Capítulo 3: Esta vez puedo Compensar tu Devoción


Mientras los suaves rayos del sol acariciaban la habitación de Emilia, ella se sumergió en las páginas manchadas de su diario, cada palabra un doloroso recuerdo de los horrores que había vivido. Luego de una media hora identificó los principales eventos que llevaron al levantamiento popular: los precios elevados que oprimían a los ciudadanos, la falta de acceso a la educación, la hambruna que asolaba las tierras y el desempleo masivo que la acompañaba.

En ese momento, Emilia fue sacada de sus pensamientos de manera abrupta por una sirvienta que entró con el té de la tarde. Sin embargo, un temblor en la mano de la sirvienta, llevó a esta a derramar la taza, rompiendo la tranquilidad de la habitación. Emilia observó en silencio mientras la sirvienta, Alicia Rondel, se apresuraba a recoger los fragmentos de vidrio, cortándose ligeramente en el proceso.

El pasado Emilia habría estallado en furia ante tal error, pero la Emilia del presente era diferente. Esta Emilia recordaba claramente el rostro compasivo de Alicia en sus días más oscuros, Alicia fue la única de sus sirvientas que se había quedado a su lado, brindándole consuelo y compañía en su soledad durante esos dos años infernales hasta el final.

Con una sonrisa serena, Emilia se acercó a Alicia y dijo con amabilidad: "Esta vez sí puedo recompensarte por tu devoción".

La sorpresa se reflejó en el rostro de Alicia, quien recordaba vívidamente las palabras hirientes que Emilia le había dirigido tanto a ella como a las otras sirvientas en el pasado cuando ellas cometían un error, por mas ligero que fuera. En la línea temporal anterior, Emilia le dirigió sus ultimas palabras a Alicia antes de ser ejecutada: "me hubiera gustado recompensar tu devoción... pero ya no tengo tiempo".

Por otro lado en el presente Alicia se quedó perpleja ante el cambio en la actitud de la princesa, sin comprender completamente el significado detrás de sus palabras.

Mientras Alicia abandonaba la habitación con una mezcla de confusión y a su vez gratitud, Emilia reflexionaba sobre esta segunda oportunidad. Se prometió a sí misma aprovechar al máximo este regalo del destino y trabajar incansablemente para corregir los errores de su pasado y construir un futuro mejor para su pueblo y para si misma.

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