemon moviéndose para salir de la sala—. Si me disculpan, tengo una guerra a la cuál regresar.

Aemma negó con la cabeza y comenzó a mecer a Aegon que se llevó el muñeco de trapo a la boca para masticarlo. Viserys suspiró y con un movimiento de mano pidió que siguieran con lo que hacían, Aemma aprovechó para salir también. Aegon dejó salir un balbuceo y cerró los ojos, listo para tomar su siesta sin problema. Aemma besó el hombro de su hijo y acarició su espalda para ayudarlo a encontrar el sueño, solo entonces se dio cuenta que Aegon olía a dragón.

Al llegar a su habitación se encontró con Rhaenyra sentada en el sofá comiendo una tarta de fresas, cuando la princesa los escuchó entrar levantó la mirada y sonrió, sus ojos yendo a su hermano. Con cuidado Aemma dejó a Aegon en su cuna y besó su frente antes de atender a su hija. Rhaenyra se acercó a la cuna y pasó uno de sus dedos por la mejilla de su hermano.

—Había pensado en llevarlo a pasear con Syrax, pero el tío Daemon se adelantó—susurró Rhaenyra.

—Puedes llevarlo mañana—Aemma pasó una mano por el cabello de su hija. —¿Dónde están Laena y Alicent?

—Alicent está respondiendo una carta de su hermano y Laena debe estar arreglando sus cosas para visitar a la tía Rhaenys—explicó alejando su mano de su hermano cuando el niño se removió en su sueño.

—Tu padre aún está escuchando las peticiones del pueblo, deberías ir—la mayor besó la frente de su hija—, deja que te vean.

Rhaenyra asintió y besó la mejilla de su madre como despedida. Mientras esperaba a que su hijo despertase de su siesta, la Reina se sentó a leer las cartas que tenía sobre la mesa. Aegon no se despertó hasta que sintió hambre, el niño se removió en su cuna y abrió la boca dejando salir un quejido antes de ponerse a llorar. Aemma se levantó de inmediato y fue por él, apenas se encontró en los brazos de su madre Aegon dejó de llorar, pero aún habían lágrimas bajando por sus mejillas.

—Shh, está bien, cariño—Aemma besó la frente de su hijo. —¿Tienes hambre?

Aegon balbuceo y agitó sus manos haciendo sonreír a su madre. Después de alimentar al pequeño príncipe Aemma le dio un baño con agua tibia, aunque ella quedó más mojada que él. Cuando Viserys llegó a ver qué hacían se los encontró en el suelo, Aegon acostado sobre mantas y cojines, y Aemma a su lado hablándole en susurros. El niño tenía entre sus manos el cabello de su madre y jugaba con el como si fuera su juguete favorito.

—Veo que ya se despertó mi príncipe—Viserys se agachó junto a ellos llamando la atención de su hijo.

Aegon dejó salir una risa y aplaudió dejando ir el cabello de su madre, sus manos estirándose hacia su padre.

—¿Rhaenyra se unió a ti?—preguntó Aemma viendo como Viserys cargaba a su hijo.

—Si, la gente se mostró complacida de tenerla ahí—el mayor levantó a Aegon en el aire haciéndolo reír. —¿Ya comió?

—No lo sacudas mucho, acabará vomitando—le advirtió—, por eso lo tenía recostado.

Aegon pataleo y agarró el collar de su padre entre sus manos, balbuceando en su propio idioma.

Rhaenyra fue a volar con Syrax—Viserys sentó a Aegon en sus piernas—, Laena ya se iba así que la acompañaría hasta el puerto.

—Pa...pa—Aegon palmeó el pecho de su padre.

—¿Qué pasa, mi niño?—Viserys bajó la mirada para verlo.

Aegon señaló a su madre y estiró sus brazos hacia ella, pidiendo que lo dejará ir.

—Parece que te prefiere a ti—Viserys dejó al niño en el suelo.

—Los niños siempre prefieren a su madre—Aemma abrió sus brazos para recibir a Aegon que apenas tocó el suelo gateo hacia ella con rapidez—. ¿Verdad que si, mi niño? ¿Prefieres a mamá?

—¡Ma!—Aegon gritó cuando fue levantado.

—Ese es mi niño—Aemma besó su mejilla repetidas veces haciéndolo reír.

Alicent apareció poco después buscando a Rhaenyra, la joven saludó a Aegon con una caricia en la cabeza y se fue tan rápido como llegó. Viserys se quedó el resto del día con su esposa e hijo, hasta la hora de la cena que Rhaenyra se unió a ellos. Esa noche, como noches anteriores, Aegon durmió en medio de sus padres aferrado a su muñeco de trapo favorito. El muñeco era en forma de un dragón amarillo que se supone era Sunfyre, un regalo de Rhaenyra que mandó a hacer después de que su hermano conociera al dragón.

Aegon era un niño feliz, siempre riendo y gritando de felicidad. Todos los que lo conocían caían ante su sonrisa y sus ojos brillantes, pero también era tímido cuando estaba rodeado de muchas personas, siempre ocultándose en los hombros de sus padres. Para la celebración de su primer año el Rey organizó un banquete en la Fortaleza e invitó a todo el reino. Aegon estuvo feliz todo el tiempo, siendo pasado por sus familiares durante toda la noche, siempre en brazos de alguien diferente. Pero sin duda su lugar favorito era con su madre, cada vez que la veía estiraba sus manos y llamaba por ella con urgencia, cosa que hacía reír a todos con ternura.

—Ny-ra—Rhaenyra miró a su hermano con esperanza.

—Ny...da—Aegon exclamó con felicidad, sacudiendo el bote de madera que Lord Corlys le había obsequiado.

—Ny-ra—lo corrigió.

—Nyda—repitió el niño.

—Aegon aún es muy pequeño, tenle paciencia—Viserys palmeo la cabeza de su hija—, pronto estará gritando tu nombre por todos lados.

El niño miró a su padre y después a su hermana antes de reír, feliz de verlos. Rhaenyra sonrió y besó las mejillas de su hermano haciéndolo reír aún más.

Mi pequeña gota de sol—murmuró Rhaenyra—, te amo.

Aegon sacudió sus manos hacia su hermana, pidiendo ser cargado, y ella lo cargó sin dudarlo. Aemma los miró desde la mesa de los Arryn con una sonrisa.

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NOTA:

Me gusta escribir a los niños de bebés, se me hace muy tierno.

El siguiente capitulo será el comienzo del final.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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