Capítulo 2: De Vuelta al Pasado
Los primeros rayos del sol se filtraban por las cortinas de seda, iluminando suavemente la habitación de la princesa Emilia Everland. Con un suspiro, Emilia abrió los ojos lentamente, sintiendo el suave roce de las sábanas de seda contra su piel. Por un momento, todo parecía normal, como si el tumultuoso final en la plaza del castillo fuera solo un sueño efímero o una pesadilla.
Sin embargo, al sentarse en la cama, sus dedos tropezaron con algo inesperado lo que ocasiono que su mirada se dirigieran al extraño pero familiar objeto: un pequeño diario, desgastado por el tiempo y manchado con manchas de sangre que aún estaban frescas en su mente. Con un escalofrío, Emilia se dio cuenta que por más que lo deseara lo de su ejecución no había sido solo una horrible pesadilla.
Con manos temblorosas, abrió el diario y comenzó a hojear sus páginas, reconociendo su propia caligrafía en cada línea. Las palabras saltaron hacia ella, trayendo consigo recuerdos dolorosos de su tiempo en la prisión y la certeza de que lo que había experimentado no era un sueño, sino una realidad distorsionada por el flujo del tiempo.
Un nudo se formó en su garganta mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse. ¿Qué significaba esto? ¿Cómo era posible que estuviera de vuelta en su habitación, como si los eventos catastróficos de ayer nunca hubieran ocurrido?
Otro balde de agua fría de información cayo sobre la princesa al ver su reflejo en su espejo de plata, su cabello castaño claro que le habían cortado antes de encerrarla en aquella prisión volvía a estar largo y su apariencia era la misma de cuando tenía 13
Decidida a encontrar respuestas, Emilia se vistió con un vestido de seda y se dirigió hacia el comedor, encontrándose con que el aroma de los camarones recién cocidos flotaba en el aire. Antes, habría arrugado la nariz ante el olor de ese manjar, pero después de esos dos años su reacción fue todo lo contrario, ella rápidamente tomo asiento y empezó a comer. El chef y las sirvientas presentes en el lugar se miraron unos a otros confundidos y sorprendidos, la princesa... ¿no se había quejado de los camarones?
Mientras saboreaba cada bocado con gratitud, Emilia reflexionaba sobre su nueva realidad. Había sido dada una segunda oportunidad, una oportunidad para enmendar sus errores y forjar un nuevo destino para sí misma y su imperio.
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