Capítulo 37
Siento besos en mi rostro y abro los ojos, Joham está mirándome sonriendo, yo también le sonrío y me besa.
—Buenos días, dormilona —dice y yo sonrío.
Me siento en la cama y me tapo con la sábana.
—Buenos días —respondo bostezando —. ¿Qué horas son? —pregunto desperezándome y él se ríe.
—10:06 a.m. —responde y yo asiento —. Me voy a bañar —dice.
Se pone de pie dejando a la vista su trasero y se mete al baño.
Yo busco un pijama y me la pongo, entro al baño y me lavo la cara, salgo y bajo las escaleras, mi amiga está sirviendo el desayuno.
—Buenos días —digo y le robo un pedazo de pan a Parker.
Me mira alzando una ceja y le guiño el ojo.
—Viéndolo bien, ustedes si se parecen —dice Jhoidy sirviéndome el desayuno —. Elisa tienen tus ojos y color de cabello, pero Parker heredó tu terquedad —dice y yo me rio.
—Yo no soy terco(a) —decimos a unísono y nos reímos.
—¿Ven? —Elisa se ríe y comenzamos a comer.
—Buenos días —dice Joham y me besa.
—¿A dónde vas tan elegante? —pregunto al verlo de esmoquin.
—Tengo una junta con tu papá y tengo que ir por obligación, regreso mañana en la noche —dice y se toma un vaso de jugo.
—Está bien —me vuelve a besar y sale de la casa.
Al tiempo, Brayan baja las escaleras, se ve pálido y ojeroso, eso es por mi culpa seguramente.
—Buenos días —dice sin ánimo y se sienta en la mesa.
Jhoidy le sirve el desayuno y empieza a comer sin ganas. Yo termino de comer en silencio y me pongo de pie, camino a mi cuarto y me meto a bañar. Salgo envuelta en una toalla y brinco del susto al ver a Brayan sentado en mi cama. A las personas les encanta hacerme eso.
—Me asustaste —digo y él me mira serio.
—Scarlett, perdóname por besarte ayer, no debí hacerlo, fue un maldito impulso —dice cabizbajo y yo suspiro.
—No te preocupes, Brayan, todo está bien —él se pone de pie.
—Me voy, siento que no encajo en tu mundo —yo frunzo el ceño.
—No señor, en todo caso la que se tiene que ir soy yo, tú viniste por paz y yo la dañé —bajo la cabeza y él me toma de la barbilla.
—Me voy a la cabaña de por aquí cerca, no estaré tan lejos, solo que necesito estar solo —yo suspiro.
—Está bien, perdón por hacerte daño —él sonríe.
—Dicen que cuando uno ama a alguien lo mejor es dejarlo ir y eso estoy haciendo. Si tu felicidad está con Joham, yo seré feliz sabiendo que tú lo estás, aunque no sea conmigo —dice y derramo una lágrima, él la seca y yo lo abrazo.
—Te voy a extrañar, Brayan, eres un buen amigo, el mejor. Te quiero —nos separamos.
—Yo más y me vas a tener a la vuelta. Nada más cruzas la cerca que divide la cabaña y listo —yo me rio y lo vuelvo a abrazar.
Sale de mi cuarto y yo aprovecho para cambiarme, hoy hace un calor tremendo, así que busco algo casual para ponerme.
Me visto y me hago una cola de caballo. Bajo las escaleras y veo a Brayan salir de la casa. Me siento un poco mal por él, pero es mejor así.
Salgo de la casa y comienzo a caminar por ahí, este es un lugar precioso para formar una familia, lejos de la maldad y todo lo malo de la ciudad. Llego a la misma cascada de ayer y sonrío, hoy no está sólo, hay un caballo que me recuerda a Angel, me acerco y lo acaricio.
—Hola, amiguito —le digo y él relincha —. Ya tengo quién me hará compañía en la cascada —digo y vuelve a relinchar, yo solo rio.
Estoy tan feliz que parece mentira, y tanta felicidad me da miedo, siento que no durará mucho y no quiero que se termine.
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