Capítulo 33
Lloro en el hombro de Brayan, ya llevamos como más de media hora sentados en el sofá, él consolándome y yo tratando de calmarme.
—¿Me quieres contar que pasó? —habla por primera vez.
—Me enteré de que el señor Beckman es mi papá —él se separa de mí y veo su expresión de sorpresa —. Y lo peor de todo es que Joham me engañó. Las personas que más quiero me engañan, me mienten —él me mira y ahora me doy cuenta de que tiene un semblante cansado y todo su apartamento está en cajas.
—Lo siento —dice y su voz sale cansada, hace una mueca.
—¿Qué tienes? —pregunto y él niega.
—Nada —dice y me seco las lágrimas.
—¿Te estás viendo? Algo te sucede, ¿estás enfermo? —él agacha la cabeza y asiente.
Miro todo su cuerpo y está más delgado, también más pálido, tiene algunos moretones y su cabello ya no está igual, puedo asegurar que se le está cayendo. No puede ser, que no sea lo que estoy pensando.
—Tengo cáncer, leucemia para ser exacto —dice y mi corazón se contrae.
—No —digo y lo abrazo —. ¿Por eso renunciaste? —él asiente.
—Me estuve sintiendo mal, fui al médico, me diagnosticaron leucemia y ya está muy avanzada. No puedo hacer nada, el doctor me dijo que tan sólo tenía un año de vida y puede ser que menos si no me cuido —yo lo miro triste.
—Brayan, lo siento, ¿por qué no me dijiste? —agarro sus manos.
—No quería preocupar a nadie —yo niego.
—Brayan, lo que te pase me importa. No he sido una buena amiga contigo, perdóname —él sonríe.
—No te preocupes —a mi cabeza llega una idea y sonrío.
—Voy a hacer que este último año, sea el mejor de tu vida —él sonríe y acaricia mi mejilla.
—Gracias, pero el doctor me recomendó irme al campo, para respirar aire libre y estar más tranquilo —yo asiento.
—Lo supuse. Mucho mejor, me voy contigo —él pone cara de sorpresa —. Necesito alejarme de todo, son muchas revelaciones. Una temporada en el campo no me va nada mal —él asiente.
—Me voy mañana —dice.
—Perfecto. Me voy para organizar todo. Vuelvo mañana en la mañana. Gracias —digo, beso su mejilla y salgo del departamento.
Marco el número de mi amiga y le aviso que voy a su departamento. Tomo un taxi a mi casa. Al llegar le pago lo necesario y entro a mi casa, voy directo a mi cuarto y saco la maleta que tengo debajo de la cama. Comienzo a meter ropa.
—¿Piensas irte? —pregunta mi mamá en el marco de la puerta.
—Es obvio, ¿no crees? —respondo de mala manera y sé que me está fusilando con la mirada.
—No me hables así. No es para tanto, Scarlett. No seas exagerada —me regaña y la miro.
—¿Qué no es para tanto? Me engañaste por tres meses, sabías que estaba cerca de mi papá y no me dijiste sabiendo cuanto quería conocerlo. Puede que no supieras donde vivía, pero sabías que estaba en esta ciudad y no me dijiste nada —digo dolida y ella suspira.
—Lo siento, pero debes entenderme. Volver no fue nada fácil para mí, ¿sabes cuánto miedo me daba salir y encontrarme con el amor de mi vida? Sí, porque después de tantos años no lo he dejado de querer y me engañó —dice con lágrimas en los ojos.
—Eso no tiene nada que ver conmigo, mamá —termino de meter la ropa y cierro la maleta.
—Scarlett, por favor, no te vayas —yo suspiro.
—Mamá, yo me voy como de vacaciones. Y no me voy por ti. ¿Sabes? Joham me engañó y no lo quiero ver; además, Brayan me necesita, tiene leucemia y me voy con él —ella derrama una lágrima, desde que tengo uso de razón nunca nos hemos separado y sé que le duele —. Adiós, mamá —digo y cierro la puerta.
Tomo un taxi y lo guio al apartamento de Jhoidy. Llego y al abrir la puerta ella me da un abrazo. Entramos y veo a Parker, los ojos se me llenan de lágrimas.
—Hola —me dice.
—Hola —respondo, con ayuda de las muletas camina hacia mí y me abraza, se me sale una lágrima.
Últimamente estoy más sensible.
—No puedo creerlo —dice Parker y yo me seco las lágrimas.
—Y tú crees que yo sí, tengo dos hermanos y pues, un papá genial —él seca mis lágrimas.
—Amiga, esas lágrimas no son de felicidad —dice Jhoidy y yo suspiro.
Me conoce tan bien, con ella no puedo fingir.
—Encontré a Joham besándose con Chantal en la sala de urgencias del hospital. Y terminamos —digo derramando lágrimas y ella me abraza.
La expresión que pone Parker da miedo.
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