ッ 05
«Incluso cuando esté actuando como loco, dime que todo estará bien.»
Estaba revisando algunos nuevos platos para realizar y agregar a su restaurante, además de anotar en un papel posible mezclas que podrían quedar deliciosas.
Estaba tan concentrado que cuando escuchó la puerta principal del apartamento fue abierta de golpe se asustó de inmediato. Miró al pasillo, donde venía un Jeongin ansioso buscando quien sabe qué.
—Amor, ¿qué pasa? —preguntó Chris, levantándose de su lugar, siguiendo con la mirada a su prometido.
—Perdí la canción. ¿Cómo es posible que lo haya perdido? —buscaba por todo el salón moviéndose de un lado otro, y al ver que en cada intento no encontraba la hoja donde estaba la nueva canción de Seungmin, se ponía cada vez más nervioso—. ¡Joder! ¿Dónde mierda dejé la canción? —pasó sus manos por su cabello, diciéndose mentalmente que era un idiota. Ya estaba empezando a morder sus uñas, lo cual solo hacía cuando realmente estaba ansioso.
—Tranquilo, amor, lo encontraremos —dijo Chris acercándose a Jeongin, pero no le hizo caso. Jeongin siguió buscando con sus manos temblando aquella hoja—. Jeong... —lo llamó. Al ver que no conseguía la atención de su pareja, lo intentó de nuevo — Jeongin.
—La empresa me va a matar si no encuentro la hoja, me van a despedir —pasó sus manos por su cara, ahora furioso consigo mismo—. ¡Soy un idiota! —Chris se acercó a Jeongin tomando sus manos—. Chris, suéltame —el mencionado negó, manteniendo el agarre. Sabía que su pareja al ponerse nervioso, podía estar pasando al frente de lo que busca y no encontrarlo, menos cuando estaba todo desesperado—. ¡Bang! —forcejeó.
—Jeongin, escúchame —habló firme. Jeongin dejó de forcejear, pero mirando enfadado a Chris—. Si sigues buscando así no lograrás nada, puede estar la hoja frente tuyo y no la verás si estás así de nervioso. Así que inhala, exhala, y piensa bien donde dejaste la hoja, te ayudaré a buscarla. Todo estará bien —Jeongin hizo una mueca, pero le hizo caso, Chris sabía cómo hacerlo entrar en razón. Inhaló y exhaló, intentando calmarse. Cuando Chris vio que su novio ya estaba más calmado, decidió hablar—. Dime, ¿qué pasó exactamente?
—Llegué a la empresa para entregar la canción, pero cuando estaba por entregarla, me di cuenta que no estaba en la carpeta donde la había dejado. Busqué en la agencia y no estaba por ninguna parte, también en el auto, solo me quedaba revisar acá —inconscientemente hizo un mohín, sus ojos estaban medio llorosos. Eran demasiadas emociones negativas al mismo tiempo.
Chris acarició las mejillas del mayor con cariño. El pelinegro cerró los ojos tranquilizándose, y cuando ya se calmó, empezó a pensar donde podría estar la hoja con la canción.
Empezaron a buscar calmados por el apartamento, revisando cada rincón, incluso en el baño y la ducha. El castaño estaba revisando la habitación de ellos, miró debajo de la cama y nada, buscó debajo de los muebles y tampoco encontró algo, luego recordó algo: Jeongin anoche tenía una hoja en manos cuando abrió el armario y sacó una de sus camisas, las cuales, por las contexturas de sus cuerpos, le quedaba mucho más grande al pelinegro.
Abrió el armario, el cual estaba dividido en dos, una parte era para la ropa de su pareja y el otro para él. Buscó en su ropa, en la parte donde estaban sus camisas y ahí la buscada hoja estaba. Sonrió y la tomó, caminó hasta el salón y le mostró el papel a Jeongin, quien soltó un suspiro aliviado.
Tomó la hoja y la guardó en una carpeta, asegurándose que no se vaya a perder nuevamente.
—Tenías razón, gracias —dijo Jeongin. Abrazó a Chris, sonriendo y dejando varios besos cortos en los labios del otro—. Qué bueno que me voy a casar contigo —el castaño sonrió encantado por los besos que le daba Jeongin, reposó sus manos en la cadera del otro y se dedicó a disfrutar del toque suave.
—Sí, eres todo un afortunado —lo besó en los labios, terminando juntando sus frentes—. ¿No se te va a hacer tarde?
—¡Cierto! —tomó sus llaves que había dejado en la mesa—. Nos vemos luego —le dejó un rápido beso en los labios y caminó rápido, saliendo de la casa para irse nuevamente a la agencia.
—¿Y yo qué estaba haciendo...? —preguntó a la nada y suspiró agotado. Bueno, mejor pondría a prueba las recetas que había escrito.
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