Emilia salió del Otokenkyu Institute con la mente llena de pensamientos sobre su conversación con Marcus Lorget. A medida que caminaba por las bulliciosas calles de la capital, su atención fue atraída por una escena que la hizo detenerse en seco.

Un aristócrata se encontraba despreciando a una joven plebeya de cabello negro y ojos verdes. Emilia observó con creciente indignación cómo el noble utilizaba su título para humillar a la indefensa joven, cuyo rostro reflejaba dolor y vergüenza.

La sangre de Emilia comenzó a hervir de rabia ante la injusticia que estaba presenciando. No podía quedarse de brazos cruzados mientras un individuo abusaba de su posición de poder para someter a otro.

Decidida a intervenir, Emilia se interpuso entre el aristócrata y la plebeya firmemente. "¡¿Quién te crees que eres para meterte, niña?!", gruñó el aristócrata, su tono lleno de desprecio.

Emilia respondió con una sonrisa tranquila, sin dejar que el tono hostil del aristócrata la intimidara. Con elegancia, hizo una reverencia y se presentó "Soy Emilia Everland, princesa heredera del trono de Everland."

El aristócrata palideció al reconocer a Emilia y se arrodilló "Su majestad, por favor le pido y disculpe mi comportamiento" dijo disculpándose apresuradamente antes de retirarse del lugar con la cola entre las piernas.

Emilia se volvió hacia la joven plebeya, extendiéndole su mano con una sonrisa suave y amigable para ayudarla a levantarse. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció abruptamente cuando se dio cuenta de quién era la joven.

Era Ashley Rondel, una campesina cuya vida había sido marcada por las injusticias perpetradas por Emilia en su línea del tiempo anterior. Ashley era hermana mayor de Alicia, y había vivido de primera mano todas las atrocidades cometidas por la princesa.

A pesar de su aspecto frío y distante, Ashley tenía un fuego ardiente en su interior, alimentado por la injusticia y el sufrimiento que había presenciado. Se había convertido en una de las líderes de la revolución en el futuro, decidida a derrocar a la aristocracia opresora y construir un futuro mejor para su pueblo.

Emilia se quedó petrificada por un momento, enfrentando a la persona cuyo odio hacia ella había sido una de las fuerzas impulsoras detrás de la revolución. Sabía que la situación era delicada y que cualquier movimiento en falso podría tener consecuencias desastrosas...