Capítulo 1: El Final y un Nuevo Comienzo
El eco de los tambores de guerra retumbaba por todo el Castillo de Everland, una fortaleza que alguna vez fue impenetrable, pero que ahora se veía sitiada por las fuerzas rebeldes. El cielo, oscurecido por nubes de tormenta, parecía reflejar el sombrío destino que se cernía sobre la princesa Emilia Everland de 24 años.
Desde la ventana de su celda, los ojos morados de Emilia que alguna vez estaban llenos de egoísmo y arrogancia observaban con resignación la llegada del ejército revolucionario.
Susurros de miedo se propagaban entre los pocos sirvientes y guardias que aún permanecían leales a la corona que yacían entre la multitud en la plaza.
Los rebeldes entraron al calabazo y sus estruendosos pasos se escuchaban acercarse a la celda de la princesa. Emilia, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, se preparó para enfrentar su destino a la vez que en su cabeza su propia voz decía "no quiero morir, se que me equivoque pero no quiero morir así" más sin embargo, era muy tarde para enmendar sus errores.
Con pasos firmes y la cabeza en alto, la princesa salió de su celda para encontrarse con su destino. Las miradas de los soldados rebeldes se posaron sobre ella, mezclando desdén y triunfo en sus ojos. Emilia no se dejó amedrentar por sus miradas hostiles; en su interior, una determinación recién descubierta ardía con fuerza.
Avanzó hacia la plaza del castillo, donde la multitud se había reunido para presenciar el final de la princesa caída. El cadalso se erguía imponente, un recordatorio macabro de la inevitabilidad de la muerte.
Emilia subió los escalones del cadalso con la dignidad de una reina, pero en su interior, el miedo y la incertidumbre amenazaban con abrumarla. Se detuvo frente al verdugo, enfrentando su destino con valentía mientras los ejecutores se preparaban para cumplir su deber.
Y así, en un instante eterno, la vida de la princesa Emilia Everland llegó a su fin bajo la fría hoja de la espada del verdugo. El silencio descendió sobre la plaza, roto solo por el susurro del viento y los sollozos de los pocos que permanecían leales a la corona.
Pero la historia de Emilia estaba lejos de haber llegado a su fin. En algún rincón oscuro del universo, el tiempo se retorció y se dobló sobre sí mismo... así es... esto apenas estaba empezando
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