La Diosa del templo Tsurugi

En Japón, la diosa Kagami regia el templo Tsurugi, ella era además de hermosa una excelente espadachina, pero su vida era aburrida, pues todo el tiempo se la pasaba concediendo los deseos de los humanos y practicando para ser convertida en una diosa de rango mayor.

Cierto día un par de chicos extranjeros provenientes de Francia llegarón al templo.

Kagami miró a ambos y le llamó la atención el chico rubio de ojos color esmeralda que miraba el altar con ojos tristes mientras su amigo lo animaba.

—¿Dices que Marinette, la que creías el amor de tu vida te rechazó? —le preguntó el chico de tez morena.

—Si Nino, lo hizo, ella dijo que antes me amaba pero que como no veía que yo estuviera interesado en ella en ese entonces, terminó siendo novia de Luka.

—Tranquilo Adrián ya encontrarás a tu perfecta media naranja. —Lo trató de animar Nino.

—Eso espero —Exclamó suspirando Adrián.

—Además ya que estamos en un templo deberías pedir que tengas suerte en el amor, dicen que la diosa se este templo concede cualquier deseo —lo animó su amigo.

—Nino no creo que eso sea cierto ¿De verdad crees eso? —Preguntó Adrián con una mueca en su rostro.

Nino asintió muy seguro de que lo fuera y luego junto sus manos para hacer su oración y pedir su deseo.

—Si tu lo dices —Exclamó Adrián haciendo lo mismo mientras pensaba su deseo.

Kagami leía la mente de ambos chicos para saber cuáles eran sus peticiones y sí supo que él deseo de Nino era seguir  con su novia por muchos años más, pero el de Adrián la dejo muy preocupada.

«Oh gran diosa Tsurugi, si de verdad comples cualquier petición deseo encontrar a una chica que me quiera tal y como yo lo haga»

Después de eso tanto Nino como Adrián dejaron unos cuantos yenes como ofrenda y se fueron del templo.

Kagami se quedo pensando entonces

«El deseo de Nino es sencillo, él estará por siempre con su novia debido a su hilo rojo, pero el de Adrián no lo es, puedo atar su hilo rojo a una chica, pero no estoy segura a cuál y dudo que él Dios del amor me quiera decir ya que ese es su trabajo y odia que los otros dioses hagan su trabajo»

Kagami suspiro cansada, era la primera vez que le pedían un deseo de aquel tipo, así que bajo a la tierra después de cumplir con los otros deseos para ir a sus clases de esgrima, pues aquello era uno de sus pasatiempos favoritos y aunque los demás dioses decían que era vergonzoso y demasiado raro, para Kagami no lo era en absoluto pues así aprendía más sobre los humanos y sus costumbres.

Cuándo Kagami llegó a sus clases de esgrima, su maestro la saludo y le dijo.

—Bienvenida Tsurugi-chan, por cierto te quiero presentar a un alumno de intercambio, practicará aquí el tiempo que se quede en Japón, dice ser el mejor de su país, él es Adrián Agreste.

Kagami miró al chico y se dio cuenta de que era él mismo que horas antes le había pedido un deseo tan complicado así que dejando de lado su sorpresa lo saludo al mismo tiempo que se presentaba.

—Gusto en conocerte mi nombre es Tsurugi Kagami, será un placer practicar contigo.

La clase comenzó y efectivamente Adrián era muy hábil con la espada, numerosas veces quedaron en empate y solo una vez le ganó.

—Fue un gusto practicar contigo Kagami.

Al escuchar que Adrián la llamaba por su nombre alzó una ceja pues estaba acostumbrada a que sólo los dioses la llamarán de esa forma y que en la tierra específicamente en Japón la llamarán por su apellido como se acostumbraba cuando las personas no son tan cercanas.

Adrián al ver su expresión se corrigió así mismo.

—Lo siento, perdón es que en Francia nos llamamos todos por nuestro nombre así que entonces Tsurugi-chan ¿supongo?

Kagami rio y negó con la cabeza.

—Esta bien puedes llamarme por mi nombre, no me molesta.

Adrián sonrió y luego de charlar un poco más con ella se fue.

Kagami también decidió que ya era hora de volver al templo, pues seguramente le estarían esperando montones de deseos que debía cumplir.

Después de terminar Kagami suspiro, todos los deseos del día estaban cumplidos o en proceso de hacerlo, menos el de Adrián.

Kagami pensó en dejárselo al Dios del amor, pero luego negó con la cabeza y se dijo así misma.

—No, no puedo dejar algo que me han encargado a mi a otro Dios, ¡lo haré!, a ver que chica sería ideal para alguien tan guapo, risueño y amable para él, veamos la chica que le gustaba era muy guapa, amable y risueña, sin duda pudieron ser una gran pareja.

Kagami empezó a buscar esas cualidades en cada chica que llegaba al templo y en las pocas de las que tenía registro provenientes de Francia.

Pero ninguna la convencía y de pronto se dio cuenta de que estaba rechazando todas las opciones a propósito.

—Eh, no que significa esto, que yo una diosa me he enamorado de un mortal, pero tiene lógica, cada vez que voy a la práctica de esgrima lo veo demasiado, adoro estrechar mi mano con la suya y que nos miremos a los ojos, además si soy su novia, su deseo estará cumplido—dijo suspirando.

Ella no era la única que compartía esos pensamientos pues Adrián también estaba sintiendo amor por Kagami.

Era algo complicado el que un Dios tuviera una relación con un mortal, existían reglas y si Kagami dejaba el templo los deseos de los humanos que acudían a ella ya no los podría cumplir, pero aún así diario bajaba a la tierra luego de cumplir con sus deberes y se reunía con Adrián.

Él después de unas cuantas semanas le confesó sus sentimientos pues no quería cometer el mismo error que había cometido con Marinette.

Kagami era muy feliz en compañía de aquel humano y acepto estar a su lado, pues cuándo un Dios o un Yokai se enamoraba era un sentimiento que mantenían para siempre.

Y así luego de varios meses juntos llegó el día en que los dioses regañaron a Kagami y aunque aún cumplía sus deberes como diosa la rebajaron como una diosa menor y le prohibieron cumplir deseos.

—Pero, si no cumplo los deseos de quienes acuden a mi ¿Quien lo hará? Además el deseo de ese chico era encontrar a una chica que lo quisiera tanto como él a ella y esa fui yo, todo lo que estoy haciendo también forma parte de cumplir un deseo y yo también lo amo.

Kagami, a pesar de las cosas que le decían los demás dioses siguió con Adrián e incluso fue con él a Francia, pero llegó el momento en que ambos ya eran mayores y por supuesto él tenía la intención de hacerla su esposa.

Kagami creyó que era momento de renunciar a su divinidad, todo aquel tiempo pudo cumplir como novia y como diosa pero ya no lo podría hacer más, ella tenía dos opciones

Renunciar a su divinidad o simplemente seguir con ella y contarle a Adrián sobre aquello.

Ella optó por la primera opción, pues ¿Qué caso tenía ser inmortal si vería a su esposo morir? y ¿que caso tenía ser diosa si no podría tener hijos y tendría que seguir cumpliendo con sus deberes como tal y ahora como esposa?

Kagami regreso entonces al cielo y le suplico a los dioses de alto rango que le quitaran su divinidad pero ninguno quería aceptar, era algo muy complicado que un Dios le quitará a otro Dios su divinidad.

Por todo el cielo busco y sólo uno acepto, pero antes de quitarle su divinidad le dijo.

—Kagami cuando tu humanidad aparezca no todo va a ser tan fácil como crees, tu volverás a la época en la que naciste como diosa, hace años atrás cuándo Japón estaba en el periodo Edo, es imposible que estés con Adrián cuando seas humana.

Kagami sollozando preguntó entonces

—¿Él Dios del tiempo no puede hacer que él viaje al pasado conmigo?

Aquel Dios asintió, puso una mano en su hombro y le dijo.

—Es posible pero ¿Él dejará el mundo que ama para ir contigo a un pasado lleno de guerras? Piensa en que tendrá que dejar a su familia y amigos.

—Tienes razón, eso sería ser egoísta, hablaré con él.

Kagami bajo a la tierra y decidió visitar a Adrián para contarle su situación.

Cuándo Adrián abrió la puerta de su casa se topó con la mirada triste de su futura esposa, la dejo pasar y ella sin tantos rodeos le contó todo.

Él rubio sorprendido y con la boca abierta exclamó.

—Ahora entiendo el porque nunca visité tu casa y el porque siempre pensé que era muy raro que el templo que había visitado se llamará Tsurugi, ¿tu eres la diosa de ese templo entonces?

Kagami asintió llorando

—Lo siento, quería cumplir tu deseo, nunca creí que llegaría a enamorarme de tí, esto es complicado y cuándo un dios se enamora lo hace para siempre, Adrián yo soy inmortal y no quiero verte morir, tendré que cumplir con mis deberes de esposa si me caso contigo pero también tengo mis deberes de diosa un Dios no puede concebir hijos porque nosotros nacemos de los deseos humanos.

—Pues vaya forma de cumplir mi deseo ¿Y no existe alguna forma de volverme yo también inmortal o que tu pierdas tu divinidad? —preguntó Adrián.

—Si existe pero no se si estás dispuesto a hacerlo, cuándo pierda mi divinidad iré al pasado de Japón en el periodo Edo porque esa fue la época en la cual nací, si hablo con el Dios del tiempo él puede hacer que vayas conmigo, pero te advierto que dejaras a todos tus seres queridos en el presente y aquel época del pasado no es bonita.

Adrián abrazó a Kagami y dijo

—Lo haré, iré al pasado contigo, no me importa fingir mi muerte.

Y así Adrián fingió su muerte haciendo creer a todos que se había ahogado en un lago, cosa que entristecido demasiado a su padre y amigos, Kagami se sintió mal y estaba a punto de pedirle a Adrián que se olvidara de ella, pero él se negó, su descición ya había sido tomada.

Kagami fue convertida en humana y despertó enmedio de las llamas y el terror de la guerra.

Adrián llegó a su encuentro un día después cuándo el Dios del tiempo hizo lo suyo y lo trasladó a esa parte del pasado.

Y aún en esa era caótica ambos vivieron juntos y tuvieron una vida como cualquier otra pareja de Japón.


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